Ya decía Hume que, mientras el cuerpo está confinado a un planeta en el que se arrastra con dolor y dificultad (a veces se ponía dramático), el pensamiento, sin embargo, en un instante puede transportarnos a las regiones más distantes del universo. Podemos imaginarlo todo. Y los que más lo hacen, los escritores, que poseen el toque divino de dominar el lenguaje, y los inventores que, como decía Julio Verne, hacen realidad todo lo que alguien pueda imaginar.
De escritores e inventores me acordé yo hace unos días, cuando fui con hijos y nietos a la casa vieja de los abuelos de mi marido, de la que ya les había hablado aquí. Mi nieto mayor llevó un dron, ese minúsculo aparatejo con forma de araña gigante, que vuela y toma fotos, y que los reyes le habían regalado. Él lo manejaba como si lo conociera de toda la vida y lo paseaba por encima de la casa y de la huerta. Allí aparecían los campos vecinos, el lagar, el aljibe, la casa; allí se nos veía, muy pequeños abajo a lo lejos, recogiendo naranjas del naranjero que da nombre a la casa y ajenos al bicho aquel que zumbaba sobre nuestras cabezas; allí se ve a los niños corriendo por la huerta haciendo ramilletes con flores amarillas de trebina; estaban también mis hijos inspeccionando y entrando a lo que un día fueron bodegas repletas de vino de la tierra; e incluso se veía a una vecina en una azotea cercana tendiendo la ropa...
Por supuesto, este cotilla aterrador que vigilaba nuestras vidas desde el cielo ya había sido imaginado antes. Vélez de Guevara, en 1641 nada menos, publicó "El diablo cojuelo", en la que un diablo va levantando los techos de las casas para enseñar a un estudiante las miserias, vicios e intimidades de aquel Madrid del siglo XVII. Y ya en el siglo XX, en el libro-puzzle "La vida instrucciones de uso" de Georges Perec, hay también un ojo externo, voyeur y omnisciente que va describiendo todo lo que ocurre en todos los aposentos de un edificio.
Los inventores, por su parte, hace ya muchos años que poblaron la atmósfera de satélites espías capaces de detectar desde el espacio hasta la hoja de una cosecha de cereal tocada por el mildiu, cosa que puede informarles sobre el estado de la economía de una región enemiga. El problema es que ahora el espía no es un sofisticado y carísimo aparato sólo al alcance de unos cuantos países privilegiados, sino que cualquiera puede hacerse con un vigilante que puede saber si estás haciendo un tenderete y con qué amigos (y ofenderse porque a él no lo hayas invitado), cuántas veces a la semana riegas las macetas o si tomas el sol en pelota en el patio de tu casa.
Hace poco tiempo lo más avanzado que en este campo dejaban los reyes a los niños era un equipo de explorador con unos prismáticos con los que veías las cosas un poco más cerca (1 metro o así). Ahora la capacidad de espionaje de estos ¿juguetes? te deja temblando ¿Hasta dónde llegarán estos modernos diablos cojuelos? ¿Traspasarán tejados y paredes, como su antecesor del siglo XVII? ¿Llegarán en un futuro a leer mentes y adivinar intenciones? ¿Viviremos (más si cabe) pendientes de las vidas de los demás? ¿Nuestra existencia se convertirá en un reality show?
¡¡¡Socorro!!!
A mi tambien me espanta. Comparto esa expresion: " ¡¡Socorro !! "
ResponderEliminarPues a ver si hacemos presión los defensores del derecho a la intimidad. Porque la cosa parece imparable y asusta.
EliminarTeniendo "google maps" estamos espiados desde arriba.
EliminarEsa es otra, Esther. Con Street View, pueden haber fotografiado, por ejemplo, tu casa, tu coche, a ti misma con los rulos en la puerta de tu casa... sin que tú hayas dado tu permiso (si al menos te pagaran como si fuera el "Hola"...)
EliminarEstos inventos nos facilitan la vida, es verdad, pero ¿cuál es el precio a pagar?
Y eso es lo más inocente que puede hacer google. Justo hoy una de mis compañeras acaba de descubrir lo del historial de google. Tiemblo y pido socorro igual que tú, pero no sé a quién!
EliminarEl móvil mismo, Dorotea, que tanto nos facilita la vida, es también un chivato chismoso capaz de decir dónde estamos, con quién hablamos y, a lo mejor, hasta lo que decimos. Una vez hablé de "ellos", los que nos tienen controlados, los que nos dicen "¡bienvenida!" cuando pasamos una frontera y hasta nos cambian la hora. Yo tampoco sé quiénes son ellos pero sabemos que están ahí... ¡Qué miedo!
EliminarMe parece tremendo y comparto la expresión de ¡¡SOCORRO!!, yo quiero la intimidad mía y de mi familia.
ResponderEliminarBuenas tardes Isabel.
Imagínate este instrumento (más perfeccionado) en manos de los amigos de lo ajeno, de la policía secreta que en tiempos de Franco leía las cartas particulares, de gente pervertida... Es para echarse a temblar.
EliminarEl caso es que para el uso recreativo de los drones no hay una legislación exacta sino una serie de recomendaciones. Da la impresión que se han desarrollado rápidamente y han cogido a los legisladores mirando para otro lado. Pero imagino que habrá que hacer leyes apropiadas para protegernos de espías chismosos ¿no?
Pasa una buena tarde tú también.
Tantas y tantas cosas han invadido nuestra intimidad que ya.hace tiempo que estamos perdidos. Primero fue la radio y todos en casa a escuchar las noticias y los cuentos de la una de la tarde, la novela de La Lechera u otras de similares características. Comenzamos a perder la intimidad limitando nuestros ratos de ocio solitario o interpersonal. La televisión irrumpió con mayor virulencia al necesitar doble atención al programa, la visual y la auditiva; los programas se centuplicaron en relación a la radio. A todas horas se puede ver. Le siguió el vídeo y el vídeo-grabador. Ya no parecía que se pudiera tener mayor dependencia, dado que grababas algo que no podías ver en su hora de emisión y lo verías en el momento que consideraras más oportuno. A todas éstas ya existía la cámara fotográfica, con mayores o menores prestaciones en relación a su fecha de comercialización. Ella nos permitía captar todo aquello que nuestro ojo percibía e incluso más. Aquí debo añadir, que los retratos y vídeos tomados con estas cámaras se revelarían como un terrible delatador del paso de los años. Muchos son los que no quieren ver fotografías del pasado, ni que les tomen retratos hoy. A la par fueron saliendo unos teléfonos portátiles; ya no había que decir donde estabas ni buscar una cabina telefónica (de aquellas que desaparecieron), la movilidad creció de manera exponencial pero, he aquí que debes tener cuidado con ellos porque puedes ser vigilado a distancia, saber donde estás y pueden grabar tus conversaciones. Y luego el WhatsApp, y luego el facebook y no sé cuántas historias más. Espero que la capacidad de los drones no permita ver a través de los paramentos y techumbres, sería el acabose.
ResponderEliminarTendremos que recluirnos en espacios recoletos, alejados de ventanas indiscretas, escaqueémonos en él; si leemos o escribimos que seas sin hacer ruido no se vaya a inventar un traductor ruido-lenguaje. Lo de la libertad de utilización de drones me molesta mucho porque siempre he sido partidario del amor bucólico. Si continuamos con esta deriva tendré que fabricarme un bunquer a prueba de toda ciencia intrusa. Menos mal que la imaginación del ser humano es infinita. Que tenga usted muy buena tarde y le recomiendo que vaya confeccionando una lista de excusas para los que no invite a sus parrandas camperas. Un abrazo.
¡Y si vieras, Antonio, la buena prensa que tienen! Todo el mundo dice que son herramientas magníficas, que hemos llegado a lo más de lo más. Desde el punto de vista civil, pueden servir para transportar mensajes y paquetes (adiós a los carteros), para control de la flora y la fauna (y de las personas, claro), para vigilancia del entorno (incendios, por ejemplo, pero también mis parrandas camperas), para fotografía aérea sin necesidad de avionetas (adiós a los pilotos), para cartografía (adiós a los cartógrafos)... ¿Cómo hemos podido vivir sin él? ¡Ponga un dron en su vida!
EliminarPero olvidan que, aparte de los puestos de trabajo que `pueden quitar, te puede caer uno en la cabeza, que pueden chocar con un avión (aunque está prohibido que vuelen a más de 120 m. de altura), que a los seres humanos no nos gusta que nos controlen, que a ver a cuánto nos iba a salir el búnker ese que propones...
Me da, de todas formas, que han llegado para quedarse y perfeccionarse cada vez más a pesar de nuestras protestas. Y yo con estos pelos... Tengo que acordarme de peinarme cada vez que salga al patio.
Pasa también tú una buena tarde. Un abrazo.
Me parto de la risa con lo que comentas de pillarte con los rulos en la puerta de tu casa, jajaja, y en bata y pantuflas tampoco estaría nada mal.
ResponderEliminarMadre mía, yo también me niego a ser parte de un reality 'chow', todos espiados por esos aparatejos, como si estuviéramos en un abierto supermegagranhermano.
Está claro que hay una relación inversa entre muchos avances tecnológicos y nuestro derecho a la intimidad o al anonimato que muchos deseamos mantener.
¡Un abrazo, Isabel!
¿Te acuerdas de Cherie Blair, la mujer del primer ministro británico, cuando la retrataron al abrir la puerta despelujada y con la bata y las pantuflas? También en la película "Notting Hill" hay una escena parecida cuando cientos de fotógrafos están ante la casa de Hugh Grant y éste, sin saberlo, sale en calzoncillos.
EliminarHay en muchas revistas y programas de televisión una gran confusión entre la vida pública y la vida privada. Los drones contribuyen a hacer esa línea de separación cada vez más difusa. Y no parece que la legislación tenga mucho interés en aclarar las cosas.
En fin, ni se te ocurra asomarte a la ventana si no vas vestida de fiesta.
Un abrazo, Chelo.
Me gustan tus reflexiones.Me temo que la edad nos va dejando tan debiles que todo nos atemoriza,sobretodo la certeza de saber que el tiempo se nos agota y todo lo nuevo nos atemoriza porque se nos escapa.
ResponderEliminarA mí realmente, Do, no me atemoriza porque sea nuevo (me encantan todos los inventos y los chismitos que nos facilitan la vida). Me atemoriza por lo que tienen de intrusión en nuestra vida. Me atemoriza un "Gran Hermano" de los de Orwell en "1984". El que controlen de tal manera tu existencia que no tengas capacidad de elección.
EliminarY, aunque el tiempo nuestro ya es más corto por delante que por detrás, no me gustaría que el futuro de mis nietos sea controlado por las máquinas. Me gustaría dejarles un mundo más libre que el que yo recibí al llegar a este planeta.
Gracias y un abrazo.
Hola Jane. Yo soy bastante escéptico sobre la bondad de los drones: Seguro que cuando haya un incendio, o un accidente y se salven vidas humanas, todos agradeceremos que existan los drones y así debe ser.
ResponderEliminarLo malo es que los seres humanos (en general) no somos buenas personas cuando se trata de los demás. Veremos (más temprano que tarde) algún dron en nuestra ventana, vigilando que hacemos. Y no será un Servicio Secreto de algún país extranjero, ni los secuaces de Trump para ver si tenemos algún mejicano en casa, sino que será alguno de nuestros vecinos, cotilleando y grabándonos para poder reírse de nosotros en alguna velada con sus amigos.
Estoy pensando comprarme una escopeta de balines y cuando vea un dron cerca de mí, tirarlo al suelo como si de un mosquito gigante se tratase, para luego"patearlo" con saña. No será muy efectivo pero me dará un gusto impagable. Un beso Jane. Juan.
Me hiciste sonreír, Juan, imaginándote enfajinado con la escopeta de balines y saltando sobre "el bicho".
EliminarLo que es verdad es que debemos temer a los más cercanos antes que a poderes que nos tocan más de lejos ¿Te imaginas a las cotillas que tú y yo hemos conocido en los pueblos si, aparte de asomarse a los postigos de las ventanas, hubieran tenido un dron? Si antes se enteraban de todo, imagínate con ayuda de la técnica. Averiguaban hasta el número del zapato.
Y los drones, aparte de esas bondades y de esas semimaldades, no hay que olvidar que también matan.
Tú, por si acaso, vete preparando la escopeta.
Un beso, Juan.
Muy bueno! A mí también me aterra la enorme vigilancia que tenemos!Horreur!
ResponderEliminarPor ahora, el reglamento que está desarrollando el Ministerio de Fomento para estas aeronaves no contemplará el derecho a la intimidad, cosa de la que muchos juristas alertan. Así que, por ahora, si un día estás cenando con tu familia y te aparece un dron que quiere saber qué estás comiendo, lo mejor será invitarlo a la mesa a él también. Como dices ¡horreur!
EliminarGracias,genial, me encanta como escribes. Salud para todos
ResponderEliminarGracias, Carmelita, tu mensaje cada semana es como una palmadita cariñosa. Gracias, mi niña.
EliminarY tanto. El peligro son los pequeños y los jóvenes, además de los desaprensivos. De Trump no quiero ni oír y reivindico mi derecho a votar al presidente USA.
ResponderEliminarSiempre los niños son la población más vulnerable. Tendría que estar todo perfectamente regulado porque los beneficios de los drones son indudables también. Y a mi nieto le encanta jugar con él desde el móvil (claro que hay drones y drones).
EliminarLo de Trump imagino que lo dices por mi post anterior "Con noticias de Trump". Hace años leí esa misma propuesta por boca de un periodista: si su política nos afecta de una u otra manera, el mundo entero debería votar al presidente de Estados Unidos. No sería mala solución, no ¿te imaginas?
Un beso.
Ay, a mí también me da miedo tanta intimidad a la intemperie. Me preocupa que al final seamos víctimas de ese espionaje, del que ya se dan bastantes datos en las redes sociales. Ese diablo cojuelo entrometido debería ser sólo para uso profesional y no estar al alcance de cualquier perturbado.
ResponderEliminarMe parece un avance muy útil, pero hay que saber gestionarlo. Es como un arma: si no eres apto, no puedes hacer uso de él.
Y en el caso de menores, asumir la responsabilidad un adulto.
Seguro tu nieto hace uso responsable y didáctico durante una jornada familiar, pero todas las mentes no están cuerdas.
Inevitablemente siempre la tecnología va por delante del límite judicial.
¿No crees?
Ay, Cande, ese el problema de cualquier aparato. Mira los móviles, por ejemplo. A mí me encantó un invento que era impensable para ti y para mí en aquellos tiempos en que no todas las casas tenían teléfono. Tiene un montón de ventajas, todo el mundo tiene uno en el bolsillo... y, sin embargo, también puede causar daño y también puede entrometerse en nuestra intimidad. Es el dilema de siempre: el progreso frente a nuestros derechos. Y por supuesto, el buen o mal uso que hacemos de nuestros inventos.
EliminarY sí, tienen un uso profesional muy fructífero: sobrevolando o informando de eventos, transportando envíos (hasta pizzas en Israel), en situaciones de emergencia (incendios, desapariciones...), para control fiscal, vigilancia fronteriza, en agricultura, en investigaciones arqueológicas, biológicas, geólógicas, como satélites...
Pero no hay que olvidar sus usos comunes no profesionales. Como juguete tiene un gran futuro, y también como un instrumento que amplia nuestra percepción y que, por tanto, nos hace conocer el mundo mejor.
No es fácil controlarlo, no. Por eso me imagino que hay retraso en hacer una legislación clara.
Veremos a ver qué nos depara el futuro.
Un beso, Cande, y gracias por tu comentario.