lunes, 4 de mayo de 2020

Niños del coronavirus




Así más o menos los llamarán, igual que nombraban antes a "los niños de la guerra". Niños del coronavirus o de la pandemia, niños que nacieron mientras sus padres estaban encerrados y el mundo se desmoronaba casi sin entender del todo qué pasaba. Pero ellos trajeron luz y esperanza y todos los que los miramos no podemos por menos que sonreír al verlos. Cuando no puedo dormir alguna noche, me basta evocar la placidez con que duermen para relajarme enseguida. Ellos son la sonrisa y el sosiego necesarios en estos días del nuevo diluvio.

En mi círculo familiar y de amigos han nacido dos niños, Antonio y Miguel. Antonio nació el mismo día en que empezó la primavera, el 20 de marzo; Miguel, terminando el mes de abril, el 28. Los dos, hijos únicos por ahora, han llenado de alegría a sus padres Leti y Raúl, y Carmen y Alberto, y a todos los que los queremos. Mirando las fotos (en la imagen inicial, Antonio en uno de sus sueños más beatíficos), que es lo único que podemos hacer por ahora, muchos nos preguntamos qué les contarán dentro de 15 o 20 años sobre la época negra en que nacieron ¿Cómo será ese mundo después de todo esto? Todos dicen ahora que nada volverá a ser igual que antes, que todos cambiaremos ¿Seguiremos el mismo camino de estos días de encierro, seguirán el miedo y la incertidumbre gobernando nuestras vidas? ¿En los años venideros se hablará de una nueva época A.C. (antes del coronavirus) y de otra época D.C. (después del coronavirus)?

Por si acaso la cosa cambia demasiado, yo quiero contarles a mis niños historias de cómo fuimos y que ellos comparen y elijan. Les diría, por ejemplo, que, aunque vean que en ese futuro todo el mundo va con mascarillas y guantes, hubo un tiempo en que nadie los llevaba y en que, cuando conocías a alguien, le podías ver la sonrisa y hasta tocarles las manos de verdad (lo cual a la hora de ligar tenía sus ventajas). Que, aunque lo normal será que todos se saluden de lejos con un gesto de la mano, en los tiempos anteriores ¡lo juro! todo el mundo le plantaba dos besos al otro sin conocerlo de nada. Que, aunque en las casas del futuro va a haber una habitación destinada exclusivamente a hacer acopio y guardar miles de alimentos y, por supuesto, infinitas tongas de rollos de papel higiénico, en las casas del pasado las despensas eran generalmente un mueble en la cocina, y la gente iba al supermercado cuando les faltaba algo y, a veces, hasta por gusto. Que en la época A.C., en lugar de tener como ellos una enseñanza online totalmente filtrada por Internet, los niños iban a la guardería y después al Colegio, al Instituto, a la Universidad... y allí hacían amigos (algunos para toda la vida) y aprendían de todo, pero también a jugar, a gritar, a correr, a hacer el tonto... y se lo pasaban pipa. Que antes había viajes en los que los viajeros conocían el mundo con los cinco sentidos y no como ellos, viajes virtuales a vista de dron, muy espectaculares, sí, pero sin compartir maneras de vivir. Que en la época A.C. las personas hacían fiestas, no de 10 personas como en la era D.C., sino de muchas más, que hablaban, comían y bailaban sin guardar distancias de seguridad. Y que hubo un tiempo en que miles de personas gritaban juntas ¡goooool! en un estadio de fútbol, un tiempo en el que nos lavábamos las manos solo cuando estaba sucias, en el que asomarse a los balcones era solo para ver pasar el mundo y en el que, si veías a unos vestidos de extraterrestres con monos y escafandras, era porque estabas en carnavales.

El periodista Enric González hace unos días habló de estos niños del coronavirus, que van a conocer quizás este mundo como un lugar incómodo y hostil,  y augura que "van a tener que convertirse en gente mucho más dura, lúcida y coherente que nosotros". Antes contábamos a los niños cuentos de hadas para que conocieran lo que pueden esperar del mundo. Ahora yo solo espero que, contándoles también cuentos de un antes ya vivido y de un después posible, sepan elegir con tino, pierdan el miedo al miedo y sean felices. ¡Bienvenidos a este mundo, Antonio y Miguel!

22 comentarios:

  1. Conchi Fiestas Caro4 de mayo de 2020, 15:34

    Esperemos que esto pase y que nos olvidemos un poco, lo mismo que yya ni hablamos del sida o de la gripe aviar y de tantos otros desastres que ha habido en nuestra vida y mucho antes. Yo le tengo más miedo a las manipulaciones y a la miles teorías surgidas con este tema. Quiero vivir sin toda esta presión, aunque soy consciente de que de momento no va a poder ser.

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    1. Acuérdate del cuento del anillo del Rey, en el que había un mensaje oculto que lo ayudaría en momentos de gran desesperación. Cuando ese momento llegó, el mensaje era corto y claro. "También esto pasará". Me anima pensar en ello, igual que en una frase que vi escrita en una pared: "El mundo no se acaba". Podremos con ello, ya verás.
      Pero es una situación tan extraordinaria que no es de extrañar lo sensibles que estamos todos ante cualquier noticia y la sabiduría que, como si fuera inspirada por el Espíritu Santo, ha surgido en todas las personas. Todo el mundo sabe de todo. Eso también me da miedo a mí. Me recuerda a un alumno que decía que no le gustaba Platón porque pensaba que estaba en posesión de la Verdad. Intentemos, Conchi, como dices, vivir sin presión y libres de tanto sabio.

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  2. Necesitábamos un escarmiento para poner los pies en el suelo, sobre todo para aquellos que levitaban más de la cuenta .No pensábamos que fuera tan duro, con los inocentes y desprotegidos. Felicidad de ver esa carita! Gracias por tus enseñanzas.

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    1. Solo de ver algo tan inocente y puro piensas bien de los seres humanos.
      La filósofa Amelia Valcárcel dijo hace poco algo parecido a lo que dices sobre esa levitación más de la cuenta. Dijo: "De repente estamos en una irrealidad, como si el mundo se hubiera detenido. Y quiero creer que nos va a venir bien. Estábamos corriendo mucho y probablemente volveremos a correr, pero esta experiencia quedará encapsulada y nos servirá para tomar la medida mejor a lo que es importante.". Yo también quiero creerlo.
      Un beso, Monaco, y gracias a ti.

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  3. Misma reflexión me he planteado relacionada con mis nietos pequeños. Me da el pálpito de que tienes razón en tu relato, Isabel. Este planeta no pinta bien para esas futuras generaciones y tendrán vidas diferentes a la nuestra. Yo lo percibo así.

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    1. A mí también me preocupa, Carlos ¿Te imaginas un verano sin verbenas ni fiestas, como los que vivimos en nuestros años mozos? Pero después pienso en todo lo que pasaron otros niños en un siglo atrás, bombardeos, hambre, campos de concentración, regímenes políticos asesinos... y todo esto parece poca cosa comparado con aquello. Tal vez la vida cambie pero espero que no tanto como exagero aquí. El hombre se reinventa continuamente.

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  4. La vida es un continuo adaptarse a los cambios así seguira si estos bichitos nos dejan sobrevivir. Lo que no puedo imaginar como será la Escuela Infantil. con mascarillas,guantes y sin tocarse unos a otros...������

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    1. Espero, Esther, que por lo menos siga existiendo una escuela infantil. Chapó por los maestros que desde las casas están enviando material a sus niños, corrigiendo y explicando. Pero dicen, y es verdad, que nada reemplaza al contacto físico. Volveremos a eso, seguro.

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    2. Ana Darias de Lorenzo-Cáceres4 de mayo de 2020, 22:25

      Hombre, a partir del 25 pueden volver si ambos padres no tienen posibilidad de teletrabajar. Pero ¿en qué condiciones?. Esto es un auténtico caos.

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    3. Sí, habrá que concretar mucho las condiciones para que el 25 se estén dando clases de Infantil. Espero que la sensatez y la prudencia se impongan, ya sabes que soy optimista.

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  5. Una tremenda reflexión, Isabel. Difícil saber cómo acabará esto. O no lo veré. ¡Esperemos que sólo cambie lo malo! Que no desaparezca nuestra alegría innata y nuestra forma de vida tan abierta y cariñosa ( con excepciones, jeje).

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    1. Nunca nos libraremos del caos, que está ahí mismo. Vendrán otros desastres y otras pandemias, pero ¿quién dijo miedo? Que por lo menos en esta la vacuna salga más pronto que tarde y que tus deseos se cumplan para el futuro.
      Un abrazo.

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  6. Menchu Garde Martín4 de mayo de 2020, 22:31

    Pienso lo tendrán muy malo,como lo están los padres jóvenes con solo un niño y hay que ayudarles,no todos pero la mayoría.

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    1. Para eso siempre hemos estado los abuelos. A ver si esto pasa y podremos seguir haciendo nuestro papel. Ojalá.

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  7. Qué bonito y tierno post te has marcado esta semana, Jane. A pesar del peliagudo tema que has tratado y del que son protagonistas los niños nacidos en medio de esta terrible pesadilla, me gusta el tono esperanzado en que hablas de ellos y de su futuro. Pero a mí también me inquieta el que van a vivir los mayorcitos que también están soportando esta tremenda experiencia y no son conscientes de ella, porque sólo tienen 5, 4 o 3 años y hasta meses, como es el caso de tus nietos más pequeños y mis sobrinos nietos.
    Nosotras no lo vamos a ver, pero mi deseo es que cuando les toque ser adultos y conozcan las historias del antes y el después del coronavirus, sepan que han de luchar por mejorar sus hábitos y costumbres personales y cultivar unos valores humanos y sociales que les ayuden a afrontar cualquier otra situación, como la que vivieron sus mayores en los tiempos de la Covid-19.
    Ojalá que nunca tengan que pasar por otra como esta, pero que siempre estén preparados, dispuestos y convencidos de que sólo una unión, fuerte y colectiva, les permitirá salir adelante airosos y sin secuelas irremediables.

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    1. Sí que pasarán por más pandemias, eso seguro, pero espero que estén mucho más preparados de lo que estábamos nosotros. Y también espero que también estén más preparados moralmente, como dices. Tal vez este confinamiento nos ha enseñado cómo actuar, cómo reaccionar, lo importante que es la unión de todos contra el virus, la solidaridad, la empatía... También el saber reconocer un bulo, una desinformación, de los que hemos estado sobrados estos días. ¿Una sociedad mejor que esta? ¡Ojalá!

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  8. Jane, viendo esas caritas apacibles llegando al mundo con confianza de una vida plena, yo me inclino por contarles la preocupación con la que vivíamos cuando nacieron. Que no podiamos abrazarnos, las mascarillas, los geles, quedar con los amigos, y sobre todo que los niños y jóvenes estaban aislados en casa, sin relacionarse, jugar a través de internet, aprender lo mismo, hacer deporte individual y ese largo etcétera de actividades que ellos afortunadamente hacen. Tengo esa esperanza, pero a la vez creo que seguro, vamos a tener que contarle alguna de las propuestas de relatos que haces, porque el haber pasado por esto va a determinar mucho el futuro de todos.

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    1. Vamos a estar, Carmen Delia, como el abuelo Cebolleta contando batallitas de aquella vez que fuimos a comprar y no había papel higiénico o como nos hablábamos de balcón a balcón o como celebramos cumpleaños y día de la madre por wasap. Estoy segura de que nada volverá a ser exactamente igual. Lo cual no quiere decir que sea peor (espero).

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  9. Hola, Jane:

    No sé si de verdad vamos a dejar de dar besos a los desconocidos, pero para mí el virus va a ser la excusa perfecta para hacer algo que siempre he detestado, sobre todo en el trabajo. Y de verdad no creo que estos niños vayan a ser más duros si en su casa les siguen dando amor. Ahora, tampoco creo que vayan a ser más lúcidos ni coherentes, siento no tener tanta esperanza en el ser humano. :(

    Pero estos bebés, y los que vendrán en los próximos meses, sí son una alegría, aunque vayan a crecer en tiempos difíciles. Espero de verdad que les vaya bien.

    Un abrazo enorme.

    PD Tu cancha, lo más. :)

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    1. Cuando yo iba al Instituto, por las mañanas aquellos era una fiesta y un relajo, besos van, besos vienen. Y mira que aquí antes solo se daba un beso (casto y puro) a aquellos que conocías bien, no a los desconocidos. Pero de repente empezó el besuqueo y si no es por la pandemia, ya estaríamos como los rusos, dándose 3 o 4. Tal vez todo esto traiga un retraimiento que creo que nos vendría bien. Y también estoy contigo en que el ser humano es el que tropieza tanto con la misma piedra que hasta le coge cariño. Así que lo de la lucidez, no sé yo tampoco.
      Otro abrazo enorme para ti.
      PD: ¿Verdad que está estupenda mi cancha? Viejita, desfondada por un lado, cochambrosa... pero hace su papel con dignidad. Todas las mañanas, cuando doy vueltas a ella como una noria, me congratulo de tenerla.

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  10. Candelaria Rojas7 de mayo de 2020, 16:16

    Qué bonita y emocionante tu lectura, Jane.
    Ésta sí que tiene "juicio y sentimiento "en cantidades industriales.
    La llegada de estos niños nacidos D.C. nos han traído una verdad como un templo.
    Aunque el mundo pueda cambiar de un día para otro, y las cosas se muestren diferentes a lo que habíamos conocido, siempre habrá VIDA y esperanza por las que merecerá la pena seguir estando y cada uno que elija libremente la época donde haya sido más feliz.

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    1. Es verdad, Cande, estos niños nos transmiten esperanza y fe en el futuro, ese tiempo que ya no nos pertenece a nosotros sino a ellos. Yo espero que, como todos, sabrán enfrentarse a los retos y a los problemas que les surjan. En eso consiste la vida. El papel nuestro, o mejor el papel de sus padres, es educarlos para que estén preparados ante lo que venga.

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