lunes, 18 de mayo de 2020

Ríos de miel




Charles Dickens empieza su "Historia de dos ciudades" con uno de los principios que más me gustan de la literatura: Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también la edad de la locura, la época de las creencias y de la incredulidad, la era de la luz y de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Lo mejor que tiene, además de ese dominio maravilloso del lenguaje, es que es una descripción que se puede ajustar a cualquier tiempo y, más que a ninguno, a este que estamos viviendo. Son buenos tiempos para seguir luchando y viviendo, pero son malos para enfermarse, aunque sea de un miserable catarro, o para emprender algo nuevo ¡Y no les digo para meterse en obras!

Algo así debió pensar mi amiga Clari. Ella heredó una casa antigua, de esas terreras y pequeñas del Barrio del Toscal, y la alquiló a una profesora. Hace un tiempo esta, que es alérgica a las abejas, la llamó para decirle que había visto a algunas merodeando por allí. Clari mandó a fumigar y la cosa pareció calmarse. Pero ahora volvió a llamarla por una humedad un poco oscura en el techo del dormitorio ¿Humedad? ¡Pero si no ha caído ni una gota, ni siquiera en carnavales que es cuando lo hace para fastidiar! Por esto de estar en pandemia y en semiparada social, hasta esta semana Clari no ha conseguido albañil y, cuando este pudo al fin desplazarse a la casa y le pegó un mandarriazo al techo, del boquete empezó a fluir, como si fuera un anuncio bíblico, ríos de miel. Las abejas se habían metido por un nudo abierto de una viga de madera del techo y allí dentro hicieron un panal, que dejaron atrás cuando se fueron y que ahora, con el calor, se ha licuado derramando un dulce reguero inesperado y pegajoso.

Yo no había oído una cosa así en la vida. Que caigan arañas del techo, sí; ver después de un chaparrón un chorro de agua, también; pero ¿un panal de rica miel como el de Samaniego? Jamás en la vida. Lo más que recuerdo fue, el verano en que nos vinimos a vivir aquí, yo urbanita de toda la vida, un zumbido muy fuerte en la bodega que, por estar bajo tierra, es el cuarto más fresco de la casa. Allí descubrimos miles de abejas que se habían metido por el ventanuco dejando el panal por fuera. Se lo llevó un apicultor y ese fue mi primer encontronazo con la vida en el campo.

Ahora le cuento todo esto a Clari para animarla y para que no le coja manía a las pobres. Le digo que sin las laboriosas y polinizadoras abejas no habría flores, ni frutos ni semillas ni se producirían alimentos ni habría biodiversidad. Desaparecería el mundo tal como lo conocemos y habría otro sin café, ni manzanas, ni almendras, ni cacao (¡Adiós al chocolate, horror!). Le insisto en que una casa con ríos de miel es una casa bendecida. Que ya Jehová habló en la Biblia de esos ríos cuando describió a los israelitas la Tierra Prometida, un lugar que manaba leche y miel, casi, casi (sin la leche) como los ríos que van paredes abajo en su casa.

Pero me da que Clari, después de soportar la maldición del gomero -"En obras te veas"-, después del tiempo y del dinero que ha gastado en la reparación, después de que tuvo que invitar a la inquilina a dormir en su casa mientras se arreglaba el desaguisado, después de hasta soñar con abejas por la noche..., no va a sentir por ellas un cariño fraternal precisamente. Yo ya no sé qué hacer ¿Y si le hablo de la abeja Maya?



22 comentarios:

  1. ¡Qué bueno, Isabel!
    Peor lo tiene mi hermana que tiene nidos de murciélagos y les tiene un miedo tan exagerado que tiene un paraguas en el zaguán, y cuando entra en la casa lo abre para protegerse...( y yo me parto imaginándomela por la casa "padentro", con su paraguas abierto).

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    1. ¡Nidos de murciélagos, qué horror! Y más en estos tiempos en los que se les echa la culpa de todos los males. La comprendo, yo más que con un paraguas entraría con una ametralladora.
      A nosotros nos pasó una aventura con un murciélago una vez que nos quedamos en una granja francesa en el Perigord durante 15 días. Tenía una buhardilla donde dormían todos los niños (eran 6) y estos nos vinieron a decir que en su habitación había un pajarito que no les dejaba dormir revoloteando, pero que "tenía cara de ratón". Casi nos da algo. La caza y captura duró parte de la noche, fue algo épico.

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  2. Charo Borges Velázquez18 de mayo de 2020, 12:24

    Me declaro adicta a la miel de abejas, pero no sé si hubiera seguido con esta dulce adicción, después de haber vivido una experiencia tan pegajosa, como la que ha vivido la amiga de Jane...
    Que la profecía bíblica se cumpla en tu casa, Clari. Ánimo, que pronto desaparecerá ese rastro.

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    1. A mí también me gusta la miel de abeja, incluso le atribuyo efectos beneficiosos sobre catarros y gripes. Pero su obtención es de lo más engorroso que hay. Releí hace poco "Dinero molesto" de P.G. Wodehouse en el que la protagonista es apicultora y lo de abrir el panal y sacudir la tapa para que se desprendan las abejas es una tarea tan espeluznante como caminar por un alambre sobre un precipicio.
      Aplaudo y me sumo a tu deseo. Que lo de los ríos de miel sea una señal de que la casa será una casa feliz y que le deparará a nuestra Clari motivos para sonreír.

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  3. A mi me ha hecho reír, será porque tú lo cuentas con sentido del humor, aunque maldita la gracia que le ha debido hacer a Clary. Además del pastón que detuvo que gastar, tener una inquilina en casa gratis. Y digo yo, ¿Por qué no aprovechó y puso unas cacharritos para recoger la miel?.

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    1. Al principio no le hizo ninguna gracia pero con sentido del humor siempre se salvan escollos. Y ahora con tu idea igual hasta hace negocio: un cacharrito al final de cada reguero y a venderlos en el mercadillo. :-D

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  4. Clari Delgado Martín18 de mayo de 2020, 15:11

    Gracias amiga por dedicar tu post de esta semana a mi “incidente casero”, que de verdad al principio me agobio bastante pero después de aceptarlo y asumirlo, contándolo a las amigas que nos reímos y bromeamos fue pasando el trago y una vez resuelto favorablemente, animada por todas, incluso por la pobre inquilina que es un encanto, espero que todo quede, con el tiempo, en una anécdota curiosa y hasta graciosa... y como siempre Isa un placer leerte y contar con tu impagable amistad.

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    1. Jajaja, ya sabes que la vida es un tango y el que no lo baila es un machango. Bien nos hemos reído con tu tête a tête con las abejas. Tomar las cosas con humor y compartirlas con las amigas previene hasta de la abejofobia. Gracias, Clari, por hacer que la vida nunca sea aburrida.
      Un besote.

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  5. Qué cosas! ��

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    1. Cosas veredes, amiga Monaco, que farán fablar las piedras... No es una frase del Quijote pero como si lo fuera. El mundo no deja de asombrarnos :-D

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  6. Mari Carmen González Zamorano18 de mayo de 2020, 15:13

    La verdad es que yo tampoco había oído nada semejante. Lo siento por Clari pero es una buena anécdota.
    A mi lo que me pasó una vez es que debajo de un mueble que tenía en el porche me veo como un cepillo de ésos de cerda, movi el mueble y era un erizo enorme, te puedes imaginar el pánico que me sentí.
    Lo normal de vivir en el campo. Un beso.

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    1. Aquí no he visto erizos, pero sí los he visto cruzar por la carretera cuando vas en coche por esos campos. Como diría un amigo mío, no hay erizos porque se los han comido las serpientes. Yo mientras no haya tigres de Bengala...
      Un beso, Mari Carmen, y a cuidarse.

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  7. buen síntoma al que estamos asistiendo con la vuelta de la abeja negra canaria que estaba en peligro de extinción. Recuerda que vivo en las Castras El Tanque, junto a un bosque encantado que tu conoces.El nombre de las Castras es un topónimo relacionado con una labor que se hace con las colmenas, esto es Castrarlas para sacar la miel con un artilugio de hierro llamado castrador,Era frecuente hacer corchos para colmenas de palma ,Tabaiba, pino y drago estos últimos muy apreciados en La Palma. hace unos años en un recipiente de ikea para contener bolsas plásticas hicieron un panal que se pudo aprovechar porque un especialista apicultor lo saco sin matar a la Reyna
    Mi amiga Elvira tricas actriz y vate ycodense está restaurando una casa antigua frente al sufrido y lacerado drago de San Antonio ,de donde ,seguro proceden los murciélagos que tanto asustan a su hermana y que seguro que jamás chocaran con ella, en las castras son frecuentes y son perfectos para eliminar mosquitos y otros molestos insectos que matamos con flis ,y eso si es un toxico quimico que deberíamos desterrar para siempre de nuestras casas.

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    1. Siempre me acuerdo de que tu primera idea sobre las Castras fue que eran unas señoras muy aseñoradas que vivieron por ahí. Me gustó mucho más cuando descubriste que el nombre tenía que ver con panales que abundaron en esa tierra rica y fértil. Y es verdad que es un buen síntoma ver abejas ahora. Yo hace más de tres años que no pruebo los duraznos del riquísimo duraznero que traje hace más de 20 años de La Palma, y pienso que la causa está en que cada vez hay menos abejas. A ver si la cosa se recompone...
      Ya Elvira me contó que también ella está en obras y ya quedamos en ver los resultados respectivos c.t.e.p. (cuando todo esto pase). Que podamos reunirnos en amor y compaña brindando con un buen vino por el cese de esta condenada pandemia y la vuelta a una vida normal aunque sea con murciélagos.
      Un abrazo, Alfa.

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  8. Isa, está gracioso el post de ésta semana, viéndolo ahora en la distancia, pobre Clari, fuerte susto se llevaría.

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    1. Pues sí, y más cuando tuvo que levantar todo el techo. Pero estas cosas nos curten en la vida, nos hacen madurar y filosofar... Juraría que hasta le oí una frase de Marco Aurelio que decía: "Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto, y encontrarás la fuerza." :-D

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  9. Yo no sé qué hubiera sido peor, para mí, Jane. Si ese rastro meloso, pared abajo, o lo que descubrí, hace años, en una de las ventanas de mi piso urbanita. Fue en un ventanal que apenas abría y no sabía yo, hasta entonces, que ese esa es la circunstancia ideal para que esos peligrosos y poco agraciados insectos, que son las avispas, construyan su nido. Nido que poco o nada tiene que ver con un panal de abejas, empezando por la ausencia de la rica miel.
    Te puedes imaginar el susto que me llevé, cuando abrí esa ventana y me encontré con ese horror en su esquina superior derecha. Mi reacción inmediata fue cerrarla e ir, rápidamente, a buscar un insecticida que luego vacié sobre el nido, consiguiendo que saliera de él hasta el último bicho. Luego, con una mezcla de pánico y gusto por deshacerme de ellas, destruí aquel nefasto nido, con la ayuda de un palo. Durante un tiempo anduve obsesionada con el hallazgo y nunca permití que volviera a instalarse ningún habitante indeseado en ningún otro rincón de mi casa.
    Como puedes ver, Jane, también yo supe lo mal que se pasa cuando algo tan sorprendente e inesperado aparece, en tu vida, cuando menos te lo esperas...

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    1. Nidos de avispa también hemos tenido en casa. Es lo que tiene vivir en el campo, que hay que convivir con todos los bichos que la madre naturaleza ha creado, sean buenos o malos. Y estas son de las peores picando sin ton ni son. Pero, mira tú por dónde, resulta que también son buenas para controlar plagas y para cazar insectos y parásitos que dañan cultivos y plantas. Así y todo, también hemos quitado los nidos que a veces hacían bajo el alero del tejado. Abejas, sí, pero a las primas vamos a tenerlas lejos.

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  10. Original y divertida anécdota. Muy bien narrada, como siempre, y delicioso título.
    Y por añadidura, oportuna ¿Sabes que oí esta mañana en la radio que hoy es el día mundial de la abeja?
    ¡Bravo, Jane!
    Un beso

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    1. Pues no tenía ni idea de que era el Día mundial de la abeja. Y mira que he firmado más de una vez manifiestos a favor de las abejas y de que se prohíban insecticidas peligrosos. Antes se veían muchas en primavera y los árboles estaban cargados de frutos, ahora cada vez menos. Espero que estas celebraciones sirvan para concienciar al mundo de que sin las abejas no hay agricultura que valga.
      Muchas gracias, Arista, por tu comentario.
      Un beso.

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  11. La Cándidaeréndira24 de mayo de 2020, 17:47

    Querida Jane:
    Pasado el sofocón, limpieza y restauración de los chorretes de miel en la casa de Clari, mi mente se puso a divagar, ¡cómo siempre...!
    La de cosas que le debemos a las abejas, no sólo la miel, sino también la polinización, como comentaste.
    Las abejas han acompañado a la humanidad desde que existe, e incluso antes. Lo más antiguo que se conoce de esa relación es una pintura rupestre en la Cueva de la Araña en Valencia, que representa a un hombre recolectando miel de una colmena (9.000 años).
    La miel ha estado presente en casi todas las culturas del mundo, pero sobre todo, me ha llamado la atención el culto a las abejas en las culturas Sumeria, Egipcia, Minoica y Griega.
    Se han encontrado joyas de oro representando abejas, en tumbas cretenses, como las del yacimiento de Malia, dos abejas enfrentadas simétricamente y que llevan granos de polen entre sus patas.
    En la mitología griega aparecen las abejas en el culto a Artemisa en los santuarios de Eleusis y Éfeso (a veces se asociaba al mito de Deméter)
    Sus sacerdotisas, las melissai (abejas) realizaban unas danzas que imitaban los vuelos de las abejas.
    Avancemos en el tiempo. Otro momento de abejas; en el siglo XVII se descubre por casualidad en Tournai (Bélgica), la tumba de Childerico, (rey de los Francos, de la dinastía Merovingia). Se encontraron muchos objetos valiosos, el sello del rey y unas 300 abejas de oro con incrustaciones de granates en las alas; pero el oro es muy goloso y creo que sólo quedan dos...Suficientes para convertirse en un símbolo de Francia. Más tarde, cuando Napoleón se autocoronó en Nôtre Dame (eso sí, delante del Papa como testigo), como emperador de Francia el 2 de diciembre de 1804, su manto de terciopelo rojo, llevaba bordado más de 3.000 abejas de oro, símbolo del emperador desde entonces, y que las tomó como testigo del legado Franco-Merovingio, en contra de la flor de Lys de los Capeto.

    Aparte, la casa Guerlain tb tiene como símbolo una abeja y los famosos cuchillos franceses Laguiole, tb llevan una abeja como distintivo.

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    1. Me ha encantado, Candi. Como siempre me gusta lo que rebuscas por esos caminos de la historia ilustrándonos a todos. Yo conocía por nuestras comunes clases de Arte con Don Jesús Hernández Perera a ese apicultor valenciano que trabajaba con las abejas hace 9000 años. Pero de lo demás, ni idea. Curiosísimo y muy interesante las abejas de Malia, las melissai, las abejas merovingias y esas que adornaron el manto de un emperador. Ningún insecto tan humilde como ellas han escalado tantos puestos.
      Muchísimas gracias por todo lo que aprendemos contigo. Gracias por tu curiosidad. Un abrazo muy grande.

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