lunes, 14 de enero de 2019

Ligero de equipaje




Uno de los mejores días de las pasadas fiestas -que, aunque no está señalado en el calendario, muchos de ustedes habrán disfrutado esta semana- es el Día de la Recogida. Después de la traca final de Reyes, ahítos de sorpresas esperadas e inesperadas, de comilonas pantagruélicas, de brillores por toda la casa, viene el día 7 (o el 8) y todo vuelve a su sitio. Vuelven a sus cajas los nacimientos que desperdigo por todas partes, y el de verdad, como dice mi nietita, pequeño pero al que no le falta detalle: su rana sobre el castillo de Herodes, su cagoncete, su estanque-espejo para los patos... Desaparece el árbol, al que voy despojando con ternura de todo el cargamento con significado para mí: la cruz de San Patricio que compré en Irlanda, la bola roja y dorada que encontré una vez rodando calle abajo, los corazones de plastilina con el nombre de mis hijos... Tiene también su encanto ya vacío, desprovisto de oropeles y luces, pero más cuando esa noche arde en la chimenea y la casa guarda durante días un sutil aroma a abeto, el olor de la Navidad.

Ese día es para mí un ejercicio de catarsis, una vuelta a lo cotidiano, un pronunciamiento de "aquí no ha pasado nada". No es cierto, claro, porque, aunque en las tronjas reposan las cajas con sus cartelitos (ya saben que soy muy ordenada), siempre me dejo algunas cosas por detrás, que empezaron siendo "de navidad" y terminan formando parte de la casa: bolas de cristal que parecen tener un árbol dentro, o un angelito de plata que una vez me regaló una alumna, o una vela que siga alumbrando cenas.

Pero, cuando todo está limpio y ordenado, cuando se ha tirado a la basura lo inservible, entonces viene el contagio y las ganas de que toda la casa esté igual, sin trastos que realmente no usas, con armarios que no parezcan el baúl de la Piquer, todo despejado y diáfano: mi propósito de año nuevo.

Una vez una alumna me dejó un libro para comentarlo conmigo. El título era "Dios vuelve en una Harley" de Joan Brady, y aunque esto fue hace muchos años, de lo que más me acuerdo era de que la protagonista se despojaba de casi todo lo que poseía y sentía una liberación total. Desde luego, no voy a imitarla porque también tengo el gen coleccionista que me hace cobrarle cariño a determinadas cosas (figuras de búhos o de palomas, marcadores de libros...). Tampoco voy a hacer lo que aconseja la autora de "La magia del orden", la japonesa Marie Kondo, sobre quedarse con solo 30 libros (o está loca o no es una gran lectora). Pero sí voy a intentar aligerar el equipaje. Echar a volar libros que no releeré (han colonizado toda la casa); hacer por menos de nada mercadillos gratis, como hizo este año mi hermana en la cena de Nochebuena con collares, zarcillos y adornos (¿nos los ponemos todos alguna vez?); llenar los contenedores de ropa y zapatos con lo que se guarda para ocasiones que nunca llegan; tener valor para leer (y tirar después) revistas pendientes que forman una tonga cada vez mayor, como les muestro en la imagen... Sobre todo, sacar tiempo y ganas para cumplirlo.

Ya sé que los propósitos de año nuevo caducan en un par de meses. Pero este no es como hacer dieta o apuntarte a clases de chino. Es más vital porque tiene más que ver con liberarte de la tiranía de las cosas, con prescindir del tener para disfrutar del ser. Tiene que ver con el deseo que Antonio Machado quiso que se grabara en su tumba:
"Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar".

A proponérmelo, pues.

36 comentarios:

  1. Carmen María Duque Hernández14 de enero de 2019, 10:04

    Gracias mi niña, paz y salud para todos

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    1. Y orden, Carmelita, no te olvides. A ser ordenaditas este año, por lo menos.
      Un beso.

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  2. Totalmente de acuerdo contigo. Hasta los recuerdos se llevan en el alma no en las cosas.
    ¡¡¡¡¡ Venga, a tirar !!!!!!!!

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    1. ¡¡¡Bien, a tirar!!!
      De todas formas, Mandi, para las que ya la memoria nos empieza a fallar hay cosas que se tienen presentes y no apetece tirar. Las cartas de mi amiga Emilia, por ejemplo, que murió joven y que me contaba cosas divertidísimas en ellas. O el mantel de bordado richelieu que me hizo mi madre, que seguirá poniéndose el día de fin de año hasta que ya no aguante más. O algunos libros que me levantan el ánimo cuando estoy triste y que he releído más de 10 veces...
      Pero es verdad que otros recuerdos están en el alma y ahí seguirán.

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  3. Buenas tardes Jane: el mismo día 6 según van marchando por la tarde se llevan las cajas y envoltorios al contenedor de papel y en cuanto el último de los nietos me da un beso y coge los últimos caramelos de la corona que coloco en el descansillo y a pesar de estar supercansada no paro hasta que el último de los detalles está guardado en su sitio. La casa parece vacía, pero ¡que gusto volver a la normalidad!.
    Lo de ir desprendiendome de cosas, eso es harina de otro costal.
    Un abrazo.

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    1. Yo siempre he hecho todo eso el día 7, y después de jubilada, como este año el 8 (el 6 estoy muy cansada). Y es verdad que es un gustazo, todo en su sitio, manteles lavados y planchados y los papeles y cajas a la basura. Hasta el año que viene en que empieza otra vez el desmantelamiento.
      Pero lo que quiero este año no es solo orden -ya la casa está ordenada-, sino desalojo, despeje, vaciado, huecos. Probablemente después se volverán a llenar, pero ¿y el alegrón que me voy a dar cuando regale cosas, tire otras, reubique lo de más allá? Ya te iré contando.
      Otro abrazo para ti.

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  4. Esther Casañas Morales14 de enero de 2019, 19:08

    Acabo de leer tu escrito y me veo reflejada en él, me supongo que le pasará lo mismo a muchas de tus lectoras. Yo aprovecho el día de Siembra de libros, para deshacerme de los que no volveré a leer . Un abrazo.

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    1. No sabía lo que era eso de la Siembra de Libros, así que consulté a San Google y encontré que:
      Hay que dejar un libro en un espacio público con una dedicatoria en un papel entre sus páginas donde indiques:
      – Que el libro forma parte de “El Club de los Libros Perdidos”.
      – Que es de quien lo encuentre pero que al finalizar su lectura deberá ser liberado, para que pueda ser disfrutado por otras personas nuevamente.
      – Que señales el día y el lugar en donde fue perdido, así en cada liberación será posible saber por dónde ha viajado.

      No está nada mal la idea. De hecho yo he mandado muchas veces libros a la Casa de la Cultura de Santa Cruz en donde los ponen en una mesa y mucha gente los recoge de allí y los lee, y luego hace lo mismo. En casa de mis amigos Carmen y Juan hacen lo mismo, cuando vas a una fiesta hay una mesa de libros y una libreta en la que te apuntas que te llevaste un libro o que lo devolviste (con un comentario). Mis amigas y yo, cuando nos reunimos en abril, también llevamos libros para echarlos a volar. Y mi primo el médico los tiene en su consulta para lo mismo. Libros durmiendo en una Biblioteca el sueño de los justos no tienen mucho sentido. a volar.
      Un abrazo, Esther.

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  5. Vidalina García Rodríguez14 de enero de 2019, 19:20

    ¡Qué realidad tan grande!
    Como dicen los chinos, lo que no has necesitado en un año nunca lo extrañarás!!
    Yo no estoy dispuesta a buscar mis cosas entre otras que ya no están en mi vida!!
    Lo quiero todo clarito y en pleno orden, no se vivir de otra forma!!
    Me aterra acumular!!!!

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    1. Yo creo que voy a empezar por el garaje, que es el sitio en que se acumula todo lo que se guarda "por si acaso". Y me voy a poner las botas a tirar cosas antediluvianas. O monto una tómbola. Y, por supuesto, esas no son "mis cosas".
      Un abrazo, Vidalina.

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    2. Vidalina García Rodríguez17 de enero de 2019, 18:30

      Por si les doy ánimos para seguir con lo emprendido, ahora estoy por el vestidor y ya ni me pruebo, todo me queda grande!!
      Estoy de acuerdo con Paz en que las modas cambian y siempre podemos comprar cosas más apetecibles, y para que tanta ropa, hay que optar por fondos de armario y hacer buenas combinaciones!!

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    3. Pues qué suerte tienes, a mí todo me queda chico. Y eso es un problema porque muchas veces guardamos "para cuando adelgacemos". Pero nada, a tirar o a no comprar más. Un armario lleno a rebosar no es apetecible.

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  6. Carmen Paz Gutiérrez Arienza14 de enero de 2019, 19:26

    Me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
    casi desnudo, como los hijos de la mar.
    Me parece precioso Isabel.
    Me ha encantado tu escrito, me veo reflejada en él, me entran unas ganas de ordenar, reciclar, regalar y todo lo que sobra en casa (que suele ser mucho), al final me quedo en la mitad y el cansancio acaba con mi euforia.
    Espero que tu año que entra sea estupendo.

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    1. Mira, vamos a hacerlo despacito. Un día una gaveta, otro día un estante de libros, otro una repisa de la despensa. Allá por junio te pregunto cómo vas y nos damos ánimos mutuamente. Tal vez llegando a noviembre tenemos la casa despejada, reciclada y regalada. Entonces, claro, la volvemos a llenar de brillores y cosas de navidad, pero el gusto por haberla hecho a nuestro gusto nadie nos lo quita ¿Te animas?

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    2. Carmen Paz Gutiérrez Arienza14 de enero de 2019, 20:52

      Claro que me animo, poquito a poquito da menos pereza.
      Hay que quitar la ropa que se ha quedado estrecha Isabel y que cada año la sacas del armario con la esperanza que adelgazaremos y nos servirá... no, no, no...nunca volveré a ser lo que era, ������

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    3. Piensa que, si adelgazas, vas y te compras otra que te vaya incluso mejor. Yo ya es una batalla que doy por perdida (ya ni siquiera me peso). Hace un par de meses hice una buena limpieza en armarios y me quité de encima incluso blusas de hace más de 20 años. Ya me dirás tú...
      Y siempre tendremos algo de la que éramos antes ¿El glamour, por ejemplo? :-D

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  7. Hola Jane!
    Hoy sí que has tocado mi punto débil. Siempre quiero quitar cosas, y lo que consigo es cambiarlas de sitio. Me siento incapaz. No es que tenga el síndrome de Diógenes, no, pero no sé que me pasa que me cuesta desprenderme o de las cosas. Con frecuencia saco el tema con mis amigas y hermanas, a ver si así me animo, pero....
    Eso sí, me tengo prometido que, a los 75, si llego, hago una limpia de padre y muy señor mío, como la hice a los 50 y a los 25, cuando me casé.
    Queda escrito. Ahora sí que no tengo escapatoria.
    Feliz año y un beso

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    1. El problema es que damos valor a las cosas. Nos enseñaron a apreciarlo todo, en un momento en que había carestía. Ni siquiera se nos ocurría dejar algo en un plato. La ropa y los zapatos había que usarla hasta que no nos sirviera (y entonces pasaba a las hermanas más pequeñas), los libros eran tesoros, los muebles no se tiraban nunca... Y claro, se nos hizo demasiado.
      De aquí a los 75 vete haciéndolo despacito y haciéndote la pregunta que Marie Kondo aconseja en sus libros: ¿A esto le tengo cariño? Si es que no, a la porra con ello. Si es que sí, te lo quedas.
      Feliz año y otro beso para ti. Ya nos contaremos el resultado.

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  8. Durante una gran parte de mi vida, Jane, he sido muy ordenada. Sobre todo, por una cuestión práctica que se resume con la conocida frase de "Un lugar para cada cosa y cada cosa, en su lugar".
    Pero, contra todo pronóstico, desde hace un par de años he entrado en una fase en la que esa tendencia, de siempre, por el orden en lo que me rodea, se ha ido transformando en un estado catártico de cierto desorden que no me disgusta, a pesar de que este año, como los dos anteriores, mi incumplido propósito ha sido deshacerme de lo que sobra y recuperar mis ordenadas costumbres de antaño.
    Aunque, pensándolo mejor y a pesar de que ya 2019 y enero han "quemado" sus primeros 15 días, creo que cualquier momento es bueno para ponerlo en marcha y, probablemente, mañana mismo me sumerja en el océano de objetos y papeles inútiles que me rodea, los revise y seleccione, me deshaga de todo lo inútil y, al final, volveré a tener un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio... o, por lo menos, lo habré intentado de nuevo.

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    1. Yo también soy ordenada. Cuando le cuento a alguien que tengo las especias en la despensa ordenadas por orden alfabético, me miran como a un bicho raro. Pero, igual que tú, un cierto "desorden ordenado", sobre todo en la mesa de trabajo, no me desagrada: libros por aquí, recortes de prensa por allá, papeles en los que escribo por otro lado...
      Yo he empezado por la cocina, por ahora. La despensa estaba en un tris de llegar al estado ese de "¿dónde andarán las aceitunas?" y eso no puede ser. Mi problema es el tiempo, no las ganas. Ya sabes que la vida de una jubilada es una vorágine :-D.
      A seguirlo intentando. Ya nos comunicaremos el triunfo o el fracaso.

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  9. Hola Jane. Ay, los propósitos de Año Nuevo!!!!. Cuantas cosas nos proponemos hacer!!!!. Y claro luego el stress (más bien el scuatro) nos hace que nos olvidemos de cumplir nuestras promesas, pero hay que seguir intentándolo.
    Yo este año me he propuesto llevar una vida más sana y bajar de peso unos cuantos kilos. Sobre todo los que "me añadí" estas Navidades...Pero es que todo estaba bueno!!!!!.
    Un beso Jane. Juan

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    1. Y además, con lo buen cocinero que eres, es casi una obligación probar un poco de aquí y un poco de allá. Lo de la vida sana (lo del peso ya ni le hago mucho caso) es un propósito recurrente y eterno. Por ahora me voy a centrar en el orden para no dispersarme, jejeje.
      Un beso, Juan, y a gozar de la vida.

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  10. Eso mismo ha Sido Una De mis resolutions para Este año, casi nuevo, todavia. Mas orden, organizations, pero hay que vivir con menos y sentir mas. Algo que El Camino de Santiago me enseño. Feliz año Isabel

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    1. Es verdad que los viajes nos ayudan al orden. Todas las veces que he viajado con poco equipaje en maletas pequeñas (o mochilas) me veo obligada, quieras que no, a conservarlo todo en perfecto orden si quiero que me sea práctico.
      Me imagino en una experiencia como el Camino de Santiago. "La casa atrás, delante el mundo, y muchas sendas que recorrer..." y, por supuesto, ligero de equipaje.
      Feliz año, Abraham. Que te depare nuevas experiencias.

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  11. Este año en casa ha sido todo al revés. Poniendo el árbol mi madre se dio cuenta de que le faltaban unas piñas y nos pasamos las dos semanas de mis vacaciones haciendo limpieza en rincones y, de paso, tirando cosas sin parar. Una paliza que mereció la pena porque de vez en cuando nos parece saludable eliminar las cosas inútiles.

    Lo que sí me dio un poco de tristeza fue el momento de desmontar el árbol. En caso el día 5 porque viajaba el 6 y no quería dejarle el marrón a mi madre. Así que fue una noche de reyes sin adornos ni luces. Pero luego lo pensé y, en realidad, se quite cuando se quite suele quedar esa sensación triste y de vacío.

    Un abrazo,
    DH

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    1. PD Las piñas no aparecieron hasta después de las fiestas, cuando siguió ella sola con la limpieza y en un lugar inesperado. :D

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    2. Es verdad, mira lo que un buen árbol llena. Se hace sentir aún más su presencia cuando ya no está, más de una vez he pensado que por qué no lo dejamos todo el año. Si no fuera porque hay que estar barriendo todo el rato... :-D
      Me puedo morir ponerme a hacer el zafarrancho de limpieza en plenas navidades. Pero se ve que son ustedes sí son valientes.
      Suele pasar lo de las piñas desaparecidas. A ver si en esta limpieza que pretendo hacer me aparecen unas cuantas cosas que he echado de menos.
      Un abrazo y a afrontar el año con optimismo.

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  12. Cómo me identifico con todo lo que dices!! Da para tener una charla un día. A ver cuándo tenemos ocasión de charlar otro rato.
    Un fuerte abrazo

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    1. Sí, dentro de poco toca. A alegar y a hablar de todo lo divino y lo humano.
      Un abrazo grande.

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  13. Esther Casañas Morales19 de enero de 2019, 17:07

    Acabo de ordenar armarios y...estoy agotada.

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    1. Carmen Paz Gutiérrez Arienza19 de enero de 2019, 17:08

      Es lo que tiene ponerse a ordenar Esther!

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    2. Yo creo que el truco está en no pegarse una gran pechada sino en ir poco a poco. Cada día, por ejemplo, una gaveta o un estante, o una carpeta llena de recortes y fotos sin ordenar... Sin casi darte cuenta en unos meses está todo controlado. Pienso...

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  14. Es fácil proponerse tirar, pero difícil ponerlo en práctica. He decidido ser más efectiva la próxima vez, y el tamaño del piso al que me voy a mudar va a ser fundamental.
    Mane no quería moverse de la playa, pero ya está más convencido.
    Isa, siempre nos vemos en Madrid, espero que también vengáis al sur. Un fuerte abrazo.
    19 de enero de 2019, 18:05

    Demuestra que no eres un robot.





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    1. El mudarse de casa es un buen momento para tirar y recomponer. A mí me va a pasar lo mismo cuando terminemos de restaurar la casa de los abuelos y pueda liberar mi casa de algunos muebles. Ya verás.
      Y claro que iré a verte a Sevilla. Alguna escapada caerá.
      Un abrazo grande.

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  15. Nunca poema del gran Antonio Machado, refleja esa realidad que tan interesantemente describes. Al final, todo a la cajita, lo que no vale a la bolsa, ya pasará el camión llevándose recuerdos que no sabemos si se renovarán. Pero que, a buen seguro, sustituirán otros. Saludos.

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    1. Si me vieras con la lágrima en el ojo ante el poema grabado en su tumba... Qué grande era. Por eso sus palabras perduran.
      Hoy mismo estuve amontonando trastos para que mañana los pasen a recoger. Y parece que no, pero me siento más ligera.
      Saludos, J. Gerardo.

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