lunes, 7 de diciembre de 2020

Pues ya veremos...



Me llama mi amigo Jaime esta semana todo enfadado por el rollo de la pandemia. Mi amigo tiene 4 hijos y 9 nietos y ¡a estas alturas todavía no sé ni con quién voy a pasar la nochebuena! ¡Que si allegados, que si cuatro, que si diez...! ¡Y las mascarillas! ¡Y los toques de queda! ¡Y la madre que los parió!, sigue despotricando. Él y yo coincidimos en que nunca pensamos vernos en este berenjenal y que nosotros, ¡ilusos!, hubo momentos en marzo en que imaginábamos que en junio ya estaríamos todos de parranda y libres de la pesadilla. Ja, ja.

Pero me pongo con él en plan terapeuta optimista porque lo último que necesitamos ahora son depres y melancolías por el covid. Y le empiezo a enumerar las causas por las que habría que estar hasta contentos. Que sí, le digo, que esto es uno de los 4 jinetes del Apocalipsis, pero que me tiene que reconocer que es mejor que los otros tres -el hambre, la guerra y la muerte-, dónde va a parar. No le digo lo de "más se perdió en Cuba", como afirmaba mi abuela, pero sí le leo un supuesto que vi en un artículo de Íñigo Domínguez: Imaginen una película en la que hay un virus terrible y para frenarlo hay que moverse haciendo el pino, quienes no sepan hacerlo deben asistir a clases de gimnasia y, si no, son evacuados al espacio exterior. Pues ya ves, le cuento, ahora no te exigen tanto: una mascarilla (y no sabes lo que las mujeres nos estamos ahorrando en potingues y lápiz de labios) y tener espacio libre alrededor. Una minucia, relájate.

Y también, la verdad es que nos estamos ahorrando, con eso de llevar la boca tapada y no salir tanto, los airones de otros diciembres (Airón: enfermedad que no recogen los libros de medicina pero que todos nosotros sabemos en qué consiste). A estas alturas y con este frío, el año pasado estábamos todos con el moco colgando y los estornudos estremecedores. Y míranos ahora, qué pimpantes, que no hay quien nos tosa.

Y luego le cuento otra ventaja de la pandemia: el descubrimiento de Miguel Ángel Martín, un actor malagueño que se ha dedicado a poner en las redes monólogos de humor desde la cocina de su casa, en pijama y con una taza con la bandera británica en la mano (¡yo tengo una parecida!), de la que casi nunca bebe. Son solo unos minutos, pero ¡cómo me ha alegrado la vida! No solo por lo que dice sino por cómo lo dice, con la perplejidad del que mira este mundo disparatado por primera vez y empieza a reflexionar con ese Que estoy yo pensando que.... El último que le oí, sin ir más lejos -le cuento a Jaime-, estaba él pensando que, como la gente se tome en serie, cuando todo esto pase, el retomar todo lo perdido -las copas, las fiestas, los cumpleaños, las ferias, las fallas, las procesiones de semana santa...-, no va a tener ni cuerpo, ni tiempo, ni dinero, ni salud, ni vida pa tanto plan. Que pongamos los marcadores a cero y que no hagamos planes, por favor.

Así que le digo a Jaime que le haga caso y no haga planes, que ya irán saliendo. El año pasado por estas fechas ya teníamos pensado y planificado nochebuena, navidad, fin de año, año nuevo y reyes. Sabíamos quiénes vendrían a cada fiesta, los regalitos en la mesa, la música que amenizaría el cotarro... Ahora, cuando hablamos de eso y ni siquiera sabemos dónde vamos a pasar cada festejo, terminamos todos diciendo: Pues ya veremos... El elemento sorpresa, que le dicen.

Porque otra cosa buena que ha traído la pandemia es enseñarnos a tener paciencia. Como le leí también a Clara Díez, una activista del queso artesano, la vida (como el queso) lleva sus tiempos y las respuestas llegan: antes o después pero llegan.  ¿No te parece, Jaime?

- No sé, no sé... -me contesta, seguramente asombrado con mi elocuencia y dotes oratorias.

- Ah, y otra cosa buena de la pandemia- remato- : con ella tendremos tema abundante de conversación para años.

- Pues ya veremos... -me dice al fin.




8 comentarios:

  1. Charo Borges Velázquez7 de diciembre de 2020, 15:40

    Con el desparpajo y la gracia canaria que la caracteriza, Jane nos regala hoy con un post "quitahierro", sobre la pandemia que vivimos y para animar a un amigo desesperado...
    Abran y lean, por favor. Quizá, nos convenga a todos.

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    1. Gracias por la recomendación, Chari. Esta es nuestra "guerra" particular. Igual que le oíamos a nuestros padres y abuelos hablar de la suya, esto es lo que nos ha tocado y, la verdad, es que, comparando, hay que quitarle hierro y no desesperarse. Como en el cuento del anillo del rey, también esto pasará.

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  2. Tal cual lo estamos viviendo, me encanta, gracias �� �� �� ��

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    1. Pues sí, Inés, la situación actual nos une a todos. Todos añoramos una "vuelta a la normalidad". Aunque, pensándolo bien, igual volvemos a otra normalidad distinta en la que valoremos lo que hemos aprendido: a cuidarnos y a dedicar nuestro tiempo a cosas que nos importan de verdad. Ya veremos... :-D

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  3. Tiene su cosa interesante no planificar tanto.
    Ya veremos....

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    1. Pues sí que tiene su gracia no planificar demasiado, Eva, dejar sitio al imprevisto. ir a la aventura... Pero también es un ejercicio de optimismo el hacer planes aunque sea para un mañana que no sabemos como será.
      Ya veremos, tienes razón. ;-D

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  4. Normal que tu amigo Jaime se estrese por no saber en que mesa, ni con quién celebrará las fiestas y lo que es peor, quiénes serán los que quedarán fuera de la foto, en cada ocasión. Seguro se repartirán para poder verse todos aunque sea dosificados.
    Buscar lo bueno de cada situación es lo mejor que podemos hacer en estos tiempos que corren.
    Mira tú por dónde la mascarilla además de dejar los catarros a raya ha difuminado nuestras manchas en la piel y nos ha hecho ahorrar en carmín.
    Paciencia yo tenía de sobra en la despensa, pero nunca viene mal para los que van siempre muy justitos.
    Pasar más tiempo en casa, también nos hará apreciarla y ser agradecidos por tener un refugio dónde compartir la esperanza en una época un poco turbia.

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    1. Pues vas bien encaminada porque ayer, que hablé con Jaime, ya tienen pensado comer al mediodía con unos y cenar con otros. No es lo mismo ni tiene la misma gracia pero al menos los ve a todos el mismo día. Y, como dices, hasta afortunados nos debemos de sentir: tenemos casa, familia, comida, turrones... Ah, y mascarillas ¿Qué más queremos?
      Un beso, Cande.

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