martes, 18 de junio de 2019

Me siento medieval

(Castillo de Consuegra)

Hay que precisar ante todo que en mi tierra, Canarias, no hubo Edad Media. Ni castillos, ni justas, ni asedios, ni Cruzadas. Aquí, de la Prehistoria nos plantamos en el Renacimiento y poco después en la Ilustración y nos quedamos tan panchos. Y a lo mejor será por eso, por esa carencia que siento como europea, por lo que tengo una cierta fascinación por todo lo medieval, desde cuando de chica me aficioné a leer todos los colorines del Capitán Trueno. No me extrañaría nada que en otra vida hubiera sido una castellana con toca en la cabeza y llaves en la cintura, asomada a una almena.

Así que siguiendo esta tendencia, durante el mes pasado me he releído la serie completa del monje-detective Fray Cadfael, 20 libros escritos por Ellis Peters en los que la acción se sitúa entre el año 1137 y 1145 en la abadía benedictina de Shrewsbury y sus alrededores. Son unos libros deliciosos, ideales para determinados momentos en los que se quiere desconectar, y en los que están todos los tópicos del medievo: la búsqueda de reliquias como reclamo para la riqueza de la Iglesia aunque sean falsas, las Cruzadas como telón y objetivo de la Cristiandad, los Juicios de Dios, la distinta manera de vivir de nobles, clérigos, siervos de la gleba y hombres libres, las ferias y las fiestas, las pruebas de sangre, los juglares llevando música y poesía de castillo en castillo... Y como fondo el perfumado huerto de la abadía en el que Fray Cadfael ha terminado encontrando su razón de vivir y desde el que extiende su mirada sagaz sobre el género humano y sus vicisitudes.

Ha sido una auténtica inmersión en el mundo medieval que he completado esta semana pasada con una visita a Toledo, corta (5 días) pero intensa y preciosa. Ancha es Castilla es lo primero que decimos ante esta inmensa planicie, arcillosa y verde de olivos y vides, interrumpida de vez en cuando por algun grupito de casas perdidas en medio de la nada. Pero ahí sí que hubo una Edad Media igual que la que leí en los libros y estos días me he deleitado hermanando lo visto con lo leído.
Allí están los castillos con sus barbacanas, su poterna, sus salas donde los soldados dormían sobre la paja, sus caballerizas o sus almenas.
Hay murallas todavía en pie de aquellas que defendieron ciudades en guerras lejanas entre cristianos y árabes.
Se siguen haciendo fiestas, como las Mondas de Talavera de la Reina, en las que se agradece la buena recogida en las cosechas tan propio de una sociedad que antes fue sobre todo rural. O la del Corpus en Toledo el próximo jueves, para la que todo está ya preparado: palios sobre las calles, banderolas y tapices en ventanas y muros, grandes incensarios colgando, lámparas de cristal sobre todo el recorrido de la gran Custodia de oro de la Catedral.
En Oropesa, un alfarero, igual que sus predecesores, sigue acariciando y moldeando la buena arcilla de la que surgirán, como en un truco de magia, platos, jarras o palomas.
Los molinos,como aquellos de los que habló Cervantes, continúan, con sus 8 ventanucos abiertos a los vientos de la meseta (Ábrego Hondo, Matacabras, Toledano, Cierzo, Mariscote... ) y sus inmensas aspas, moliendo bajo piedras descomunales los cereales de ahora.
Pervive el relato de milagros y leyendas, como la del caballo de Alfonso VI que se arrodilló ante una luz en una grieta del suelo que ocultaba un Cristo iluminado o la de la Virgen que bajó del cielo para regalarle una casulla al arzobispo Ildefonso.
Hay en conventos y monasterios (maravilloso San Juan de los Reyes) un aire de otros tiempos que se respira en los silenciosos claustros o en la sala capitular en la que se discutían problemas cotidianos y misterios divinos.
En Toledo se conservan callejuelas estrechas y empedradas, algunas con el cartel "Esta calle es de Toledo", no sea que la roben y la anexionen a la casa de al lado (la picaresca es eterna); hay otras con nombres preciosos, como la de "los siete abujeros"; y otras con cobertizos encima, de casa a casa, y a la altura suficiente para que pueda pasar por debajo un caballo y su jinete con la pica alzada.
Igual que el Hospital de San Gil en las aventuras de fray Cadfael, también el Hospital de Tavera está situado en las afueras de la ciudad para evitar contagios.

Y mientras nos empapábamos del relato de aquellos tiempos y oíamos el canto de Vísperas en el Convento de las Comendadoras de Santiago, todo se conjugó para sentir que todos nosotros también pertenecíamos a esa historia, que somos herederos de esa Edad Media que nos hace un guiño desde los sillares de los muros y la altura de los castillos, que los archivos, leyendas y cuentos en definitiva también hablan de nosotros.

Al terminar el viaje, bajo una luna llena en la noche castellana, suspiro y me digo: "¡Cielos, qué medieval me siento hoy!".

(Toledo) 

(Castillo de Oropesa)
(Custodia de la Catedral de Toledo)

(Claustro de San Juan de los Reyes)
(Molinos de Consuegra)

22 comentarios:

  1. Maria del carmen Duque Hernández18 de junio de 2019, 12:15

    Gracias mi niña, muy bonito.

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    1. Gracias a ti. La verdad es que el viaje fue muy bonito. Como digo, corto pero repleto de momentos bellos, de esos de ¡Oooooh!.
      Un beso.

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  2. Precioso!!! Me encantó !! Parece q lo estoy viendo todo

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    1. Toledo especialmente es un destino precioso. Esta es la cuarta o quinta vez que voy y siempre descubro cosas nuevas. Hay tanto que ver que me ha costado trabajo elegir y eso que solo destaco lo medieval. Creo que junto con Roma es la ciudad en la que más obras de arte hay en cada rincón.
      Gracias, Chari.

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  3. Mi niña, te esmeraste en el relato.
    ¡¡voto a bríos que me has dejado encandilada !!

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    1. Más encandilada me he quedado yo, Mandi, con este viajito en el que hemos encontrado tantos tesoros (y no me refiero a los vermuts ni al ron con cocacola). Solo por ver esa joya única que es la Custodia de la Catedral o volver a sentir la paz que hay en el Claustro de San Juan de los Reyes, hubiera hecho este viaje. Pero también fue estupendo gozar de buena compañía y tener momentos de risas compartidas. ¡Voto a bríos que también esto me ha encantado!

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  4. Clara Delgado Martín18 de junio de 2019, 22:53

    Había ido a Toledo como cuatro veces y entre mi mal sentido de la orientación y sus difíciles calles laberínticas siempre me perdía y volvía jurando, no vuelvo más a Toledo, está vez he disfrutado de todos los sitios y me llamó la atención lo de las calles robadas, me pareció algo curioso, de todas formas, conocimientos asentados y como siempre ISA un placer leerte ����

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    1. A mí también me llamó la atención eso de robar calles (aunque creo que en La Laguna también se ha hecho). Y más cosas: la urna en la calle a la que se echan alfileres para conseguir novio. O los capelos cardenalicios colgados en el techo de la catedral sobre las tumbas de los cardenales (y el dicho "Hasta que el capelo no caiga al suelo, el cardenal no sube al cielo", cosa que nunca ha ocurrido). O aquella chica recitando el Quijote con todo el entusiasmo del mundo por fuera de la Iglesia de San Ildefonso...
      También al final resulta que es bueno perderse en Toledo.
      Un beso y gracias por todo, Clari.

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  5. Cómo quieres no quedar obnubilada por por ese mundo de castillos corte imperio, si también en esa época se fraguó la filosofía y la educación a la que te has entregado...
    Hubieras encajado perfectamente, entre esos enormes libros o llevando bellas tocas que dejaran asomar tu flequillo.Molinos sí tenemos muchos aún en las islas orientales pero claro, deberán de ser posteriores...Ni murallas ni grandes castillos, pero latifundios aún se conservan de los apellidos más ilustres de señores feudales que aún conservan su escudo familiar, en La Palma, por ejemplo, verdad?

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    1. Bueno, la filosofía de la Edad Media fue una continuación de la griega. Aparte de Sto.Tomás de Aquino y de S. Agustín (aristotélico y platónico) y de Guillermo de Ockham y su célebre navaja, los demás no pincharon ni cortaron mucho.
      Y en cuanto a estas islas del alma nuestra, los apellidos ilustres no tenían tanta raigambre, no. Y los títulos, escudos, casonas... apenas son del siglo XVI los más antiguos. Demasiado jóvenes para un amante de lo medieval. Aunque dan el pego, la verdad.

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  6. Buena descripción, Jane, la que haces de una de las ciudades más bonitas, ricas en Arte e interesantes de este país.
    He estado varias veces en ella, y en diferentes épocas, y siempre que he vuelto, he descubierto nuevos detalles, nuevos rincones y nuevas historias entre sus piedras, monumentos y murallas. Recuerdo, en especial, la que hice con mi madre y una de mis hermanas, que quedaron tan encantadas como yo, con todo lo que vimos.
    No sé si volveré alguna vez más, pero no lo descarto porque me gustaría comparar los cambios que me consta que se han hecho en ella, con lo que ha quedado en mi memoria la última vez que recorrí sus empinadas calles y visité sus muchos monumentos.
    Muchas gracias por haber revivido mis recuerdos y enhorabuena por haberlo hecho de esta manera tan medieval y acertada. Entiendo que Mandi se haya quedado encandilada (qué palabra tan linda) con tu post.

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    1. Yo no encontré demasiados cambios desde aquella vez en 1969 en que fui por primera vez con mi hermana y con Toni. Me pareció igual de preciosa, de impresionante, de magnífica. Eso sí, nos pegamos a pelo -éramos jóvenes- la subida hasta Zocodover (ahora se va por escaleras mecánicas) y vimos "El entierro del Señor de Orgaz" del Greco (entonces era Conde) completamente solos y sentados enfrente. Ahora tuvimos que esperar que saliera un grupo para verlo nosotros allí de pie y teníamos a dos o tres seguritas vigilando que no hiciéramos fotos.
      Esta vez última había gente, gente y gente. Entonces paseamos tranquilamente por la calle sin tropezarnos con multitudes y entrábamos a todos sitios sin pagar. Entonces, igual que ahora, todas mis preferencias por la Catedral y por San Juan de los Reyes.
      También me gusta "encandilada" y su raíz en candil, candela, candelaria..., siempre relacionada con la luz. :-D

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  7. Una magnífica descripción de las tierras manchegas. A Toledo he ido varias veces,esta vez fue una visita bastante completa para recordarla. Una ciudad especial. Cada vez más turística, lo que hace que haya tanta gente por todas partes que no pueda disfrutar de toda su magia.
    Me encantaron los molinos en aquella llanura manchega y los castillos que te transportan a el medievo como dices.

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    1. Tuvimos una guía -Ainhoa- de excepción. Ágil, divertida, instruida, entretenidísima. No la vamos a olvidar fácilmente, ni a ella ni a su ciudad. Y tienes razón, sin tanta gente tendría mucha más magia. ¿Te la imaginas una noche de luna caminando por sus calles vacías? Entonces si que nos transportaría al medievo.

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  8. cultura y curiosidad se alimentan entre sí...de modo que a más de ambas, más gentes viendo, aprendiendo y gozando. es lo que pretendemos, ¿o no?.

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    1. Pues sí, Hestia, de eso va la cosa. Mi profesor de Arte en Comunes (no sé si a ti también te dio clase), Don Jesús Hernández Perera, alimentó nuestra curiosidad y nos proporcionó las armas para entender una obra de arte, para saberla mirar. Le agradezco desde entonces todo el placer que la contemplación de algo hermoso me ha proporcionado.

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  9. Qué bien lo has descrito, un texto precioso. No soy nada fanática de los medieval, más bien al contrario, pero es una delicia caminar y deleitarse por las calles toledanas.
    Un abrazo enorme.

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    1. Bueno, fanática fanática tampoco lo soy yo. Digamos que tengo mis épocas y que las hay en que me das una buena novela que se desarrolla en el Edad Media y me tiro a ella de cabeza. Pero no por mucho tiempo. Tengo una serie de libros (6 o 7), "Los Reyes malditos" de Maurice Druon, de los que me he leído 2 y los dejé ahí parados, hasta que me dé otra vez el medieval. Lo mismo me pasa con la novela negra o la romántica, que alterno unas con otras para no saturarme.
      Un gran abrazo.

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  10. Gracias Isa.
    Me encanta todo el occidente de la Península. Por todo. Mucho lo he pateado saliendo y entrando a este y oeste de la Ruta de la Plata. Es tan bonito, tan rico de historia, de paisajes y de diversidad de todo tipo. Entre Toledo y Extremadura pero tambien Avila y Zamora.
    Besos, oye no paras, que bien,
    Ana

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    1. Me pasa lo mismo que a ti, Ana. Tenemos un país tan hermoso, tan completo, que nunca me arrepiento de una salida como esta. Y mira que, viviendo aquí, lo tengo más difícil (hay que coger el dichoso avión). Desde aquellos lejanos tiempos en que empecé a conocerlo en tu compañía en el 600 del Serra, nunca he dejado de descubrir más y más lugares de esta España nuestra para guardarlos en la memoria.
      A ver si hacemos juntas alguna salida de estas en recuerdo de aquellas.
      Un besote.

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  11. También me encantó este viaje, y me sorprendieron varias cosas. La cerámica de Talavera presente en un edificio sí y en otro también, en los zócalos y púlpito de la Basílica, o en la churrería. Toledo por el que pasé hace mucho tiempo, pero muy rápido. Pero lo que más, los molinos, tan blancos en aquel paisaje y con el castillo al fondo. Me emocionaron no sé porqué. Me sentí una don Quijote

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    1. Lo de Talavera fue mucho. No la conocía y me emocionó y deleitó lo alegre que es. Nada más llegar al Parque del Prado y ver toda aquella cerámica ¡hasta en el techo del templete de la música! O en el puente sobre el estanque, o en la casita de los patos... Increíble. Una ciudad vivible y tranquila.
      Los molinos no son medievales, son del XIX. Pero tienen una relación tan estrecha con el Quijote, que como si lo fueran. Me encantaron a mí también por fuera y por dentro. ¡Y qué trabajera para hacer pan!

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