Resulta
sumamente curioso que yo, que no soy especialmente amante de los animales,
tenga mi casa que parece el arca de Noé. Entiéndaseme. Me gusta ver llegar de
los viajes, planeando como flechas hacia el tablero, a cualquiera de las 160
innominadas palomas mensajeras de mi marido; le hago religiosamente la comida
todos los días a nuestro perro Rebo
(llamado así porque se lo regalaron a mi hermana, no lo quiso y nos vino a
nosotros “de rebote”); e incluso he mantenido una educada conversación con una
de las 5 gallinas ponedoras (Clara, Yema,
Cascarilla, Matilda y Carlota)
que mis hijos le han regalado a mi marido por su cumpleaños. Bueno, una
conversación con una gallina no trata evidentemente sobre el materialismo dialéctico.
Se limitó por su parte a un “¿Cloc?” y por la mía a un “¿Qué haces tú aquí en
el patio? ¡A la huerta!”, pero fue una conversación al fin y al cabo.
Pero a
pesar de todo esto, no experimento ante toda esta fauna el entusiasmo y pasión
del resto de mi familia y de mi marido en particular, que acaricia, soba, rasca,
hace arrumacos, planea gallineros con piscina incluida y les pica lechuguitas
para que se sientan felices. Yo no. Yo, si me van a regalar algo, entre una
gallina y un libro o un collar bonito, descartaría de entrada la primera opción.
Y otro
tanto pasa con mis nietos. Aparte de las tortugas, los peces y los hamster,
ahora el rey de su casa es Coque, un
gato negro con ojos verdidorados que mi hija se encontró en la calle y lo
recogió y al que ahora mis nietos adoran. Cuando vienen de viaje, lo primero
que dicen no es: “¡Hola, Aba! ¡Cuánto te hemos echado de menos!”, sino: “¿Dónde
está Coque? ¡¡¡Coooooooqueeeeee!!!”. Lo estrujan, lo manosean, lo besan, lo mecen
como a un bebé… Incluso han hecho un blog con todas las gracias del animalito.
La última
vez que estuve en su casa, después de una tarde en que ni caso me hacían, Coque por aquí y Coque por allá, ya me tenían tan mosqueada con tanto amor gatuno
que caí en la trampa de hacerle al Terro la pregunta que nunca jamás se debe
hacer: “Pero bueno, ¿tú a quién quieres más, a Coque o a mí?”.
-
“A Co…-empezó él, pero
enseguida se contuvo-. Eee… estooo… ¡A los dos igual!”.
Yo
juraría que oí detrás de mí una risita socarrona del pérfido Coque, al que a partir de este momento
me parece que voy a empezar a odiar. Y es que es muy duro que, a estas alturas
de la vida, te valoren al mismo nivel que a un gato.
¡Ay! ¡Pobre abuela! Es que los niños no tienen filtro, así que hace bien en no preguntar de nuevo, que ya ve que los animales a veces tienen un carisma apabullante.
ResponderEliminarHola Jane
ResponderEliminarMuchas felicidades por esa preciosa nieta.
No sabía que ahora tenías perro. Los "animalitos" que los hijos o los nietos en tu caso,nos traen a casa, nos van robando terreno sin remedio a lo largo de los años. En casa hemos tenido canarios, ratones blancos con ojos de color rosa, peces que al final entregamos en una tienda de animales porque crecieron tanto que no cabían en la pecera, una rana venenosa de vientre colorado a la que teníamos que capturarle moscas vivas, una iguana muy rebelde que se terminó escapando, una tortuga rescatada de la calle (debió caer de algún balcón) y que está enorme, come como una leona y si dejo la puerta del jardín abierta, entra como un cohete a inspeccionar y pedir lo suyo y... por supuesto siempre perro porque mi hijo adora los animales. Ya ves tiempo y amores compartidos también.
Besossss
Fernando:
ResponderEliminarTienes razón ¿Cómo competir con un gato y sus tretas taimadas de poner ojitos y ronronear? No hay manera. No sé si conquistarlos por el estómago, hacerles bizcochitos buenos y decirles: "¿A que Coque no te hace estas cosas, eh?". En fin...
Flor:
ResponderEliminarLo tuyo sí que es un arca de Noé en forma ¡Hasta iguanas rebeldes y ranas venenosas! Nosotros siempre hemos tenido perro (a veces dos) y palomas pero el resto de la fauna he intentado controlarla para que no se me hiciera dueña del terreno. Le reprimí a mi marido hasta el deseo de tener una cabra, que nos diera leche y quesos (decía). Y aunque quería poner una pajarera gigante le convencí de que mejor es que los pájaros se buscaran la vida por ellos mismos (no fue obstáculo para que les pusiera, de todas formas) un comedero y un bebedero en el guayabo del jardín, que siempre está lleno hasta de tórtolas y perdices)¡Estos amantes de los animales!
Gracias por lo de la niña. Estamos privados.
Un beso.
Ante todo me alegro de que de nuevo seas abuelita y que todo haya salido bien y que sea guapa la nieta. Igual coinciden alguna vez con mi nieto alemán... Después dicen que no están naciendo niños en España. Es que no paran estos hijos de uno.
ResponderEliminarEn cuanto a ese gatito tan bonito llamado Coque, que compite contigo en el cariño de tus nietos, la solución es escacharlo descuidadamente con las ruedas del coche dando marcha atrás. Se acabaron entonces las dudas. Je, Je, lo digo de coña. Yo soy el primero que me gusta cualquier animal doméstico, aunque sólo tengo dos pájaros canarios que nacieron en casa. Más bichos no, ya que necesitan unos cuidados que me limitan los movimientos, llámese viajes. A esta edad, comodidad sobre todo. Digo.
Por cierto, te he puesto falta en la Playa de La Arena.
Yo creo que esta luna lunera cascabelera ha tenido mucho que ver. A la niña le apetecía verla y ni hablar de quedarse 2 semanas que le faltaban ahí escondidita. Me da que me va a salir una nieta jacarandosa.
ResponderEliminarSobre los bichos, el caso es que a mí también me gustan dentro de un orden. No soy de natural acarición pero aprecio la belleza cuando la veo. Y por lo de los viajes, no hay problemas, siempre les dejamos la despensa bien surtida y ellos se sirven (comederos y bebederos a medida, ellos son muy señoritos)
Fuimos el jueves, viernes y sábado pero tampoco los vimos . A ver si repetimos y nos mandamos alguito mirando al mar.
Qué entrada tan divertida, Jane. La verdad es que lo tienes bien feo. No me explico cómo has podido mantener a raya a tanto rival con dos patas, pico y alas; cuatro patas y rabo; aletas y colas; caparazones, gracietas, ronroneos y carantoñas. Contener tanto atractivo, para marido y nietos, tiene que ser un esfuerzo grande y permanente, por tu parte. Te compadezco porque eso es tener los "enemigos" en casa.
ResponderEliminarMenos mal que tu natural sereno lo afronta con humor y que con tu proverbial mano izquierda has conseguido evitar que en vez de 200 o 250 rivales, "sólo" tengas unos 170.
Ánimo, amiga, y a ver si logras no preguntarle al bebé recién nacido, llegado el momento, si quiere más a Aba que, por ejemplo, a un cachorrillo de cualquier especie doméstica.
¡Ah! y por si no te lo había dicho ya, muchas felicidades por esa nueva muñequita, que tienes por nieta.
Bien por tu nieto y por tu marido Isa, yo también soy unna forofa de los animales.Tengo la gran suerte de vivir con mis dos perros, RON y GINEBRA. y digo como aquel al que le pregunntaron " Oiga don fulano, (sin nombres para no herir susceptibilidades ) ¿es verdad que hay algunos perros más inteligentes que sus amos ? A lo que el susodicho respondió : " gua, el mío mismo " Pues lo dicho. Besos para ti y para tu nieta... Desde Bajamar
ResponderEliminarEn mi casa teníamos gallinas ponedoras, cuando yo era pequeña, y ni nombre tenían las pobres. Así que cariño menos (lo siento, gallinas)
ResponderEliminarTampoco me dicen nada especial las palomas ni los pájaros en general, a los hamsters no me los mentes pero los gatos y los perros... ay!! ahí entiendo totalmente a tus nietos porque los quiero más que al jamón ibérico y la tortilla de patata juntos.
Lo siento, pero es que tienen algo que te atrapa, como esos ojitos de Coque, y ese pelito negro, cómo me recuerda a mi primer gato. Qué bonito eres Coque, qué cosita, qué muñequín, qué ... qué blog es este, creo que ya no me acuerdo.
Cehachebé:
ResponderEliminarPor lo menos me comprendes, amiga mía, y te das cuenta en medio de qué zoológico me hallo.
Y no te preocupes, ya sé que hay preguntas que sobran como "¿Ya llegaste?", "¿Dónde se te perdió?", "¿Por qué Tarzán está siempre afeitado?" y otra que hice una vez al subir al avión de Madrid y me encontré sentado a un amigo. Le pregunté: "¿A dónde vas?". Bueno, pues igual que esas, no pienso volver a hacer la pregunta de los quereres. Gato escaldado... (Oye ¡qué idea!)
Pily:
ResponderEliminarMuy bueno el chiste.
Yo tengo un amigo que tuvo también 2 perros a los que llamó Ron y Güisqui. Entre bebidas andaban.
Mis perros (creo que este es el 7º desde que vivimos en el campo) también han sido listos como teas, menos Pimpón que era tonto. A mí me gustan, aunque proteste, y, cuando han muerto, me he mandado mi buena llorada. Son inteligentes y cariñosos.
Loque, malandrina, te has pasado al enemigo.
ResponderEliminarMis nietos lo primero que hicieron cuando le regalaron las gallinas al abuelo fue ponerles nombre no sea que yo se las sirviera a la semana siguiente en pepitoria. Se vería hasta feo servir y comerse a "Matilda", por ejemplo. En tu casa lo supieron hacer mejor.
Jardiel Poncela decía que a las personas que necesitan amar les gustan los gatos y a las que prefieren ser amados, los perros. Tú, las dos cosas por lo que se ve ¿Más que el jamón y la tortilla de papas juntos? Hay qué ver...
Ja,ja,ja... la curiosidad no mató al gato precisamente...
ResponderEliminarJuan, nunca más haré preguntas de las que no sepa seguro las respuestas. Tipo ¿qué hora es? o ¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?
ResponderEliminarJajajajajajajajajajaj, que ingratos son los hijos y los nietos algunas veces, esas cosas pasan...por cierto felicidades por la nueva nieta, me lo chivó hoy mi nieta Elena que tiene un piquito de oro y ya no hay quien la pare y tener cuidado de lo que se habla delante de ella ajaja jajajajajaja...¡ Como espabilan, mi madre !!! Besitos
ResponderEliminarPili, tienes razón. Hoy me dijeron (porque leyeron el post) que a mí me quieren como persona y a Coque como animal. No, si piquito de oro tienen.
ResponderEliminarCon Elena me parto. Ya tiene otra seguidora para mangonear y mandar de aquí para allá. Y el caso es que todos los chiquillos le hacen caso y obedecen sus mandatos...
Besos.
Mi querida Isa, tu nieto es un pinta de cuidado. De ahora en adelante te preguntará por Julia, esta preciosa muñequita que se acaba de incorporar a vuestras vidas. Mi enhorabuena de nuevo.
ResponderEliminarSí que es un pinta, Esperanza, y habría que atarlo corto. Sabe más que Lepe. Bueno, sabe más que yo. Él es el que me dice cómo funcionan los aparatos, cómo pongo un CD, qué quieren decir las palabras en una tablet... Si coge a Julia bajo su protección, ella también va a aprender mucho. Hoy fueron él y su hermana a conocer a la chiquitita, y estaban más contentos que unas pascuas... Y los abuelos babándonos.
ResponderEliminarIsa, me encantó el escrito. Me reí... mi nuera que estaba a mi lado, me pidió que se lo leyera. Comentario: qué bien escribe. Yo muy orgullosa le dije: tú no te imaginas el nivel de mis niñas del colegio... Yo siempre presumiendo.
ResponderEliminarGracias, Ani. Yo sí que presumo de niñas del colegio. Que 50 años después de haber tenido aquella última comida de fin de bachillerato en Tacoronte, sigamos siendo amigas y aportándonos tanto unas a otras, no creas que es normal. Alguna buena cualidad tendremos para haberlo conseguido.
ResponderEliminarUn beso grande.
Disfrutamos con los nietos lo que a lo mejor se nos escapó con los hijos, éramos más jóvenes con ellos pero el corre corre, el trabajo, los horarios de los colegios, el día a día... nos perdimos cosas que ahora con los nietos podemos disfrutar, mientras no nos pongan los "cuernos" con un gato... ¡pero no importa! los queremos y los podemos "malcriar" (como dice el refrán: "Los padres crían y los abuelos malcrían")
ResponderEliminarIsa, esta niña-abuela, cuando escribe en plan trascendental y filosófico, escribe bien, pero cuando le sale la vena cómica, es todavía mejor...
Gracias, Conchi, pero cada vez con los años la vena trascendental y filosófica como que se va diluyendo y el tomarse la vida con filosofía pasa por el sentido del humor.
ResponderEliminarTienes razón con lo de disfrutar de los nietos. Hoy, que me he dedicado a los tres (por la mañana playa y comida con los dos mayores y por la tarde ir a ver a la recién nacida), me he divertido un montón oyendo los planes de mis nietos sobre montar un hotel para animales cuando sean grandes (ellos erre que erre con el amor por los bichos) y, luego, viendo a la chiquitita hacer gestos, sonreír, mover las manos y pies como una atleta... mientras nosotros, con la baba puesta, como es obligación en todo abuelo que se precie.
¡Muchas felicidades por tu nieta, Isabel! Y enhorabuena también por el blog de tus nietos, que es una maravilla de creatividad. El tuyo también está "bastante bien", jaja, pero es que claro, es difícil hacerle la competencia a un gato tan precioso como Coque y a sus jóvenes y talentosos admiradores
ResponderEliminarAhora en serio, gracias por tus posts, siempre me hacen reír, me encanta el color del cristal con el que miras la vida.
Besos!
Muchas gracias, Alicia. La verdad es que se ve entre líneas que estoy que reviento de orgullo cuando hablo de mis nietos. En el fondo hasta les perdono que pierdan la cabeza por Coque. Son jóvenes e influenciables y él es un gato taimado y felón (a pesar de lo mono que es, lo reconozco)
ResponderEliminarEl blog que han montado me hace reír y a ellos les encanta. Mi hija tiene que contenerlos para que no llenen la red con los dibujos todos los días. A ver si la chiquitita sigue sus pasos...
Un beso.
Qué risa lo de tu zoológico. Pero se nota quien es el culpable.
ResponderEliminarNo te describo lo de la Sabinita. Perros y gatos aparecen hasta en el tejado de mi casa. No soy tan permisiva pero el resultado de mi rechazo es el mismo de tu cálida acogida a tus animalitos heredados.
Que tal la Julia? besos y otra vez enhorabuena a todos.
Ay, sí, Ana. Y yo ya lo sabía desde siempre. Pero es que a este marido mío se le ponían ojos tiernos cuando veía a una vaca. Era mi destino, qué se le va a hacer, teníamos que acabar en una casa en el campo, lejos del mundanal ruido (y llena de animales) Menos mal que las gallinas están dando huevos que se vuelven locas.
ResponderEliminarLa Julia, estupenda, asombrada del mundo tan interesante al que ha llegado.
Besos.
No tengo animales y después de tu post ya tengo razones solidas para no tenerlos, que bastante complicadas son las relaciones entre humanos como para estar compitiendo con el amor de un bicho
ResponderEliminarBueno, voy a hacer de abogado del diablo y a buscar razones por las que si se deben tener animales. Cuidarlos hace que los niños sean más responsables y compasivos; algunos (no Coque) te ofrecen su cariño y son muy zalameros, como algunos de los perros que hemos tenido; te hacen compañía si estás solo... Bueno y, si tienes gallinas, te dan (como es mi caso) ahora ¡4 huevos diarios! lo que permite repartir, hacer tortillas, hacer bizcochos... todo con huevos caseros de yema amarillita como una puesta de sol.
ResponderEliminarPD: me costó encontrar razones, no creas :-)
Me encanto visitarte, realmente una excelente entrada la que nos compartes, saludos.
ResponderEliminarMuy bonita publicación. Uno nietos que te tienen locamente enamorada.
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