Aunque les parezca mentira (porque yo soy una persona que hasta mi marido reconoce que tengo muy buen carácter y mis amigas, que más ecuánime y conciliadora, imposible), en mi familia tengo fama de dictadora. Imagínense, yo, que de censuras y dictaduras quedé saturada y bien servida para toda la vida desde que en los tiempos lejanos de mi juventud nos prohibían ver películas 3R (para mayores con reparos) porque los protagonistas se daban cuatro besos de tornillo; o nos hacían escuchar en una canción aquello de "apoyada en el quicio de la celosía", en lugar de "apoyada en el quicio de la mancebía", no fuera que se nos ocurrieran pensamientos pecaminosos o vete tú a saber qué. ¿Yo, dictadora? ¡Ja!
No me explico esa fama, la verdad. Aunque tal vez la cosa empezó porque en casa de mis padres la tele estaba encendida a todas horas, desde las primeras de la mañana hasta la Carta de Ajuste por las noches. Tooooooodo el día. Y además, como mi padre estaba medio sordo, a todo volumen. Entonces yo, cuando llegaba, y sobre todo cuando llegaba a la cena de Nochebuena -la mesa puesta toda preciosa, la casa llena de gente animadísima hablando a gritos, el árbol centelleante, la tele soltando berridos por esa pantalla...- yo iba y, sin encomendarme a nadie, plaf, apagaba la tele y (nunca mejor dicho) santas pascuas.
Y también es verdad que en la última boda familiar, cuando estábamos sentados en un jardín primoroso, mientras pasaban bandejas de viandas y brindábamos con champán a la salud de los novios, una pareja cantaba por el micrófono -y, ojo, cantaban muy bien- a tan alto volumen que en mi mesa no podíamos escucharnos los unos a los otros. Así que me levanté y me fui a la mesa de hijos y sobrinos y les pregunté que si alguien les podía pedir a los cantantes que bajaran el sonido (después de todo no estábamos en un concierto, sino en una comida). La carcajada fue general y ya oí a mis sobrinos hablando (a gritos porque si no, no los hubiera oído) de las "salidas" de la tía.
La última fue esta semana que fuimos a cenar con hijos y nietos en un sitio muy bonito. Allí no fallaba nada. Buena comida y bebida, entorno agradable, música de fondo bajita... Todo perfecto. Hasta que en un momento me veo que, de los 9 que estábamos en la mesa, 5 estaban tecleando furibundos en el móvil, teniendo conversaciones con gente de Las Chimbambas, mientras los 4 restantes hablábamos de otros temas. Se me ocurrió entonces que podíamos hacer como en la familia de mi amiga Eli, que son un montón y que, cuando se reúnen, incluso si es un fin de semana, ponen todos los móviles en una bolsa y no los usan si no es para una urgencia. A gozar de la compañía y del diálogo. Pero cuando lo propuse, me miraron como si estuviera loca.
Y no es eso. Uno de los grandes placeres de la vida es hablar con los demás, contar y escuchar una historia -curiosa, divertida, interesante-, saber de la vida de los que quieres, comentar, si estás comiendo, lo ricas que están las empanadillas, conversar. Por eso, desde que el hombre es hombre, en los pueblos prehistóricos se reunían en torno a las hogueras a hablar, a decidir, a organizarse, a divertirse. Y después, a través de las civilizaciones, siempre ha habido momentos de distensión y de aprender a convivir, en largas comidas y celebraciones y en tertulias y reuniones informales. Y en las familias, ese momento fue siempre en las comidas y cenas: mirarnos unos a los otros y alegar y comentar y reírnos. Sin teles, sin ruidos, sin móviles. Las televisiones, las músicas, los móviles son inventos estupendos pero cada cosa tiene su sitio y en estos están de más.
Yo quiero decirles a hijos, sobrinos y nietos que yo no soy una dictadora. Que solo quiero que, cuando estemos juntos, recuperemos y celebremos lo que Giner de los Ríos llamaba "el santo sacramento de la conversación". Nada más, y nada menos, que eso.
(A mi grupo "Katowice")
¡¡¡Maravilloso!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Inés. Se hace lo que se puede :-D, pero también es verdad que la vida me da muchos temas de conversación.
EliminarUn beso.
Y yo los sigo todos, gracias, me alegras el dia. �� �� �� ��
EliminarSiempre he pensado, por poner otro ejemplo, que todos los pueblecitos de nuestra geografía, por muy chicos que sean, tienen una preciosa iglesia o ermita, que además de servir para rezar, eran los casinos de la época, porque desde que el hombre es hombre, ha necesitado socializar.
ResponderEliminarTengo una amiga, Milo, que está pasando en su casa malos momentos por enfermedades y problemas con los que la vida nos sacude de vez en cuando. Cuando le dije que, por su salud mental, era importante que se cogiera un ratito al día para ella sola, aunque fuera una hora ¿sabes que me contestó' Que para eso se iba a misa todos los días. Allí veía a sus amigas, se tomaba su cafecito con ellas, alegaba un rato y volvía a su casa con nuevas fuerzas para enfrentarse a lo que sea.
EliminarY mi amiga Eli siempre llama a las reuniones como la de la foto "terapia de grupo". Estar con los demás hablando y socializando es bueno para la mente.
Un abrazo, Milo.
Pues totalmente de acuerdo contigo. Lo mas importante es conversar y los móviles, teles , música ... la mayoría de las veces impiden escuchar a los que tienes delante ��
ResponderEliminarA ver si la gente se da cuenta de eso, Esther, y aprende a desterrarlos cuando está con los demás. Ganaríamos tanto...
EliminarTotalmente de acuerdo contigo, es realmente una pena no poder disfrutar de una conversación, me ha gustado mucho y como siempre un placer leerte amiga ������
ResponderEliminarSabía que tú, que eres una amante de la buena conversación, me entenderías perfectamente. Muchas de las ideas de las que hablo en este Blog han surgido de esos coloquios en torno a una mesa mientras las horas se alargan ¿Habrá algún tema que no hayamos tocado?
EliminarMil gracias, Clarita, por estar ahí.
Tu post de hoy, muy simpático, me gustó. Y, si, en buen plan eres un poco dictadorcilla jajajaja!!!
ResponderEliminarSí, pero no se lo digas a nadie :-D
EliminarGracias. Un abrazo.
Como sé que también eres perfeccionista, te recuerdo que las pelis 3R, eran para mayores con reparos (ej. "Lo que el viento se llevó", no me puedo olvidar), y las 4 (sin R), nada menos que "gravemente peligrosas", como "Los hermanos Karamazov", recuerdo. Éstas no las deberían ver ni los mayores ��, y si las veían, a confesarse o al infierno de cabeza ��
EliminarMuchas gracias, lo corregiré enseguida, ya sabes que mi memoria ya no es la que era.
EliminarMe parece un disparate que se considerara a "Los hermanos Karamazov" como gravemente peligrosa o que hasta los 21 (nuestra mayoría de edad de entonces) no pudiéramos ver "Lo que el viento se llevó", so pena de incurrir en pecado. Por más que repaso la película (y el libro de Margaret Mitchell que también me lo leí en la adolescencia) no encuentro nada pecaminoso ni escandaloso. Tal vez el pecado estaba en la mente del censor.
¡Qué tiempos más obtusos!
Hola Jane. Lo único que te puedo decir es que te comprendo y me solidarizo. En mi casa somos 4 personas y en el almuerzo hay dos más: Los móviles. Y no entienden que pida que no estén mirándolos todo el rato, y además se enfadan. Claro: Soy el raro, el antiguo y el que "intenta tener siempre la razón".Un beso Jane. Juan.
ResponderEliminarPD. Tras la jornada de elecciones de ayer, vienen tiempos difíciles. Pensábamos que las libertades ya las habíamos conseguido para siempre, y ahora hay que volver a luchar.....
Creo, Juan, que los raros, antiguos y "dictadores" tenemos la batalla perdida. Me leí un artículo sobre el tema -"Hijos del móvil" de Guillermo Abril- y hay adolescentes que lo consideran una extensión de su cuerpo. Juan José Millás lo llama "el amuleto por excelencia de nuestra cultura", es "la zarza ardiente, es la luz que descabalgó a San Pablo, el móvil es la última frontera". Por eso no se puede uno separar de él ni para ir al water. Millás dice que lo pongan en su ataúd, por si la llamada se retrasa. ¿Cómo puede uno luchar frente a eso?
EliminarTiempos difíciles, sí. Siempre nos quedará una paellita y un vaso de vino y una buena conversación entre raros.
Un beso, Juan.
Holaaa!! Esa imagen que viviste ayer no me gusta nada. Es maravilloso apartar el movil y disfrutar de lo que tenemos delante.. Hace tiempo escuché una frase que describe muy bien el uso de los móviles, y es que estos te acercan a las personas que tienes lejos, pero te alejan de los que tienes cerca. Besitos!! (estoy contigo en hacer esto en las reuniones familiares :) )
ResponderEliminar¡Qué bien, Elenita, ya somos dos! Esa frase tiene más razón que un santo. Gracias al móvil y al wasapeo he podido volver a hablar con amigas que creía perdidas en el tunel del tiempo. Amigas de Estados Unidos, de Venezuela, de Francia, incluso de la isla, gente cuya pista se había desdibujado y gracias a las redes aparecieron milagrosamente... Yo lo considero un gran invento.
EliminarPero también es mejor invento la conversación cara a cara, el encontrarse "aquí" sin interferencias.
Besitos.
Difícil lucha la del buen uso del móvil, que más que relacionar, hace que la gente se aisle y se olvide de hablar con el prójimo y además, de escribir bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa es otra, Floren, la escritura casi jeroglífica de los móviles, el q, el xq, la k... Al corregir los exámenes los considerábamos faltas de ortografía.
EliminarLa comunicación es ahora de más baja calidad, porque aunque no saquen el móvil por educación, muchas personas están ausentes (le diríamos lo contrario que dice Neruda: NO me gusta cuando callas porque estás como ausente), pendientes de una llamada, de una noticia, de qué sé yo. Y que conste que estoy contigo: no estoy contra el móvil sino contra el mal uso del móvil. Pero los que pensamos así lo tenemos crudo.
Un abrazo, Floren.
Si no recuerdo mal Aristoteles ya mencionaba el habla, si no recuerdo mal
ResponderEliminarNo recuerdas mal, Mirandísimo. Y creo que yo, aunque ya llevo 11 años en que Aristóteles y yo no nos encontramos en un aula, también recuerdo que fue el primero que dijo que el hombre es social porque tiene habla."La naturaleza no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje" para indicar "lo provechoso y lo nocivo, lo justo y lo injusto" (...) " y es la comunidad y participación de estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado".
Eliminar¿Nos habremos alejado mucho de esta idea aristotélica? ¿Los móviles contribuyen también a la comunidad y participación de las ideas sobre lo bueno y lo malo, lo justo o lo injusto, o no? ¿Hasta qué punto son buenos para la sociabilidad? Me encantaría discutirlo con nuestro Aristóteles.
Querida amiga totalmente de acuerdo, en reuniones, FUERA MÓVILES. No hay nada como "alegar un buen rato" ...de lo divino, de lo humano...de lo humano, de lo divino...
ResponderEliminarTengo un quinteto de amigas con las que me reúno varias veces a la semana, con el pretexto de darle un poco de caña al cuerpo, perder así las calorías que tan felizmente nos proporcionan el par de vasos de vino del fin de semana y, que sin cargos de conciencias - je je je, a estas alturas!!!- - repetimos religiosamente siempre que podemos. Pues bien, los mencionados días en que queremos "modelarnos", comenzamos con una sesión en la que ejercitamos un músculo importantísimo: la lengua; media hora de nuestra particular "RISOTERAPIA" ....ya se sabe, cinco mujeres juntas y sin tecnología en la mano..antes de entrar en el gimnasio.Lo cierto es que es la mejor manera que tenemos para empezar el día, COMUNICACIÓN, COMUNICACIÓN, COMUNICACIÓN y.por ahora no nos va mal!!!
Gracias por tus magnificos relatos.
¡Qué buena terapia, Lali! Hablar, reírse y gimnasia, ejercicios para la mente y el cuerpo. Y qué bueno es contar con un grupo de amigas en sintonía. Yo también las tengo y, aunque nos vemos más o menos cada mes, salimos como nuevas después de cada reunión. Y lo mismo pasa con mi grupo de los viernes, que desde hace cerca de 30 años todos los viernes que podamos salimos a cenar, a alegar y a reírnos. Los viernes son sagrados, decimos.
EliminarA seguir pasándolo bien. Un abrazo y gracias, Lali.
Me gusta como lo que dices....Muy claro. Dejamos pasar ratos de conversacion agradables, que no volverán, por un móvil. No dejemos que este aparato nos aparte de nuestros seres queridos.
ResponderEliminarEn 1588 ya un maestro japonés, Yamanoue Soji, hablaba de la idea que tú apuntas, no hay que perder ratos de conversación agradable que ya no volverán. Hablando de la Ceremonia del Té decía: "Trata a tu invitado como si este encuentro fuera a ocurrir una vez en la vida": lo que vamos a vivir no se repetirá nunca más. Hay que tomar conciencia del carácter único de cada encuentro.
EliminarMe encanta Isabel! Que inspirador ❤️
ResponderEliminarGracias, Estefanía. Me encanta verte por aquí. Muchas charlas interesantes tuvimos tú y yo ¿verdad?
EliminarUn abrazo grande.
Muchas, aquellos trayectos hacia el instituto en el escarabajo escuchando RNE. Un besito inmenso
EliminarAy, sí, y hablando de lo divino y lo humano, alega que te alega. Recuerdos bonitos.
EliminarOtro beso inmenso para ti.
Estoy de acuerdo con tus ideas para hacer que todos intervengan en la conversa. Voy a imitarte a ver si también me ponen el san Benito de dictadora.
ResponderEliminarLo importante para que haya una buena conversación es que todos los presentes "estén" de verdad en ella, no con la mente en los avisos de sus móviles o en qué será lo último que Fulanito ha puesto en Instagram. Difícil nos lo ponen, Vicky. Lo mejor será reunirnos de vez en cuando los "dictadores" que pensamos así.
EliminarPues ya toda dictadora imponga ese mandato.
ResponderEliminarUna iniciativa muy acertada la de Eli, que debe crear tendencia en nuestras mesas.
En relación a la TV en Navidad, es otra interrupción a la conversación. Ni Manolo Vieira ni nada.
Hay que mirarse a los ojos y conversar y sentir cerca a los demás, sobretodo en momentos de unión tan especiales y si hay que imponerse, pues se planta una y crea la norma pese a la oposición que surja.
En Nochebuena la verdad es que yo la apagaba cuando empezábamos con el aperitivo, a punto de sentarnos a la mesa, para que no se enfadaran mucho. Así vimos lo de las empanadillas de Martes y Trece. Pero luego todos tenían ya asumido que la cena era sin tele. Y creo que al final se daban cuenta de que era mucho mejor así. Recuerdo esas cenas muy divertidas y hablando sin parar.
EliminarCuánta razón tienes, Jane, y cuánto daño causa a la conversación, toda esa serie de ruidos e inventos. Nunca he soportado llegar a un restaurante, por ejemplo, y encontrarme con música a todo volumen. Y si encima es poco apropiada para esos lugares, aún peor. Si a eso añadimos la "moderna" costumbre de sentarnos a la mesa, con el móvil como nuestro más preciado acompañante, peor que peor. A veces hay que aceptar que se esté esperando una llamada o un mensaje importante y que esté justificado el estar pendiente de ese dispositivo, pero cuando esa circunstancia no se dé, habría que rogar a los que estén con nosotros que lo guarden y lo ignoren, por el bien de la comunicación y convivencia entre todos.
ResponderEliminarPero me temo, querida amiga, que tanto tú, como yo o como todos los que no están de acuerdo con estos usos, nos hemos convertido en "rara avis" que claman en el desierto y que seguirán siéndolo, cada vez, más...
Ojalá me equivoque y llegue el día en que no haya que hacer este ruego y que la conversación sea el ruido que mejor nos suene y acompañe.
Lo de la música a mí también me tiene a mal traer, la verdad. Me gusta la música pero a un volumen medio, que ni perfore oídos ni sea un susurro. Y en restaurantes o bares en que vayas a tomar una copa el que esté a todo volumen para mí es un punto en contra. Hay incluso tiendas en que la ponen tan alta que me resulta tan desagradable que ya he dejado de ir a ellas. Incluso lo puse una vez en una hoja de reclamación ¡Pobres dependientes, oyendo todo el día el chundachunda! A lo mejor es porque vivo en un sitio sin ruidos y el silencio se ha convertido en un agradable compañero. Por eso pienso que muchos deben tener los oídos un poco atrofiados de tanto ruido y no se dan cuenta. ¿Me estaré volviendo una vieja gruñona?
EliminarMira Isa...después de leerte he llegado a la conclusión de que nuestros políticos también están enganchados al móvil en vez de hablar.
ResponderEliminarJajajajaja, pues a lo mejor es verdad, Mandi. Con lo que yo defendí en mis clases el diálogo y el debate bien argumentado me resultaba inconcebible que gente cercana en ideas no se pusiese de acuerdo. Por lo que se ve, hoy han guardado el móvil.
EliminarIsa estoy completamente de acuerdo contigo y me viene estupendo ya que en el Ayuntamiento de La Laguna, dentro del Consejo de Mayores, estamos metidos de lleno en un proyecto, que precisamente habla de hablar, algo que últimamente se hace bien poco. Este proyecto se llama "Déjame que te cuente sobre mi barrio" y consiste principalmente que haya una relación oral entre los diferentes barrios de nuestro municipio, intentamos que hablemos que nos comuniquemos, que conozcamos en profundidad las excelencias de cada uno, en síntesis que HABLEMOS. Gracias por tú bello comentario.
ResponderEliminar¡Qué buen proyecto! Deseo que sea un éxito de los contagiosos y que no paren de alegar. Si yo hablara de mi barrio, me explayaría sobre los problemas que tiene pero también sobre lo poco que hablamos. Menos mal que hay centros de reunión: El Centro Cultural, la peluquería, las tasquitas, el taller de coches, la Iglesia y su placita...
EliminarGracias y buena suerte.
Genial Isabel. Siempre tan acertada.
ResponderEliminarMuy acertada en todo.
EliminarGracias, Elvira y Pilar. Más que acertar, me encantaría coincidir con gente que piense igual en todas las reuniones a las que vaya ¿Será muy difícil?
EliminarMe parece muy bien, en mi casa se como sin móvil, y la tele esta donde tiene que estar, en la cocina por supuesto no, es uno de los pocos ratos que a la familia le quedan ya para hablar y no los va a estropear los aparatos. Siga siendo usted DICTADORA.
ResponderEliminarGracias, Conchy, en mi casa pasa igual. Y tienes razón, con la vida que llevamos ahora, con trabajos estresantes y horarios solapados, muchas familias apenas se ven. Tener un ratito para hablar y compartir es lo mejor que les puede pasar.
EliminarSeguiremos con las dictaduras :-D
Gracias.
Antigua, eres una antigua. Dictadora no. Porque los dictadores, como recordamos mucho más algunos que otros, eran mucho más efectivos obedecidos. A ti menos caso que al pito del sereno!
ResponderEliminarbesos
Ana
Es que yo ejerzo una dictadura buena, Ana, no de las que tú y yo conocimos. Por eso no me hacen mucho caso, pero igual que la gota que horada la piedra, yo sigo. Y poquito a poco, igual los convenzo. Que por optimismo no quede.
EliminarBesos.
¡Yo te apoyo, Isabel! Nada de dictadora: clarividente y asertiva. Verás que con el tiempo te darán la razón.
ResponderEliminarAsí sí merece la pena, Alicia, con apoyos como el tuyo que valen por diez. A ver si convenzo al resto de la familia...
EliminarTotalmente de acuerdo contigo, odio los movil ,yo no tengo.
ResponderEliminarEres una rara avis, Loly, conozco a poquísima gente sin móvil. Y yo misma a veces me pongo a pensar en cómo era la vida sin móviles y en las complicaciones que nos hubiéramos ahorrado si lo hubiéramos tenido. Romeo y Julieta, por ejemplo, no hubieran muerto si hubieran tenido móvil. "Oye, Romeo, que me voy a hacer la muerta pero de mentirijillas, tú ni caso". O Ulises no hubiera tardado tanto en llegar a casa.
EliminarVete cogiéndoles cariño, te pueden salvar la vida. Pero eso sí, no demasiado cariño sino lo justo.
Mira, para haberos ido los otros cuatro y haberlos dejado con la cuenta. :D Por suerte, en mis grupos de amigos más íntimos y cercanos no sucede... demasiado, pero no me extraña que tu amiga Eli ponga la bolsa para hacer coleta. No tiene sentido reunirse si vas estar atendiendo a una pantalla. Pasa la bolsa, Jane, y si no te los dan, entonces sí, conviértete en dictadora y cógelos tú. :D
ResponderEliminarUn beso enorme.
DH, la radical. :D
No se me ocurrió lo de la cuenta, Dorotea. Oye, eres más dictadora que yo, jajajajaja.
EliminarAyer tuve una comida con mis amigos, éramos 20 y en ningún momento vi a nadie con el móvil excepto para sacar fotos. Comimos, cantamos boleros y disfrutamos. Cada cosa tiene su momento.
Un besote grande.
Isa, FELICIDADES por haberte rodeado de gente que han logrado vuestros sueños.
ResponderEliminarNo eres dictadora en ese caso también lo sería mí hija Gema que no permite cuando estamos reunidos ni móvil ni televisión solo diálogos, brindis y mucho amor.
Tienes un carácter envidiable y eres un ejemplo para todos.
Muchas gracias, Mari Carmen, tu hija Gema es de las mías. No sé si copiar el lema y diga lo de "Dictadoras del mundo, uníos". Estoy segura que el mundo sería un lugar mejor con todas nosotras mandando en él. :-D
EliminarUn abrazo.
Discrepo de que seas dictadora. Yo te llamaría "Planificadora",creo que sabes como quieres las cosas con antelación. Eso hace que quieras llevarlas a cabo. Una virtud aplicada, consecuencia de ser y haber sido tan buena profesional.
ResponderEliminarSobre el uso de móviles en las reuniones, en los que todos estamos cayendo, perdiendo la conversación directa, hay que poner alguna regla, consenso se necesita. Nosotras que practicamos esa conversación sin fin, sabemos lo gratificante que es.
Lo tendré en cuenta, Carmen. Ahora cada vez que me acusen de dictadora, traeré a la palestra tu certera visión y les diré: "¡¡¡No, señor!!! ¡Pla-ni-fi-ca-do-ra!". Se van a quedar patidifusos.
EliminarSí, hoy mismo, en nuestra reunión hubo un momento en que las 14 que éramos estábamos hablando, comentando y riendo. No había ni un solo móvil a la vista. Y pensé: "¡Qué bien me lo paso con mis amigas!". El santo sacramento de la conversación.