lunes, 10 de junio de 2019

Que pase misín...




Las de mi quinta seguro que recuerdan el juego en que cantábamos "Que pase misín, que pase misán por la Puerta de Alcalá...". Realmente se decía en sus orígenes "Que pase monsieur, que pase madame", pero los niños de sucesivas generaciones habían transformado el monsieur y madame en esos no menos misteriosos misín y misán. Consistía en que dos niñas (los niños no jugaban a esto) hacían un arco con sus brazos, bajo el cual pasaban una fila de niñas en bucle. La canción seguía con "... las de alante corren mucho y las de atrás se quedarán". Al decir esto último bajaban los brazos y atrapaban a una niña a la que, susurrando para que las demás no lo oyeran, planteaban una elección: ¿Qué prefieres...? Y ahí le daban a elegir, por ejemplo, fresa o chocolate, o manzanas o peras, o lo que se nos ocurriera, cuanto más imaginativo, mejor.  Dependiendo de la elección se ponían detrás de una u otra de las que preguntaban y el final consistía en ver cuál de las dos filas era más poderosa y conseguía tirar al suelo a la otra.

Ya los niños no juegan a esas cosas, creo. Pero me da que los adultos seguimos planteándonos elecciones toda nuestra vida, a veces banales, a veces, estúpidas, a veces trascendentes. Esta semana pasada he tenido la ocasión de ver una de esas alternativas que los humanos escogemos. Se la cuento y ustedes valorarán.

Una opción -Que pase misín...- nos la muestra la prensa estos días: En el Everest ha habido un atasco de más de 200 personas que ya lo quisiera la Autopista del Norte a las 8 de la mañana. Justo a la llegada al pico (y estamos hablando de 8848 m. de altura) se han formado colas como si fueran las rebajas de enero. Personas que pueden haber pagado hasta 70000 dólares por subir al pico más alto del mundo se han apretujado en un sendero de una sola vía esperando que unos bajen para poder subir. Igualito que en el metro, solo que aquí no se exponen únicamente a empujones, sino también a congelaciones, asfixia y al dudoso honor de morir en el Everest (10 personas en 3 días). Eso sí, si sobrevives, podrás hacerte una foto allá arriba, ponerla en el salón de tu casa y enseñársela, más inflado que un globo, a tus vecinos y amigos.

La otra opción -... Que pase misán...- es la elegida por mí este sábado pasado. También es una salida a la naturaleza, pero muy distinta. Fui con un grupo de amigos al Bosque de Agua García a ver las Cuevas de Toledo, un lugar al que, a pesar de estar a media hora de mi casa en coche, era la primera vez que iba. Es un reducto de monteverde, recuerdo de los bosques que poblaron Europa durante el Terciario: senderos anchos y cómodos rodeados de viñátigos (Los Guardianes Centenarios), cuevas hechas por el hombre desde el siglo XVI para extraer materiales para vidrio, puentes de madera sobre barranquillos repletos de helechos y agua al fondo, laureles, jaras, brezos, hiedras y un toque de retama amarilla a la vera del sendero. Caminamos con calma -ramas, raíces, aire y luz- sin encontrarnos con mucha gente y sintiéndonos pequeños y maravillados en un paisaje de cuento.

Ahora toca la pregunta: ¿Qué prefieren? Que pase misín, que pase misán...





(La foto inicial fue tomada por el alpinista nepalí Nirmal Purja en ese atasco del 22 de mayo.
Las fotos del final las tomé en el Barranco de Agua García el 8 de junio)

26 comentarios:

  1. Me quedo con nuestros senderos.El problema es la masificación de todo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todavía se puede pasear tranquilamente por algunos lugares de la isla sin masificación ni parecer que aquello sean los carnavales. Nosotros fuimos un sábado y nos encontramos con poca gente, imagino que un día de trabajo aquello tiene que estar desierto. Únicamente cuando íbamos llegando a zona más cercana a donde habíamos dejado los coches nos encontramos con un grupo de jóvenes reunidos (¡y sin música!), uno de los cuales se acercó a una de mis amigas y le dijo muy serio que iba a venir el fin del mundo. Hasta en el corazón del bosque se puede uno encontrar con iluminados :-D

      Eliminar
    2. Lo de la masificación me refería en este caso al Everest pero también se da en nuestros senderos en algunos días y fechas señaladas, por ejemplo:Rutas del almendro en Flor, Luna llena en el Teide... ��

      Eliminar
    3. Pero menos mal que no se llega al punto de "quítate tú pa ponerme yo". Hace años fuimos a ver las Perseidas de madrugada a uno de los senderos de las Siete Cañadas y es verdad que nos tropezábamos con peregrinos que iban a Candelaria por la cumbre. Pero todo dentro de un orden. Nos saludábamos con un "¡Buen camino!" y seguíamos ruta.

      Eliminar
  2. José Fernando Rodríguez González10 de junio de 2019, 13:13

    Lo del Everest la semana pasada fue un caos total, caótico con 10 muertos en varios días.
    Yo continúo con nuestros alegres paseos como el sábado, terminamos comiendo entre amigos y a casita a dormir.
    Bonita comparación Isabel, la próxima al botánico del Puerto de la Cruz. ��

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y entre los 70000 dólares que puede costarle a uno de esos turistas temerarios la subida al Everest y los 16 euros que nos costó la comida en uno de los restaurantes de la zona, con sus garbanzas, su revuelto, sus morcillas, sus croquetas, sus carnes asadas... hay una cierta diferencia también.
      Lo del Everest, como dice mi marido, ¡qué necesidad!.
      Y eso, pensando ya en la próxima, como tiene que ser. ;-D

      Eliminar
  3. Yo prefiero que pase misan...tenemos tanto que ver a la vuelta de la esquina y sin los peligros como el de la subida al Everest.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, parece mentira lo poco que conocemos de la isla. Fíjate que yo el sábado conocí esa zona y el domingo estuve en una finca preciosa en El Guincho que me descubrió otra visión de esa zona. Pasamos por las carreteras y pocas veces nos desvíamos por los caminos. A cuidarlos, visitarlos y disfrutarlos.

      Eliminar
  4. Una excursión, preciosa, me alegro que lo hayan pasado bien, me gustó y me vinieron muchos recuerdos de mi niñez al leer tú post, Isa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando éramos pequeños, hacíamos muchas excursiones, sobre todo a La Esperanza y a Las Mercedes, y muchas veces a El Teide. Recuerdo que llevamos un cargamento de cosas, mucha comida, pero también manteles, cestas con loza, abrigos por si acaso, mantas para sentarnos en el suelo, juegos de mesa... ¿Esto se seguirá haciendo? Los míos no mucho. Y mira que era divertido y guardamos con cariño el recuerdo de esos momentos.

      Eliminar
  5. Begoña Pérez Fernández10 de junio de 2019, 15:53

    Por supuesto que prefiero los senderos de nuestra tierra o de otras porque lo del Everest me parece la locura más absurda que he visto! No sé qué está pasando en los humanos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como decían Astérix y Obélix de los romanos, hay que decir que estos humanos están locos. Hay que verlo todo, fotografiarlo todo, presumir de todo. Y no pasa nada si no vas a Nueva York, o a Tanzania o a Honolulú en tu vida. No es importante. A mí me encanta viajar pero creo que tendríamos que tener claro una escala de valores.

      Eliminar
  6. Juanba Ducal López10 de junio de 2019, 15:54

    Es una locura. Desgraciadamente, el turismo se ha convertido en algo cuasi acumulativo. Es decir, no es tan importante disfrutar de un sitio con todo lo que implica de admiración y respeto por el lugar y su gente y placer a los sentidos, sino de acumular todas las vivencias que cada uno pueda pagar en el menor tiempo posible. Nuestros abuelos, padres y muchos de nosotros no han / hemos tenido la oportunidad de ver tantas cosas ni tan remotas, pero podemos sentir la misma admiración y disfrute por las que podemos visitar. Como habéis dicho por aquí: nuestros senderos, plazas, calles, playas. El hombre durante milenios no ha tenido la necesidad de desplazarse por ocio a los confines del mundo. Y, ahora, por mucho que nos hagan creer tampoco. No deja de ser un consumo más, como el alimenticio, o textil, y deberíamos tomarlo como tal: consumo sostenible. Y creo que hace tiempo que la cantidad de millones que mueven el turismo no son sostenibles, ni ecológicamente ni moralmente. Espero no ofender a nadie, pero este tema me ha tocado mucho la fibra. Un saludo a todos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No puedo decirte otra cosa sino que estoy totalmente de acuerdo contigo, Juanba. El ejemplo (y el colmo) lo tenemos en toda la gente que ya se ha apuntado para viajar a Marte. Hay empresas (SpaceX) que hasta han aventurado un precio (500.000 doláres como máximo, rebajable hasta 100.000 dependiendo de la gente que vaya y del volumen de la persona. Gordos pobres, absténganse) Prevé que en 2024 ya habrá colas para embarcarse hacia allá y entonces habrá miles de fotos, no ya ante la estatua de la Libertad o la Torre Eyffel, sino ante una extensión seca, yerma y totalmente roja. Eso sí, estuvimos en Marte.
      Como dices, no hay ninguna necesidad.
      Gracias por tu comentario.

      Eliminar
  7. Hombre, Isa, nuestro paisaje es maravilloso, nuestros recovecos también, la vegetación una de las mas bonitas del mundo, pero me temo que no son elecciones alternativas. Lo que busca la recua del Everest, no lo satisface la cueva del vidrio. Subir al Teide, puede que si. Va la cosa del reto, no de disfrutar. Que creo que culminar una montaña tiene un algo de experiencia fuerte y maravillosa. Y tu ni sufres ni nada; lo que es peor te lo pasas de cine a la ida y a la vuelta y allí mismito.
    Besos
    Cuidate mucho
    Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que los alpinistas de vocación como el propio Nirmal Purja (el que hizo la foto) lo que critican es el circo en que se ha convertido el techo del mundo, en el que hay gente que sin preparación ni condiciones físicas adecuadas sube simplemente por postureo y pone en peligro a los demás. En el periódico critican que el Everest "se ha convertido en un destino para turistas que las compañías comerciales ofrecen a precio de oro sin importar la preparación física o técnica de sus clientes". Esto tal vez es lo que habría que regular.
      Y claro que es un reto subir a esa altura y contemplar el mundo a tus pies. A El Teide subí dos veces en mis años mozos y recuerdo la emoción de madrugada en el cráter viendo salir el sol sobre todas las islas. Fue un espectáculo precioso.
      De todas formas en este momento elegiría la caminata tranquila, el placer de respirar aire limpio (sin bombonas de oxígeno), el silencio y la voz del viento en los árboles, la compañía de unos pocos amigos... Debe ser la edad.
      Besos, Ana.

      Eliminar
  8. Bonito relato duquesa. El fin de semana escuché en la radio lo del Everest y me pareció curioso. Sé que cada persona tiene distintos intereses y lo respeto pero yo elijo los paseos con los amigos por parajes cercanos y que terminen con un picoteo para "recuperar fuerzas". Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, sí, eso es lo que yo llamo "paseos con regalo". Por ejemplo, una caminata que termine en un baño refrescante en una calita de arena negra o en un guachinche bebiendo un vaso de vino y un buen plato de queso fresco (y más cosas). Yo también me apunto a eso, mi realeza. A las dos nos gusta lo bueno.
      Otro abrazo para ti.

      Eliminar
  9. Mari Carmen González Zamorano10 de junio de 2019, 22:15

    Me quedo con el paseo que dieron ustedes que a juzgar por las fotos resultó muy bonito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fue precioso, a ver si lo repetimos. Porque además fue cómodo, sin subidas ni bajadas, en un día nublado que, aunque nos privó del juego de luces entre las ramas, fue apropiado para caminar sin calor y sintiendo el aire refrescante del bosque. Hay bancos hechos de tablones sobre piedras para descansar y todo. Una excursión para jubilados :-D

      Eliminar
  10. Yo con mis caminatas diarias hasta el Palmetum tengo suficiente. Un paseito por el monte no lo descarto tampoco pero ocasionalmente.
    La costumbre de caminar rápido, sola y con mi música hace que otras cosas no me desconsuelen, aparte de lo miedosa que soy.
    A mis hijos ni les pregunto, ellos directos a la montaña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí tampoco me desconsuela una escalada y menos ahora con los vértigos, las artritis, la pereza... Pero me sigue gustando una caminadita por sitios apacibles. Vete preparándote para que te enseñe el paraje de las Cuevas de Toledo.

      Eliminar
  11. Incluso si mucha gente elige misán, no es que vayan a tirar al grupo de misín, es que se masificará y ocurrirá lo que en la cumbre del Everest. Es un fenómeno terrible este, en el que todo el mundo tiene que ir y hacerse el selfie de rigor en el destino de moda. Estamos muy mal de lo nuestro.
    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Dorotea, ese es el problema, la masificación (y que delante de ti, en cualquier sitio al que vayas siempre habrá 3 millones de japoneses haciendo fotos). Me gustó eso de que estamos muy mal de lo nuestro porque es la verdad de la vida.
      Otro besote para ti.

      Eliminar
  12. Que pase misán por las cuevas de Toledo,que me han puesto los dientes largos,esas imágenes tan bonitas. Además de que ya no estoy para escalar ni a una buhardilla ja ja ja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo bueno de esa caminata fue que era como si caminaras por la avenida de Anaga, sin subidas ni bajadas, solo algunos escalones de vez en cuando. Así que no te preocupes. Si alguna vez vamos, no hacen falta dotes de gran escaladora. Solo ganas de disfrutar de la luz y del aire limpio.
      Un beso, Cande.

      Eliminar

google-site-verification: google27490d9e5d7a33cd.html