Mi marido creció rodeado de música. En casa de sus abuelos maternos, en donde vivió los 8 primeros años de su vida, sus tíos, solteros entonces, tocaban varios instrumentos: el laúd, la guitarra, el violín, el timple... También su familia paterna amaba la música. Su padre tocaba el timple y cantaba muy bien, y su tío Martín fue el dueño de "La guitarra", la tienda de instrumentos musicales que todavía hoy está en la Rambla de Pulido en Santa Cruz.
Así que fue lógico que él también aprendiera a tocar de pequeño, que siempre pidiera de regalo una guitarra y que a los 15 años, tras dar mucho la lata, la consiguiera. Fue con ella en las manos y con una canción como me robó el corazón cuando lo conocí cuatro años más tarde.
Después, y a lo largo del tiempo, ha ido coleccionando más instrumentos. Tiene también un requinto, dos timples, un cuatro, una caja cubana, armónicas, flautas, bongós y otros más de percusión... Sigue tocándolos, no solo cuando tenemos alguna parranda, sino también con un grupo de amigos con los que se reúne una vez por semana para preparar canciones, afinar instrumentos y hablar de esa música que convoca, emociona y une. Pero la primera guitarra siempre ha sido especial para él. Por eso, este verano le regalamos por su cumpleaños el arreglo de la guitarra y de un timple que heredó de su padre, a los que, como a todos nosotros, los embates del tiempo habían envejecido y maltratado.
El luthier al que fuimos era un chico joven, alrededor de los 40 años. Su taller, un sitio amplio y luminoso, estaba lleno de instrumentos, en diferente estado de arreglo, que él iba tocando con mimo y mostrándonos con manos expertas. Las manos de un luthier, cuando coge un instrumento, semejan una caricia. Al ver el timple, y casi sin ver el sello, exclamó: "¡Lo hizo mi bisabuelo!", al tiempo que nos contaba que el oficio de luthier se había transmitido en su familia desde hacía varias generaciones. Se le veía amor por lo que hacía y orgullo de formar parte de una tradición. Cuando nos devolvió, arreglados, los instrumentos, estaban preciosos.
Hace dos semanas, un jueves, hemos vuelto a llamarlo. Queríamos llevarle el timple estropeado de una amiga a ver si podía resucitarlo como hizo con los nuestros. Nos dijo que no podía ese día porque su mujer estaba enferma en el Hospital pero que preveía que el lunes ya estaría en el taller. Cuando volvimos a llamar el lunes, nos contó -la voz rota- que su mujer había muerto.
Siempre, cuando pasa algo así -una mujer joven que desaparece con toda la vida por delante-, la reacción es de consternación y desconsuelo, aunque no se conozcan ni las circunstancias. Mi marido le expresó su pesar y le dijo que ya iríamos más adelante. Entonces el luthier le dijo que no, que al día siguiente mismo iría a trabajar porque, si no, se volvería loco o se hundiría en la miseria.
El trabajo, sobre todo si es la realización de tus sueños, como terapia. Igual que Isabel Allende escribió su libro "Paula" después de la muerte de su hija, y Rosa Montero, "La ridícula idea de no volver a verte", tras la de su marido, como medio de exorcizar su pena, también, como dice Marilina Rébora, "la música es así, remedio de los males, / inagotable fuente a escanciar cada día, / sosiego de palacios, templanza de arrabales / y placidez del alma, armonizante guía". Me imagino a nuestro luthier estos días, a solas en su taller, lijando con enorme cuidado la caja de una guitarra, tensando y tañendo las cuerdas - "tres de carne y tres de plata", como en la adivinanza de Lorca- , oyendo unas notas que nadie más escucha, barnizando un violín antiguo...
Ojalá que, en la paciencia de las horas y en esa labor reconfortante y callada, encuentre el camino para mitigar su tristeza, al tiempo que sus manos, sabias y amantes, despiertan armonías hasta entonces dormidas.
Isa, que bonita historia la del luthier, lástima que ahora no pueda tener a su lado la compañera que en su taller compartía con él horas de alegría. Detrás de cada persona hay una historia llena de sabores y algunos no son precisamente dulces. Un abrazo.
ResponderEliminarMargarita, una historia más bien triste, pero me sobrecogió su coraje, el echar cara a la vida y no quedarse en casa rumiando su pena. Las reacciones de las personas son imprevisibles.
EliminarUn abrazo.
Es tan necesaria la música....Precioso lo que escribes.
ResponderEliminarLe leí una vez a Santiago Roncagliolo esto: "La música, a fin de cuentas, es como una botella arrojada al mar: puede pasar años a la deriva, recorrer miles de kilómetros, pero siempre termina por encontrar a quien la necesitaba desesperadamente".
EliminarNo dudo, Marilu, que a mi luthier, que la conoce y domina desde sus entresijos y que es capaz de hallar música hasta en las gotas de lluvia, tiene que haberlo consolado. Ojalá sea así.
Un abrazo.
Gracias por este regalo.
ResponderEliminarCreo que es apropiado, Marcial, para este día en que recordamos a todos los que hemos querido y ya no están aquí. En mi casa, estaban las lamparillas (o mariposas también se llamaban) encendidas todo el día y por la noche se apagaban las luces y, solo con esa luz, se hablaba de los difuntos y se contaban historias.
EliminarPuede ser también un homenaje a ellos tocar, en un instrumento hasta ahora inactivo, una música que compartieron juntos ¿Lo hará el luthier?
Eso es acompañar en el sentimiento
ResponderEliminarGracias y mucha paz para ti y los tuyos
Sí, Carmelita, es lo único que podemos hacer por una persona: ponernos en su lugar, empatizar, saber lo que está pasando...
EliminarAgatha Christie, cuando mataron en la guerra al marido de su hija, escribió: "La cosa más triste en esta vida y la más difícil de soportar es saber que no se puede hacer nada para aliviar el sufrimiento de alguien a quien se ama".
En este día en que tú y yo recordamos a tantos que quisimos, también yo te deseo paz y te mando un gran abrazo.
Yo hice lo mismo que. El Luthier. Volví de Londres con el cadáver de mi marido, un viernes. La misa fue el jueves siguiente. El lunes fui a trabajar. Nunca podré olvidar lo arropada que me sentí por mis compañeros. So quería llorar, lloraba en el baño. Nadie me decía "no llores". Todos entendían como me sentía y respetaba mi dolor. Con ellos empecé a salir a alguna comida, pasado un tiempo. Después retomé la relación con las niñas del colegio. Ahora después de trece años , cuanto tengo que agradecer a mis amigos.
ResponderEliminarSiempre has sido una persona valiente, con el valor que consiste en mirar las cosas cara a cara. Como ya le dije a Carmelita en el comentario anterior, no puedes aliviar el sufrimiento de nadie. Solo respetarlo y hacer saber a la persona que sufre que estás ahí y que debe saber que puede contar contigo. Eso es lo que hace un amigo.
EliminarRosa Montero escribió una vez un artículo que tituló "Gracias", un artículo de gratitud a sus amigos. Con los años, dice, se gana sabiduría y madurez, pero también un pasado común con los amigos. Y en los trámites penosos de la vida los verdaderos amigos acuden al rescate. Y por eso sabe que en el recuento final, "brillarán como islas de luz algunos momentos mágicos con mis amigos. Esos regalos de cariño que me han dado, tan inmensos que siento que es imposible merecerlos. Eso también es la verdadera amistad: la sensación de estar felizmente en deuda con los otros".
Felices los que, como tú y como yo, hemos encontrado amigos de verdad.
Un gran abrazo.
Ay, Isabel, qué duro, pero qué bonito post te ha salido. Ayer me vine abajo leyendo un post de un poeta excelente sobre la pérdida de su madre, y hoy el tuyo. Da miedo cuando la muerte viene de imprevisto. El libro de Isabel Allende me dejó conmocionada, pero estaba lleno de belleza y esperanza.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
La verdad es que vivimos como si todos fuéramos inmortales, sin plantearnos que la única premisa para morir es estar vivos. Recuerdo, una vez que estuve grave, cuando mis hijos eran pequeños, pedir en silencio "Todavía no, todavía no...". Tenemos miedo, más que por nosotros, por los que queremos. Pero es verdad que, si la vida fuera ilimitada, sería un tostón de vida ¿Has visto alguna vez "Cuatro corazones con freno y marcha atrás" de Jardiel Poncela? En esa obra inventan el elixir de la inmortalidad y los resultados son catastróficos. Jardiel, aparte de su sentido del humor, era un sabio.
EliminarUn abrazo.
Tienes toda la razón la inmortalidad es impensable. Lo malo es morir con la vida a medias y sin quererlo, eso es lo que debe de ser muy frustrante y doloroso. Si uno ha cumplido el ciclo es dramático pero menos.
ResponderEliminarClaro que he visto esa obra. Yo trabajé en Eloísa está debajo de un almendro con Pilar Bardem , Juan Meseguer y Fernando Delgado en los años 90 . Adoro a Jardiel. También conocía a Paloma Paso Jardiel :)
Un abrazo
A lo mejor, es que hay ciclos y ciclos. Y ese, más corto pero igual de rico en experiencias, es el ciclo que te tocaba vivir. Para mí, lo peor son los niños.
EliminarA mí también me gusta muchísimo Jardiel, algo más que tú y yo tenemos en común. Tengo las obras completas y las he releído más de una vez, desde que era jovencita. Me encantan las explicaciones que da antes de cada obra de teatro: "Circunstancias en que se imaginó, se escribió y se estrenó...". En "Cuatro corazones..." dice que la estrenó en mayo del 36 con el título "Morirse es un error" pero luego lo cambió en el 39 porque "escrita la obra en una época en que las gentes sólo se morían de la gripe y repuesta en un momento en que la juventud caía en los frentes por la Patria, no era "Morirse es un error" el título más apropiado ni oportuno".Hace poco la volví a ver cuando murió Amparo Baró, que hizo el papel de Hortensia, y volví a disfrutar con ella. Y "Eloísa..." la repusieron hace poco en el Teatro Guimerá en Santa Cruz y, como siempre, fue una delicia. Fuiste afortunada en participar en algo así ¿No sigues haciendo teatro? Porque sé por amigos que es un virus muy difícil de erradicar... :-D
Triste, pero muy tierna y bonita la historia.
ResponderEliminarComo son cualquiera de las cosas que muchas veces nos pasan. Siempre hay una historia de superación en nuestras vidas.
EliminarUn beso.
Es tremendo cuando una planifica una vida junto a su otra mitad, y se trunca...y quedas como colgando de un edificio...Ni una gracia quedar viudo tan joven, aunque la juventud le dará la fuerza para salir adelante.
ResponderEliminarEspero que sí, Gabriela. En este caso fue bueno que no tuvieran hijos, porque la responsabilidad de los niños es muy duro cuando desaparece el padre o la madre. Durante el día de hoy he puesto una vela por los que quise y ya no están en mi familia y hay algún caso así. Cada vez me admira más la capacidad humana para salir adelante pese a las tragedias.
EliminarQué triste historia, lástima.
ResponderEliminarPero tú sabes más que nadie del poder sanador de la música y del trabajo de los luthieres, los artesanos de la música. La paciencia, el orden, el amor por su labor, el silencio ("La música es sonido pintado en un lienzo de silencio", le oí a Stokowski)... tienen que hacer mucho para llevar sosiego al espíritu.
EliminarSí, desde luego, y conozco a algunos que son como magos obsesionados por la poética de las maderas y sus sonidos. Espero que eso le de fuerzas para afrontar la pérdida.
EliminarPues ya tiene mucho ganado si es así. Hoy en día es difícil encontrar un trabajo creativo y que te llene. Si alguien lo tiene, nunca se sentirá solo.
EliminarSe me ha encogido el corazón al leer la historia que narras del Luther. Seguro que con el trabajo bien hecho, sobrellevará su pena algo mejor. Y lo más importante no se sentirá tan sólo. Tiene amigos.
ResponderEliminarSí, Luisa, preveo que se recuperará bien. Es joven, su trabajo y su afición coinciden, no se encontrará solo... Peor lo tienen los que, como mi padre, se encuentran a los 75 años sin la compañera de su vida, sin trabajar en nada y sin ninguna afición que les entretenga. No fue raro que fuera decayendo poco a poco...
EliminarEsta vez me salió un post tristón pero es que a veces la vida lo es.
Un beso, Luisa.
Precioso Mary, cierto es, que la música nos acompaña, nos traslada, nos entristece, anima y alegra la vida, a ese muchacho Luthier lo ayudará seguro....
ResponderEliminarEl poder de la música es enorme. Es compañera en tristezas y alegrías, reconforta el ánimo y tiene un poder de convocatoria que ya quisieran los políticos. Hasta Einstein, que dijo que pensaba, vivía sus sueños y veía su vida en términos musicales, confesó: "No puedo decir si habría podido hacer alguna pieza creativa de importancia en la música, pero sí sé que lo que más alegría me da en la vida es mi violín”.
EliminarMientras se tenga una melodía en el alma, es imposible sentirse solo.
Un beso, Pili.
Eso me gusta...la melodía en el alma, besitos
EliminarComo corresponde a una poeta.
EliminarBesos.
Emocionante tu escrito de hoy, un abrazo amiga
ResponderEliminarGracias a ti, Úrsula. Otro abrazo grande.
EliminarAdemás de mi más sentido pésame, le envío mis ánimos, para que siga así... gente como él es muy difícil encontrar. La dureza de los acontecimientos le ha hecho salir de la tristeza... ¡bien por su fuerza!
ResponderEliminarNo creas, J. Gerardo, el ser humano es más fuerte de lo que imaginamos y busca camino por cualquier sitio. Lo estamos viendo con todos esos dramas de los desplazados sirios que ahora nos sacuden el alma. Ante una tragedia, sí, hay quienes se hunden, pero pienso que la mayoría opta por vivir.
EliminarLuthier, qué palabra tan bonita.
ResponderEliminarQué pena tan joven para ser conocedor de ese dolor tan ingrato.
Yo también crecí entre música. Mi abuelo fue a Madrid a realizar sus estudios de música y era un gran tenor... De sus 8 hijos sólo mi tío Gilberto heredó su don. Más adelante se descubrió un bisnieto como barítono. Él fue el encargado de embriagarnos de emoción cuando se casó mi hija y cantó el Ave María como nadie, ante el asombro de todos los asistentes y del mismo sacerdote. Las personas que viven la música están dotadas de una sensibilidad extrema y de una capacidad exclusiva para tocar los corazones.
Allí donde esté su esposa le dará la fuerza necesaria para seguir mimando cada nota y continuar la melodía de la vida...
Te copio, Cande, lo que dice la Wikipedia sobre la palabra "luthier":
Eliminar"La palabra francesa lutherie, usada en una gran variedad de idiomas, hace referencia al arte de construir instrumentos de cuerda. El nombre luthier se relaciona con los primeros luthiers, y proviene de la palabra francesa luth, a su vez procedente del árabe al-`ūd ('laúd'). Genéricamente al-`ūd significa 'la madera'; la variante alemana de luthier es Luther, palabra que se ha transformado también en apellido (Martín Lutero) y en nombre (Martin Luther King).
En buena parte del mundo hispano se traduce el término como «laudero» o «lutero», que proviene de la palabra laúd, o el término tradicional «violero», que tiene el mismo significado que luthier de 'constructor de instrumentos de cuerda'; sin embargo, luthier, «laudero» o «lutero» han ampliado su significado a quien construye cualquier tipo de instrumento de cuerda. En Argentina, el término se usa a veces, por extensión, a todo constructor de instrumentos musicales (idiófonos, membranófonos, cordófonos o aerófonos).
No obstante, el galicismo luthier ha sido adaptado en castellano y se encuentra en el avance de la vigesimotercera edición del diccionario de la Real Academia Española como «lutier». Luthier, sin embargo, es una palabra de uso extendido, corriente en los textos sobre música y que aparece en los diccionarios de uso".
Me gusta más "luthier" (me recuerda a mis admirado "Les Luthiers") que "laudero" o "lutero".
Qué bueno tener músicos en la familia que llenen cualquier momento (una boda, un cumpleaños, una reunión de amigos...) de melodía. Hale, a sacar la guitarra y todo el mundo a cantar. Yo, que no sé cantar (pero, así y todo, canto), agradezco infinito que haya gente que sí sepa. He vivido muchos momentos felices con la música.
Gracias por tu comentario, Cande. Como siempre, muy bonito.
Hola Jane. Siempre había pensado que la vida está llena de casualidades. Hace dos días nos vemos y te dije que no estaba de humor para escribir sobre tu blog, pero que sí los leía. Acabo de leer La mano del Luthier y oh casualidad, conozco la historia.No conozco al luthier pero sí a su familia. He "seguido" en la distancia la lucha por la vida de su esposa, y tras su fallecimiento, el padre del luthier me dijo que estaba muy triste, pero que "gracias a su trabajo de artesano" estaba seguro que saldría a delante.......
ResponderEliminarA veces el mundo es triste pero esta historia ayuda a reconciliarse con ella. Un beso Jane. Juan
Es verdad, Juan, que los tópicos son ciertos y el de que el mundo es un pañuelo es uno de esos. Es un pañuelo en el que los hilos están todos entrelazados. Mira por dónde uno de esos hilos te relaciona con mi luthier. Me alegra ver que mi impresión coincide con la de su padre.
EliminarMe gustó mucho verte. Estás muy bien de aspecto y estoy segura de que el humor también mejorará pronto. Tú tienes coraje para eso y para más.
Un abrazo grandote.
Preciosa historia, ISABEL. Un abrazo.
ResponderEliminarSí que lo es, Sole, de esas que te emocionan y te hacen comprender la superación de los hombres ante los contratiempos y el poder de la música.
EliminarUn abrazo también para ti.