lunes, 8 de agosto de 2022

El silencio sagrado de la siesta



Dicen que la siesta la inventaron los españoles. Y hasta en un artículo de Ignacio Peyró que leí sobre España y las cosas buenas que nos despertaban nostalgia cuando estábamos fuera ("el olor escandaloso del jazmín, una fuente, los arcos de las plazas, el estallido de la fiesta, convertir en arte mayor un arroz, la sociabilidad..."). el autor incluía "el silencio sagrado de la siesta".

Confieso que durante mucho tiempo no fui de siestas. Cuando terminaba de comer y antes de ponerme a corregir o preparar clases, era el ratito para leer el periódico con toda la calma del mundo, sudokus incluidos, y poco más. Pero de un tiempo a esta parte, los últimos 14 años, domino como nadie el arte de quedarme traspuesta. Que no consiste, como hacen muchos de mis amigos, en considerar los programas de la 2 como los mejores inductores del sueño, ahí frente a la tele medio oyendo cómo los leones se zampan a las pobres gacelas. Ni en lo que hacen otros, que se quedan dormidos sentados tal cual en la silla mientras casi no han terminado de comer, que no sé ni cómo no se caen. Ni siquiera en cómo hacía Dalí, que consideraba la siesta como el mejor mecanismo para la creatividad. El pintor, mientras mantenía con la izquierda una llave pesada sobre un plato, se dejaba invadir por el sueño "como la gota espiritual del anisete de tu alma creciendo en el cubo de azúcar de tu cuerpo" (Dalí siempre tan exagerado). Total, que se amodorraba y en ese momento la llave caía en el plato y, al despertar sobresaltado, también lo hacía la creatividad, decía. Para él en ese momento surgían las ideas más geniales (Y tal vez tenía razón: tras una breve siesta mañanera, Descartes imaginó su "pienso, luego existo"; y Kekulé descubrió que el benzeno era una molécula circular después de una cabezadita...)

Pero no. La siesta no sabe de sobresaltos, ni se da bien en sillas ni sillones frente al sonsonete de la tele. No. La siesta como es debido es en una cama cómoda con una almohada igual. Donde yo la disfruto mejor es en mi habitación con la ventana abierta a la huerta (imagen inicial) y sus sonidos -ramas, brisa y el arrullo de las palomas al fondo-, leyendo lo que me gusta en ese momento, hasta que poco a poco lo voy abandonando y el libro cae a un lado de la cama. Y, si no estamos como ahora en un verano radiante, también en otras estaciones la lluvia mansa en los cristales, junto con una mantita apropiada, son buenos acompañantes. El "silencio sagrado de la siesta" incluye sonidos que apaciguan el alma.

Así que, como San Pablo cuando se cayó del caballo, he visto la luz y me he convertido en una adicta a la siesta. Frente a los que nos ven como unos gandules, me he dedicado a coleccionar sus bondades. Aparte de la idea de Dalí sobre que nos hace más creativos (refrendada al parecer por la neurociencia), es también saludable y necesaria para nuestro bienestar, según los higienistas del sueño.  Hay autores, como Miguel Ángel Hernández (El don de la siesta, Anagrama), que la ve como un regalo, un refugio interior en el que nos resguardamos de las actividades febriles que la vida nos exige hoy, una pausa que uno elige libremente. La siesta "sin más fin que el placer puro, que la detención y la interrupción de un tiempo que nos devora. La siesta como refugio de la luz, el ruido y la actualidad. La siesta, en fin, como tiempo propio conquistado".

Nos merecemos ese descanso. No sé si es verdad que fue invento español o no, pero siempre fue parte del modo de vivir meditérraneo. Leí una vez que era el subrayado perfecto a la ceremonia del comer. Una buena comida y una buena siesta ¿qué más se puede pedir para estar en paz con el mundo?.

12 comentarios:

  1. Carmen María Duque Hernández8 de agosto de 2022, 9:25

    Muchas gracias, salud y besitos para todos

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    1. Pues mira que para la salud dicen que la siesta es lo mejor (junto con caminar 8000 pasos diarios, beber 2 litros de agua, comer sano, no fumar...). gracias, Carmelita, por tus buenos deseos.

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  2. Buenos días Isabel: yo también he cambiado el lugar de mi siesta. Antes la hacía sentada en la mecedora leyendo el periódico pero tras haber estado a punto en más de una ocasión de caerme de bruces, en la actualidad la hago en el sofá. Supongo que el próximo paso sea tumbarme en la cama. Un abrazo.

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    1. Jajajaja, eso se llama adaptabilidad. Yo me fui directamente a la cama, pero lo de la mecedora es muy tentador.
      Un abrazo, Rosa María, y muy felices siestas.

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  3. Rosa Henríquez Fernández12 de agosto de 2022, 10:33

    Me encanta tu escrito y últimamente también practico la siesta, pero yo en mi sillón, con el ruidito de la tele es como mejor.

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    1. Hay muchos aficionados como tú. ¡Cuántos adeptos a la siesta han hecho los documentales de la 2!

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  4. Charo Borges Velázquez12 de agosto de 2022, 10:34

    La siesta, Jane, si mal no recuerdo, siempre fue patrimonio de tierras peninsulares y por aquí poca costumbre solía haber en practicarla. Pero la cultura del buen sueño y el mejor descanso se está asentando entre nosotros y, cada día más, sé de quienes se entregan al noble rato de la siesta.
    No estoy yo entre ellos, porque si lo hago, apenas puedo dormir durante la noche. Creo que es una opción muy personal y felicito a todos los que la practican, sin mayores consecuencias y con todos sus beneficios. Son muy afortunados y tú estás entre ellos.

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    1. ¿Patrimonio de suelos peninsulares? En mi casa de toda la vida mi padre disfrutó de su siesta religiosamente. Mis tíos también, mi abuela... Me imagino que hay familias que no hacen siesta, pero de siempre hay otras que sí.
      Hay veces que hago la siesta y no me duermo. Solo gozo de ese ratito de descanso leyendo en la cama.

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  5. Hola Jane. Lo de la siesta no sé si fue un invento español, pero fue un gran invento....Conocí a un hombre que la siesta era de 2 horas y que se preparaba como si fuese de noche: Pijama, pantuflas, cortinas corridas . Decía que si no hacía el rito, no descansaba.
    Para mí las mejores siestas son la de esos 15 minutos que pierdes el mundo de vista y no oyes ni los ruidos de la calle. Y es como si hubieses cargado las pilas. Pero de acuerdo contigo: Una buena comida, un buen vinito y a descansar.
    Un beso Jane. Juan

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    1. Sï, yo también conozco a gente así, que se pertrecha para la siesta. Las mías son como las tuyas, incluso muchas veces sin dormir, solo reposar un ratito. Ah, pero esos 15 minutos en que se te va el santo al cielo son impagables y un chute de energía.
      Un beso, Juan.

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  6. Te aseguro Isa ,que sin siesta me siento extraña...aunque sea media horita ,lo necesito.Eso sí, hago muchas cosas antes de iniciarla, ya que recién almorzada,
    no puedo acostarme, ni quedarme quieta en un sillón.
    Quién inventó el catre, se lució!!

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    1. Siempre recuerdo que de pequeñas mi hermana y yo al acostarnos nos decíamos la una a la otra: "¡La cama, el mejor invento del mundo!".
      Por lo que se ve hay distintas opciones de siesta. Pero todas se disfrutan.

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