Los grandes genios de la humanidad no son solo los que descubren teorías con las que explican el mundo, sino aquellos que trascienden los límites de la ciencia y llegan al pueblo llano. Antes de Darwin nadie hablaba de evolución y ahora cualquiera dice que hasta su peinado ha evolucionado. El inconsciente o el ego eran términos desconocidos por la gente de a pie antes de Freud y estoy segura de que el término alienación o proletariado no era usado por nuestros retatarabuelos antes de Marx. Incluso el imperativo moral, término de Kant, aparece a cada rato en los periódicos como algo asumido por todos (o, por lo menos, nombrado).
Y lo mismo pasa en el día a día de cada uno de nosotros, porque, a nivel mucho más modesto, hay palabras que nos abren mundos. Por ejemplo, yo que ahora estoy yendo a pilates por prescripción médica (la edad no perdona), me he adentrado en otra realidad y ya manejo palabras que hace dos meses ni conocía: retroversión, anteversión, cuadrupedia, table top (eso es pierna a 90º), pies en flex... Hay zonas del cuerpo que tenía olvidadas y que ahora salen a la luz, como las escápulas, los gemelos, los isquiones, los serratos o el transverso. Y me veo sometida a una máquina (heredera, seguro, de aquellas de tortura medievales), a la que llaman el Reformer, no sé por qué (imagen inicial). Con todo, es una nueva experiencia que está resultando instructiva, sana y hasta divertida, porque tenemos a Katia, una instructora fantástica con una paciencia infinita, y porque las otras 4 compañeras y yo, todas de cierta edad, nos lo tomamos con un humor que nos lleva a no querer perdernos ni una sola clase.
Ludwig Wittgenstein, otro gran pensador, fue un filósofo millonario que renunció a su fortuna para dedicarse a ser maestro de escuela y entender cómo los niños aprendían a leer, cómo penetraban en ese mundo del lenguaje leído. Yo, que aprendí a leer a los 3 años con mi madre (no entré al colegio hasta los 6) recuerdo a esa edad el maravilloso descubrimiento de la palabra escrita y el darle la lata a mi madre para que me enseñara más y más. Wittgenstein acuñó en su "Tractatus" una frase que resume todo esto: Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Con las palabras, no solo nombramos cosas, sino también nos relacionamos con el mundo nombrado y con los demás.
Por eso propongo explorar de la mano del lenguaje otros mundos, ya sea el pilates, el ganchillo o el idioma japonés. Da igual la edad que tengamos, siempre hay que estar dispuestos a aprender y las palabras son puertas que nos abren a otras realidades que ensanchan nuestras fronteras. Nunca será tarde para estar dispuestos a encontrar otros lenguajes, otros límites, otros mundos.
Gracias,Isabel.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo...
Me recordaste todo lo q aprendí del lenguaje del ballet cuando ibamos,
hace más de 35 años, a clase... Después de eso disfruté y aprecié muchísimo más todos los espectáculos q ví de danza clásica...pk sabía ya lo de plié , demi plié, fondue...😂😂😂...
Un abrazo fuerte...
Buena semana😘😘😘
El mundo del ballet tiene su propio lenguaje y su propia entidad. Recuerdo un par de novelas de Eva Ibbotson ("La calle del Teatro" y, sobre todo, "La danza del amor") sobre todo ese mundo y quienes lo viven con plenitud. Conocer su funcionamiento nos prepara para vivirlo.
EliminarGracias por tu comentario. Un gran abrazo.
Despues que me jubilé he aprendido muchos lenguajes nuevos e intentado que vaya en aumento con nuevos intereses.
ResponderEliminarEsa es la actitud, Carmita. Y mira que yo me propuse no tener horarios en la jubilación: nada de cursos, nada de idiomas, nada de talleres. Y aquí me ves moviendo el esqueleto a determinadas horas y contenta de hacerlo.
EliminarUn abrazo y a seguir..
Hola Jane. Como se decía antes: "Tienes más razón que un santo"..o una santa ...que no está la cosa para equivocarse en el género.
ResponderEliminarAdmiro a las personas que hacen cosas nuevas: Tengo amigos y amigas que van a clase de carpintería, hacen bolsas de tela, estudian una carrera de Arte, y por supuesto van a Pilates.
Me imagino que aparte de la curiosidad , los mueve el sentirse vivos y útiles....Así que chapeau por ustedes!!!!!!.
Un beso Jane. Juan
A mí también me asombran y eso que yo, huyendo de horarios, he ido un poco por libre. Pero, como tú, los míos aprenden técnicas, se especializan en informática o marketing o bolsa, y dominan hasta oficios muy alejados de aquello para lo que se educaron en principio. La jubilación es, por supuesto, una base maravillosa para ello. Ya lo verás cuando llegues.
EliminarUn beso, Juan.
Super Isa muy idpiradir💕
ResponderEliminarSupongo que el swahili ese de "idpiradir" querrá decir "inspirador". Pues gracias si es eso. Y por lo de Super Isa, que aunque es un piropo inmerecido, hace gracia.
EliminarMe queda mucho por mejorar, Jane, porque a la máquina de Pilates le llamo máquina. :D
ResponderEliminarTe doy la razón en todo. La riqueza de conceptos se ve sobre todo cuando aprendemos otro idioma o cuando algunas palabras se cuelan en el nuestro y vemos que no tienen traducción. Reflejan un modo diferente de pensar.
Un abrazo enorme.
A mí la máquina de pilates me recuerda a La Máquina de "La princesa prometida", aquella en que medio "matan" al protagonista ¿te acuerdas?
EliminarTengo amigos que a estas alturas aprenden chino, así que confío en las aptitudes humanas hasta el final. Saber un idioma para leer los originales, qué maravilla.
Con tu "pilates" también muestras la necesidad de compensación del natural deterioro del cuerpo. Ocurre que no solo los músculos y los equilibrios se marchan sino que también se marchan los sonidos y con ellos percibimos menos palabras, se marcha la memoria y con ello ya no retenemos siquiera los idiomas que practicábamos,.. todo se reduce y, en ese caso, entretenernos en disfrutar de lo que nos va quedando no es resignación sino madurez/ conciliación con uno mismo.
ResponderEliminarSí, Antonio, es de sabios aceptarse uno mismo y sacar provecho de lo que (todavía) podemos hacer. Lo mejor, no decir nunca "no puedo", sino "vamos a intentarlo".
EliminarNo sabes, Jane, cuanto me identifico contigo y tu nueva experiencia con el Pilates. Solo que yo empecé bastante antes que tú y esas jergas y términos técnicos me son muy familiares.
ResponderEliminarAhora es la gimnasia funcional la que sustituye al Pilates y también es un placer y un disfrute sentir sus beneficios.
Igualmente, me uno a ti en la invitación de que se descubran otros lenguajes, otros límites, otros mundos...
Los mundos de la gimnasia de ahora quedan muy lejos de las "tablas" que hacíamos en el colegio cantando el "montañas nevadas". Ahora se abren infinitas formas de educar el cuerpo (ya no se dice "gimnasia" en los colegios sino "educación física", porque eso es lo que es) y creo que hay que aprovechar lo que se pueda.
EliminarGracias.
Sin duda. El saber no ocupa lugar. Yo con los años reconozco que me he vuelto cómoda, pero me alegra mucho que sigas esa disciplina de Pilates que tanto ayuda a redescubrir nuestra anatomía, según me cuenta mi hija que renace por dentro. Ella dice que es la única actividad que ha podido mantener de forma rigurosa, por tantos beneficios que le aporta sin alterar su corazón.
ResponderEliminarBueno, no aspiro a convertirme en campeona, ni siquiera a ser como las de la foto inicial que tienen las piernas correctamente estiradas y parecen unas artistas. Digamos que lo que quiero es lo mismo que tu hija, renacer (un poquito) por dentro y por fuera. Y por ahora no me planteo renunciar a ella.
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