lunes, 12 de diciembre de 2022

Las compras de Navidad



Es curioso que, con lo que me gusta la Navidad. cuando pienso en todos los libros que he leído sobre ella, me siento poco identificada con ellos. Nada de fantasmas de navidades pasadas, presentes o futuras (Cuento de Navidad de C. Dickens), nada de pociones diabólicas para celebrar el Año Nuevo (El ponche de los deseos de Michael Ende), nada de Santa Claus bajando por la chimenea (Una visita de San Nicolás de Clement Clark Moore)... No. Pero si hay una escena con la que empatizo totalmente en estos tiempos de estrellas y bolas de colores, es aquella con la que empieza Agatha Christie su novela El tren de las 4,50.

Les cuento. La señora MacGillicuddy llega a la estación de trenes después de un día frenético de compras de Navidad en Londres. Camina, deprisa y sudorosa , para coger el tren cargada de paquetes mientras gentes que suben y bajan en todas direcciones la zarandean sin compasión. Al fin se instala confortablemente con un suspiro de alivio en su vagón de 1ª clase. Y entonces viene la escena que me gusta: La señora MacGillicuddy levantó la vista a la red y miró sus paquetes con complacencia. Las toallas para la cara le habían salido a buen precio y eran exactamente lo que quería Margarita; la pistolita para Robby y el conejo para Juanita eran para dejar satisfechos, y esa casaquilla de noche era precisamente lo que ella necesitaba, pues a la vez abrigaba y vestía. Y lo mismo el jersey para Héctor... En una palabra, se sentía complacida por el acierto de sus compras.

Todas aquella personas a las que no les queda más remedio que comprar regalos en medio del trajín de estas fechas (y que encima, como yo, no son muy entusiastas de las compras y viven lejos del mundanal ruido), se verán reflejados en esa señora, cansada pero satisfecha: en un día lo ha resuelto todo, no tiene que salir más y lo que ha comprado es lo que ha querido.

Para estos trabajos ineludibles yo haría varias recomendaciones. La primera, hacer una lista exhaustiva de lo que más le gustaría a cada uno: qué vas a comprar y dónde. Y no perder la lista, claro, como me pasó una vez que la metí sin querer en el cuaderno de una alumna que estaba corrigiendo y al día  siguiente ella me dijo: "Profe, ya sé todo lo que van a regalarle los Reyes a sus hijos". La segunda es delegar en la gente joven, que compra tan bien, sabe lo que quieren los niños y no se cansan tanto. A mí me compran todo, menos los libros que los compro yo (y de paso me los leo). Y tercera, que la salida sea pronta (si es en noviembre, mejor) y placentera. Este año lo he resuelto de dos veces, una con mi hermana y otra con mi hija y mi nieta mayor (salida de chicas), que incluían "premios" como una comida rica en medio o una visita, lenta y "revolviona", a una librería.

Y después, cuando llegamos a casa, empaquetas y revisas lo comprado con la misma complacencia que la señora MacGillicuddy: este libro le va a encantar a mi hija; los 2 regalos para la cena de nochebuena (para una especie de amigo invisible que admite el robo de regalos y que premia al más robado) son originales y no sobrepasan los 15 euros acordados; esta chaqueta-anorak que me compré (los autorregalos  son gratificantes, estás segura de que te sirven y te gustan) es fina y abrigadita a la vez; el pañuelo para Tina tiene un color muy bonito, y hay algún regalo de broma que hará reír a mi marido...

Es entonces el momento perfecto para sentirse la señora MacGillicuddy de los pies a la cabeza: En una palabra estoy complacida por el acierto de mis compras.

8 comentarios:

  1. También soy de las que detesto ir de compras. Y mira que me gusta regalar, pero meterme entre el gentío, los agobios, a veces no saber qué elegir... Suelo acertar y entonces me siento como la señora MacGillicuddy, pero si no acierto... entonces supongo que me siento como cualquiera de los asesinos de la Christie. :D
    Un abrazo.

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    1. A mí me pasa exactamente lo mismo. Las dudas para elegir, el que de repente se te ilumine el cerebro y se te ocurra algo idóneo para la persona, el anticipar el placer que sentirá al abrirlo... todo eso da más placer que ser el regalado. Pero en la contra está lo demás: agobios, gente, correcorre.
      Los pros y contras de la vida.

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  2. Generalmente, mis mejores regalos de Reyes los compro el día de la Cabalgata. Pasa y las calles se quedan desiertas. Momento feliz de compras de Reyes.

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    1. Nunca lo he hecho, Elvira. Me siento más tranquila habiendo previsto todo desde noviembre. Cuando trabajaba era estupendo porque, si tenía alguna hora libre o salía algún día pronto, desde noviembre lo tenía ya todo comprado y casi empaquetado. Y las navidades las dedicaba a preparar las comidas, a salir por gusto y al relax.
      Pero sí me acuerdo que mis padres eran como tú. Nos dejaban a los niños ya acostados después de la cabalgata y salían "a hablar con los Reyes Magos", cosa que nosotros creíamos como un artículo de fe.

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  3. Malditas compras. Yo tardo más en pensar los regalos que en ir a buscarlos pero es verdad que siempre dejamos algo para el final. Incluso yo, con mi parsimonia, me agobio en el mogollón. Luego está mi hija, que va como una moto cogiendo cosas, y una vez repitió el jersey del marido del año anterior, ja ja ja. Estaba claro que a ella sí le gustó.
    Lo único bueno es que las calles se llenan de gente y siempre tropiezas con amigos que no ves hace algún tiempo y la Navidad te regala esa Alegría del reencuentro,

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    1. Lo de repetir regalos también le ha pasado a mi cuñado, que una vez fue a cambiar un disco y volvió con el mismo. Y hay veces que no ha estrenado un regalo (un suéter, por ejemplo) de unos reyes a otros y mi hermana se lo vuelve a poner todo empaquetadito y dispuesto para que diga: "¡Qué bonito!".
      Y lo de que las calles se llenen de gente no me gusta aunque me encontrara con todas las niñas del colegio. :-D

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  4. Charo Borges Velázquez13 de diciembre de 2022, 15:52

    Ay, la Navidad y los Reyes, tiempo de regalos que hay que buscar y no siempre se encuentran...
    Sólo el gusto por regalar logra que yo dedique dos o tres salidas, para comprar los que quiero hacer. De ellos, con los que más disfruto es con los juguetes y libros para los más "peques", porque sé de antemano que les van a encantar.
    Por poco que me agrade salir de compras, en estas fechas es inevitable. Pero compensa el pensar que habrá quien se alegrará con lo que un Rey Mago le envía.

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    1. No hay nada como ver la carita de un niño cuando encuentra el regalo perfecto para él. Todavía me río cuando pienso en el año pasado al abrir mi nieto de 6 años su regalo. Creo que era un muñeco Iron Man (o algo así). Lo miró, miró a todos, lo cogió con reverencia y dijo: "¡Madre del amor hermoso!".
      Compensa, compensa.

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