lunes, 15 de agosto de 2022

El día de San Lorenzo



Si hay un día que simboliza el verano con todas sus glorias es el día de San Lorenzo, el 10 de agosto, el día más caluroso del año, según dicen. Por algo al sol lo llaman Lorenzo. Es un día para achicharrarse, haciendo un poco de humor negro, porque San Lorenzo murió así, achicharradito el pobre, y por eso El Escorial, que lleva su nombre, tiene la forma de una inmensa parrilla.

En San Lorenzo ya el verano está en todo su esplendor, no solo por el sol radiante, el canto de los grillos, los baños de mar y el morenito que todos lucimos, sino también por la holganza ya asumida y la relajación del alma. Es un día para fiestas en los pueblos, reuniones de amigos, cohetes en el cielo y ocasiones especiales.

Recuerdo dos San Lorenzos gloriosos, uno bajando a Masca y otro subiendo al Teide (me recuerda a aquello de "yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí..."). La bajada a Masca fue un 10 de agosto hará unos 30 años, que a quién se le ocurre hacer eso en ese día con la calufa por ese barranco para abajo. Pero fue inolvidable, todos los San Lorenzos siguientes lo recordamos:  la carretera hasta llegar allí con sus curvas sobre el abismo; el precario puente de ese entonces hecho con cuerdas por el que cruzábamos el barranco a lo Indiana Jones, lo que añadía más emoción a la cosa; los charquitos que nos fuimos encontrando y en los que nos remojábamos los pies; las quejas de mi amiga Pepa todo el camino y su firme resolución de meterse en el mar como Alfonsina, si el barco contratado no nos venía a buscar a la playa; y el gran premio final a las fatigas de la bajada, la comida y el baño en la playa, larga y de arena negra, junto con el paseo por mar viendo la inmensidad de los Acantilados de los Gigantes y a los delfines saltando a nuestra vera.

El otro San Lorenzo fue igualmente memorable: subir a Las Cañadas para ver las Perseidas, las lágrimas de San Lorenzo, a pedir deseos y a noveleriar. Fue una noche sin luna, tendidos en la tierra caliente, mirando a lo alto y dejándonos embelesar por ese cielo oscuro y cuajado de estrellas en el que perdernos y del que se desprendían estrellas trazando arcos imposibles. Por el camino pasaban peregrinos caminando de madrugada a Candelaria con luces encendidas y nos saludábamos, alegres, sintiéndonos parte de una comunidad. Paz y serenidad en la noche.

¿Y este año? Este año San Lorenzo lo celebramos en casa entre amigos, con una buena comida y una buena guitarriada, que falta hacen. La noche estaba tranquila pero con nubes. Y brindamos por San Lorenzo y sus lágrimas escondidas tras ellas, por aquella subida al Teide para verlas más cercanas, por aquella bajada a Masca entre sustos y risas, por los cumpleaños de agosto que en mi casa son unos cuantos, por los veranos cálidos y perezosos y por que sigamos brindando muchos años más. ¡Salud y viva San Lorenzo!


8 comentarios:

  1. ¡Bonitas excursiones! ¡Y yo no he bajado el barranco de Masca...y ya, como imaginarás...! Eso si, a la playa, aunque sea con los "guiris" en los barcos de Puerto Santiago, me bañaré.!

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    1. Por supuesto que yo tampoco bajé nunca jamás. Pero sí he ido a Masca en barco 3 veces más. Y eso sí merece la pena, sin bajadas de barranco, sin calores, sin fatigas y sin agujetas. Es una playa estupenda y un agua transparente en el que disfrutar. No te lo pierdas.

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  2. Carmen María Duque Hernández15 de agosto de 2022, 19:12

    Muchas gracias, muchos San Lorenzos para ti y los tuyos.

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    1. Muchísimas gracias a ti, Carmelita. Sí que vendría muy bien seguir disfrutando de estos días brillantes y veraniegos durante muchos años. Son de los que nos hacen dar las gracias por estar vivos.
      Un abrazo grande.

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  3. Ay, Masca, por Dios... qué descenso más duro. De los que los montañeros avezados llaman "rompepiernas". Menos mal que al final nos esperaba un bálsamo bien fresco, para reponer nuestros músculos y reponer nuestras maltrechas fuerzas.
    Yo también lo hice por mis años no tan mozos y con un calor de justicia, que me hizo pensar que no llegaría abajo. Pero sí, llegué y lo celebré como uno de mis retos senderistas mejor superados.
    Lo mejor, Jane, es que aún pueda recordarlo y celebrarlo, después de más de 30 años de haberlo superado. Está claro que el descenso a Masca, une...

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    1. Sí, es de las excursiones que yo llamo "con premio". Un baño en una playa limpia y vacía de gente, una comidita compartida, las risas recordando los avatares del camino, el paisaje impresionante de los Acantilados de los Gigantes... Valió la pena.

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  4. Charo Borges Velázquez19 de agosto de 2022, 16:02

    Está claro, Jane, qué Masca, a pesar de su dificultad, es un reto que une a los que nos hemos atrevido a afrontarlo. Y sí, es uno de esos para hacerlo sólo una vez en la vida...

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    1. Una y no más, santo Tomás. Fue dura con 40 y pico años, imagínate con 74. Quita, quita... Pero ¡que me quiten lo bailado!

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