Mis nietos, cuando se quedan en casa, se despiertan alguna noche diciendo
¡tengo miedo! Nosotros les acariciamos la cabecita, le damos un vaso de agua y
un beso suave, les dejamos encendida la luz del pasillo y les decimos “cierra
los ojos, mi amor, yo estoy aquí”.
Todos hemos sentido miedo. No somos como los normandos de aquel cómic de
Astérix que no conocían el miedo y bajaron hasta Bretaña a conocerlo. Al final,
les hacen oír las espantosas y desafinadas canciones del bardo de la tribu y el
jefe normando termina gritando: “¡Bastaaa!... ¡me tiemblan las piernas, me
castañetean los dientes, sudores fríos cubren mi frente y se me hace un nudo en
el estómago!” “En resumidas cuentas –le dice Astérix- , ¡tienes
miedo!”.
Y sí, todo eso, más los pelos de punta y el frío helado por la espalda, es
exactamente lo que sentimos cuando tememos algo. Pero ¡qué cosa más imprecisa y,
a veces, absurda es el miedo! Te lo puede dar la oscuridad, lo desconocido, una
sombra vaga, un ruido… Incluso algo tan tonto como una imagen en un papel. A mí,
de pequeña, me asustaba este programa antiguo de película, tan normalito, simple
y cursilón él, pero ¡ay! con un inquietante título, “Mil ojos tiene la noche”.
Esas cinco palabras me transmitían la sensación de estar constantemente vigilada
por algo desconocido. Recuerdo estar por las noches en mi cama, sin apenas
moverme y con los ojos muy, muy cerrados porque pensaba que, si los abría, vería
los mil ojos a mi alrededor. ¡Qué miedo!
Pero el caso es que también a veces, de masoquistas, queremos tener miedo, lo
buscamos, como cuando nos poníamos a oscuras, preferiblemente un día de
difuntos, iluminados sólo con velas, mis primos, mis hermanos y yo a contarnos,
con voz cavernosa (se nos daba bien esa voz), historias de fantasmas y de
muertos que salían de la tumba a tocar en la puerta. Nos inventábamos cosas
horripilantes, hasta que mi madre nos lo prohibió porque teníamos a mi hermana
pequeña en un sinvivir.
Pero eso debe estar en nuestra naturaleza porque, de mayores, seguimos en esa
vena, viendo con deleite películas como las de Hitchcock o “El sexto sentido”, o
leyendo a Poe, Lovecraft o Stephen King, que luego nos tienen la noche en vela y
en vilo, mirando de reojo la sombra que está tras la puerta o escuchando qué
demonios será ese ruido. O incluso, como un verano en que a todo Tenerife le dio
por ahí, jugando a la ouija o a las voces psicofónicas (“sinfónicas” las llamaba
mi hermano), que también te dejaban el estómago con mariposas y el cuello
torcido de tanto mirar hacia atrás.
Y es que los humanos somos complicados. Vale que el miedo es un mecanismo de
defensa; vale que la descarga de adrenalina nos prepara para la huida (el “pies
para que os quiero”); vale que compartimos con los animales esta emoción básica…
Pero, ya puestos, ¿por qué tener miedo de sombras nocturnas y seres etéreos? Les
Luthiers lo vieron clarísimo cuando alertaban en uno de sus números, “Consejos
para padres”, de no asustar a los niños con el coco, brujas u ogros, terribles
personajes imaginarios, sino con realidades: ¡un lobo, una araña, una buena
víbora!
Porque, si lo pensamos bien, el mundo está lleno de cosas, sucesos, personas…
reales, demasiado reales, ante las que gritar con los pelos de punta y la cara
de horror ¡¡¡Sálvese el que pueda!!!
(Para Agroteide, que me sugirió hablar del miedo, con la esperanza de que
nos cuente las leyendas venezolanas de la Sayona y el Silbón)
Muy divertido lo de Les Luthiers. Los cuentos clásicos muchas veces asustan a los niños con el ogro de Pulgarcito, la bruja de Blancanieves o el lobo feroz de los 3 cerditos, Caperucita o los siete cabritillos, y muchas pesadillas se originan en los cuentos, pero ¿qué hacemos? ¿Fuera los cuentos infantiles?
ResponderEliminarSon geniales. En los mismos "Consejos para padres", a la madre que dice: "Mira, nene, si no te tomas la sopa, voy a llamar al hombre del saco" ellos le contestan: "Señora ¿y si el hombre del saco tampoco quiere tomarse la sopa?".
EliminarA mi nieta no le gusta "Peter Pan" porque eso de salir por la ventana volando en medio de la noche debe parecerle de lo más inseguro. Tampoco le gustan los fantasmas del Cuento de Navidad de Dickens, con todo ese arrastre de cadenas por habitaciones oscuras. Pero pienso que los cuentos infantiles y los temores y el irlos superando poco a poco (a mí ya casi no me da miedo el cartel de "Mil ojos tiene la noche") nos preparan para la vida y para no ir por ella como si todo fuera inofensivo. Porque no lo es.
Miedo hemos pasado todos, y el que diga lo contrario, miente. Recuerdo cuando mi hija y mi sobrino eran pequeños, les haciamos la cena del miedo en el jardín. Ellos , todos ilusionados, se pasaban todo el día decorandolo con telas de araña hechas de papel higienico y dibujos de monstruos. Apagabamos las luces y solo encendíamos velas. Empezabamos a cenar y comenzabamos a ver llegar gente disfrazada de cosas espantosas, fantasmas que volaban sobre el muro, luces extrañas en la huerta....en fin, era toda la familia que participaba saliendo de todos los rincones. Pues aún sabiendolo,¡oye, se nos ponían los pelos de punta y te daba un canguelito raro! En fin, en el fondo es que somos masocas. Un abrazo Jane
ResponderEliminarHay muchas clases de miedo. Están los básicos, el miedo a la muerte o al dolor, por ejemplo.
EliminarEstán los inventados, como tus cenas del miedo o cuando jugábamos de niños a tinieblas o cuando leemos novelas de terror. Pasas canguelo pero sabes que es algo imaginario.
Y después están los otros, ese terror a no sabes qué. El mayor miedo que yo recuerdo fue un verano en Granadilla, en casa de mis tíos, cuando tenía 4 o 5 años. Nos tenían prohibido salir a la calle después de comer porque a esa hora hacía mucho calor. Mi primo y yo salimos, claro y, en cuanto cerramos la puerta, allí fuera, sin verse ni un alma (todo el mundo durmiendo la siesta), a plena luz del día y con un sol abrasador, oímos una voz profunda que desde lo alto decía: "¡¡¡Entreeeen para adentroooo!!!". Mi primo lloraba y yo aporreaba la puerta. Nunca he pasado tanto miedo como entonces. Y no, la voz no se parecía en nada a la de mi tío.
La verdad es que yo siempre he crído que una cena de miedo era otra cosa, pero ustedes sabrán...
ResponderEliminarVoy a poner por primera vez uno de esos iconitos: XD
EliminarMuy bueno lo de las cenas de miedo. La verdad, querido amigo de la hermana de Tona (esto se está liando), es que hay cenas del miedo, cenas de miedo y cenas que dan miedo. Yo, como tú, prefiero las segundas.
Ya los romanos terminaban sus cenas en casas de amigos contando historias de aparecidos y fantasmas para lanzarse luego, muertos de miedo, a las calles oscuras de vuelta a sus casas. El miedo forma parte de nuestra educación.
ResponderEliminarRecuerdo los corros que formábamos los niños en las noches de verano contando historias terroríficas y, años más tarde, el vaso desplazándose sobre la mesa señalando las letras del nombre que iba a tener mi futuro hijo: Irene (entonces no conocías el sexo del bebé hasta el nacimiento). Además no te lo decía cualquiera; siempre se contactaba con Cleopatra, Napoleón, Hitler,…
Y algunos años después, mientras los niños dormían, nos dio por grabar, en medio del silencio nocturno del campo, psicofonías; hasta que una noche escuchamos claramente “Salgo de la tierra” y dejamos de contactar con el más allá hasta la fecha. Ahora con el más acá tenemos más que suficiente.
Esa psicofonía, "Salgo de la tierra" (¿mujer, hombre?), son, desde luego, de las que te quitan las ganas de contactar con el más allá y de quedarte con los miedos vulgarcitos del más acá. Mi único contacto con las voces psicofónicas (esas que mi hermano llamaba voces sinfónicas) fue una noche en que mis hermanos y yo dejamos el casette grabando toda la noche cuando nos fuimos a acostar y a la mañana siguiente oímos una voz susurrante y profunda grabada en medio de la noche: "¡Sooooy la voz sinfónicaaaa!". Cualquier parecido con la voz de mi hermano, no era mera coincidencia.
EliminarAntes que nada, quiero dejar sentado que nunca me he considerado una persona miedosa y, aunque me salga un poco del guión de los comentarios, no recuerdo ser consciente de haber pasado miedo de niña, jamás. Quizá, porque soy una gran escéptica o una gran incrédula sobre todo aquello que se dice o se hace para provocarlo. Nunca me gustaron, ni me gustan, las películas sobre Drácula o sobre vampiros, en general. Tampoco, las más actuales, las que giran en torno a zombis y demás especie. Sobre todo, porque lo que me producen es risa. Risa por su ridiculez y fantasía y, en el fondo, por su ingenuidad. Lo mismo me sucede con ouijas, psicofonías y apariciones. Me parece todo tan inverosímil, que creo perder el tiempo en ver, oír o leer historias sobre estos temas.
ResponderEliminarSin embargo, he de reconocer que, en mis años mozos, sí pasé un momento de miedo en una película de intriga y asesinatos. Se llama "Terror ciego" y la protagoniza Mia Farrow, a principios de los 70. Ella hace el papel de una joven ciega y las situaciones de terror que vive son tan reales, que traspasan la pantalla.
Descubrí, a partir de esa película, que puedo sentir miedo. Pero, esa clase de miedo a lo que puede producir dolor o angustia. Las sombras o los ruidos, lo que hacen es alertarme para prevenir y prepararme para males mayores, pero no suelen provocarme miedo.
¿Seré un bicho raro o no he dado aún con lo que, de verdad, genere en mí esa reacción?. Como ves, querida Jane, probablemente, padezco de un exceso de racionalidad en esto de los temas miedosos.
Eres como los normandos, querida Cehachebé, valiente e insensible al miedo (no sé si cantarte yo algo para que lo conozcas, como en el cómic de Astérix).Tu racionalidad pisa la tierra y se deja de monsergas y fantasías asustadizas. Y mira que en la cultura popular y en la literatura tenemos seres en abundancia para ponernos los pelos de punta: brujas, ogros, fantasmas, hechiceros, espectros, demonios, espíritus, vampiros, zombis, luces fantasmales, nigromantes, poltergeist, almas en penas, voces psicofónicas, Frankestein, el Golem, los licántropos, la fría Reina de las Nieves, los duendes, el Señor de los Anillos... Yo creo que el éxito de Harry Potter está precisamente en lo bien que conocía Rowling todo ese mundo y en cómo lo adaptó a los siete años del aprendizaje de un mago.
EliminarPor eso, cuando nos dejamos llevar por la fantasía y la imaginación, estamos siguiendo una honorable tradición. Pero decididamente te pediré que me acompañes cuando piense que ellas me pueden jugar una mala pasada.
Saludos Jane, por aquì viento en popa a toda vela, como dijo en su oportunidad Calderòn del Trasatlàntico, o era de La Barca?. Bueno, a continuación lo prometido: La leyenda de El Silbòn circula en los Estados Cojedes, Portuguesa y Barinas, tierras estas que conforman los Llanos Centrales de Venezuela. Refiere la misma que un dia, un hijo, le dijo a su padre que quería comer asadura (visceras) de venado y le pidió que fuera a la sabana a cazar. Como no pudo ser complacido, mató a su progenitor y le extrajo el hígado, el corazón y los intestinos y se los entregó a su madre para que los cocinara. Esta, al notar que no se ablandaban, sospechó que los órganos en cuestión eran de su marido y de inmediato maldijo a su hijo. Le azuzaron los perros y en las heridas que estos le causaron le frotaron ají picante. Vaga por las sabanas y le teme al ají y a los perros. Dice la fábula que lleva consígo una bolsa que contiene los huesos de su padre. Otras versiones indican que asusta a los hombres borrachos y fiesteros. Su presencia se nota en noches oscuras y emite un sílbido - de ahí su nombre - extremadamente agudo. La tradición menciona que al llegar a una casa, de noche, descarga el saco y cuenta los huesos, si no hay quíen lo escuche, un miembro de esa familia morirá antes del amanecer. En los Lanos Orientales de Colombia (Arauca) se le conoce como El Silbador y se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca a alguíen que cabalgue a deshoras por la llanura para acompañarlo. Sugiero ver y escuchar en You Tube " La leyenda del Silbón. Leyendas venezolanas " I y II Parte, donde se narra la historia de Juan Hilario. Tambíen recomiendo Florentino y el Diablo.
ResponderEliminarLa LLorona es una leyenda muy difundida en Hispanoamérica. Se dice que es un alma en pena, que mató a su hija recién nacida. Otra versión señala que una jóven mujer, cada vez que quedaba embarazada, mataba a sus hijos al nacer. Un buen día, el cura del pueblo, enterado del asunto y al verla nuevamente embarazada, le recomendó que cuando naciera el niño le diera de mamar antes de matarlo. El sacerdote estaba seguro que este hecho despertaría su instinto maternal. Al parecer, así fue. La mujer quedó en una especie de trance, como alejada de este mundo y corrió al llano y se convirtió en espanto y está siempre buscando a sus hijos, llorando y llorando.
Medio macabras las dos leyendas, verdad?. Nos vemos en esta misma esquina.
Saludos, Agroteide, ya te estaba echando de menos en este post dedicado a ti. La verdad es que sí son macabras esas dos leyendas de espantos parricidas. Como para no ir de turismo en una noche oscura por las tierras de los Llanos Centrales de Venezuela.
EliminarLos fantasmas de aquí son más pacíficos, se limitan a hacerse ver u oír de vez en cuando pero sin molestar mucho. El más conocido es el del Palacio de Lercaro, el fantasma de Catalina, una joven que, obligada a casarse con un hombre mucho mayor que ella allá por los siglos XVII o XVIII, dijo "¡Antes muerta!" y se suicidió tirándose a un pozo que todavía está en el patio trasero del palacio. Desde entonces vaga como alma en pena, sobre todo por las noches, y se oyen pasos, puertas que se cierran o abren, hay variaciones de la temperatura, o incluso se ha visto su imagen. El Palacio es hoy Museo de Historia y algunas noches de verano se han organizado visitas a La Laguna que empiezan y terminan en él. Yo fui una noche hace unos veranos pero no me tropecé con el espectro, aunque sí que había mucho frío. Pero La Laguna y el frío están siempre unidos, como dice la copla: Buenas noches laguneras, noches de lluvia y de frío, la calle de La Carrera ya no es calle que es un río.
Muchas gracias por estar en esta esquina. Siempre aprendemos algo de ti.
Querido Agroteide: Aquí Calderón (de la Barca, por supuesto, que yo soy muy humilde). Le sugiero que ese bajel pirata que surca el mar volando, viento en popa a toda vela, se lo deje timonear a Espronceda, que él tiene muy mal café e igual, de saber que usted me lo atribuye a mí, le da por revolverse en su tumba y salir silbando como su fantasma venezolano. A mí déjeme seguir aquí en mi tumba, tranquilito, soñando que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.
EliminarCon todos mis respetos.
Calderón
Estimado Visitante: Gracias por recordarme el error cometido. De veras, lo lamento. Nos vemos por ahí, por cualquier esquina.
EliminarA mi las historias de miedo me recuerdan cuando un verano en Bajamar, mis hermanos , primos y amigos nos dedicamos a jugar a la ouija por las noches , en el jardín de los apartamentos que teníamos alquilados. Una noche, al mover el vaso, nos salió un tal X3PG3, al parecer un tipo de otra galaxia, que nos prometió que se nos aparecería el 3 de agosto a las 2 de la mañana. Esa noche todos emocionados esperamos a la hora señalada, y cual fue nuestra sorpresa, que puntualmente y entre las plataneras, comenzamos a ver luces intermitentes.Al principio terror, despues la lógica se impuso, cuando contamos los que estábamos y faltaba mi cuñado, el muy cachondo, todo divertido con una linterna en la cabeza.
ResponderEliminarSi ya lo decía mi abuela, una mujer con mucho sentido común: a quien hay que temer a los vivos, que los muertos están bien enterrados y tendrán otras cosas mejores que hacer. Eso que te pasó es algo parecido a lo de los círculos de las cosechas ¿te acuerdas? Esos grandes círculos, de kilómetros de diámetro con figuras concéntricas que aparecen de vez en cuando en algunos campos ingleses y americanos. Asustan porque no se sabe la causa exacta que los producen, pero sí se sabe que muchos de ellos son hechos con nocturnidad y alevosía por hombres con tantas ganas de guasa como tu cuñado.
EliminarHola apreciadísima Jane: Saludos a todos los que están pendientes de tus comentarios. Me alegra saber que gustaron las dos referencias a los cuentos de espantos venezolanos y agradezco a la vez, a Visitante, por la corrección fraterna a mi equivocación. El asunto de los aparecidos, fantasmas y similares en Venezuela, pica y se extiende. Durante la época colonial se hablaba mucho de fantasmas en la ciudad de Caracas. En ese tiempo, obviamente, no existía la electricidad, las calles eran oscuras. La gente decía que veían aparecidos. No que va, no eran tales, eran personajes silvestres y corrientes que amparados en la oscuridad y envueltos en grandes capas, tambien oscuras, iban a visitar a sus amantes, solteras unas, casadas otras, aprovechando la ausencia de padres y de maridos. Esto lo refiere con lujo de detalles el escritor venezolano, ya fallecido, Francisco Herrera Luque. Trata de conseguir su obra, es extensa y muy interesante. Claro era Médico Psiquiatra y fue alumno del eminente Juan José López Ibor en Madrid. Toda una joya su obra. Nos vemos por ahí, por cualquíer esquina santacrucera....y de repente!.
ResponderEliminarLo de "y se hizo la luz" debe haber dejado descontentos a asesinos y a amantes. Hay un personaje de Lorca en "La casa de Bernarda Alba", la Poncia, que cuenta que cuando su pretendiente se acercó a la reja a enamorarla, estaba tan oscuro que él, al cabo de un rato de silencio, le dijo: "Ven que te tiente".
EliminarPero ¡cuánto susto ha disipado la electricidad! Vivimos tan adaptados a ella que no nos damos cuenta de todo lo que le debemos.
Apunto la sugerencia del libro. Yo también me acabo de leer uno muy divertido, "Polvo eres" de Nieves Concostrina, una periodista y escritora, que habla de peripecias y extravagancias de algunos cadáveres inquietos.
Lo de los mil ojos da miedo, la verdd, sería interesante saber lo que nos daba miedo de pequeños y lo que nos da de mayores.
ResponderEliminarA mí me daba muchísimo miedo, en los primeros años escolares ¡la mano negra!, sí, sí, la que estaba agazapada en los baños de los colegios.
Ahora me daría miedo encontrarme un baño como aquel, con su papel elefante ¿recuerdas?
En los baños de mi colegio si acaso nos iba a buscar la Madre Bigotuda, que les aseguro que era peor que la Mano Negra.
EliminarDios ...la mano negra!!! También iba a tu cole??!!! Uff...esta noche pesadilla, fijo ;P
EliminarA Tona cada vez le sale familia más complicada.
ResponderEliminarMis padres fueron emigrantes, mis primeros 7 años los pasé en Venezuela. Mis recuerdos más nítidos son de los últimos años, una época especialmente convulsa en el país de Bolivar. Mis miedos siempre fueron reales, a los toques de queda sin que mi padre hubiera vuelto a casa, a los disparos de la policía frente a casa abatiendo a un delincuente, a los del joyero de la esquina corriendo tras un atracador al que al fin le daba alcance, a las huellas que indicaban que durante la noche alguien había entrado en una parte de la casa que se nos tenía prohibida. Nunca jugamos a tener miedo, bastaba asomarnos a las rendijas de las ventanas y observar que el miedo estaba al otro lado de la calle.
Al primo de Tona: Por lo que narras en tu comentario, te tocó vivir en Venezuela a finales de la Dictadura de Perez Jimenéz e inicios de la Democracia. Déjame decirte que las cosas no han cambiado mucho desde entonces: seguimos en un permanente toque de queda, hay que recogerse temprano pues la inseguridad está a la orden del día. Te montas en un autobús y no sabes si llegas vivo a la siguiente parada. ¿ Este tipo está exagerando, dirán algunos ?. No vale, te aseguro que no y lo que es peor, me dá mucha tristeza decirlo. Venezuela no es ni remotamente el país que era hace 12 años. No te voy a abrumar con índices económicos, basta decir que la cosa está bien fea. El dinero no alcanza. En mi caso, considero que tengo un ingreso decente, a veces veo muy lejos los 15 y los 30. Sín embargo, todavía hay oportunidades. Nos vemos por ahí.
EliminarTienen razón, queridos primo de Tona y Agroteide (y también mi abuela la tenía cuando hablaba de temer a los vivos más que a los muertos). El verdadero miedo nace de la inseguridad en situaciones en las que el poder no impone orden sino que deja campar a la bestia que todos llevamos dentro.
EliminarEl verdadero miedo surge porque el hombre sigue siendo un lobo para el hombre.
El verdadero miedo está en los ojos de un niño de 7 años que se asoma a la ventana y no ve llegar a su padre.
Hace poco me contaba un compañero que hace unos años decidió ir a la noche de los museos que se organizaba en La Laguna. Un grupo de actores representaban las leyendas que, sobre determinadas familias y sobre determinadas casas habían ido sobreviviendo de boca en boca.
ResponderEliminarEstaba en la casa Lercaro junto a un grupo de personas que esperaban la representación.
Al terminar, muchísimos aplausos: un grupo de actores se concentró en el centro del patio y daban las gracias al público que seguía aplaudiendo. De pronto un señor de mediana edad comienza a gritar: "por favor, que salga la actríz principal", "esa sí que lo ha bordado, ..............¡que cara de afligida, qué tristeza! ..... Al tercer o cuarto reclamo del señor, los actores se soltaron las manos y uno de ellos, acercándose al caballero le dice: "Señor, no hay más actores ni más actrices" No sé con quien se ha podido confundir...... ............"
¡No me diga eso, ¿donde está la joven que con un traje salmón cruzaba el patio llorando desoladamente?, ¿La que se tiró al pozo?...........
Sólo dos personas más dijeron haber visto el espectro de Catalina por aquel patio, pero mi amigo dice que en la vida había sentido más miedo.
En el disco de los Sabandeños "Sentencias del tata viejo" hay una frase que, desde siempre me ha llamado la atención "No tenerle miedo al miedo que más miedo te va a dar".
Besos Jane.
Yo también he oído historias de Catalina (que si la ven paseando o sentada en la ventana, que si se oyen suspiros...), pero esa que dices es de las que te dan un escalofrío por la espalda. Claro que nunca sabes lo que es fruto de la imaginación o si ese señor estaba conchabado con los actores para dar más emoción a la función... Nada, que el Tata Viejo tenía razón y el miedo alimenta al miedo. Así que "adelante con los faroles", que era otra frase que decía mi padre.
EliminarUn beso.
Excelente repaso por Nuestros Miedos.Mecanismo de defensa a veces y de ancestrales arraigos,casi con seguridad,la mayoría de las ocasiones.Tal vez,nos acompañen desde las mismísimas cavernas.Y animar a Agroteide,a que,si lo desea,nos cuente esos relatos.La Sayona y el Silbón,son sugerentes títulos o enunciados.
ResponderEliminarBuena tarde y feliz lunes a todos-as.Cs
Si repasas los comentarios, francisco, verás que Agroteide nos ha comentado la leyenda de la Sayona y el Silbón, dejándonos los pelos de punta. Me dice mi amiga Ligia, que también vive allí, que es muy conocida y que a los niños se les asusta con que les va a salir la Sayona.
EliminarPerdón Isabel. No había reparado en este apartado,dentro del mismo relato que nos pusistes.Es que algunos,en esto de internet y sus subterfugios,seguimos algo despistados.
EliminarSí me gustó mucho,la versión de Agroteide.Ya que alude a otras historias del mismo corte que abundan por Sudamérica.
La historia,que nos cuentas sobre el palacio de Lercaro,ha sido estudiada por muchas personas.Una de ellas Juanjo Sedeño,que junto a un gran equipo de técnicos-as y gentes del mundo del misterio isleño,ya estuvo en el lugar hace años.
ambién hay una casa con idénticas connotaciones y misterios,en Güimar.Casa que también fué estudiada por Sedeño y el mismo equipo,creo.
Si te interesa el tema en facebook o en la página Web del amigo Juanjo,podrás encontrar más datos al respecto.Buen día para todos-as.Cs
Gracias por las aportaciones, Francisco, las tendré en cuenta.
EliminarDel tema de casas misteriosas y apariciones hablé en este blog en el post "Fantasmas de La Laguna" publicado el 10 de junio de 2013. Si también te interesa el tema date una vueltita por allí.
Un saludo y buen día para ti también (aunque el panorama de tormenta que nos pintan no sea muy halagüeño)
La Sayona, es una leyenda de los Llanos Venezolanos, la gente de pueblo, le tiene respeto y los mayores amenazan a los menores con el miedo de dicho personaje. Según dice la leyenda ella persigue a los hombres mujeriegos, siempre vestida de blanco y cabellera larga, es entretenida el relato de la gente de pueblo. Muy bueno tu crónica.
ResponderEliminarTengo un libro precioso, Marilu, que se llama "Enciclopedia de las cosas que nunca existieron". Nos habla de los espíritus, brujos, hadas, personajes míticos que la imaginación popular dota de vida. No está en mi libro la figura de La Sayona pero sí las de múltiples espíritus femeninos de largos cabellos -las banshees celtas, por ejemplo- que asustan a las gentes con aullidos estremecedores y presencias espectrales ¡Un horror!
EliminarGracias por pasarte por aquí. Un abrazo.
La verdad es que yo evito por todos los medios,peliculas,libros,historias.....cualquier cosa que me pueda producir sobresalto o miedo...... no me considero miedosa en el sentido de la palabra,aunque a veces pueda sentir temores...pero he de reconocer que siendo joven vi una pelicula de Alfred Hitchcock que me marcó para toda mi vida.No me acuerdo como se llama pero en ella aparecia una muchacha tomando una ducha y de repente cuando abre la puerta de la misma,se encuentra con un hombre con puñal en mano que la ataca.......Desde ese momento, el saberme sola en casa,cuando me meto en el baño,siento respeto y recuerdo la escena inexplicablemente.Pero eso clase de miedo creo que todos lo hemos sentido alguna vez.......
ResponderEliminarSupongo, Ligia, que te refieres a "Psicosis", uno de los clásicos de cine de miedo, interpretado por Janet Leight y Tony Perkins. Aunque en la película el hombre (Norman Bates) está disfrazado de mujer. Te pongo lo que dice la Wikipedia de "Psicosis":
Eliminar"Psicosis (Psycho) es una película estadounidense de 1960 dirigida por Alfred Hitchcock. Se ha convertido en un clásico del cine de terror y suspense, en parte gracias al guion de Joseph Stefano. Se basa en la novela homónima de 1959 escrita por Robert Bloch, que a su vez fue inspirada por los crímenes de Ed Gein, asesino en serie de Wisconsin. La película tiene lugar en su mayor parte en un solitario motel, donde se aloja una secretaria, Marion Crane (Janet Leigh), que ha huido con dinero de su empresa. El motel está regentado por Norman Bates (Anthony Perkins).
Inicialmente la película recibió comentarios mixtos, pero en una revisión motivó opiniones muy positivas que dieron lugar a cuatro nominaciones a los Premios Oscar.[cita requerida] Considerada hoy como una de las mejores películas de Hitchcock, y elogiada como una obra de arte cinematográfica de la crítica internacional, Psicosis también ha sido aclamada como una de las películas de terror más eficaces. Se trata de una película en la que cada escena es casi legendaria, y muchas han sido copiadas o parodiadas"
A mí tampoco me gustan las películas ni los libros de miedo. Pero hay algunas que son magníficas. Como ésta, por ejemplo.