¡Que levante la mano quien no haya contado una trola en toda su vida! Trolas para que no te castigaran, trolas por presumir y no ser menos, trolas piadosas de las de "¡qué bien te quedó la coliflor!", trolas de cortesía como no llamar gorda a la vecina, trolas de olvidar historias y "adornarlas", trolas por tradición (¿no han dicho alguna vez que el ratoncito Pérez es el que se lleva los dientes de leche?)... En los tiempos de antes lo asumíamos, nos íbamos a confesar, rezábamos los tres padrenuestros de penitencia y santas pascuas.
Ahora no. Ahora antes muertos que confesar mentir, y, para más inri, se disfrazan las trolas llamándolas posverdades. La gente se pone de lo más fino y define "posverdad" como el fenómeno que se produce cuando importa menos cómo son las cosas objetivamente que lo que tú crees de ellas. Como si eso no fuera una trola. Imaginen la siguiente conversación en un serial de esos eternos que te ponen después de comer:
- ¡Tú no me quieres, Segismundo Manuel! ¡Me has mentido como un bellaco!
-¡No! ¡No es mentira, Felicia Horacia! ¡Te lo juro! ¡Sólo es una posverdad!
Pero llámenlo como lo llamen, desde que el mundo es mundo, y hoy más que nunca, todo el mundo miente. La verdad está sobrevalorada, como diría Trump.
Mienten los políticos, prometiendo el oro y el moro, haciendo afirmaciones peregrinas (¿contabilidad extracontable?) o endilgando consignas populistas dándole a la gente lo que quiere creer.
Miente la Historia cuando se fabrica a la medida para dar lustre o justificación al presente. Mi marido, cuando estudió en su niñez en Venezuela, se quedó traspuesto cuando comprobó que la historia tenía 2 versiones y que los buenos de aquí eran los malos de allá.
Mienten las fotografías que ahora no son necesariamente testimonios de la realidad. Con photoshop, fuera kilos de más o compañías indeseables. Se borran (como hicieron los soviéticos con las fotos de Trotski) y a otra cosa, mariposa.
Mienten los periodistas cuando no cuentan toda la verdad, cuando destacan una parte y olvidan otra, cuando la sacan de contexto. La periodista Ana Morgade hablaba en noviembre de un titular que vio en una entrevista a un político: "No me considero un tigre para el amor". Como le extrañó en un hombre tan serio tal afirmación, buscó en el escrito y resultó ser una pregunta final del entrevistador ("¿Se considera usted un tigre para el amor?"), a lo que el buen señor, flipando seguramente, contestó: "No". Nunca dejes que la verdad arruine una buena historia (o un buen titular) parece ser el lema.
Mienten los horóscopos que dicen, con toda la jeta, que esta semana conocerás a un guapo mozo que será el amor de tu vida (y ahora ¿cómo se lo explico a mi marido, por dios?)
Mienten los tuits, los wasaps, los comunicados de Facebook, cuando te dan noticias impactantes, como que el cáncer se cura con limones, o batallitas falsas buscando ser virales, como que Podemos quiere suprimir las procesiones de Semana Santa (120.000 interacciones en Facebook) o que el Arzobispo de Toledo califica a zurdos y pelirrojos como criaturas de Satán (539.000 interacciones).
Mienten los chinos, que dan gato por liebre llenando el mundo de copias más falsas que un bolso de Louis Vuitton en un top manta. Hasta el pueblecito austriaco de Hallsttat lo han imitado tal cual allá en la China, los muy copiones.
Mienten hasta las máquinas, como han comprobado dolorosamente los ajedrecistas que hace un par de semanas se enfrentaron al robot "Libratus", que los desplumó marcándose unos faroles tremendos que ya quisiera Kaspárov.
Por mentir, miente incluso la Naturaleza. Y es que ¿qué se puede esperar de un mundo en el que los amaneceres y atardeceres, la salida y la puesta del sol, con toda su parafernalia de luces y tecnicolor, son mentira?
Por eso, llámenlo imitación, trola, embuste, bola ("levanta la pata que pasa la bola" decíamos de chicos al que mentía), mentira, patraña, cuento chino, invento, infundio, engaño, farol, impostura, ficción... Pero no utilicen la palabra "verdad", poniéndole de prefijo ese "pos" verrugoso que la envilece y la disfraza. Incluso aunque la pura verdad (si es que existe) sea infinitamente más sosa que una historia de mentiras maravillosas.
Te faltaron algunos sinónimos de "trola", entre ellos GAZAPO (muy utilizado por estos lares), ÑOOOOOOOS (más usado que el anterior en todas las islas) y PECADO VENIAL(que dejó de serlo desde que nos hicimos adultos).
ResponderEliminarY hay muchos sinónimos más, Enrique, como corresponde a una realidad tan múltiple: embolado, renuncio, milonga... Y a veces, la trola es tan gorda que para mí que la ascienden a pecado mortal.
Eliminar(Vía Twitter)
ResponderEliminarEl propio gabinete de Trump ha encontrado otra definición: "hechos alternativos" dijeron...
El lenguaje se llena de sinónimos, se retuerce, se tergiversa, prestándose al uso engañoso de la realidad. Por ejemplo, Lola Galán, la Defensora del Lector de El País, habla de la noticia de que "en Rusia se ha aprobado una ley que permite pegar a la mujer una vez al año". Lo que realmente se aprobó es castigar como falta (con castigo pecuniario) una primera agresión a cualquier miembro de la familia que no dé lugar a lesiones. Y a partir de ahí, ya es delito castigado penalmente. Hechos alternativos, como puedes ver.
EliminarDe Trump leí una frase de Javier Sampedro que decía que " del Despacho Oval o de la Trump Tower salen tuits como aguijones balísticos de la posverdad". Muy expresivo ¿verdad?
Lo de las postverdad me ha llegado al alma, jajajaja. Tienes razón, todo el mundo miente, ¿cómo no?
ResponderEliminarBesos, Isabel.
Y gracias a Dios, Celia ¿Te imaginas un mundo donde todo el mundo tuviera que decir la verdad? Todos estarían enfadados con todos. Conocí a un profesor al que le faltaba un tornillo e iba por los pasillos diciéndole a todo el mundo lo que pensaba de ellos (nunca nada agradable). La mentira también tiene su vertiente positiva.
EliminarMuchos besos, Celia.
Pablo Picasso dijo que si hubiera una única verdad, no sería posible pintar cientos de cuadros sobre el mismo tema, pero de ahí a 'inventar' lo de la posverdad...
ResponderEliminarEn mi opinión a ésta le faltan agallas para llegar a tiempo, de ahí ese 'pos' y asunto salvado.
Y es que tienes razón, todos y todo miente. Las estadísticas de Blogger, algunas básculas de la farmacia y los espejos de algunas boutiques también falsean mucho, que lo sé yo. ¡Ya no nos podemos fiar ni de nuestra sombra, Isabel!
Muy ingenioso tu post,¡un beso!
¿Y las mentiras que nos contamos a nosotros mismos? Epicteto (hace tiempo que no soltaba una cita :-D) decía que lo que nos afecta a los humanos no es aquello que nos sucede sino lo que nos contamos sobre lo que nos sucede. Y los que llegamos a mi edad, más. Reinventamos el pasado y a veces juramos y perjuramos que hemos estado en tal sitio y luego resulta que no. Es curiosísimo oír las distintas versiones de un hecho compartido.
EliminarLa báscula de mi casa es también una mentirosa redomada.
Un beso, Chelo.
Gracias , muy bonito, salud y besitos para todos.
ResponderEliminarComo siempre, gracias a ti, Carmelita, por estar ahí y por todo.
EliminarBesos.
"...del cristal con que se mira"
ResponderEliminarqué tiempos, jefa, qué tiempos extraños (¿?) y ridículos.
por fortuna, dispongo de unos cuantos pares de gafas.
abrazos
¿Crees que resultará raro decir "nada es verdad ni mentira ni posverdad tampoco"?
EliminarMe parece que me tendré que agenciar unos cuantos pares yo también. Estoy viendo raro.
Un abrazo gordo.
PD: Lo que sí es verdad de la buena es que tengo tu rey negro a la espera de vernos.
Que no nos cuenten milongas. Claro que no.
ResponderEliminarYa vivimos inmersos en ellas sin darnos cuenta.
Desde las rebajas, que no son tales, a las ofertas, que ponen un precio enorme de seis euros, en una prenda preciosa, y cuando te vas acercando, ves un "desde" chiquitito como un caminito de hormigas.
Ahora el último timo es dar lástima, jugando con las enfermedades y con los niños adosados, que a lo mejor ni son propios. Eso no lo tolero. Mafias que se apropian de las salidas de supermercados y bancos. No puedo con ello. Abusan de conmover a las buenas personas, sobre todo a los mayores, que ya han tenido que soportar algunas desilusiones en sus largas vidas para que les sigan tomando el pelo. Lo reconozco, la mentira no es algo que tolero bien.
El aprovecharse de la compasión, de la empatía con las desgracias ajenas es el recurso del pícaro desde que el mundo es mundo. "El Lazarillo de Tormes" está lleno de engaños de unos y de otros para sacarle dinero al que lo tiene.
EliminarY tienes razón, usar a los niños para dar pena es de sinvergüenzas. Hace un par de años hubo aquí una campaña de recogida de dinero para llevar a un niño enfermo a Estados Unidos. Y ni la enfermedad era tan grave que no se pudiera tratar aquí y ni siquiera era un caso único en el mundo como se quiso hacer creer. Pero mucha gente dio dinero engañada porque un niño indefenso y enfermo despierta nuestra lástima. Y de eso se aprovecha mucha gente que no duda en utilizar para ello a sus propios hijos.
Pero con eso tenemos que lidiar, Cande. Y ojalá seamos lo suficiente sabios para saber distinguir.
Un beso.
Mi querida e ilustre bloguera, no sabes lo muy perpleja que me hallo con ese "palabro", o absurdo término, de posverdad.
ResponderEliminarYo, que desde niña me gustó conocer el origen de lo que da pie a nuestro idioma y que no son otra cosa que las palabras, por mucho que le doy al magín, o consulto viejos y actuales diccionarios de toda la vida o "googleleo" todo lo que pueda, no tengo manera de justificar de dónde salió tan desafortunado término, por mucha "modernez" que demuestren aquellos que la emplean.
Y, claro, me hago preguntas, como: ¿Será una de esas abominaciones "psicoanglófilas", a la que es tan aficionado el mundo de la Psicología?. O ¿volverán a ser los periodistas, tan amigos ellos, de destrozar, deformar y mal emplear su herramienta de trabajo, los responsables de tamaño disparate?. O, a lo mejor, ¿serán los políticos, tan dados ellos, a no ver la realidad, tal como es, e inventarse otra que poco coincide con la de los que dicen representar y se escaquean echando mano de inventos como éste...?.
En definitiva, Jane, que tengo curiosidad por saber dónde la viste, u oíste, por primera vez, y qué has podido averiguar sobre ese conjunto de letras que, para mí, no dice nada, por mucho que me devane los sesos e intente aplicar la lógica y el sentido común, para tratar de entenderla, incluso, más allá de su posible etimología.
Me ha encantado tu ingeniosa entrada de hoy, pero como habrás comprobado, ese posverdad me ha dejado anonadada, noqueada, bloqueada, confundida, abrumada, descorazonada y asombrada, amiga mía, muy asombrada.
Ah, y puestos a inventar "palabros", yo no voy a ser menos y hoy te fueron unos cuantos. ¡Faltaría más...!.
Pues la palabra tiene ya su historia, Cehachebé, aunque yo la vi por primera vez en los periódicos españoles desde hace un año para acá. Si vas a San Google, a la Wikipedia, te dice que según el Oxford Dictionaries, el término posverdad fue usado por primera vez en un ensayo de 1992 por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich en The Nation. Tesich. “Nosotros, como pueblo libre, hemos decidido libremente que queremos vivir en algún mundo de posverdad.”. Pero luego el término "política de la posverdad" fue acuñado por el bloguero David Roberts en un blog para la revista electrónica Grist el 1 de abril de 2010, donde la definió como "una cultura política en la que la política (la opinión pública y la narrativa de los medios de comunicación) se han vuelto casi totalmente desconectadas de la política pública (la sustancia de lo que se legisla)". En el año 2016 fue elegida, junto con populismo, palabra del año y enseguida se supuso que el éxito de los populismos se debía al uso de las posverdades (léase trolas).
EliminarEnrique Gil Calvo, catedrático de Sociología de la Complutense, piensa que la posverdad se basa en la publicidad: es verdad lo que cree la gente, y a los hechos que les den. Y los políticos siempre en la propaganda electoral han recurrido a manipular los hechos. Si la mayoría compra xenofobia o Trump o Brexit, el resto piensa que por algo será, lo que les lleva a votar lo mismo. Desde siempre muchas veces se han editado publicaciones falsas, que los poderosos saben que son falsas, cosa que no les hace perder fuerza, sobre todo si se maneja bien su difusión (redes, rumores, propaganda...)
Javier Marías en un artículo en diciembre criticaba el término proponiendo que se llamara "contrarrealidad". Pero yo sigo pensando que "trola" lo define mejor. Como si yo te contara que me han elegido académica de la lengua, tú me dijeras: "Eso es mentira" y yo te contestara: "Sí, pero ¿a que mola?".
Hola Jane. La verdad no está de moda, seguramente porque es "aburrida" y ahora lo que interesa es entretener, y no tener que pensar mucho.
ResponderEliminarRecuerdo que cuando era estudiante, tenía un compañero de piso que cuando oíamos a Serrat o a Pablo Milanés, simpre nos decía que quitásemos a esos peludos muertos de hambre, y se ponía a oir música en inglés (aunque no tenía ni idea de inglés). Con el paso de los años se hizo profesor pero político de izquierdas. Lo malo es que seguía pensando lo mismo de Serrat o de Pablo.
Ahora lo que se lleva es atacar al otro aunque sea con mentiras. El lema debe ser: "Cuanto más grande sea la trola, mejor". Ahora la gente se entera no por la radio o la televisión sino por un "tuit" que puede poner cualquier mentecato (léase Trump o cualquiera de nuestros políticos corruptos o cualquier esposa florero que no sabía lo que hacía su marido, aunque tuviese en el garaje coches de marca o residencias millonarias). Un beso Jane. Juan.
Sí, Juan, no es época de decir verdades, sino como en la canción de pequeños, "ahora que estamos sentados vamos a contar mentiras tralalá...". Las mentiras tienen más éxito, son más glamurosas, se extienden a velocidad de crucero, y ya no es el boca a boca sino el tuit a tuit. Este es un mundo en el que lo que se valora es el éxito y el rendimiento ¿Dónde va a parar una miserable verdad? Vocifera, pensará un Trump cualquiera, que alguno de tus gritos quedará y alguien y tal vez millones de persones lo repetirán.
EliminarMundo incomprensible este que nos ha tocado, Juan. Pero bueno, al final tiene sus cosas interesantes y bonitas (oír a Serrat, por ejemplo).
Un beso.
Es una mentira. Quizá la diferencia cualitativa es que es una mentira que algunos querrían que fuera verdad para confirmarse en sus creencias, que no en sus ideas. Y ya se sabe que sobre creencias es imposible discutir...
ResponderEliminarTienes razón, Roberto. A menos que nos hayamos vuelto muy laxos con la palabra verdad, es una trola como una casa que emocionalmente tomamos como verdad. Ya Hannah Arendt comentó lo frágiles que son las verdades que atañen a los hechos, sobre todo bajo regímenes totalitarios que utilizan mentiras "para salvar a la patria". Y que siguen siendo mentiras aunque tengan millones de retuiteos y de comentarios que las aplauden ¿Y los hechos? Los hechos importan un pimiento.
Eliminar¡Qué bueno Isa, me ha encantado y no es "posverdad"!
ResponderEliminarGracias, Úrsula. Vamos a tener que redefinir la palabra "verdad" después de tanta posverdad.
EliminarHe leído esta semana el libro de aforismos de Sergio García Clemente, "Mirar de reojo", y hay dos que me parecen aptos para el tema de la posverdad:
"La complicidad nos hace creer en la música de las esferas"
"Ten cuidado con lo que sientes porque podría ser una mentira bien narrada".
Pero la que más me gusta, por esa duda que asoma en el término "verdad" y que nos hace preguntarnos si existe algo que realmente lo sea, es:
"Mis verdades se abren con un signo de exclamación y se cierran con uno de interrogación".
Genial Sergio.
Estupendo post, Isabel. Y muchísimas gracias por tu constante amabilidad y generosidad. Un abrazo.
EliminarGracias a ti, Sergio, por compartir con nosotros esas perlas de perspicacia y lucidez. Disfruto muchísimo con tus poéticos aforismos. Como decía mi abuela, no pierdas nunca las mañas.
EliminarUn abrazo grande.
Tengo el mismo concepto de las denominadas "mentiras piadosas". Yo desde luego siempre prefiero una verdad dolorosa.
ResponderEliminarPero hay verdades y verdades, Luisa (y mentiras y mentiras). Y no cabe duda de que la vida se puede convertir en un infierno si todo el mundo dijera la verdad pura y dura: "Mal me quieren mis comadres porque digo las verdades", dice la Celestina. Luis Alegre enumera las mejores mentiras: "las que evitan un daño innecesario, las que son más verdad que la verdad, y aquellas que se vuelven arte y hacen de la vida algo bello y sublime. La belleza de las mentiras"; y nombra la película "El hombre que mató a Liberty Valance" en la que John Ford prima la leyenda sobre la realidad.
EliminarAyer hablaba con unos amigos del tema de la verdad dolorosa (por ejemplo, cuando te dicen que te queda un tiempo limitado de vida) y uno de ellos contaba como esa verdad hizo que lo que le quedaba de vida a un familiar fuera vivido como un horror.
Yo creo que la mentira cotidiana, producto de la buena educación (no le vamos a decir a una persona que está espantosa, aunque lo pensemos) y de la prudencia, nos facilita bastante la vida.
Hace poco oí que la palabra posverdad había sido elegida palabra del año 2016 por el Diccionario Oxford. El significado en pocas palabras es "la verdad ya no importa".
ResponderEliminarAhí se me cambió el esquema que tenía. La verdad era esencial en la comunicación. Las mentiras, trolas, bolas, medias verdades las usábamos hasta con remordimientos. Eran pequeñas justificaciones, engaños para quedar bien. Ahora, al parecer, a la hora de formar la opinión pública cuenta más el llamamiento a la emoción y a la creencia personal del que trasmite la información que el hecho objetivo en sí.
Y aquí es donde crece mi pesimismo cuando veo que esta posverdad es una tendencia general y la mayoría ya tenemos dificultades para poder hacernos una opinión real de los acontecimientos.
Sí, Carmen, eso fue lo que me preocupó a mí también. Y la cosa no es sólo de ahora. Cuando la enfermedad de las vacas locas, el pánico que se generó y sus consecuencias (miles de reses mandadas a matar, el consumo de carne a la porra y la ruina para los ganaderos) no provenía de la ciencia y había sido absurdamente innecesario. Según el profesor universitario especialista en riesgos John Adams, "acaba siendo una cuestión no de verdad objetiva, sino de lo que uno cree". Y las creencias y los sentimientos han sido cruciales, después, para votar por el Brexit, por Trump y por vete tú a saber (¿Marine Le Pen, presidenta francesa?).
EliminarEs para preocuparse, sí, y también para asustarse.
Querida Jane, el diccionario de Oxford declaró la palabra "posverdad" palabra del año en el R Unido. En julio de 2016, la redactora Jefe del "Guardian", escribió un artículo demoledor sobre el significado y alcance de esta práctica. Yo te he traducido dos páginas de un largo artículo que acaba con el papel de la prensa y los periodistas.
ResponderEliminarPor eso te decía, en otro momento, que esto era de mucho mayor calado y, dado que en aquel momento ya aparecía mencionado en el horizonte el nuevo zombie americano, pues...
Un beso
Néstor me manda un PDF con el artículo de The Guardian, que no puedo incluir en los comentarios pero que paso a resumir:
EliminarLa periodista que publicó una primicia sobre un hecho escandaloso del Primer Ministro Cameron admitió que no sabía si era verdad, que ella publicaba lo que la fuente le relató y que "corresponde a otra gente decidir si se le da credibilidad o no". También Farage, el líder del Brexit, una hora después del resultado de la votación, confesó que el Reino Unido no tendría los 350 millones de libras extra a la semana, lema central de su campaña. También Arron Banks, el mayor contribuyente, dijo que los suyos sabían que con los hechos no ganarían y que por eso "tienes que conectar emocionalmente con la gente".
Cuando los hechos no funcionan, cada uno se fabrica su propia verdad y los resultados, como hemos visto, son devastadores.
Decir mentiras no es nuevo, lo que es nuevo es que hoy rumores y mentiras son leídas con tanta amplitud como verdades con garantía, y a menudo con mayor amplitud porque son más salvajes que la realidad y más excitantes para compartir".
Hasta aquí el resumen del artículo.
Te agradezco, Néstor, tu contribución. El artículo nos deja además la pregunta desoladora de si importa ya la verdad.