Por si no se habían enterado, hoy vienen los Reyes Magos caminito de Belén. Rompiendo una lanza por ellos, guardo en el blog la entrada que hice hace 4 años en su honor. Que les dejen alguito.
Soy de las que no se pierden una cabalgata de Reyes. Era obligado cuando los niños eran pequeños y también ahora que es una gozada ver la carita de los nietos.
Pero en medio, en ese tiempo en que los niños ya no lo son y van a su aire y
todavía no han llegado los nietos (es decir, en ese tiempo en que ya no nos
preguntan de dónde venimos y no nos quieren decir a dónde van), también íbamos
mi marido y yo, cumpliendo una serie de pasos, como si fuera un ritual: ir a La
Laguna, comprar dos roscones de reyes en “La Princesa”, llevarlos al coche y
luego pasear bien abrigados contra el frío lagunero, mientras te vas encontrando
con todo dios, porque en La Laguna todos somos igual de noveleros.
Y luego, la cabalgata. Aunque ya las cosas han cambiado, era muy divertido
entonces ver cómo los Reyes la emprendían a caramelazos con los niños y cómo
éstos muchas veces se los devolvían. He visto caerse a Gaspar del camello, con
los dedos engarfiados en la joroba, resbalando a cámara lenta y lanzando
improperios a diestra y siniestra. Y cómo un año en el que hacía de Baltasar el
único negro que había en La Laguna, conocido además por todo el mundo, niños
incluídos, éstos gritaban “¡Melchor! ¡Gaspar! ¡Federico!”. La cabalgata de La
Laguna en esos años intermedios era además cabalgata-exprés. No sé si por el
frío o porque había que acostarse temprano, pasaban en un visto y no visto,
dándonos tiempo para tomarnos después algo tranquilamente en “El Carrera” con
los amigos y regresar pronto a casa a poner el zapato.
Yo no quiero pensar que alguna vez dejen de existir los Reyes Magos. Ya la
idea de regalar en Navidad para tener más tiempo para jugar se barajaba en mis
años de colegio. Pero siempre he pensado que, cuando pasa la nochebuena y la
nochevieja, todavía ¡queda Reyes!. Con sus sorpresas y sus jaleos y el desayuno
de todos con chocolate y roscón y la recogida de papeles y lazos y los globos
que estallan por todas partes. Y después la comida familiar final, que es el
colofón de todas las fiestas y la despedida hasta el año que viene. Este año de
la jubilación ha sido además especial. Ha habido más tiempo para preparar, para
pensar en qué le haría más ilusión a cada uno, para inventarse pareados con el
regalo (ya he dicho que soy del grupo regalón).
Pero, aparte de que me encanta toda esa parafernalia del día de Reyes, hay
dos razones más para defender su existencia. Una, que sin ellos las vacaciones
de Navidad se terminarían el 1 de enero y eso, la verdad, no tiene tanta gracia.
Y otra, que tal vez es la mejor, es lo bien que se portan los niños bajo el
chantaje de “voy a llamar a los reyes para decirles que…”. Es mano de santo,
oye. Yo lo hice con mis hijos y ahora mi hija lo hace con los suyos. Y además
cada vez se hace más temprano, como los anuncios de navidad. Este año le oí las
amenazas desde octubre por lo menos.
Y no se crean, que a mí también, de chica, una vez que estábamos los niños
corriendo y gritando como tiene que ser, nos cayó un papelito del cielo después
de oír un ruido como de cristales temblando y todavía recuerdo el mensaje
palabra por palabra: “Si se siguen portando mal, no les traeremos ningún regalo.
Los Reyes Magos de Oriente”. Nos quedamos tan impresionados que no tugimos ni
mugimos hasta el 6 de enero.
Así que sí, Papá Noel está muy bien, muy campechano, muy jojojó y todo eso,
pero a mí que no me toquen a mi Melchor, Gaspar y Baltasar. Que quieren que les
diga, hasta tienen un toque multicultural muy fashion, (lo que quiera que
signifique esa palabra), como dice una amiga mía.
Por cierto, el mío siempre fue Gaspar.
Querida amiga y de nuevo colega -ahora en el jubiloso grupo de jubilados- te diré que es en esta época de la primera semana de cada enero cuando dejo de ser republicano y descreido.Hasta me pongo un tinto tacorontero "pa'los camellos".
ResponderEliminarQuerido Hautakuperche, yo también es la única semana del año en que me paso a la monarquía. Hay que ver, ya no hay niños en casa pero yo sigo poniémdoles un trocito de turrón y un chupito del licor de limón que hacemos nosotros (pa los camellos, agua del grifo). Esa noche, entre vinos tacoronteros y chupitos, seguro que por lo menos terminarán el reparto bastante alegres.
ResponderEliminarCreo no haber faltado a una sola cabalgata de Reyes Magos. A mis "sesenta y ..." continua siendo una delicia verlos pasar con los andares del dromedario, balancéándose a diestra y siniestra, mientras nos tiran los caramelos. Reconozco que es la fiesta más entrañable del año. Siempre nos traen algún regalos que nos ilusiona.
ResponderEliminarEl Papá Noel nos queda muy lejano a los Españoles. Y, que siga quedando lejos, muy lejos, aunque me sospecho que nuestros nietos verán desaparecer los Reyes Magos, por aquello de unificar las fiestas en la Comunidad Europea. Los políticos siempre con sus cosas alejadas de los ciudadanos, permitirán que esto ocurra.
Igual somos nosotros los que contagiamos al resto de Europa el gusto por la noche de Reyes. Y estoy segura que más de un político pondrá esta noche su zapato en el salón (aunque también más de uno merecerá carbón).
ResponderEliminarYo esta vez, por aquello de la afonía y ronquera de estas navidades, me estoy perdiendo la cabalgata en este momento. Pero ya he puesto el zapato y la bandejita con las tres copas. Y a esperar y a decir ¡qué nervios!
Para mí, es el gran día de estas fiestas, porque los verdaderos reyes son esos "listos bajitos" (que no locos), que tanto alegran el día con sus caritas, sus emociones, sus exclamaciones y su entusiasmo.
ResponderEliminarEl día que me falten niños cercanos: sobrinos nietos, nietos postizos (los hijos de mis ahijados) y nietos de los amigos, salgo a la calle a buscarlos y, a los primeros que encuentre, les daré mis regalos.
Espero que jamás, incluso contando con esos malos políticos europeos, esta fecha desaparezca del calendario navideño. Así que ¡manos a la obra! y que el resto de Europa, como bien dices, celebre el día de Reyes tanto como lo hacemos por aquí. Y que los de aquí no cambiemos esta bonita tradición nuestra, por otras más frías y menos mágicas. Ojalá que así sea, querida Jane.