Últimamente estoy más en la luna que en la tierra. ¿Saben eso que a veces
pasa con un tema, que de repente se vuelve recurrente, como cuando estábamos
embarazadas (no hace ya poco tiempo de eso) y parece que todo el mundo lo está?
Pues eso me está pasando con la luna, que se aparece una y otra vez en el
camino.
La luna apareció de invitada en una conversación distendida entre
amigos en la cena de los viernes. Los viernes son sagrados para dedicarlos al
placer de la amistad y, en esta ocasión, no sé si por el maravilloso cordero
pelibuey que nos habíamos mandado, nos pusimos románticos y la conversación
fluyó hasta la luna. Parecería que en más de 20 años de amistad y de vernos los
viernes ya se ha hablado de todo. Pero no. Sorprendentemente descubrimos que en
nuestro grupo de amigos había quien no se acaba de creer que el hombre llegó a
la luna y quien está totalmente convencido de que sí. ¡Qué cosas!.
La luna y las estrellas es el tema que mi grupo de biblioteca ha elegido este
curso para hacer su antología. Durante 20 años y pico, siete profes que, además,
nos hemos encargado de las bibliotecas de nuestros centros, hemos reunido
cuentos, poemas, fragmentos, escenas… sobre un tema determinado y, en este año
de la astronomía, ha tocado éste. Aunque ya no soy oficialmente del grupo, sí lo
sigo siendo de corazón y, “como tengo tiempo”, ayudo a buscar material . Como, por ejemplo, el “Nuevo romance de la luna” de Luis
Álvarez Cruz que dice. “Los poetas ya no saben/ si cantarla o no cantarla/ como
la cantaron siempre,/ como siempre fue cantada…”; o Neruda en su “Oda a la luna
del mar”: “Luna del mar,/ te lavas cada noche/ y amaneces mojada/ por una aurora
eterna/ desposándote/ sin cesar con el cielo, con el aire,/ con el viento
marino,/ desarrollando cada nueva hora/ por el interno impulso vital de la
marea,/ limpia como las uñas/ en la sal del océano.”.
Y mis nietitos, en noches como ésta en que brilla, redonda de belleza, me
piden el cuento del hombre de la luna y que les cante el “Luna, lunera,
cascabelera”. Pero yo me decanto por la flamencada y les termino soltando lo de
“Ese toro enamorado de la lunaaa…”. Y ellos se parten de risa al ver a una
abuela en plan Lola Flores.
Decididamente, de lunáticos está el mundo lleno.
A mí llego tus palabras como una gran poesía. Mismo estando lejos de España, (que me llena el alma de nostalgia solo en acordarme), en tus palabras pude sentir hasta el bálsamo de tu País, de tu ciudad. Es ella, LA LUNA, que encanta los corazones apasionados y los que solo han de recordar viejos amores. La misma que ilumina mi tierra y a la vez la tuya, la misma que cubre con su esplendor a mi amor que tan lejos de mi quedó. Un beso...
ResponderEliminarAlgo desde luego tiene la luna que despierta el lado más romántico de los humanos. Inés me hizo este comentario hace 4 años y yo ahora desearía que en este tiempo se haya reencontrado con su amor. Bajo la luz de la luna, eso sí.
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