lunes, 5 de diciembre de 2022

Una tortilla de 25 huevos



Hace tiempo les hablé de un librito delicioso que he regalado un montón de veces (aunque no sé si se encontrará ahora porque es del 98). Se llama "El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida" y su autor es Philippe Delerm. En ella habla de 34 instantes placenteros, sencillos y personales, como ese primer trago de cerveza, o el olor de las manzanas o leer en la playa: momentos preciosos que la vida te brinda y que te hacen pensar que esta merece la pena. Algunos compartimos con él y otros, no, pero lo que es verdad es que existen y nos definen.

Uno de esos pequeños placeres, según el autor, es cuando los amigos te invitan a cenar, sobre todo si no te lo esperas. Cuando nos invitan por sorpresa, pasamos a ser casi de la familia, casi de la casa. (...) Flotan perfumes de escalonia y de perejil que parecen venir de otro tiempo, de un lejano clima de confraternidad. (...) Antes de cenar, nos sentaremos a conversar en torno a la mesa ya puesta, los pies apoyados en la barra un poco alta de la silla de mimbre. Nos sentimos a gusto, completamente libres, ligeros, nos sentimos adoptados.

Esa sensación que él describe tan bien de anticipar el placer, de saltarse a la torera el tiempo y la rutina, de llenarte de expectativas es la que una tiene cuando un amigo te invita a cenar a su casa. Noviembre ha sido un mes pródigo en invitaciones agradables: comidas de reencuentros con amigos que viven lejos en tierras frías y vienen a pasar el invierno a la isla; una de Acción de Gracias de un amigo americano y su mujer, con su pavo, su salsa de arándanos y sus recuerdos; comidas familiares en las que el "¿se quedan a cenar?" por sorpresa nos zambulle de inmediato en la novedad. "Claro que sí, encantada"; la celebración generosa de algún cumpleaños; una víspera de San Andrés en la bodega de un amigo en la que se prueba el vino nuevo...

En todas ellas se agradece la generosidad y el cariño que el que invita reparte a manos llenas. Y siempre alguien te sorprende, como cuando en una cena hace poco nuestro anfitrión nos puso en la mesa una tortilla en la que empleó 25 huevos y 5 kilos de papas (en la imagen inicial). Se necesita ser muy desprendido para regalar tu tiempo a los amigos y ponerte a pelar 5 kilos de papas y a batir tantos  huevos para ponerlo todo a cuajar en el horno y que resulte una tortilla enorme y exquisita.

En mi casa familiar era rara la semana en la que no había alguien de fuera invitado a la mesa, y los cumpleaños y fiestas señaladas se celebraban a lo grande. Algo de esa tradición materna hemos heredado mi hermana y yo (sobre todo ella). A las dos nos encanta invitar y sabemos bien que da lata y requiere planificación: hay que decidir qué vas a poner de comer teniendo en cuenta que hay a quien no le gusta la mantequilla (como a mí) o los tomates, ir a comprar todo, tener la bodega llena, limpiar y poner bonita la casa para los invitados, poner la mesa hasta con unas flores o una vela en el centro, cocinar con todo lo que conlleva (cortar, pelar, aliñar, trinchar, trajinar), lavar los platos... Y encima, estar contenta de hacerlo.

Por eso, porque conozco bien el trabajazo que da preparar cualquier cosa, este es un post de agradecimiento a mi familia y a los amigos a los que les gusta que comparta con ellos una buena comida y una buena conversación, a quienes nos invitan a sus casas por sus cumpleaños o cualquier evento que les apetezca, o simplemente porque vieron en el mercado unas piñas y pensaron enseguida hacerlas, con sus costillas y su mojo de cilantro, con los amigos. A quienes les es tan grata nuestra compañía como para no parecerles tan importante el trabajo.

Somos afortunados cuando tenemos amigos así. Al fin y al cabo, eso es la amistad: ser capaz de pelar 5 kilos de papas y de batir 25 huevos para hacer una tortilla con la que compartir un momento feliz. Tentada estoy de poner su imagen en una bandera.

30 comentarios:

  1. Qué buenos ratos hemos pasado en esas comidas compartidas !!

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    1. Ustedes son de esos amigos de los que habría que escribir en letras de oro en el Libro de la Hospitalidad. Ya una vez escribí sobre la casa de Tegueste, un sitio único creado precisamente para compartir. Todo agradecimiento por formar parte de ella es poco. Maravillosos ratos.

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  2. Como casi siempre, muy de acuerdo contigo.
    A mi también cada día me gusta más abrir mi casa a gente que quiero.
    Sabía de esa famosa tortilla y no me extraña que hayas quedado encantada con tan cariñosos anfitriones

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    1. A mí me pasa lo mismo, Isabel. A veces acabo cansada y p'al arrastre, pero no tanto como para quitarme las ganas de repetir a las primeras de cambio. Mientras pueda, seguiré, como dices tú, abriendo mi casa a gente que quiero.

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  3. Rosa María Gandarias Osorio5 de diciembre de 2022, 10:49

    Buenos días Isabel: Bastante fríos por aquí. ¡ Con lo que a mí me ha gustado cocinar y recibir en mi casa!. Creo que el virus de la pandemia incluía una dosis muy grande de pereza. Entonó el "mea culpa" y hago el propósito de preparar unos buenos caracoles. Un abrazo.

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    1. Seguro que te salen estupendos. Yo los probé por primera (y única vez, aquí no es plato corriente) en casa de otros amigos de esos generosos.
      Y tienes razón con que con la pandemia algo cambió, pero ahora hay que retomar las sanas costumbres. Que no perdamos el gusto por la cocina y por recibir.
      Un abrazo grande.

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  4. Qué cierto todo lo que cuentas. Cada vez valoro más a los amigos que nos acogen en sus casas y nos ofrecen con todo cariño una estupenda comida hecha con todo el cariño y dedicación del mundo.
    Me has recordado que me toca a mí dentro de poco...Un besazo Isa!

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    1. Sí, el compartir viandas es un toma y daca. Incluye ir a las casas de amigos y que ellos vengan a la tuya. El ambiente, la conversación, las comidas... todo es distinto a cuando vas a comer a una tasca o restaurante. Mucho más agradable, dónde va a parar.
      Otro besazo para ti.

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  5. Hola Jane. La verdad es que hoy al leerte he comenzado a salivar...Pero no por las comidas que aparecen (¡qué también!), si no porque pensar en comidas con amigos en sus casas o en mi casa ya lo tenía olvidado. El Covid y sus secuelas nos han convertido en un poco huraños y a veces miedosos....Pero habrá que hacer "propósito de enmienda" pero en este caso de volver a pecar. Un beso Jane. Juan

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    1. Pero, Juan ¿qué es eso de olvidar comidas con amigos en casa? Me consta que eres un buenísimo anfitrión y un excelente cocinero. Así que a volver a las buenísimas costumbres pre-covid y a volver a pecar. Estos tiempos se prestan.
      Un beso.

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  6. Si algo me desconsuela de no vivir en una casa amplia y preparada para recibir a la familia y los amigos, es por no poder celebrar unas buenas reuniones en torno a un buen yantar y un mejor libar y conversar sobre lo que nos plazca y nos haga disfrutar de sus compañías. Creo no ser envidiosa, pero reconozco que eso sí que lo envidio, Jane.

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    1. Yo creo que es cuestión de organizarse un poco. Durante 10 años viví en pisos pequeños y en ellos se celebraron cumpleaños familiares (mi familia es grande), picoteos con los amigos y hasta una primera comunión. Muchas sillas no había pero había cojines y alfombras y éramos jóvenes.
      También es verdad que una casa amplia es lo ideal. En caso de no tenerla, lo mejor es tener amigos que la tengan. :-D

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  7. Charo Borges Velázqjuez6 de diciembre de 2022, 20:17

    Sí, Jane, hay que ser muy generoso, paciente y habilidoso. Y, además, tener los medios necesarios para sacar adelante una tortilla tan gigante como esa. Enhorabuena para quien la cocinó y para quienes la disfrutaron...

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    1. Yo no me hubiera metido en un berenjenal de ese calibre. Me parece muy, muy trabajoso. Es como cuando te hacen en las fiestas de los pueblos una paella para 300 personas y cosas así. Los amigos que nos la hicieron (porque la idea fue de él, pero su mujer hizo de pinche) son los dos muy habilidosos y les gusta la cocina. Pero también osados y, como dices, pacientes y generosos.

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  8. ¡ La mejor forma de empezar el día es leyendo tus relatos! Siempre buscando la buena noticia, ( para compensar el horror de las de los medios), y hete aquí una persona que , casi todos los días, tiene para contarnos esos sencillos y exquisitos momentos de la vida , que sólo las personas con una gran sensibilidad saben disfrutar y además que comparten y nos hacen disfrutar a nosotros. De verdad Isabel. Siempre termino con una sonrisa. Gracias .

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    1. Muchas gracias, Elvira. Sí que procuro que lo que escribo sea positivo y que señale lo bueno y lo bello en los tiempos ajetreados y a veces caóticos en los que vivimos. Creo que el librito del que hablo, "El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida", también nos enseña que hay momentos, sencillos y placenteros, en toda existencia humana que encierran el germen del buen vivir. Y me da que lo que tenemos que hacer es buscar cada uno los suyos y disfrutarlos.
      Gracias a ti por tus palabras. Me animan mucho.

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  9. Me hubiera encantado verle darle la vuelta.

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    1. Jajajaja, eso mismo le dije yo a mi amigo. Pero no le dio la vuelta, el muy cuco. Sólo después de freír y mezclar todo, lo puso en el horno hasta que se cuajó. Y te aseguro que estaba riquísima, jugosa y sabrosa.

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  10. Isabel López Carreño6 de diciembre de 2022, 20:20

    Lo mejor de lo mejor, que rico.

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    1. Estaba riquísima, Isabela. Como decía Tita, la protagonista de "Como agua para chocolate" de Laura Esquivel, el ingrediente fundamental es que estaba hecha con amor.

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  11. Entresaco y suscribo ..."... Al fin y al cabo, eso es la amistad: ser capaz de pelar 5 kilos de papas y de batir 25 huevos para hacer una tortilla con la que compartir un momento feliz. Tentada estoy de poner su imagen en una bandera..."... Y apostillo, "a quien pueda interesar y a los efectos oportunos"... Un abrazo Isabel...

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    1. Bueno, Tito, tú sabes que la amistad es esa aventura en la que te abres a una persona y le das un lugar en tu existencia. La tortilla puede ser un símbolo de que es tan importante que lo cuidarás con mimo y trabajo. (y quien dice tortilla puede decir esos platos de garbanzas o de arbejas que te preparas tú de vez en cuando ¿eh?)
      Un abrazo.

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  12. Catalina Trujillo La Roche6 de diciembre de 2022, 20:22

    Bonito relato. Gracias Isabel. Besos.

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    1. Gracias, Caty, muchos buenos ratos hemos pasado tú y yo en torno a una mesa. Que se repitan.
      Besos.

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  13. ¡Qué éxito, esa tortilla hará historia!

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    1. No lo dudes, porque además me pega que no se va a repetir, no es como un huevo frito que una se lo hace noche sí, noche no. Por lo que le oí decir a mi amigo fue un reto que se impuso y por una vez vale.
      Pero por lo que ha dado que hablar sí que fue un acontecimiento. :-D

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  14. Me pasa como a un anónimo que ha comentado previamente, una de las cosas que lamento es no vivir en una casa un poco más grande para poder invitar a amigos más a menudo. Porque a pesar de todo el trabajo que supone, me siento más cómoda invitando que siendo invitada.
    La tortilla tiene una pinta espectacular, por cierto.
    Un abrazo enorme.

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    1. A mí también me pasa, Dorotea. Ayer mismo un amigo íntimo nos llamó al mediodía con ganas de vernos, diciéndonos que había llegado su pareja que vive en la península y que a ver cómo teníamos el fin de semana. Al rato lo volví a llamar para que vinieran a cenar anoche. En menos de nada preparé una coca de verduras y hasta las 2 estuvimos alega que te alega. Los mejores momentos son los que no se esperan. Un rato estupendo.
      Otro abrazo para ti.

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  15. Agradecida a ti y a Toni por tantas comidas irrepetibles llenas de risas, música y manjares, que en un hogar como el que tienen, es fácil relajarse y sentirse adoptada.

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    1. Y agradecida a ti también por acudir siempre y participar en todas las movidas dominicas. Sin ti serían otra cosa.
      Un abrazo muy grande.

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