lunes, 18 de febrero de 2019

Proyecto Bruno: parguelas y cosacos




Este 14 de febrero mi hija ha presentado de nuevo un libro, titulado "Proyecto Bruno". Ana esta vez ha dejado de lado la literatura fantástica y ha escrito lo que se llama una novela juvenil. No estoy de acuerdo con el calificativo que se les pone a estos libros solo porque los protagonistas son adolescentes. Considero que muchas de estas novelas que tratan los temas eternos del ser humano —la amistad, el amor, la inseguridad, los proyectos de vida... — son aptos para todo tipo de lector. Digamos entonces que es una novela que habla de ese periodo de la vida tan difícil que llamamos adolescencia y que es la base de lo que ahora somos. 

De todo ello dan cuenta en la novela dos voces, alternando los capítulos: la voz de Ed —inseguro, tímido, sensible, inteligente—, que experimenta el miedo de quien se siente diferente y lo lleva como su más temible secreto cuando se encuentra ante el primer amor, el Bruno del título; y la voz de su amiga Elena, enamorada también del mismo chico, pero que decide afrontar el reto de conquistarlo como un proyecto científico y racional. Contada con humor y sensibilidad, la novela se lee en un pispás, y deja un regusto amable que se agradece en estos tiempos. Más cuando la presentación es preciosa, con esa portada y contraportada (Ed y Elena) dibujadas por mi nieta Eva (15 años), que no es porque lo diga su abuela, pero lo hace muy bien.

Eva fue precisamente la que le pidió a su madre que la escribiera y, por supuesto, la novela está dedicada a ella. Pero también está dedicada a su grupo de amigos, "los parguelas", los chicos y chicas (son 6) que empezaron con ella en el colegio en parvulitos y que la quieren y la hacen sentir uno de los suyos.

¿Por qué se llaman "los parguelas" (que puede significar "tonto" o "pringado")? Vete tú a saber. El caso es que las pandillas necesitan verse únicas, con su nombre, sus frases propias que solo entienden ellos, sus códigos secretos, sus tradiciones. ¿Qué les une?, le pregunto a Eva, que me contesta que las series animadas, el cine, la música y el gusto por las conversaciones raras. Les encantan los maratones de películas mientras comen pizza o estar hasta altas horas de la noche hablando, desde si los aliens existen o no y si la NASA los tiene escondidos en el Pentágono, hasta el sentido de la vida y de hacia dónde se dirige el mundo. Eva dice que nunca se pelean, que tienen puntos de vista diferentes pero que cada uno aporta el suyo. "Somos como un puzzle", afirma con seguridad.

Oyéndola, se me va el pensamiento a mi pandilla, la de mis 14 y 15 años, que nos llamábamos "los cosacos", no sé por qué tampoco. Éramos Cae, Úrsula y yo, y después estaban Peri, Mundo, Blas y Yan. Es verdad que a mí me gustaba Peri y a Cae, Mundo, pero nunca estuvimos de parejitas, sino que éramos un grupo de amigos que íbamos juntos al cine y hablábamos de todo y arreglábamos el mundo en los bancos de la Rambla. Hace poco encontré una carta de disculpa que les escribimos a los chicos una vez que se enfadaron con nosotras porque les dimos plantón. Cada vez que leo esa carta —yo, intentando buscar excusas para lo inexcusable, Cae poniendo al margen las cosas como realmente fueron— me explico por qué nunca la mandamos y no puedo evitar reírme (es una carta muy divertida) y sentir ternura por esos yoes que fuimos en ese momento: un tanto despreocupados y desvergonzados, pero siempre conscientes de la vida que se extendía ante nosotros, preparada como una fruta madura que se va a degustar con deleite y pasión.

Ah, la adolescencia... David Bainbridge, un profesor de anatomía y clínica veterinaria de Cambridge, la define como "el gran momento de la vida de todos los animales superiores, la erupción del volcán interno que dará paso al esplendor de la madurez". Bendita adolescencia, bendito nexo entre pares, los que comparten edad y que se convierten en esa etapa en los más necesarios para salir adelante. Benditos "parguelas", que arropan a mi nieta, y benditos "cosacos" —¿dónde andarán ellos?— con los que pasamos tan buenos ratos. Y bendito "Proyecto Bruno", que sabe hablar con conocimiento de causa de esa época complicada y vehemente que todos hemos vivido -alguna vez fuimos así- en la que nos parecía que cualquier cosa podría ser posible.

PD: Si quieren leerlo, pueden conseguir el libro en Amazon y en la librería Lemus. 

24 comentarios:

  1. Felicidades por los frutos de Los Cosacos y Los Parguelas. Es hermoso verlos florecer. La adolescencia es el gran momento de abrirse a los otros y al ancho mundo, de plantearse el “que hace un muchacho/a como yo en un mundo como estos”.

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    1. Pues sí. Es el momento de empezar a ser conscientes del yo, independiente de la familia y de la costumbre, el momento de las grandes preguntas, de la reorganización del cerebro. De ahí salen, no solo los granos en la cara, sino los grandes cambios de humor, las pasiones (Romeo y Julieta eran adolescentes), la vehemencia en los gustos... Hermoso, pero difícil.

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  2. Carmen María Duque Hernández18 de febrero de 2019, 11:02

    Felicidades madre, abuela y gracias por la información, salud y besos familia

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    1. Gracias a ti, Carmelita. Lo de ser madre y ser abuela nos lleva a esto, a estar orgullosas de lo que hacen nuestros hijos, sea un bacalao al pilpil o una novela o un dibujo.
      Un abrazo.

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  3. Ay, mi querida Jane jubilada, iluminando mi sendero una vez más. Ya no solo soy fan de tu hija, que fue a quien primero conocí, y tuya, sino también de tu nieta. Es muy, muy bonito ver ese enfoque de amistad en la adolescencia.

    Una visión amable de nuestros jóvenes y de los jóvenes que fuimos en estos días es muy de agradecer.

    Nuevamente, gracias.

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    1. Toda la vida trabajé con adolescentes y siempre, cuando me hacían preguntas o proponían teorías aunque fueran disparatadas, me asombró su creatividad y su mirada nueva sobre las cosas conocidas. Sé que es un periodo de enfrentamiento con la familia y el orden establecido, pero es también un tiempo fecundo de asentamiento en la sociedad. Me reconozco en ellos -yo estuve ahí- y no puedo evitar la visión amable.
      Muchas gracias a ti por esa "devoción" familiar. Eso sí que es muy de agradecer. Un abrazo.

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  4. Begoña Pérez Fernández18 de febrero de 2019, 16:00

    ¡Menuda saga de artistas! ¡Enhorabuena!

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    1. Bueno, Bego, yo cumplí mi parte (tener una hija, claro). De lo demás le echamos la culpa a la naturaleza y supongo que a la educación recibida. Pero sí que estoy muy orgullosa de las dos.
      Gracias.

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  5. Felicidades Jane e hija. Una época rica en aventuras e ilusiones que siempre nos aportan grandes experiencias a pesar de la juventud en la que están enmarcadas. Un abrazo.

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    1. Sí, Margarita. Me llamó la atención que también los animales superiores la tengan, que no sea un "invento cultural" moderno, sino un fenómeno biológico presente en todo el reino animal. Tal vez la juventud, el no estar formados completamente ni tener opiniones fijas, sea la condición indispensable para esa proyección al futuro. Hay miles de posibilidades donde escoger.
      Un abrazo y muchas gracias.

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  6. ¡Enhorabuena a tu hija y a sus padres!¡Qué orgullo!

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    1. Ahí me ves presumiendo de hija y de nieta. Me gusta que Ana haya elegido un camino que la hace feliz. Y espero que Eva sepa sacar provecho de lo que la genética le ha dado.
      Un beso y gracias.

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  7. Mi enhorabuena a la hija por el libro y a la mami por este artículo.

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    1. Jaja, gracias, Luisa, pero no las merece lo mío. El libro lleva su tiempo, su trabajo, horas pensando y escribiendo, correcciones, maquetación, detalles...
      Y lo mío es un ratito de conversación con ustedes, recordando también aquella vez que fuimos unos trastos adolescentes.

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    2. Todo es trabajo amiga, uno lleva más tiempo que el otro pero en definitiva todo es escribir.

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    3. Ay, Luisa, si lo viera como trabajo, me da que no hubiera aguantado diez años escribiendo todos los lunes. :-D Pero tienes razón, todo es escribir (aunque hay escritos y escritos)

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  8. Tomo nota del título.
    Enhorabuena a Ana y a su ayudante creativa.
    La adolescencia siempre es un tema excelente para un relato. Es la etapa del descubrir, de las emociones y de la transformación.
    Apuesto a que es una obra que merece la pena donde la AMISTAD seguro,es el ingrediente principal.

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    1. Pues sí, es una obra que trata de la amistad, pero también de la tolerancia, de la diversidad, de la aceptación del otro aunque sea diferente, y también, claro, del encuentro con el amor, con el primer amor que nunca se olvida.
      Si lees la novela, estoy segura de que te gustará.

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  9. Creo recordar que alguna que otra vez nos pusiste por aquí un dibujo de tu nieto. Son preciosos.

    La definición de la adolescencia como un volcán en erupción no puede ser más acertada. Supongo que esa etapa me ha hecho lo que soy, de hecho recuerdo un par de influencias que realmente me moldearon, pero qué alivio haberla pasado.

    Un abrazo y mucha suerte para tu hija y su libro. ¡Pinta súper bien!

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    1. Gracias, Dorotea. La pintora es mi nieta Eva. Los nietos creo que heredaron la vena artística de mi marido que pinta un perro y parece una vaca.
      A alguno de mis amigos que me contaba lo mal que lo estaba pasando con sus hijos adolescentes (es una época muy conflictiva, la verdad), yo siempre les decía que el consuelo es que pasaba. Lo de que no hay mal que cien años dure, vaya. Dos o tres añitos y ya la cosa se calma, el volcán reposa y se adquiere más perspectiva. Es lo que hay.
      Muchas gracias y un abrazo.

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    2. Ay, perdona, Jane, que se me fue el dedo y parece que no leí el post poniendo nieto en vez de nieta. :S

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    3. No hay problema, cada uno tiene sus cualidades. Él (con 13 años) domina esto de la informática como un profesional. Nos resuelve a toda la familia todas las dudas y problemas. Así que vamos a darle al César lo que es del César :-D

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  10. ¡Enhorabuena para Ana ! ����������buena carrera

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    1. Pues la verdad es que no para. Creo que ya tiene unos 3 libros más terminados y dos en proceso. Es lo que tiene dedicarse por entero a la literatura como siempre quiso y ser muy muy ordenada, con un horario de 9 de la mañana a 7 de la tarde (descanso de 1 a 3), que no se salta nunca. Está feliz y es lo que importa.

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