lunes, 14 de septiembre de 2015

Hacerse el sueco




No sé de dónde exactamente salió la expresión "hacerse el sueco" para decir que alguien elude una responsabilidad o pasa de algo. Algunos lingüistas piensan que tiene su origen en los marineros suecos que arribaban a puertos españoles y aprovechaban su desconocimiento del idioma para entender solo lo que les interesaba. No parece, sin embargo, que lo de no ser responsables sea una de las características de la tierra que fundó IKEA, H&M o Volvo. Por eso, en estos últimos 10 días, en los que me hice un viajito por Suecia -ese país hermoso y limpio, que ama la luz-, me he ido fijando sobre todo en sus habitantes ¿Qué hacen los suecos?


En Estocolmo, una de las ciudades más hermosas que he visto, una Lisbeth Sallander -delgada, morena, ojos verdes enormes, piercing y tatuajes por todos lados- discute con otras en el parque de Djurgarden.
Un hombre de unos 60 años vende al lado del puerto solo juegos de ajedrez hechos por él.
Grupos de adolescentes disfrazados celebran un cumpleaños en la noche loca del viernes.
En Stortorget, que es algo así como la plaza del pueblo del barrio de Gamla Stan, una señora me pasa en una cafetería un batidor de huevos con la llave del WC, mientras compartimos el lenguaje universal de la risa.
Unas tropecientas chicas hacen una carrera el sábado por la mañana desde el parque de Skansen.
Frente al Palacio Real, los novios de la boda que me encuentro en todos los viajes se hacen una fotografía.
Enfrente del Museo Nobel, una banda de música toca melodías de Abba. Unos viejitos las escuchan sentados con mantas sobre las rodillas. Más allá, unas chicas las bailan.

En Upsala, en la catedral más grande del norte de Europa, llena de color y luz, una mujer sacerdote preside un oficio.
En el comedor de la Universidad profesores y alumnos almuerzan a las 12 en medio de un murmullo animado de conversaciones.
Cerca, en el pequeño pueblo de Norrtälje, un sitio todo paz, un hombre, joven y alto, va gritándoles "cua, cua" a todos los patos que hay en la orilla del riachuelo.

En Örebro, una ciudad a la orilla del río Svartan, con su imponente Castillo y sus casas rojas de madera de otros tiempos, una señora nos invita a pasar a la Iglesia para que veamos una ceremonia de confirmación.
Por la mañana a las 8, los ciclistas van al trabajo: el ejecutivo con sus auriculares, la madre con su niño detrás, el estudiante con su mochila, las jóvenes rubias pedaleando juntas...

En Vänersborg, a orillas del Vänern, un lago de aguas como espejos, una señora de pelo blanco se sumerge en las aguas gélidas sin estremecerse.

En Fjallbacka, un pequeño y precioso pueblo de pescadores, hay una entierro cuando llegamos. Todos los presentes, ellos con chaqueta y corbata, reciben una rosa cuando entran en la Iglesia.

En Gotemburgo, la gran ciudad que mira hacia el mar, una chica albañil, menuda y delicada, pone adoquines, uno a uno, en la Järtorget.
Un abuelo y su nieto de 7 años conversan y saborean un helado sentados en una cafetería frente al Saluhallen (el mercado).
En los escalones que bajan al canal, una mujer come despacio una ensalada.

Por el camino vamos encontrando a los suecos mixtos: el hombretón con pinta de vikingo pero que habla un malagueño cerrado, el descendiente de chilenos que se siente sueco, el chico que nos pide el ticket a la puerta del Museo Vasa y resulta que es hijo de tinerfeño y de sueca y que pasa todos los veranos en El Médano... Todos al final -los niños que miran su mundo ordenado desde los cochitos, los que juegan al fútbol en anchos campos de césped, los que pasean a sus perros, las mujeres mayores que comen solas o van al supermercado con su andador...-, todos forman un entramado que nos deja vislumbrar un atisbo de lo que es esa vida de dentro hacia fuera que hay detrás de los grandes ventanales iluminados y sin cortinas de sus casas. 

Por no hablar de los suecos ilustres, que vemos reconocidos en placas, estatuas y calles: el gran Linneo, Ingmar (y también Ingrid) Bergman, Greta Garbo, Alfred Nobel, Astrid Lindgren (y su Pippi Calzaslargas), Olof Palme, Björn Borg, August Strindberg, Selma Lagerlöf... No parece que ninguno de ellos se hiciera el sueco. Quizás tendríamos que hacernos nosotros también los suecos, si al final resulta que tenemos un país en el que no hay un papel en el suelo y en el que hasta los WC públicos son dignos de figurar en una postal.

Bajo un cielo luminoso y frío viven los suecos.


(En la imagen inicial, los suecos de otro tiempo en un dibujo del Museo Vasa)




(Oyendo y bailando "Mamma mia" frente al Museo Nobel)



("Él vino en un barco de nombre extranjero...". A lo mejor venía de aquí. Puerto de Estocolmo)




(Los novios de todos los viajes frente al Palacio Real)



(La pausa del almuerzo en Gotemburgo)

31 comentarios:

  1. Querida Isabel:
    El lunes pasado quedé esperando tu entrada ,ahora ya sé que tenías un magnífico motivo :)
    Al leerte me has transportado a un país que tengo unas ganas enormes de conocer. De seguro lo visitaré algún día.
    !Lo del batidor de huevos no tiene precio! Jajajaja
    Un abrazo y gracias por compartir tu experiencia.

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    1. A mí me dejó asombrada, Celia. Yo tenía una idea de una Suecia fría, algo así como la que se encontró Descartes cuando el pobre fue a darle clases de filosofía, allá por el siglo XVI, a la reina Cristina de Suecia que no tenía otras horas para ello que a las 6 de la madrugada (Descartes murió allí de pulmonía). Pero me encontré un país lleno de vida, con un cielo luminoso y unas gentes amabilísimas. Frío, sí, pero bueno para caminar (alrededor de 15º)
      Ponlo en la lista de objetivos. Merece la pena.
      Un abrazo.

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  2. Preciosa esa descripción... Felicidades, Artista!

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    1. Gracias, Gladys. Me dejé atrás algunos tipos que me hicieron gracia (como en Upsala un chico bastante grueso con coleta que, sentado en un banco, nos enseñaba a los que pasábamos por detrás, la "hucha" que se veía al filo de los pantalones), pero es que 10 días dan para mucho y no quería que el rollito de cada lunes se les hiciera demasiado largo :-D

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  3. Isa, haces la descripción tan bonita que ya tengo ese viaje en la lista de "pendiente"
    Cogiste una época estupenda, el azul de ese cielo es impresionante y los personajes muy pintorescos por no hablar de tu cultura también.

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    1. La naturaleza humana es la misma en todas partes, pero no cabe duda de que el entorno influye en las distintas manera de ser. A mí me dio la impresión de gente hogareña a la que el frío lleva a hacer poca vida al aire libre (la verdad es que dan ganas de pasarte la tarde en tu casa calentita tomando té y leyendo un libro) pero que, cuando hay una buena temperatura, se vuelcan en los deportes, las salidas, el disfrute de ese espectacular paisaje lleno de flores y árboles, ver pasar el mundo desde una cafetería o salir a navegar entre las tropecientas islitas que configuran la costa. Había, en la carretera, muchísimas caravanas para ir de camping, y, en la costa, muchísimos barcos pequeños.
      No me importaría repetir viaje contigo, Dulce :-D

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  4. Mi querida amiga, lo prometido es deuda y aquí estoy para saldarla lo antes posible.
    Esta mañana, cuando abrí tu nueva entrada, esperaba una de las bellas y certeras crónicas de viaje a las que nos tienes acostumbrados, pero, para mi mayor regocijo, lo que descubrí, en esta ocasión, fue una mirada, detallista y detallada, de las gentes que fuiste encontrando a lo largo de tu libre transitar por ese supuesto reino del frío que llamamos Suecia.
    Muchachas y muchachos, mujeres maduras, ancianas y ancianos, hombretones, novios y novias... Todos, en sus correspondientes escenarios de parques, plazas, puertos, riachuelos, catedrales o universidades, te han dado pie para que nos regales una visión, muy cercana y entrañable, de lo que un país puede mostrar a sus visitantes, a poco que observen, como tú lo has hecho, el comportamiento natural y cotidiano de parte de sus habitantes.
    Esta entrada tuya, de hoy, me ha hecho reflexionar y comprobar que, en apariencia y a través de tu observadora mirada, no somos tan distintos los humanos de ese frío norte de Europa y de esta cálida franja atlántica a la que pertenecemos. Que, a la hora de la verdad, la gente llana y sencilla responde con alegría, ante lo que le hace feliz. Con respeto y formalidad, ante los que se van para siempre. Con afecto y hospitalidad, ante los que llegan de fuera...
    En definitiva, Jane, ya no sé qué palabras emplear para decirte cuánto me gusta este blog tuyo.
    Enhorabuena, artista de la pluma. Mejor, del bolígrafo y el teclado...

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    1. Tú que me quieres, Cehachebé.
      No, no somos tan distintos, aunque las costumbres lo sean: esa hora tan temprana de comer y de cenar; el hecho de que los domingos en los pueblos no abre ningún restaurante cuando aquí todo el mundo se va a comer por ahí los días de fiesta; las casas, construidas con grandes ventanales, sin cortinas ni persianas para dejar que la luz entre al máximo y, en el campo, sin vallas ni rejas en las ventanas; los inventos curiosos que tienen; lo caseros que en el fondo son y el cuidado en todas las casas; la gente sentada en los parques y jardines en el césped... Y, como aquí, mucha gente haciendo deporte y mucha gente en la calle en las ciudades.
      Yo iba preparada para encontrarme en el país de Frozen y me encontré en el país de la luz. Supongo que en el invierno, la cara que nos muestran será distinta.
      Un abrazo y muchas gracias por los ánimos y piropos.

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  5. ¡Qué envidia, Jane, y cuánto me alegro de tu viaje! Yo también lo apunto en la lista de viajes pendientes.
    Lo de la llave del baño con el batidor lo cuento mañana a los compañeros porque no tiene precio.
    Como a Cehachebé me faltan palabras para expresar cuánto disfruto leyéndote.
    Un abrazo desde el norte

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    1. Sí merece la pena ir. Para mí, Estocolmo es bellísima, tal vez la ciudad más bonita que he visto. Es como una mezcla de Berlín y París en lo monumental, con el toque añadido de los canales que rodean todas las islas que la forman y que recuerdan a Amsterdam. Y las velas que hay en todas las ventanas y que ponen en todas las mesas de todos los restaurantes, junto con los dulces (mmmmmmm...), le da a la ciudad un aire cálido, como de andar por casa.
      Lo del batidor fue un vacilón. Seguro que con eso no se perdía la llave nunca.
      Un abrazo desde más al sur.

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  6. ¡Muchas gracias, Isa!

    ¡Me sumo a todos los comentarios sobre tu excelente exposición, pues hace que uno esté presente en esos maravillosos lugares!

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    1. Gracias, Elías. Este viaje tuvo la ventaja para mí (sobre el de Croacia que compartimos) de hacerlo por nuestra cuenta, parándonos donde queríamos y adaptándolo a nuestras necesidades. Nadie nos hizo levantar a las 5 de la mañana :-D
      Un abrazo.

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  7. Vaya, vaya, mira como son las cosas, estimada Jane. Por estos lados, un número elevado de la población asume la actitud de hacerse el sueco o mejor dicho, como decimos aquí, el pendejo. Sí, en días pasados, visité varias poblaciones de Los Andes y en todas observé colas interminables de ciudadanos en procura de lo que sea. Ah, pero el pueblo se hace el pendejo. Cerraron la frontera y seguimos con la misma actitud, nos hacemos el sueco, digo, el pendejo. Una juez toma una decisión complaciente y seguimos jugando el mismo papel, el pendejo. No somos Suecia, lo sé. Pero hasta cuando ?. Pido disculpas por usar tu blog para plasmar mi descontento, tal vez, mis frustaciones. No quiero hacer el papel de pendejo. Un gran abrazo y a cuidarse, pues.

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    1. Entiendo perfectamente tu frustración, descontento y rabia ante la situación que están pasando. Ya te he dicho que mi amiga Ligia me tiene al tanto y estos días han venido mis primos de Caracas y no paran de contar experiencias disparatadas. Al mismo tiempo, aquí en Europa también está el gran drama de los sirios huyendo de la guerra y que no encuentran asilo ¿Por qué hay unos países, como Suecia, tan adelantados, ricos, seguros, y otros, con tantos problemas? ¿Por qué, si la naturaleza es pródiga en riquezas, el hombre no sabe aprovecharlas en defensa del bien común? ¿Por qué las guerras y la ambición de unos cuantos hombres? Como dices bien, ¿hasta cuándo durará una situación que se está haciendo insostenible?
      No tengo respuestas, pero sabes que aquí siempre encontrarás apoyo y una escucha atenta Ánimo, que, como dijo el filósofo, "todo esto pasará".
      Un abrazo y a cuidarse, pues.

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  8. Y la Sueca, ya de puestas. Estocolmo , mi tercera ciudad favorita del mundo tras Praga y Londres. Espectacular, Miles Garden, Wassa, metro, barco y autobús..........la adoro, aunque aburriilla es , y como todas las nórdicas muy muy conservadora.

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    1. Debe ser aburridilla en pleno invierno con sus 20º bajo cero, Luisa, porque ahora se veía la mar de animada. La verdad es que estábamos en Södermalm y que el viernes y sábado por la noche aquello parecía los carnavales. Por lo que se ve es el sitio de la marcha.
      Las preferencias en cuestión de ciudades tienen mucho que ver con las experiencias en ellas. En las mías están en primer plano Viena y Amsterdam, pero a partir de esta visita Estocolmo ya les da codazos ¡Me encantó!

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  9. Gracias por compartir de forma tan original y bonita tu viaje a Suecia, me alegro que lo hayan disfrutado. ¿Quién no lo apunta en la lista de los pendientes? Como siempre, felicidades y un abrazo

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    1. Gracias a ti, Úrsula. Sí que fue un disfrute, sobre todo porque íbamos a nuestro ritmo, pensando que no hay que verlo todo sino captar el ambiente. Siempre es bueno dejar cosas por ver para tener incentivos para volver. Así que ya sabes, si algún día este viaje deja de ser pendiente, igual estoy otra vez allí pero contigo :-D

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  10. Suecia es una gran desconocida. Es un lugar donde las minusvalías dan más valía a las personas que se ocupan de ellas. Donde puedes cuidar de cada uno de tus hijos tras dar a luz, por el tiempo que quieras sin que tu empleo peligre. Un sitio de aire limpio y renos en libertad. La educación dota a cada estudiante con su material de alta tecnología. Las reuniones en casa son frecuentes y los zapatos te dan la bienvenida en el felpudo,
    Tengo dos sobrinos allí... Una en Goteborg y otro en Levene. Una eligió la ciudad y es famosa en su profesión, su hermano prefirió las afueras y vive en una antigua escuela rodeado de naturaleza. Ambos tuvieron su oportunidad cuando aterrizaron hace muchos años y se integraron sin dificultad en el idioma y la comunidad. Ah, pero sí echan de menos una cosa: la luz solar durante el invierno, porque salen con la luna y regresan con las nubes y el frío... los perros sí se "hacen los suecos" cuando se les invita a salir del hogar... con lo bien que están al calor de una chimenea y sobre una alfombra de Ikea, jajaja.

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    1. Todo paraíso tiene su serpiente. Muchas veces se dice que hay un alto número de suicidios allí y que en eso puede tener que ver la falta de la luz solar. No lo sé pero es verdad (y eso lo sabemos bien los canarios) que hubo un gran número de suecos que abrieron aquí clínicas para curarse al sol y al lado del mar. Yo recuerdo una que había (y creo que todavía hay) cuando yo era pequeña en Los Cristianos.
      Por eso mismo, por la necesidad del sol, en estos días luminosos notabas la alegría de las gentes. Tumbados en los parques con los ojos cerrados, llenando los bancos de todos los jardines, saliendo al mar a pescar en pequeños botes... todos agradecían el gran regalo que nosotros tenemos todo el año.
      Y ya estás tardando en hacerles una visita a tus sobrinos en plan de "pasaba por aquí". Aunque sea para que deje de ser esa gran desconocida.
      Un abrazo.

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  11. Me alegro que te haya gustado. Aparte de la belleza del país donde no falta agua por todas partes, nosotras disfrutamos como niñas cantando y bailando con el Inolvidable Abba y visitando la casita de Pippi. Ya compartiremos experiencias.

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    1. Es que Suecia es un país apropiado también para ir con niños. Hay un montón de sitios divertidos, como el Mueso de Abba o el de Pippi, pero también parques con animales en libertad, bandas de música coloristas recorriendo las calles, paseos por los canales... Ya se lo he recomendado a mis hijos para que alguna vez lleven a mis nietos. Y lo que dices del agua: canales, lagos, ríos, el mar entrando y abrazando islitas... Una maravilla.

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  12. la expresión hacerse el sueco no es tan antigua y viene, según tengo entendido, de la II Guerra Mundial cuando el ejercito alemán atravesó Suecia, al preguntarle un militar del ejercito ruso a un militar sueco si había visto pasar a los alemanes se despacho lacónicamente y encogiéndose de hombros " La verdad es que no se"
    por supuesto que lo había visto

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    1. Pues podría ser, Alfa.
      Pero aparte de la explicación que puse, la de los marineros (dada por José María Iribarren), he encontrado otras. En "Muy Interesante" dicen que "el origen del dicho "hacerse el sueco", que se aplica a quien se hace el distraído para no darse por entendido o aludido, está en la palabra latina soccus, que designaba una especie de pantufla que calzaban los cómicos en el antiguo teatro romano. De soccus provienen los vocablos zueco (un calzado de madera), zocato (zurdo) y zoquete (tarugo de madera corto y grueso). Esta última palabra también se usa para decir que una persona es torpe y obtusa. Por tanto, hacerse el sueco equivale a actuar con torpeza.".
      Pero también Fernando Álvarez Montalbán, profesor de español en la Universidad de Uppsala en Suecia, plantea una posibilidad no muy descabellada: "el origen estaría en los tratados comerciales entre España y Suecia, que otorgaban importantes ventajas a los nórdicos frente a otros países enemigos, Inglaterra, principalmente. Los suecos no pagarían aranceles y se les permitía comerciar libremente. El resto de navíos pasaba por caja o, directamente, no pasaba.
      Por tanto, no era extraño que los marinos y comerciantes ingleses tratasen de burlar los aranceles y las prohibiciones colocando en sus barcos bandera sueca. Todo ello con el consentimiento de los suecos, que se hacían los tontos ante esas triquiñuelas recibiendo así beneficios de las dos partes.".

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    2. También encontré que “Hacerse el Sueco” es la versión española de la frase francesa “Faire la sourde oreille” (Hacer oídos sordos) y que su origen proviene de los intentos infructuosos de Napoleón en negociar con un diplomático sueco, quien fingía no entenderle para así no acceder a lo que el emperador francés le pedía.
      Otras versiones para explicar el origen de la expresión nos cuentan que podría proceder de la Guerra de Vietnam, cuando el Gobierno de Suecia amparaba a los soldados que no deseaban luchar en la guerra. También al hecho de que Suecia tuviera una posición neutral durante la Segunda Guerra Mundial, condición que le hizo salir más airosa que sus vecinos escandinavos.
      Otra explicación nos remontaría a la contienda de larga duración que sostuvo el Imperio español contra los territorios que ahora son los Países Bajos (por aquel entonces bajo soberanía española), entre 1568 y 1648, en la llamada Guerra de los Ochenta Años o Guerra de Flandes. Se dice que los Tercios españoles eran especialmente cruentos con los rebeldes holandeses. En uno de esos altercados apresaron a un grupo de “herejes” como los llamaban, y cual sería la sorpresa de los católicos españoles cuando se dieron cuenta que habían capturado a un grupo de mercenarios, auténticos destripaterrones suecos, alistados en el ejército de Guillermo de Orange por hambre. Los españoles no se encontraban en guerra con ellos, al menos en aquella zona de Europa, así que les permitieron marchar con mil promesas y amenazas. Total, que aquel hecho se propagó como la pólvora y en la siguiente contienda, los prisioneros holandeses se “hicieron los suecos”, esperando que los de Su Majestad Católica fueran piadosos con ellos.
      La teoría que Patricio Celdrán plantea en su "Diccionario de frases y dichos populares" es que, a finales del siglo XIX, el jerez se consumía más en Inglaterra que en España, por lo que los mercaderes ingleses fondeaban frecuentemente en puertos andaluces. Como eran tiempos de inestabilidad política y las relaciones entre ambas naciones no eran muy buenas, solían ubicar una bandera sueca en sus barcos para prevenir problemas y asegurarse el suministro. Es decir, se hacían los suecos para eludir contratiempos (parecida a la de Fernando Álvarez Montalbán que puse más arriba).
      Muchos creen que el origen de esta frase está en el carácter de este pueblo escandinavo, en cuanto que son disimulados y discretos.
      Según otra interpretación, “hacerse el sueco” haría alusión a la ciudad valenciana de Sueca y
      no al país escandinavo. Al parecer, los suecos de Sueca, cultivadores de arroz, campesinos,
      eran tildados de paletos cuando iban a la capital, a Valencia. Ya fuera porque no entendían o
      porque no querían entender, el caso es que su comportamiento habría dado lugar al proverbio.
      Según otra teoría, la expresión “hacerse el sueco” dataría de la guerra de los 30 años, donde
      las diferencias religiosas enfrentaron a Suecia y España. Su origen habría nacido de la actitud
      de los prisioneros suecos ante los crueles interrogatorios de los soldados españoles, donde los
      suecos, al no poder responder a las preguntas de los españoles por no entender el idioma, eran
      finalmente puestos en libertad. Esta feliz consecuencia era lógicamente aprovechada por
      prisioneros de otros países, es decir, que soldados de otros países se hacían pasar por suecos
      para conseguir asimismo la libertad.
      Estas y más las encontré en el siguiente enlace: https://archivobiblioteca.files.wordpress.com/2009/03/hacerse-el-sueco.pdf
      Así que ya ves, Alfa, se han hecho hasta libros sobre esta expresión y hay un montón de explicaciones. Sin embargo, ninguna de ellas resulta del todo convincente ya que no parece probable demostrar científicamente su validez.
      Y la expresión es más antigua de los que crees. Se dijo por primera vez en 1841 en la obra de teatro “Dios los cría y ellos se juntan”, de Manuel Bretón de los Herreros:
      "CIRIACO (Alto) ¡Balbino!
      BALBINO ¡Tía Macaria!
      MACARIA (Aparte a Ciriaco) ¿A qué pronuncias su nombre? Valía más hacerse el sueco."

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  13. la que no se ha hecho la Sueca eres TU
    magnifica investigación sobre el termino
    todas las acepciones son posibles
    saludos Álvaro fajardo

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    1. Jajaja, Álvaro. Me puse a leer cosas y como que me entusiasmé. Casi me sale una tesis doctoral, menudo rollo te metí. Decididamente no puede una dejarse arrastrar por la pasión.
      Un abrazo.

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  14. Hola Jane. Por lo que veo, sigues haciendo que tus viajes, tus sueños, sean "la envidia" de todos tus admiradores.Siempre se dice que en "esos países", la falta de sol hace que sean reservados, taciturnos y callados. Yo pienso más bien que son educados y claro, en un país como el nuestro que quien más grita, más se le admira pues los suecos no están de moda.
    Al final todos los tópicos son malos, aunque tengan un poquito de verdad. cada pueblo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. En España hay demasiados poderosos que llevan tiempo haciéndose el sueco y los demás miramos para oto lado. vamos a confiar en que de verdad seamos suecos y los mandemos al c....... Un beso Jane. Juan.

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    1. No solo los tópicos son malos, Juan, sino que son la base de todos los prejuicios que hay en el mundo. Yo vi suecos chillones en el fin de semana de Estocolmo, suecos simpáticos como el que dijo ¡"Mamma mia!" cuando le compré 7 candelabros para traer y que luego se largó un palique conmigo, suecos antipáticos como el abuelo que iba con los dos gemelos en el cochito y no nos quiso decir una dirección, suecos agradables como el que en un barco fondeado en Fjllbacka me preguntó que de dónde venía y me habló de cuando vino a Málaga con 15 años... Exactamente igual que aquí. Lo que siento es no saber hablar inglés ni sueco para haber podido hablar más con ellos.
      Y estoy segura de que tanto ellos como nosotros nos hemos hecho el sueco alguna vez en la vida, cuando miramos para otro lado o cuando pasamos de algo que puede ser importante (por ejemplo, votar).
      Ya te falta menos para jubilarte, Juan, y te puedas pegar un viajito enriquecedor. Ya me contarás cuando llegue ese día.
      Un beso.

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  15. ´Buenos días Jane: Me alegro de tu regreso y por la fantástica reseña de tu viaje. No conozco los países nórdicos y al leerte se me han acrecentado las ganas de hacer un viaje.
    Un saludo cariñoso.

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    1. Buenos días, Rosa María. Me alegro de que te haya gustado y de que te anime a hacer un viajito. Lo bueno es entre junio y septiembre, que creo que en Estocolmo en invierno hasta calientan las calles para que la gente no resbale en el hielo que se forma con esas temperaturas allá por allá abajo en el termómetro. ¡Brrrrrr, qué pelete debe haber!
      Un abrazo.

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