lunes, 5 de marzo de 2018

El arte de insultar




Hace un tiempo recibí una llamada curiosa que me dejó perpleja. Era de un noviete que tuve a los 15 años a quien no había vuelto a ver ni oír desde entonces (y hablamos de más de 50 años). Por lo que se ve, se había enterado de mi número y me llamaba para contarme su vida (de la mía no me preguntó nada). Se había separado de su mujer y, además, se había enfadado con todos sus hermanos (tenía 6 ó 7) por follones de herencia, cosa que pasó a relatarme con pelos y señales durante las 5 ó 6 veces que continuó llamándome.

No recuerdo casi nada de los pormenores que me contó -eran muy aburridos, como suelen ser estas cosas-, pero sí lo que me fascinaron los insultos que prodigaba generosamente a toda su parentela, como si fuera un rey mago repartiendo caramelos. Eran insultos canarios, ya casi desaparecidos entre la juventud de hoy, pero habituales entre la de nuestra época. "El papafrita de mi hermano...", "la muy babieca...", "Es que es un totorota, un pollaboba, un belillo...", "Y me dijo como una guanaja...", "Es que no hacen sino chafalmejadas... ". Tortolín, troncocol, abobancado, tolete, canchanchán, sorullo, machango... salían de su boca como si fuera un diccionario ambulante, recordándome otros tiempos y otras maneras de insultar, menos agresivas y más pintorescas que las de ahora. Y es que da la impresión de que hoy el repertorio se ha limitado solo a unas cuantas palabras malsonantes, relacionadas con la sexualidad (cabrón, hijoputa...) o con la caca-culo-pedo-pis que tanto gusta a mis nietos pequeños (pedorro, bobomierda...).

Lo que sí hay que admitir es que el insulto es una característica universal. En todas las culturas se insulta alegremente al prójimo, aunque algunos insultos son bastante sosos, como en Japón en donde los improperios se relacionan con las verduras (¡Berenjena, que eres una berenjena!)  o cuando entre los judíos se manda a alguien "a molestar chinches". Además, aunque se intentan disimular disfrazándolos o poniendo puntos suspensivos ("vete a la m..."), todo el mundo está bastante bastante enterado de los insultos y sabe perfectamente cuál es la palabrota que se ha omitido. Como decía un personaje de Santa Cruz a quien le gustaba llamar a las cosas por su nombre: "¡No me diga consio, dígame coño!". Somos seres insultones y belicosos. Razón tenía Konrad Lorenz cuando decía que los seres humanos somos agresivos y que esa agresividad es precisamente uno de los motores del progreso.

Y no crean que aplaudo el insulto, Dios me libre. Cuando alguien apoya su discurso en insultos es que no encuentra argumentos racionales que le den la razón. Pero digo yo, si somos así de virulentos ¿por qué no hacerlos más originales? El capitán Haddock en las historias de Tintín domina perfectamente el arte de insultar. No cuesta nada ampliar el catálogo y soltar como él un ¡Cercapiteco! ¡Anacoluto!, ¡Bachibuzuk!, ¡Cataplasma!, ¡Giroscopio!, ¡Jugo de regaliz!, ¡Archipámpano!, ¡Colonquíntido!, ¡Rocambole!... Usar estos o los insultos canarios de mi noviete perdido sería una manera estupenda de dejar descolocado al que recibe la rociada y que este suelte un "¡Huy, lo que me ha dicho", dejándonos tan contentos de ser maestros, demonios, en el arte de insultar.

40 comentarios:

  1. ¡Caramba! Menuda retahíla de insultos canarios... No los había escuchado en mi vida. Ojalá no se pierdan, forman parte de vuestra cultura. Siempre defiendo que lengua y cultura son casi sinónimos, por eso me duele tanto cuando se borra del mapa algún idioma. Sus insultos son parte del folclore, de la lengua hablada, síntoma de la salud de una lengua, de que una cultura sigue viva ¿Crees que las nuevas generaciones de canarios seguirán insultando con tanto desparpajo como tu ex? Ojalá que sí. (Por cierto, qué peñazo el pobre). Besos.

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  2. Pues es verdad que era un peñazo, Mónica. Todavía me estoy preguntando por qué me llamó. Él hablando de problemas de adultos y yo en mi cabeza viéndolo como un pibe de 17 años. Y de repente, dejó de llamarme (gracias a Dios). Qué cosas.
    Pienso que ya pocos utilizan los insultos estos. En Pancho Guerra y sus libros sobre Pepe Monagas hay una verdadera riqueza de términos, insultantes y cariñosos, que alguna vez usamos pero que muchos se han perdido ("batatoso", por ejemplo, para hablar de un mentiroso). También me da pena.
    Un besote, guapa.

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  3. Yo tuve el honor de disfrutar de un gran profesor de matemáticas en el Instituto de Santa Cruz de La Palma (Don Déniz Sanjuan), que cuando no sabíamos alguna ecuación fácil de resolver nos llamaba bien tollo o bien rebenque, según. Nunca lo consideré un insulto.
    Aquí en Tegueste se maneja la frase completa para insultar. Por ejemplo: tornillo!!!, eres un tornillo, que lo más redondo que has visto es una tableta de chocolate.

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    1. Tampoco realmente son insultos los del capitán Haddock. El "idiotes" griego era el que no se ocupaba de los asuntos públicos sino nada más que de sus cosas. Yo creo que el insulto está en el "retintín" con el que se dicen las cosas. Y me pega que Don Déniz lo tenía.
      Nunca oí ese insulto en Tegueste. Tengo que aprender más cosas de este pueblo.

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  4. Hay mucho "coño bobo" por ahí y en la Palma más !!��

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    1. Jajajaja, mi abuela lo decía mucho. También decía de una persona que no pensaba bien las cosas que "no tenía tanchel" o "fundamento". Y lo de que yo era muy "pasiantina" también me lo decía a mí. En La Palma no se cortan un pelo.

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  5. ¡Ay qué gracia tu escrito de hoy, me has hecho reir y recordar todas esa palabras nuestras, ojalá no se pierdan!. Un abrazo.

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    1. En el barrio del Toscal, en el que viví mi adolescencia, se oían muchísimas palabras curiosas que soy incapaz de recordar, sobre todo cuando los chiquillos hacían alguna "golfiada". Me hubiera gustado tener una libretita de notas para cada "patujada" de esa época. Pero la memoria es más bien un disco blando y medio derretido como los relojes de Dalí.
      Un abrazo, Ursulita.

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  6. Enrique Davara Prats (vía El Rob)5 de marzo de 2018, 20:32

    Accidentalmente le dije "Hola" a una feminista.
    El juicio empieza el viernes.

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    1. Muy bueno. Y es que hay mucho quisquilloso, tiquismiquis, susceptible, picajoso y delicado. También el saber reconocer lo que es insulto y lo que no lo es es muestra de sabiduría y de sentido del humor. Hay mucho zopenco en el mundo. :-D

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  7. Begoña Pérez Fernández5 de marzo de 2018, 21:04

    Muy bueno tu recopilatorio de "insultos " canarios! Algunos no los conocí a y me han hecho recordar situaciones donde iban a tornillo!��

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    1. El que los dominaba de miedo era el noviete que cuento (igual tú lo conociste en aquella época jeje). Y eso que hablo de memoria porque fue mucho más prolijo. Yo imagino que buscó a una persona que conociera al personal insultado pero que al mismo tiempo no tuviera relación con ellos. Vamos, que se buscó a una terapeuta que lo oyera sin cobrarle nada. mereció la pena solo por oírle despotricar :-D.

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  8. Me los conozco todos !!!! tengo que practicar con los del capitán Haddock, que risa !!!

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    1. Sííííí, yo también. No somos como la madre de una amiga mía, una señora muy puesta de Bilbao que le dijo a la hija: "Hay ahora unos insultos preciosos. El otro día oí uno que sonaba muy parecido a "chirimoya"". Por las vocales y la rima consonante te darás cuenta de a cuál se refería :-D A ella no le sonaba de nada pero nosotras estamos al día, jejeje.

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  9. Soledad Villalobos6 de marzo de 2018, 15:42

    Hacía tiempo que no me reía tanto con los insultos y todas sus variedades. Gracias Isabel y feliz día.

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    1. Algunos son muy graciosos. La gente tiene imaginación a la hora de meterse con los demás. Uno de los libros más divertidos que he leído es el que ya nombré más arriba, "Memorias de Pepe Monagas" de Pancho Guerra, y en él sí que hay profusión de insultos, de palabras ya perdidas, de imágenes preciosas. Un retal de muestra: "Sin llegar nunca a poder hacer mía aquella copla desesperada y matona que empieza: "Soy el hombre más bandío / de los palmares canarios...", fui algo mataperro, algo tiestillo, algo escachado...".
      Gracias a ti, Sole, por todo lo compartido. Feliz día.

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    2. Soledad Villalobos6 de marzo de 2018, 22:24

      Me haré con ese libro de Pepe Monagas, seguro que me lo pasaré pipa. Gracias.

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    3. Pues ojalá lo consigas, Sole. Mi ejemplar es de 1977 (era mi biblia en el exilio madrileño) y lo editó la Mancomunidad de Cabildos y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana. Años más tarde me hice con otro ejemplar pero lo regalé a un canarión amigo. No sé si se ha editado más tarde o si está descatalogado. Pero seguro que, si es así, en alguna librería de libros de 2ª mano puede encontrarse ¡Suerte!
      PD: Pancho Guerra lo escribió en 1958. En el prólogo hay una carta de Carmen Laforet.

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  10. ¡Qué bueno Jane!
    Me has recordado un montón de insultos canarios que tenía olvidados... o casi, porque ¡oh casualidad! Ayer mismo me dijo la señora que cuida a mi madre, que ésta la había llamado babieca. "¿Es una palabra del Quijote?" me preguntó. Le contesté lo del caballo del Cid, bueno, no estaba tan lejos. ¡¡¡Le había hecho taanta gracia!!! Hay que decir que mi madre que siempre ha sido tan dulce y educada, ahora, con su edad, se desahoga así algunas veces :(
    Otra cosa al respecto: el insultologio de Pancracio Celdrán en el programa de Pepa Fernández "No es un día cualquiera". Divertidísimo
    En fin, que me lo he pasado pero que muy bien leyéndote .
    Hasta pronto. Un beso
    Me vino otro. singuango ¡jajaja!

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    1. Jajaja, me encanta tu madre, tan desinhibida. Si la señora le parece una babieca, se lo dice y santas pascuas. A ver cuándo nos vamos a dejar de majaderías los demás.
      Si te pones a mirar el Diccionario de canarismos, te encuentras otro montón: jocicudo, lengüín, jodelón, loqueta, machona, majadero, mamón, pambufo, penco, pendullaje, desmangallado, fachento, farfullero... Muchos los hemos usado alguna vez.
      Gracias por el comentario. Y voy a estar atenta al insultologio.
      Un beso.

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  11. Pues sí, si hay que desahogarse e insultar, seamos simpáticas y creativas. Esto me recuerda que cuando mi nieto era pequeño, siendo cuidadosos en no decir palabrotas delante de él, su madre le dijo una tarde: "Venga, vístete que vamos a Decathlon" y se le quedó mirando divertido y le dijo: "Oye, eso no se dice", jajajaja.
    Por cierto, me da que ese noviete utilizaba esa excusa de conversación para volver a saber de ti. Se me ocurre una palabreja... ¡Decathlon!

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    1. No creo, Cande. Me pega que fue lo que dije más arriba, dar con una terapeuta que lo escuchara y no le cobrara. Cuando se desahogó y soltó todo el resquemor que tenía dentro, "se curó" y no me llamó más. Seguramente se acordaba de que yo era buena gente y no lo iba a mandar a freír chuchangas.
      El golpe de tu nieto me recordó otro de mis hijos, cuando eran pequeños. Tenía yo entonces un alumno latoso y majadero que todos los días tenía que ponerme de malhumor, el típico zangalote que hace lo posible por reventar la clase y llamar la atención (creo que es el único que tuve así). Cuando llegaba a casa le contaba a mi marido las "hazañas" del tolete aquel (aunque me acuerdo de nombre y apellidos, llamémosle "García Pum"): que si García Pum hizo esto, que si García Pum hizo aquello. Hasta que un día oigo a mi hija que le decía a su hermano: "¡Eres un García Pum!". Nunca más conté nada.

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  12. Ja ja tuntun de plaza, bobo Rente, coña boba, me los recordastes.

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    1. No conocía el tuntún de plaza y sí los otros dos. En La Palma había una buena colección. A Miguel Bravo más arriba le dije alguno de los de mi abuela Lola. Los insultos también forman parte de la historia...

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  13. Marie-Laure Sèbire6 de marzo de 2018, 22:33

    (Vía Twitter)
    Los insultos del Capitaine Haddock en francès son una delicia. "Bachi Bouzouk, boit sans soif (bebe sin sed), marin d'eau douce(marinero de agua dulce) y muchos más!!!

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    1. Divertidísimos: "Bande d'ectoplasmes de tonerre de Brest!", "Espèce de porc-epic mal embouché"... Solo por el capitán y sus insultos, las historias de Tintín hubieran sido geniales.

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  14. La verdad es que nuestros insultos son más graciosos, donde va a parar. Me gusta más °pollaboba° que el gilipollas. Por cierto que gilipollas proviene de los apellidos de un señor catalán, creo, que se apellidaba Gil y Pollas, el cual era muy corto de entendederas.

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    1. Yo he leído por ahí que las pollas eran las hijas, las pollitas adolescentes a las que quería casar desesperadamente y llevaba a todos los saraos. Y se ha convertido en eso. :D

      La entrada divertidísima, Jane. Necesito un diccionario y quiero aprenderlos.

      Besos

      PD Qué paciencia aguantando al insultador. Menos mal que te ha cundido para la entrada. :)

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    2. Les copio una entrada del ABC sobre el término:
      "Posiblemente gracias a su sonoridad, en los últimos años el adjetivo «gilipollas» se ha convertido en un insulto de uso muy extendido entre los españoles. Según el Diccionario de la Real Academia Española, esta palabra es una vulgarización del adjetivo «gilí», término que designa a una persona tonta o lela y que procede del vocablo caló «jilí», cuyo significado es «inocente o cándido».
      Sin embargo, el blog «Secretos de Madrid» nos desvela un posible origen mucho más castizo e interesante para esta peculiar palabra. De acuerdo con esta teoría, tenemos que retroceder hasta finales del siglo XVI, época en la que don Baltasar Gil Imón de la Mota ocupaba el cargo de fiscal del Consejo de Hacienda.
      Según narran las crónicas de la época, Gil Imón aprovechaba su posición para acudir acompañado de sus dos hijas a todos los eventos y fiestas en los que se daba cita lo más granado de la sociedad madrileña. Su intención era encontrar en alguno de esos actos algún joven en edad casadera que pudiera emparejarse con sus descendientes.
      El problema era que Fabiana y Feliciana, las hijas de este personaje, eran muy poco agraciadas físicamente, a lo que se sumaba que poseían una inteligencia muy poco desarrollada. Debido a las escasas dotes de las muchachas, los pretendientes no abundaban. Por ello, cada vez que el alto funcionario aparecía en una fiesta junto a sus hijas, las malas lenguas comenzaban a comentar entre sí «Ahí va de nuevo don Gil con sus pollas», palabra que era empleada en la época para referirse a las mujeres jóvenes.
      De acuerdo con esta teoría, la asociación de ideas fue inevitable y, muy pronto, los personajes de la época más proclives a la sorna y el ingenio fundieron en un solo concepto la estupidez y las hijas del fiscal. Así, cuando se quería señalar que alguien parecía alelado o era corto de entendederas, se aludía a las «pollas» de don Gil Imón. De este modo, habría nacido la palabra «gilipollas» que conocemos hoy en día.
      Aunnque lo más probable es que este peculiar insulto posea la etimología que le atribuye la Real Academia Española, la historia de aquella pareja de hermanas poco agraciadas estética e intelectualmente sigue proporcionándole un origen mucho más romántico y acorde con el ingenio español.

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    3. Y sí, Dorotea, esa vez me armé de paciencia. Después de todo hubo un tiempo en que el pobre hasta me gustó y todo sea por los viejos tiempos :-D

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    4. Justo esa historia de Fabiana y Feliciana era la que había leído yo. Es muchísimo más interesante que el origen etimológico. :D
      Un abrazo.

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    5. Igual no es verdad pero como se dice mucho ahora, la noticia es la noticia aunque sea una patraña. Es más divertida. :-D
      Otro abrazo para ti.

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  15. Clara Delgado Martín10 de marzo de 2018, 15:16

    ISA, me los recordaste, aunque sí que los conocía y seguramente los usaba, desde luego son más bonitos que los de ahora y quizás menos agresivos? No se ... de todas formas no deben de perderse, y en tu barrio que es el mío se usaban, me ha gustado tu escrito de hoy ������

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    1. Sí, Clari, en el barrio del Toscal (de donde dice Marichal que son las chicas guapas) habremos oído "tortolín" y "tolete", pero nunca "cretino" ni gilipollas". Es otra manera de insultar :-D

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  16. Muy bueno el tema,los insultos canarios y lo del noviete,jajajaja.

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    1. Todas tenemos en nuestro pasado un noviete y todas hemos dicho algún insulto canario.
      No sé si te conté que una vez le dije a Don Alonso Reyes, mi profesor de dibujo en 5º de Bachillerato, que no me salía bien una machanga y casi me insultó él a mí. "¡Esto es un busto, señorita!". Me bajó la nota y todo. Y mira que a mí se me daba el dibujo. :-D

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    2. Jajajaja,cómo se te ocurre decirle eso a un artista! :D

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    3. Tenía 15 años y era inexperta...

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  17. Por pantana o bubanga me tienen en Taganana...
    Claro que ya me conocieron de mayor, bastante desfogada.
    me encanta, jefa, del pedo de una mosca haces un buen artículo. Hija de gata....

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    1. Eso de pantana o bubanga no lo había oído nunca. A ver si me doy una vuelta por Taganana... Se me han quedado algunos en el tintero, de todas formas. En un tiempo tuvimos un rico vocabulario insultón.
      Eso mismo me dice mi marido :-D
      Un besote.

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