martes, 11 de enero de 2011

Romanticadas




Yo creo que todos nacemos con el gen del romanticismo, ese gen que te hace mirar la vida a través de un cristal rosa y te lleva a ser poeta, mal que les pese a los demás. Lo que pasa es que luego la vida y sus embates nos lo va diluyendo.

Cuando yo era pequeña, se notaba mucho. No había reunión que se preciara en que no hubiera un niño poeta. Se colocaba delante de todos, serio, reconcentrado y colorado, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo, y ponía las manos atrás al principio para luego moverlas con gracioso gesto al compás de los versos. Todavía veo a uno de esos niños poetas de las fiestas infantiles de mi infancia, paseando por La Laguna. Es un señor jubilado con una barba blanca venerable pero, cada vez que lo veo, se me aparece con 10 años, recitándonos a todos: “ Las moscas. Poesía. A un panal de rica miel, dos mil moscas acudieron…”.

Hoy la cosa no es tan notoria. Pero tengo en el corcho de mi mesa de trabajo un corazón que mi nieta me regaló a los 5 años y que dice: ”Reina azul que vive entre las rosas”. Bueno, ella puso “Rrey na azul que vive én tré lás rosas”, pero da igual, no cabe duda de que es el gen del romanticismo en todo su esplendor. Los niños nos llenan, igual que hicimos nosotros con nuestros padres, de postalitas con corazones, poemas, mariposas, flores y pajaritos, tal como si fuera aquello de “la primavera ha venido, no sé como ha sido”.

Después, en el Instituto, todo cambia drásticamente. Hay algunos que leen poesía, sí, pero son minoría. Todavía queda alguna profesora joven y entusiasta que se atreve a hacer de vez en cuando con sus alumnos una velada poética. Y le puede pasar como a una que conozco que, cuando se levantó un alumno a recitar “El ciprés de Silos” de Gerardo Diego, empezó de esta guisa:
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acojonas el cielo con tu lanza…
Con las risas no se oía el “acongojas” que ella le musitaba desesperada. No ha vuelto a organizar ninguna más. No hay poesía que resista eso.

A pesar de todo, pienso que cualquier época es buena para el romanticismo y la de la jubilación no tiene por qué ser menos. Incluso tengo una amiga, casi jubilada, que cuando oye el agua de la cisterna dice que es como tener en casa los jardines de la Alhambra, que no me dirán que no es una mirada romántica sobre la prosaica realidad.

Yo, a veces, en mi aniversario de boda le digo a mi marido: “Y las flores, ¿qué?”. Y , cuando él va, raudo y romántico, a coger una maceta del patio y me la presenta, le digo: “Y la poesía, ¿qué?”. Y también va y me escribe alguna sobre la marcha, algo original y de propia inspiración, como “poesía eres tú” y esas cosas. O te dice algo tan romántico como “Sin "ti", el "tiempo" es "empo”"

Y es que, sí, el gen del romanticismo está vivo entre nosotros. Pero apaleado, zaherido y acobardado por el materialismo imperante. Y así no se puede. 

33 comentarios:

  1. A propósito del niño/a poeta, recuerdo el apuro que pasé cuando, de niña me hicieron recitar para la radio local el poema de Rubén Darío a Margarito Debayle,

    Margarita está linda la mar,
    y el viento,
    lleva esencia sutil de azahar;
    yo siento
    en el alma una alondra cantar;
    tu acento:
    Margarita, te voy a contar
    un cuento:
    ..................................

    Porque además era la hija de la maestra, horror!

    Mis saludos Jane!

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    1. Cuando la memoria no estaba nada desprestigiada, la verdad es que nos hacían aprender un montón de poemas que todavía recordamos (el de "Con diez cañones por banda" o "Palacio, buen amigo" o las "Nanas de la cebolla" o el de "La vida es sueño"...). A mí ese poema tuyo (seguro que lo hiciste muy bien) me encantaba, sobre todo las posesiones del rey: un palacio de diamantes, una tienda hecha de día, un rebaño de elefantes, un kiosko de malaquita y un gran manto de tisú. A mis hijos, además, les hacía mucha gracia porque, cuando les recitaba lo de "Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así", con el "son así" yo me retorcía el dedo en la sien.

      Un abrazo, Flo.

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  2. De niña y adolescente, jamás me atreví a decir nada en público y, mucho menos, a recitar. La timidez era mi señal de identidad más acusada y los "profes" debieron ser conscientes de ello, porque nunca se les ocurrió pedirme que lo hiciera. Cuánto agradecí que me dejaran en paz. En la familia, tampoco se acostumbraba, aunque mi madre nos enseñó todas las poesías que sabía y sabía muchas. Todavía lo hace y yo me maravillo de la portentosa memoria que tiene. Con ella, reafirmo lo de que lo que se aprende de niño, nunca suele olvidarse...
    Digamos que, en mí, las romanticadas las manifiesto en que siempre me han gustado las lecturas románticas y las películas del mismo género. Debe ser por lo que dices del gen del romanticismo, aunque alguna vez no quede más remedio que poner los pies en el suelo.
    Un beso, romántica amiga.

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    1. Somos tan pudorosos y tenemos tanto miedo al ridículo que, por no caer en lo cursi, hacemos "romanticadas", más o menos como las que nombro en esta entrada.

      Pero yo creo que el romanticismo, que es privilegiar los sentimientos y su expresión, tiene un papel en todos nosotros. Somos románticos cuando vemos una película de amor y nos gusta; cuando lloramos por el nacimiento de un niño, ese milagro; cuando leemos o hacemos un poema (¿quién no lo ha hecho alguna vez?); cuando oímos una canción que nos toca la fibra sensible...

      Vamos, que Bécquer sentó escuela, por más que lo disimulemos.

      Un abrazo.

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  3. Comparto tu punto de vista sobre el romanticismo. Es una pena que en una etapa de la vida tan amplia, se agazape y se quede dormido. A veces ya no vuelve a despertar, ni siquiera en esa época de madurez tardía, cuando el tiempo y las emociones se viven con mayor intensidad... o así debiera ser...

    Mi padre nos transmitió el amor por la lectura y la poesía, y a él le debo mi querencia por la sensibilidad lírica. En el tercer cumpleaños de mi hija, mi padre la regaló un cuadrito hecho con una foto de una niña mirando al mar y la poesía de Rubén Darío con la letra ligeramente modificada: en vez de Margarita, ponía Marinita, el nombre de mi niña.
    Porque ella ahora es su princesa, igual que yo lo fuí cuando tenía su edad...
    ¿No es precioso?...
    Ay, jobar, que me estoy emocionando...

    Disfruta mucho del romanticismo, Jane, aunque estoy segura que siempre lo hiciste, el sosiego, la madurez y el cariño son los ingredientes ideales para que reverdezca... :)
    Un beso grande.

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    1. Hace poco leí una cita (creo que era de Saramago, pero no estoy segura) en la que decía que a él, cuanto más viejo, más le importaban los sentimientos. Y creo que eso nos pasa a todos pero que lo que nos cuesta es expresarlos, cosa que los niños no tienen ningún empacho en hacer. "Te quiero mucho, Aba", dice mi nieto el Terro a grito pelado cuando lo dejo a la puerta del colegio, mientras yo me derrito. Ojalá continuaran así de espontáneos y naturales.

      Muchas gracias, Berni, y un abrazo.

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  4. Qué buena tu descripción del niño recitador. Un primo mío era así, no recuerdo qué recitaba, pero al pobre le hacían levantarse en todas las fiestas.
    ¿La reina eras tú? Es precioso.

    Mi sobrino siempre está con los besos y los "muas" que aunque escribe perfectamente, representa con corazones.

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    1. Sí, supongo que, cuando me lo dio, pensaba en mí como la "reina azul", no me preguntes por qué. O a lo mejor fue una frase que le gustó, simplemente. De todas formas, lo guardo como oro en paño, igual que una poesía que mi hija, de pequeña, me hizo en la que yo era un río y ella una barquita. Los niños no se cortan un pelo mientras no repriman la imaginación.

      Y también les gusta aprender y decir poesías. Con la mitad de un "pedríódico", he hecho un barco de papel... me recitó mi nieto el otro día, con mucha más naturalidad que los niños poetas de mi infancia. Claro, que nosotros no los obligamos a salir a la palestra.

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  5. Lo malo es que,además, el gen del romanticismo se fomenta. Te lo dice una que se sabe de memoria los diálogos de Pretty woman...

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    1. Y todos esos peliculones que, después de la palabra "Fin", te dejan diciendo: "¡Qué bonitoooo!" (Tú y yo" con Cary Grant y Deborah Kerr, la "Sabrina" de Audrey Hepburn...)

      Y no te queda nada con los libros de reyes. "Cada siete olas" de Daniel Glattauer (la continuación de "Contra el viento del norte") y el de Cecelia Ahern, "Un regalo del cielo", son de esos que agitan el gen y, a la par, hacen llorar. Que los disfrutes.

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  6. Estimada Jane, practicar el romanticismo es uno de los grandes placeres de este mundo. Voy a referir un hecho que me sucedió el pasado año. Corría el mes de Abril, inicio de lluvias, los araguaneyes florecían a rabiar. Iba por la carretera que conduce desde Barquisimeto hacia Carora en el Estado Lara, uno de los lugares más hermosos de este país. La zona es eminentemente xerófita pero abundan araguaneyes y araguanes. Me estacioné a un lado de la vía a observar y disfrutar de ese regalo de la naturaleza. Al rato paró a mi lado una Patrulla de Carretera (Tránsito) y sus ocupantes me preguntaron si estaba accidentado. Les dije, no!, estoy disfrutando. Qué?, dijeron ellos. Esto, respondí e indiqué las montañas. Me miraron como pensando, este tipo está loco de remate y se fueron. A mi edad se disfruta a plenitud de las pequeñas cosas y si eso no es romanticismo, no sé que otra cosa será. A cuidarse, pues.

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    1. Si los araguaneyes y los araguanes son tan hermosos como sus nombres, viviste algo grande.

      Hace poco, me pasó a mí casi lo mismo. Paré el coche para ver un atardecer increíble sobre el mar y lamenté no tener una cámara de fotos para guardar ese instante. Pero luego pensé que ninguna foto se puede comparar a vivir y sentir el momento y saber que formas parte de algo bello. Decididamente, Agroteide, eso es romanticismo, y son las cosas que uno va guardando en el alma.

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  7. Afortunadamente, no recuerdo ningún niño, primo, vecino, amigo, recitador, sin embargo, desafío a " las niñas del colegio" a que se acuerden de un, podríamos decir "espectáculo" que nos ofrecieron nuestras monjas en el ¿salón de actos o estudio? Un actor, quizás, que recitaba poesía; ni idea de cómo iba vestido ni cómo se presentaba, pero me impactó su monólogo de Segismundo de "La vida es sueño", fascinada me quedé: "aborto de ovas y lamas", ni idea de lo que ello pudiera significar y, por supuesto, Calderón no estaba en casa, pero sí aquella "Enciclopedia juvenil" ¿de qué editorial? ¿Juventud? y allí estaba el monólogo, me lo aprendí de memoria, apurar cielos pretendo ya que me tratáis así, memorias de memorias, era divertido aprenderlo aunque nunca castigué a nadie para que me oyese recitarlo. Mi madre sí, como la de cehachebé, recitaba muy bien y sabía muchos poemas. Cuando era chica me recitaba uno que me sobrecogía (debía de ser muy chica) "Caperucita, la más pequeña de mis amigas" de Villaespesa y muchos de Rubén y de Zorrilla... También un mal poema te puede dejar pegado a la poesía para siempre jamás.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. ¡Sí! El de Caperucita también me dejaba a mí como asustada. ¿En dónde está? Al viejo bosque se fue por leña, por leña seca para amasar. Y el monólogo de Segismundo recuerdo recitarlo a la par contigo, y en el mundo en conclusión todos sueñan lo que son, y a lo mejor sí castigábamos a padres y hermanos que andaban por los alrededores.

      De los poemas que me recitaban a mí en esos lejanos tiempos me acuerdo de uno que me decía mi padre y que era tristísimo, el del Piyayo, de José Carlos de Luna.

      ¿Tú conoces al Piyayo,

      un viejecillo renegro, reseco y chicuelo,

      la mirada de gallo pendenciero

      y hocico de raposo tifioso,

      que pide limosna por tangos

      y maldice cantando fandangos

      gangosos...?

      ¡A chufla lo toma la gente

      y a mí me da pena

      y me causa un respeto imponente!

      Me dejaba el corazón en un puño el viejillo con

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    3. ¡Sí! El de Caperucita también me dejaba a mí como asustada. ¿En dónde está? Al viejo bosque se fue por leña, por leña seca para amasar. Y el monólogo de Segismundo recuerdo recitarlo a la par contigo, y en el mundo en conclusión todos sueñan lo que son, y a lo mejor sí castigábamos a padres y hermanos que andaban por los alrededores.

      De los poemas que me recitaban a mí en esos lejanos tiempos me acuerdo de uno que me decía mi padre y que era tristísimo, el del Piyayo, de José Carlos de Luna.

      ¿Tú conoces al Piyayo,

      un viejecillo renegro, reseco y chicuelo,

      la mirada de gallo pendenciero

      y hocico de raposo tifioso,

      que pide limosna por tangos

      y maldice cantando fandangos

      gangosos...?

      ¡A chufla lo toma la gente

      y a mí me da pena

      y me causa un respeto imponente!

      Me dejaba el corazón en un puño el viejillo con 7 nietitos a los que tenía que alimentar...

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    4. Aquí tienes, Kha, a una de las niñas del "Cole" que acepta el desafío y también recuerda esos festivales de fin de curso, que organizaban las monjas. En mi memoria mantengo la actuación frecuente de un rapsoda que, subido a la tarima que se instalaba en el patio, frente a los frondosos laureles de Indias, recitaba poesía e interpretaba monólogos, como el que tú has traido a mi recuerdo también: el de Segismundo, de "La vida es sueño".
      También me parece "verlo", en aquel largo Salón multiusos (que diríamos hoy), porque tanto servía para proyectar las películas de los jueves (Molokay, Heidi, en carne y hueso...); castigarnos a nosotras por alguna travesura en 5º; ponernos a estudiar bajo la atenta mirada de la Madre Trinidad (q.e.p.d.), hasta que se dormía, o de la inefable Madre Nieves, como para oír a este fiel rapsoda.
      Era algo mayor, de edad, que nosotras y, en más de una ocasión, suelo encontrármelo por nuestras calles. Sé que toda su vida se ha dedicado a eso, porque en algunas reseñas culturales de la prensa local, he visto su fotografía y su nombre, anunciando o comentando sus intervenciones.
      Creo recordar, también, que mi padre lo entrevistó alguna vez y si encontrara el recorte de esa entrevista, te lo haré llegar, para ver si es la misma persona a la que las dos aludimos.
      Me alegra mucho saber que te incorporas a los comentarios de este precioso blog de nuestra querida Jane. Un beso grande.

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    5. Qué curiosa esa profesión, Cehachebé: rapsoda. Jugar con las palabras, modular la voz, hacerse con todos los poemas del mundo, transmitir belleza... ¡Qué maravilla!
      ¿Quedará alguno por estos mundos?
      Si es así, significa que no todo está perdido.

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    6. Gracias cehachebé por la información sobre, el que muy exactamente, llamas rapsoda; no sé por qué se me ocurrió que era un actor en paro, supongo que porque el oficio de rapsoda ha desaparecido junto con los niños recitadores (tan pesados) Ahora los que recitan son los actores y, por cierto, hay muchos que lo hacen divinamente. Lo recuerdo, al rapsoda, en ¿el salón de estudio? que tan bien evocas (la madre Nieves, aparte de inefable, clavaba lápices afilados en el cráneo de las castigadas, si hablaban, claro) no bajo los laureles, bajo éstos recuerdo a las niñas venezolanas ¿eran venezolanas? bailando joropos ¿eran joropos? acompañadas por el arpa correspondiente. Nunca supe nada de él, más bien nunca lo había recordado hasta ahora, sería interesante leer la entrevista que le hizo tu padre ¿cómo podría vivir sólo de recitar? Un abrazo para ti.
      A lo mejor Jane, que tiene, y siempre ha tenido, tan buena memoria, se acuerda del recitador. Recuerdo oír recitar "el Piyayo", que es de mucha pena, como ella dice; también "Quién supiera escribir" y, ahora que lo pienso, a una compañera que recitaba con emoción:
      Al ver mis horas de fiebre
      e insomnio lentas pasar,
      a la orilla de mi lecho,
      ¿quién se sentará?

      Se te ponían los pelos de punta ¿Quién se acuerda? ¿Quién lee ahora a Bécquer?

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    7. Recuerdo a las joroperas, tan guapas con sus faldas y sus flores en el pelo (Yo nací en una ribera del Arauca vibrador...), y como las imitábamos después bailando en casa. Pero al pobre rapsoda lo borré de la memoria ¿Será ese acaso el sino de los poetas? Sin embargo, Cehachebé se acuerda hasta de cómo iba vestido.

      Pero no olvidé los poemas de aquella época, el primer encuentro con la Poesía que me enganchó definitivamente. Esos tremebundos (Gabriel y Galán y compañía) pero también después Bécquer, Tagore, Neruda y Miguel Hernández...

      Hoy a Bécquer en mi Instituto lo leen porque es lectura obligada. Pero a la Biblioteca me venían de vez en cuando, sobre todo las niñas de 13, 14 y 15 años, a pedir poesías de amor (y novelas de terror). Como dije antes, no todo está perdido.

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  8. Definitiva y categoricamente, voy a tener que revisarme la cabecita!!!!!!! Todos esos recuerdos de niños poetas de los que hablan se borraron de mi memoria....ya me estoy preocupando por ésto , de las joroperas obvio que me acuerdo porque era yo, una de ellas, pero solo recuerdo los bailes que hacíamos en la Casa de Venezuela que quedaba por la Rambla. Del colegio solo recuerdo un acto donde tambien estaba Leo, con unos vestidos blancos a media pierna,para bailar "España Cañi" y fué en una tarima colocada en nuestro patio........Pero al margen de todo ésto,el romanticismo a mi modo de ver es lo más lindo que podiamos tener en los genes.....yo soy demasiado romántica,siempre lo fuí y lo cultivé mientras tuve a Jaime, ya les comenté alguna vez que siempre procuraba celebrar los aniversarios religiosamente, asi como también una fecha como hoy.......pero de eso desgraciadamente ya solo me quedan recuerdos que al ser tan lindos, rememoran épocas lindas de mi paso por ésta vida también.........

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    1. Yo recuerdo muchas veladas en las que tú, Rosalina, Leo, Consuelo y las demás venezolanas nos bailaban el joropo vestidas con unas faldas preciosas. Nada de "España cañí". Después, las imitábamos en casa con cualquier falda de vuelo, sintiéndonos las bailarinas de un país lejano y exótico.
      Querida Ligia, una velada romántica tiene siempre el sabor de algo especial. Tú tuviste la suerte enorme de querer a una persona y de ser querida por ella y pasar muchos años juntos, tantos como para tener hijos y conocer juntos a los nietos. No creas que es fácil en esta vida. Hay mucha gente que nunca encuentra el amor. Los recuerdos bonitos nadie te los podrá quitar. Atesóralos.
      Un abrazo grande.

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  9. Ciertamente todos tenemos en nuestro corazón una parte de poetas y en aquellas fiestas familiares declamábamos alguno de los poemas que venían en los libros de literatura y aprendíamos de memoria. Qué tiempos.! Algo de aquello nos quedó, sobre todo "el atrevimiento" cuando comenzamos a componer nuestros propios poemas. Durante no recuerdo cuanto tiempo, cada cumpleaños regalaba a mis hijos y a mi marido una tarjeta con una poesía especial. A estas alturas de la vida, mi hija, que ya es mamá me reclama el poema de su cumple...Gracias Jane por hacernos recordar a la mona que subió al nogal, al jardinero que cuidaba con esmero del jardin, cómo no a la princesa tan bonita como Margarita , al Señor con la cruz a cuestas de Gabriel y Galán y muchas más que "nuestro disco duro" guarda... Realmente no hemos perdido la ilusión por recibir unas flores en San Valentín ni la rosa del 23 de Abril en San Jordi, tampoco olvidamos comprar el libro...Un abrazo.

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    1. Las tradiciones, Margarita, tienen su encanto. Muchas veces se dice que la festividad de San Valentín como patrón de los enamorados fue un invento de Galerías Preciados (por aquella película en que Jorge Rigaud hacía el papel de un particular San Valentín). Pero hoy precisamente estuve en una comida de esas internacionales con varios amigos extranjeros y uno de ellos, griego pero cosmopolita viviendo a caballo entre París, Nueva York y Dubai, me comentaba que se celebra también en muchas partes del mundo, incluida Asia. Igual que los Reyes, que la Navidad o que los Carnavales, o el Día de la Madre, el Día de los enamorados tiene para mucha gente un significado especial. De todas formas cualquier momento es bueno para regalar flores o regalarnos una cenita romántica.
      Y hablando de tradiciones, las mejores son las que nos fabricamos a la medida de cada familia. Como esa poesía especial a tus seres queridos, la que mi padre hacía a mi madre en cada aniversario de boda, o las de vacilón que hago yo a los amigos en ocasiones especiales. Que nunca perdamos la ilusión (ni las mañas).
      Un abrazo.

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  10. Mayte Mederos Ramírez14 de febrero de 2015, 21:13

    Jajajaj, que me he reído entre las ocurrencias de la profe, la amiga y, sobre todo, tu marido . Un abrazo!!

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    1. Ah, sí, Mayte, a mi marido no lo bendijeron los cielos con el toque poeta. Es de lo más realista que he conocido y tiene esa especie de pudor de muchos hombres a la hora de expresar lo que siente. Pero si hay que ponerse romántico, se pone, faltaría más. Y lo más importante: me hace reír.
      Un abrazo.

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    2. Mayte Mederos Ramírez14 de febrero de 2015, 21:27

      Jajajaj, el humor sí que es un seguro de vida para el amor, y no los bombones ni las flores. ¡¡¡Bien por ustedes!!!

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    3. Y que lo digas (aunque unas floritas de vez en cuando...) (y una patita de jamón...)

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  11. Bravo!!!!!besos, Isabelita!!!

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  12. Margarita Gallardo, me ha gustado mucho tu comentario!!! Besos!!!

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    1. Gracias. Y supongo que también de parte de Margarita. A mí también me gustó.

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  13. Francisco González15 de febrero de 2015, 16:26

    Unas buenas y acertadas reflexiones en voz alta.Felicidades.Y estoy de acuerdo en lo de la pata de serrano;que aunque algo menos romántico ,es por lo menos algo más gratificante para el body.
    Buen domingo para todos-as.Cs

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    1. Es verdad ¿Qué tienen los bombones que no tenga el jamón serrano? ¿Por qué unos son románticos y otros no? Misterios de la vida.
      Buen domingo.

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