Igual que en "Cien años de soledad" el coronel Aureliano Buendía, frente al pelotón de fusilamiento, "había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo", los de mi generación, durante toda la vida, recordaremos la primera vez que subimos a la cumbre y vimos la nieve. La cumbre para nosotros es el Teide y Las Cañadas, un lugar próximo y lejano a la vez en aquellos tiempos de malas carreteras y en los que solo unos pocos disponían de un coche que pusiera el mundo a su alcance. Yo tenía 9 años cuando mis padres alquilaron el coche de Dámaso, como siempre que salíamos más allá de La Laguna, y subimos al Teide, casi pensando, yo por lo menos, que, como en la canción de Lima Quintana y Llopis, habitaba Dios allí.
Precisamente de vivencias en la cumbre como estas habla el libro que he leído esta semana, titulado así y presentado el mes pasado en el Cabildo por sus autores, Montse Quintero García y Juan Antonio Núñez Rodríguez, dos personas que aman el Teide como aquellos que, desde siempre, han abrazado su paisaje inabarcable y han respirado su aire limpio. Por eso, este es un libro precioso (y con una edición exquisita), pero sobre todo es un libro sorprendente.
Precisamente de vivencias en la cumbre como estas habla el libro que he leído esta semana, titulado así y presentado el mes pasado en el Cabildo por sus autores, Montse Quintero García y Juan Antonio Núñez Rodríguez, dos personas que aman el Teide como aquellos que, desde siempre, han abrazado su paisaje inabarcable y han respirado su aire limpio. Por eso, este es un libro precioso (y con una edición exquisita), pero sobre todo es un libro sorprendente.
Sorprenden la cantidad, calidad y belleza de las casi 200 imágenes y fotografías antiguas que Montse, habitante privilegiada de Las Cañadas, ha ido recopilando en archivos y colecciones públicas y privadas.
Sorprenden, por lo completo y detallado, las cinco partes en que los autores han estructurado el libro: 1º, el camino al Teide, el difícil ascenso por aquellos senderos que cruzaban la isla de banda a banda desde antes de la conquista, salpicados de "descansaderos" con nombres como la Fuente del Dornajito, el Pino de la Carabela, el Pino de la Merienda, el Montón de Trigo o la Cueva de Diego Hernández; 2º, los recursos de la cumbre (¿quién podía imaginar en esa inmensidad casi desierta la cantidad de gente que ha vivido de lo que el Teide ofrecía y ofrece: el hielo, el azufre, la piedra pómez, la miel, la caza, el paisaje, el cielo sin contaminación...?); 3º, las construcciones de ayer y de hoy, desde las cabañas de los guanches a las torres blancas del Astrofísico; 4º,los protagonistas en Las Cañadas, guías y arrieros que llevaban y traían, pintores, científicos, escritores, periodistas, fotógrafos...; y la última parte, una selección de vivencias (Sabin Berthelot, Esmeralda Cervantes, Leoncio Rodríguez...), todos tan maravillados como nosotros ante el "Teide gigante, bello, majestuoso, gallardo rey de la feliz Nivaria", como lo saluda Nicolás Estévanez.
Y me ha sorprendido también el texto redactado por Juan Antonio, que ha sabido buscar las explicaciones puntuales a las imágenes, la anécdota precisa, los personajes populares (véase en la página 63 la descripción del proceso de fabricación de carbón, hecha por un carbonero. El habla del "mago", transcrita tal cual -"salíamos por aquí parriba, tumba, tumba..."-, no tiene desperdicio), los hechos específicos, los datos curiosos... ¿Sabían ustedes que existió el proyecto de hacer un tren desde La Laguna a Las Cañadas (que menos mal que se quedó en proyecto)? ¿O que se les prohibió estar en la cumbre a tres astrónomos alemanes durante la I Guerra Mundial no fuera que se les ocurriera usar los telescopios para espiar a los barcos enemigos?
He estado entretenidísima con este libro sugerente que me ha despertado recuerdos, no solo de aquella primera vez que hundimos nuestros dedos infantiles en la nieve, sino de tantas y tantas ocasiones en que hemos ido de excursión, de las dos subidas al cráter haciendo noche en el Refugio y levantándonos de madrugada para ver el amanecer iluminando las siete islas desde allá arriba, de las excursiones escolares, de las veces que llevábamos a los niños a ver la nieve y las Perseidas y los tajinastes y las retamas en flor, de las noches llenas de estrellas infinitas cuando acompañaba a mi marido en el Astrofísico, de las caminatas por senderos escondidos.
Y cuando lo termino, con las bellísimas imágenes todavía en la retina, hallo la presencia del Teide en mi casa. En la acuarela de Guillermo Sureda que adorna la pared del vestíbulo; en la piedra de obsidiana que reposa junto a mis libros, recuerdo de alguna vez lejana en la que la recogí; en las fotografías de los álbumes familiares; en los poemas de mi abuelo el poeta, el titulado "Volcán" que empieza con "¡Brama, infierno!... Plutón aviva el fuego / con el fuelle estridente de tu boca / y así, sin alma, sordo, mudo y ciego, / remueve las entrañas de la roca..."; o "Infancia" que dice "Para colgar mi columpio / de dos fúlgidas estrellas / al Teide subí una vez. / Estaba claro el sendero, / sobre mi frente el azul, / la nieve bajo mis pies.". Y, ahora, en este libro, "Vivencias en la cumbre", ya en la estantería de los libros especiales de los que no me voy a desprender nunca y que más de una vez releeré. Una joyita.
Acuarela de Guillermo Sureda |
Con mi madre y mis hermanos probando el hielo el día en que subimos a la cumbre por primera vez. Febrero 1957 |
Me has empujado a leerlo.
ResponderEliminarTe lo vas a pasar pipa. Aparte de datos etnográficos, geológicos, botánicos, arqueológicos, astronómicos..., hay anécdotas curiosas e historias que yo, por lo menos, no conocía. Y las fotografías son un lujo.
EliminarMe da que voy a hacerlo yo también.
ResponderEliminarCreo que Montse y Juan Antonio no tendrán un mejor agente de ventas que tú... ����
Pues mira, no había pensado yo a estas alturas dedicarme al tema...
EliminarLa verdad es que de vez en cuando en este Blog y en el apartado de "Mis propuestas" sale de vez en cuando eso, un libro que me gusta tanto que apetece compartirlo con los demás. Como cuando estamos un grupo de amigos y nos contamos lo último que hemos leído...
Este tiene además el añadido de que remueve los recuerdos. Ahí me ves, feliz, ese febrero de 1957 con un trozo de hielo en la boca sin casi acabármelo de creer. Un día especial.
¡Qué lectura tan bella! Sobre todo porque ha despertado en ti recuerdos de tu primera nieve y de tu cumbre, la del Teide. Por cierto, lo mucho que me impresionó ver por primera vez tu montaña volcán, tus bosques y tu mar de nubes ¡vives en el paraíso! Un beso.
ResponderEliminarY uno de los mejores placeres, Mónica, es enseñárselo a alguien por primera vez, como hicimos la semana pasada contigo, Óscar y Paula. Es como revivir esa primera impresión y disfrutar al ver que también ustedes sintieron su grandeza. Tienes que venir más para verlo desde otras partes de la isla, desde Icod, que es impresionante; o desde La Gomera, que según ellos, es cuando más se disfruta. O en invierno, cubierto de nieve. O en mayo con los tajinastes en flor...
EliminarNo le digas mucho a Óscar lo del paraíso, que ya me lo veo buscándose una casita aquí.
Un beso.
Uy Jane!!,salgo como una flecha a hacerme con un ejemplar. Cómo siempre amena en tus explicaciones. La foto, una joya, y como buena tinerfeña , un buen Teide. Un beso Jane
ResponderEliminarGracias, M.J., verás cómo te gusta. Ese Teide de Sureda fue un regalo de boda del autor, y creo que es de los pocos Teides que pintó. A mí me encanta, tan rotundo entre cañadas.
EliminarUn beso.
Me ha encantado, Isa, dan ganas de leer el libro. Qué buena y bonita descripción. A mi el Teide me impresiona. He ido muchas veces, nunca he subido al Pico, pero siempre me sobrecoge verlo aparecer ahí, majestuoso, divino, como un gigante vigilando sus posesiones. Bravo por dedicarle hoy tu post.
ResponderEliminarBraulio lo califica en su canción Tenerife como "el celoso centinela de estas siete carabelas que en torno a él han fondeado, buscando abrigo y cuidado...". Y es verdad que lo parece, más alto que ninguna de las islas, vigilando alrededor.
EliminarYo subí dos veces. La primera en el año 66 y la segunda en el 68. Esta segunda vez estaba tan claro que vimos las siete islas, un espectáculo que nunca olvidaré (en la primera vez no vimos Lanzarote ni Fuerteventura). Recomendaría a todo el que pueda que suba y disfrute. Yo ya no lo haré pero el recuerdo y la emoción de ese momento no me los quita nadie.
Un besote, Ani.
Precioso , Isabel. Me alegra que te haya gustado.Vivencias en la cumbre esta hecho con mucho cariño
ResponderEliminarY ese cariño se nota, Montse. No solo por la exquisita edición (de las que ya no se ven mucho), sino por el cuidado en la elección de las fotografías y por lo apropiado, curioso y completo de los textos. Algunas imágenes (por poner solo una), como la de la familia en Aguamansa en los años 50 (pág.22 y 23), sobrecogen por lo perfectas. Casi ves el aire y el calor en la ¿tarde?. Me han encantado y te doy la enhorabuena, por tu estupendo trabajo y por el acierto en la elección de Juan Antonio como coautor.
EliminarUn abrazo.
(Hace un rato puse un comentario aquí, pero me parece que se subió a la nube o mejor a la cumbre, porque ahora,misteriosamente, no está.)
ResponderEliminarTe agradecía tu comentario sobre nuestro libro. Un comentario precioso, como no podía ser de otra manera siendo tuyo, que refleja lo que es Vivencias en la Cumbre, un libro diferente sobre el Teide y las Cañadas escrito por dos personas enamoradas de nuestras cumbres más altas. Montse y yo pensamos que hemos conseguido el objetivo que nos planteamos desde un principio: reflejar con la imagen y la palabra como ha sido y que huella ha dejado la presencia del hombre allí arriba.
Calla, calla y no me nombres a los "duendes" de internet que hacen desaparecer cosas en la "nube" o en el "purgatorio". Ayer mismo no sé por qué me desaparecieron todas las fotos que había hecho en el reciente viaje a Málaga. Brrrr... Pero, como decía mi madre, más se perdió en Cuba.
EliminarGracias por tus palabras. Pienso que es un libro que puede gustar a todos los canarios y a todos los que, no siéndolo, aman esta tierra . Cuando volvemos de por esos mundos, se nos ve atentos a verlo aparecer y, en ese momento, ya sabemos que estamos en casa. El Teide es con toda justicia Patrimonio de la Humanidad.
Y es verdad que es un libro distinto. No es una descripción de hallazgos, ni un catálogo de plantas y animales, ni un estudio geológico. Habla de todo eso, sí, pero desde el punto de vista humano. Así que ahí van mis felicidades para ti y para Montse por haberlo sabido mostrar.
Un abrazo.
Isa, tu excelente recensión es suficiente razón para adquirir el libro. Un
ResponderEliminarabrazo.
Estoy segura, Néstor, de que otros que lo hayan leído también te lo recomendarían. Incluso compré un ejemplar para unos amigos extranjeros (la edición es bilingüe en español e inglés). Sé que no te arrepentirás.
EliminarUn abrazo desde la isla picuda.
Juan Antonio, vía email, me envía un comentario ampliado sobre la gestación del libro. Me parece interesante (eso de saber cómo empiezan las cosas tiene su aquel), por lo que lo copio aquí:
ResponderEliminar"Muchas gracias, Isabel por este magnífico comentario sobre nuestro libro, "Vivencias en la Cumbre".
Montse y yo teníamos contactos a través de las redes sociales, dada nuestra afición mutua a la fotografía antigua, pero, personalmente, la conocí a principios del año pasado, en que nos presentó un amigo común, Aurelio Carnero.
En aquella ocasión, me habló con entusiasmo de su idea de hacer un libro a base de fotos antiguas, de Las Cañadas y el Teide, y me dijo que para ello contaba con la experiencia de la exposición que, con similar contenido, acababa de clausurar en El TEA.
Yo la escuché con atención y en verdad me pareció un proyecto muy interesante, pues no en vano yo he sido siempre un apasionado del Teide y Las Cañadas.
Después de aquel día, continuamos en contacto a través de Facebook, y seguimos hablando del asunto y en varias ocasiones me propuso que colaborara con ella en el desarrollo de su idea, pero la verdad es que, al principio no lo veía muy claro, hasta que, unas semanas después, por fin acabó de convencerme y acepté afrontar juntos el proyecto del libro. Y te aseguro, Isa, que me alegro muchísimo de haber aceptado, porque para mí ha sido esta una experiencia sumamente interesante y agradable
Así que decidimos ponernos a trabajar para convertir una idea en una realidad. Un libro era algo muy diferente a una exposición, así que lo primero que teníamos que hacer era articular el proyecto y definir su contenido. Teníamos que elaborar un relato. Éramos conscientes de que sobre Las Cañadas y el Teide hay muchas e importantes publicaciones. Sobre sus bellezas naturales, su flora, su fauna, su geología, y también sobre muy distintos aspectos históricos, pero pensábamos que, como lo que aspirábamos a hacer nosotros, recoger una visión histórico-etnográfica global apoyada en fotografías, no había nada hecho.
Queríamos reflejar en el libro, cómo ha subido el hombre hasta las cumbres más altas de la isla, qué ha hecho y qué huellas ha dejado allí a lo largo de la historia y hasta nuestros días, todo ello apoyado en fotos de la época. Aspirábamos a que el futuro lector no solo disfrutara con su lectura, sino que le sorprendiese, le gustase y le despertara algún recuerdo e incluso alguna añoranza.
Ahora, leyendo tu artículo, creo, modestamente, que este objetivo lo hemos alcanzado. Al menos contigo.
Me alegro enormemente de que Montse te convenciera. Objetivo totalmente conseguido conmigo. Como dije, me sorprendió y despertó y removió vivencias.
EliminarY te agradezco también muchísimo tu deferencia al explicar el proceso de creación del libro. Me encanta cuando un autor lo hace (¿te acuerdas de Jardiel y la explicación de cada una de sus obras de teatro?). Todo un detalle.
Mil gracias por todo y un abrazo.
Me gustó, Isa, en la presentación, pero no cabe duda que ahora en la tuya y en el comentario de Juan Antonio la he podido saborear más, muchas gracias ����
ResponderEliminarLa presentación fue muy bonita ¿verdad? Nada protocolaria a pesar de ser en el Salón Noble del Cabildo. Una buena y divertida idea, la de escenificar el contrato para subir al Teide (y la subida) del guía Ignacio Dorta por parte de Esmeralda Cervantes.
EliminarMe alegro de haberle añadido sabor a la cosa ;-D
Un abrazo.
A pesar de que tiene los atardeceres mas hermosos del mundo, mis sentimientos son de pena y tristeza. Su alma quiso quedarse allí.
ResponderEliminarHasta el sitio más bonito del mundo puede albergar la pena por una pérdida. Pero, como tú dices, una estrella más en el cielo limpio de Las Cañadas. Siempre seguirá estando en tu corazón.
EliminarUn abrazo grande.
Cuánto saber encierra esa cabecita. Fabulosa redacción que me invita a buscar esa belleza literaria.
ResponderEliminarGracias, Isa, porque eres capaz de abrir la imaginación a cualquiera, y poner los dientes largos al más indiferente.
Sigue siendo siempre tan genuina, como nuestra violeta del Teide.
Ya me ruborizaste, Cande. Gracias por los piropos, aunque en este caso he sido una mera cronista de un hecho: la lectura de un libro precioso.
EliminarUn abrazo.
Qué bonito, Isa. El Teide siempre nos asombra, por mucho que lo hayamos visitado.
ResponderEliminarNos encantó la excursión al sur haciendo ese precioso recorrido con Toni y contigo. Cuando apareció majestuoso el Teide, no nos cansábamos de contemplarlo.
Ya he anotado esa joya de libro al que aludes. Entrañable foto probando la nieve. Besos.
En el primer capítulo del libro, "El camino al Teide", habla de los caminos antiguos, sobre todo el de La Orotava a Vilaflor, el llamado "camino de Chasna". También estaba y está el de La Laguna al Teide por la Esperanza, que fue el que nosotros cogimos. Y luego lo continuamos por los montes de Chío hasta Playa de la Arena que es también un camino precioso y que en los días claros tiene una vista espectacular de las tres islas occidentales, La Gomera, El Hierro y La Palma. Así que coincido contigo en que fue un recorrido precioso y mejor, en buena compañía.
EliminarA repetirlo y venir más veces por aquí.
Besos.
Gracias cariño, no lo olvidaremos.
ResponderEliminarNi te voy a dejar que lo hagas. Ya sabes que aquí están tus raíces.
EliminarBesos.
Tanto me cautivó, que llamé a la librería El Paso, en la calle San Clemente, y me reservaron el libro. Ayer lo compré.
ResponderEliminarAsí se hace, Any. Una amiga también lo hizo y le dijeron que era el último que quedaba y que iban a llamar para que repusieran. Lo bueno se vende solo.
EliminarUn beso y disfruta leyéndolo, mejor a ratitos.
El proyecto del tren La Laguna-Las Cañadas del Teide es uno de tantos que surgen en las bodegas bajo la "inspiración" del vino nuevo. No hace mucho un político insular propuso un metro que partía de Hoya Fría, paraba en La Laguna y luego seguía por superficie hasta no sé dónde. El personaje pertenece a una cofradía de degustadores de vino.
ResponderEliminarEn el libro quien habla del proyecto es Leoncio Rodríguez, periodista y escritor, y también el creador-editor del periódico "La Prensa", hoy "El Día". El artículo se llama "Nuestra excursión al Teide" y fue publicado en 1912.
EliminarParece que la idea de la excursión (en caballo desde La Laguna) surgió precisamente de ese proyecto, por lo que acordaron seguir exactamente el trazado previsto para tal tren. Fueron, junto con Leoncio Rodríguez (y los guías), el Sr. Juan Santa Cruz, que era el ingeniero autor del proyecto; Don Federico Rodríguez, ayudante de Obras Públicas; Don Arturo López de Vergara, director de "Mundo Gráfico"; Don Anselmo Benítez, director del "ABC de las Islas Canarias"; Don Esteban Mandillo, concejal del Ayuntamiento; y Mr. Erling Braathen. El relato es entretenidísimo y hecho con bastante sentido del humor. Se supone que llevaban vino también.
Sería interesante enterarse de qué vueltas llevó el susodicho proyecto. Era una época en la que el cuidado medioambiental era un tema del que todavía no se había empezado a hablar...
Como siempre, me encanta leerte, describes todo con mucho gusto y eres muy amena. Muchas gracias por compartir, Isabel.
ResponderEliminarGracias, Rosa, es un placer compartir contigo recuerdos, lecturas y vivencias. Gracias a ti por estar ahí.
EliminarUn beso.
Estoy segura que por llevar tanto tiempo sin saber de ti y tus andanzas literarias, me sorprende tu capacidad de trasladar sentimientos. Te sigo ahora y por supuesto, compraré ese libro que tan bien describes. Dudo que no exista un canario y una canaria que no adore nuestro Teide y sus secretos. Gracias Isabel.
ResponderEliminarHace casi 60 años que dejamos de vernos, Rosa, pero recuerdo tu risa y tu buen humor. Me gusta que después de los años nos encontremos en los recuerdos compartidos, como en este amor al Teide que todos guardamos en un rincón de la memoria.
EliminarGracias por seguir este blog de una jubilada.
P.D. El libro está agotado pero quedan unos pocos ejemplares en El Águila en La Laguna, por si te interesa comprarlo.
Pues harás una buena compra, Rosa.
EliminarYo ya lo tengo y merece la pena comprarlo y tenerlo.
La pena es que ya esté agotado (salvo esos pocos que quedan en El Águila). Me pasa con algunos libros que leí de joven, que me encantaron y ahora no se encuentran, por más que revuelvo en Librerías de segunda mano. Me encantaría releerlos, pero nada es eterno. :-(
Eliminar¡Que magnífico comentario!
ResponderEliminarComo alguien dice, has sido nuestro mejor “agente de ventas”.
Al final el libro llego a tener dos ediciones y 2500 ejemplares impresos, cosa que ni por asomo hubiéramos soñado cuando empezamos a hablar del proyecto. Ya está agotado, aunque quedan unos pocos ejemplares, unos 15 o 20 que hemos centrado en la librería El Aguila de la laguna por si todavía queda algún rezagado que tenga interés por el libro.
Después ya será historia pasada.
Gracias, Juan Antonio. Magnífico es el libro, más que el comentario. Montse y tú deben estar muy satisfechos y orgullosos del trabajo realizado y de la buena acogida del libro, como no podía ser menos.
EliminarEs bueno que pongas dónde se puede conseguir todavía porque más de uno ya me lo preguntó. Yo he regalado varios y siempre fue de esos regalos que se agradecen.
Una joyita, como digo al final.