Hace poco leí en “El País Semanal” un artículo, titulado “Las casualidades no
existen”, que defendía que no somos marionetas del azar y que a veces lo parece
porque no conocemos las causas por las que hemos llegado a esa situación en la
que decimos eso de ¡qué casualidad! El artículo habla de teoría del caos, del
efecto mariposa, de la física cuántica y de la teoría de la sincronicidad (“todo
lo que ocurre tiene un propósito”). Incluso menta el karma oriental: “todo lo
que pensamos, decimos o hacemos tiene consecuencias” y “cada uno recibe lo que
da”.
Todo eso puede estar muy bien, pero ¡claro que existen las casualidades!
Por ejemplo, mi madre, antes de nacer yo, siempre dijo que nunca le pondría a
su hija el nombre de Dolores porque no le gustaba en absoluto, a pesar de que su
suegra, a la que ella quería mucho, se llamaba así. Pues bien, yo nací un 19 de
marzo, día de San José, y ese año, ¡qué casualidad!, coincidió con el viernes de
Dolores, el viernes anterior a Semana Santa. Por supuesto, mi segundo nombre es
Dolores (la Virgen lo quiso así). Lo curioso es que nunca más, en los 63 años
que acabo de cumplir, ha coincidido el día de San José con el viernes de
Dolores.
También es casualidad que mi amiga Susi haya pasado en un aeropuerto italiano
por el mismo lugar por el que un tiempo antes alguien (el pobre) perdió 2
billetes de 500 euros muy dobladitos. Yo lo más que he encontrado fue un euro en
la arena (y me puse tan contenta) y hace tiempo media peseta en la guagua.
¿No es también una casualidad que mi consuegra y yo, sin conocernos entonces
mucho, nos hayamos comprado para la boda de nuestros hijos, ella en Madrid y yo
en Tenerife y en tiendas distintas, unos zapatos exactamente iguales?
Y no me digan que no es una casualidad cotidiana que, justo cuando lavamos el
coche o limpiamos los cristales de las ventanas, caiga del cielo una lluvia
sucia que nos hace maldecir en arameo.
Cuando pasan esas cosas, los humanos a veces pensamos que es el azar, la
casualidad, lo que nos gobierna y lo que hace que dos sucesos confluyan. Y a lo
mejor, eso nos hace más libres: igual que elegimos un día ir a una excursión en
la que vas a conocer al hombre o mujer de tu vida, podrías, que sé yo, haberte quedado en casa viendo en la tele “Pasapalabra” (no te comerás una rosca pero serás
experto en el rosco).
Pero otras veces pensamos que no, que todo está dentro de un orden y que
seguro que hay un dios juguetón por ahí trasteando, como diciendo “Te vas a
enterar tú ahora”. Y lo llamamos Dios, Destino, karma, o Virgen de los Dolores,
o, si se quiere, sincronicidad, que queda bonito.
Y tal vez esto sea nuestro único consuelo ante el caos.
En mi oficina siempre limpian los cristales el día que llueve o mejor el que nieva.
ResponderEliminarVale, siempre no, pero con una frecuencia sospechosa... ¡Odian al limpiacristales!
Es lo que llamaríamos confusión de causa-efecto. Aquí también cuando vemos el Teide nevado, como en estos días pasados, cual gigantesco témpano helado en el centro de la isla, la gente suele decir: "Claro, con razón hay tanto frío".
Eliminar¿Recuerdas, querida Jane, al Padre Lucas, aquel dominico que nos dio Religión en 5º y/o 6º de Bachillerato?. Siempre que aparece la palabra casualidad, no puedo evitar acordarme de él. En alguna de aquellas clases, hizo una aseveración que nunca he olvidado: "La casualidad no existe. Es la causalidad la que sí lo hace". He olvidado el contexto en que la dijo, pero sí que defendía, con mucha convicción, que todo lo que ocurre es consecuencia de una o muchas causas.
ResponderEliminarCon 15 años, aquello debió impactarme de tal modo que, casi cincuenta años después, sigo dándole vueltas. Me resulta una cuestión apasionante y me sorprende y agrada que, hoy, sea tu tema. Un tema que siempre me ha parecido de una gran carga filosófica y que alguna vez hubiera querido tratar con algún experto. Creo que me lo has puesto en bandeja y espero que, pronto, tengamos ocasión de ampliarlo más profundamente. Seguro que con tu sabiduría y experiencia harás que, casi diez lustros más tarde, empiece a ver más claro el real o aparente dilema.
¿Habrá sido una casualidad o una causalidad el que lo hayas elegido para tu post de hoy?.
Sea lo que sea, me ha gustado mucho el divertido enfoque que le has dado.
Tienes razón al verlo como uno de los temas filosóficos más importantes porque es el tema de si somos libres o de si estamos determinados a hacer una determinada cosa, libertad frente a necesidad. Hay filósofos como los estoicos o Spinoza que dicen que imaginamos ser libres, pero eso es porque no conocemos las causas que han motivado nuestras acciones o que nos llevan a desear ciertas cosas y no otras, pero que en realidad no lo somos. Y hay otros, como Sartre, por ejemplo, que nos dicen que estamos condenados a ser libres y que buscar las causas de nuestras acciones en otra cosa aparte de nosotros mismos es mala fe, eludir nuestra responsabilidad.
EliminarEs un tema tan amplio que supera a este modesto post, pero, como toda cuestión filosófica, todos nos lo hemos planteado alguna vez en la vida en forma de preguntas: ¿Por qué estaba yo en ese momento y en ese sitio? ¿Estaba destinado a encontrarme con aquella persona o a presenciar aquel hecho? ¿Pude haber hecho otra cosa? ¿Fui realmente libre?...
Me congratulo con mi memoria: era en 2027, así que a partir de los¡¡¡89!!! ya no vas a poder decir lo mismo. Me refiero a la coincidencia del día de S. José (y de tu cumple) con el Viernes de Dolores. Lo curioso es que en 2.032, solo 5 años después, vuelven a coincidir. Esto no hay quien lo entienda. Nada de particular por cierto ¿alguien entiende algo de lo que pasa?
ResponderEliminarSeguí mirando hasta el año 2.100 y ahí me detuve. Si tienes curiosidad y ganas,lo puedes mirar en: http://www.artesacro.org/ Perdona que no te mande el enlace, pero no sé.
Otra cosa, mi hija Carlota, la que le faltaban dos meses para nacer el tristemente famoso 23 F, nació un Viernes Santo, y sí que en sus casi 30 años de vida, su cumpleaños ha vuelto a caer ese día.
Y todo esto debido a la luna, por lo tanto algunas de las "casualidades" se las debemos a los astros, lo que po demás se ha venido pensando desde tiempos inmemoriales ¡Este tema da mucho de sí!
Tal vez el 19 de marzo de 2027 nazca otra niña a la que le caiga el nombre de Dolores porque la Virgen lo quiso así, aunque a su madre no le guste un pelo. Y tienes razón con lo de la Luna. Una amiga me dijo que estas fiestas movibles (semana santa, carnavales...) dependen del primer plenilunio después del 20 de marzo.
EliminarDe todas formas, hay determinismos para todos los gustos: los que dicen que nuestros genes mandan; los que piensan que somos como somos por el ambiente social en que nos educaron, o los que creen que, si naciste bajo el signo de Leo y la influencia de Saturno, vas a tener un genio de no te menees. O, como comentas, que la Luna influye en nuestra vida. Con todo eso, parecería que se nos va a ser difícil actuar por nosotros mismos ¿verdad?. Como dices, el tema tiene tela (y más, si nos metemos con el negocio de los horóscopos y la predicción del futuro basada en los astros)
Y no es casualidad que vaya por la calle y vea una señora y piense... como se parece a mi profesora de Filosofía y 30 metros después entrar a la librería y encontrarme con ella?:)
ResponderEliminarMe ha pasado un montón de veces, Platónica. Una vez mi hermana y yo hablábamos de una amiga de la infancia de la que no sabíamos nada hacía más de 15 años, y en ese momento sonó el teléfono y era ella. Nos quedamos tan estupefactas que casi no podíamos hablar. ¿Casualidades de la vida?.
EliminarAparte de ellas, me encantó ayer la casualidad de haber coincidido en la librería con una de mis alumnas más interesantes y divertidas. Un abrazo.
Pd: Le preguntaré a mi hermana, que se parece mucho conmigo, si ayer estaba en La Laguna.
Hola Jane. Por casualidad puedo entrar a esta página. Nuevamente la CANTV se equivocó y suspendió el servicio de INTERNET en la zona donde piso. Claro, si la gran mayoría de los residentes de mi urbanización, algo así como el 99,99%, objetamos al gobierno de nuestro Presi: entonces, oh casualidad!, nos impiden el uso de este medio. Reclamamos y casualmente nos dan la razón y restauran el servicio. Este país mio está lleno de casualidades. Fíjate: Hay un pueblo que se llama Aguadagrande (todo pegao´) y ni tiene agua y ni es grande. Le dicen el pueblo de las dos mentiras (Municipio Urdaneta del Estado Lara). Otro el pueblo de los dos tiros: Pampan (Municipio del mismo nombre en el Estado Trujillo) y los fines de semana se cuentan más de un millar de tiros, según sus habitantes. Tuve una gran amiga llamada Flor y se casó con un Señor de apellido Parra y pasó a llamarse Flor de Parra, casualidad verdad?. Pero lo más angustiante, es llegar a fin de mes con la despensa medio llena o llegar a tu casa después de la jornada de trabajo completamente sano. Eso si es CASUALIDAD, al menos en este país, mi país. A cuidarse pues.
ResponderEliminarMe recordaste lo que dicen de Santillana del Mar, en Santander: que ni es santa, ni llana, ni tiene mar. En este caso, sería el pueblo de las tres mentiras. Me reí con lo que cuentas y me gusta tu sentido del humor, pero me deja un sabor agridulce lo que dices al final.
EliminarEl artículo al que hago referencia (y con el que no estoy muy de acuerdo) dice que "nuestras circunstancias actuales son el resultado de la manera en la que hemos venido pensando y actuando a lo largo de la vida", que "el caos es el orden que no comprendemos", que "los sucesos externos suelen ser el reflejo de los procesos emocionales internos"... Pero nada de lo que dice el artículo nos prepara para comprender la inseguridad o la inquietud ante la falta de lo necesario, impuestas por alguien o por circunstancias ajenas a nuestra voluntad. Por eso te devuelvo el deseo que me mandas: a cuidarse.
Un abrazo.
A mí lo que me ha pasado es regalar un libro y encontrármelo un tiempo después en un mercadillo con mi dedicatoria y todo. La cultura está muy devaluada...
ResponderEliminarQué casualidad, el miércoles en una comida un amigo me contó que le había pasado lo mismo. Y otro amigo hace poco me dijo que a él le pasó con una acuarela pintada por él y regalada (pinta muy bien) y después de 20 años la vio en un mercadillo (y la compró)
EliminarTienes razón, hoy no se valora mucho la cultura. O a lo mejor se valora tanto que, una vez leído un libro o disfrutado un cuadro, se lleva a un mercadillo para que otras gentes los disfruten. :-)
Si Jane, también he padecido por esos rollos causa-efecto. En mis años mozos (recuerdos tremendos de un pasado alegre, dicen por ahí) siempre que me ponía un pantalón blanco caía un aguacero de padre y señor mío y no importaba el mes. Casualidad?, tal vez. Huelga decir que descarté el uso de la prenda señalada. Se entiende que me refiero al color, no?. Y, sí, no estamos preparados para afrontar muchas de las situaciones que se nos presentan en el día a día. Lo digo por experiencia.
ResponderEliminarP.D. Me gustaría narrarte un hecho muy particular. No quiero hacerlo por esta vía. Solicito autorización para usar tu correo electrónico.
Hay días en los que te levantas con el pie izquierdo y todo sale mal: se te quema la comida, hace un día de perros, se estropea el termo de la ducha... Y otros en los que la suerte te sonríe: mi amiga Susi, la que se encontró los 1000 euros, ese mismo día encontró un reloj.
EliminarShakespeare en "Julio César" dijo:
Hay una marea en la vida de los hombres
cuya pleamar puede conducirlos a la fortuna,
mas, si se descuida, el viaje entero
está abocado a perderse entre bajíos y arrecifes.
Así que la suerte, si es que existe, va y viene, por lo que parece ¿No nos quedará más remedio que aceptarla y resignarnos o podemos hacer algo por cambiarla? Es un tema interesante.
Y por supuesto que puedes escribirme a mi correo electrónico. No necesitas autorización, faltaría más. Está abierto a mis amigos de aquí y de allá
Incluso en la ciencia, las casualidades tienen peso. Hay una teoría en materia de seguridad en accidentes médicos que es la teoría del queso gruyere. Si alineamos láminas de queso gruyere, en las que el agujero es un error, lo normal es que no coincidan, con lo que ese error mínimo no tiene importancia, pero existe la posibilidad - la terrible casualidad- de que esos agujeros se alineen y el error sea un fallo garrafal, por lo que no hay que despreciar cualquier mínimo fallo en un mundo en el que el caos impera y la casualidad es la reina del cotarro.
ResponderEliminarEs el viejo problema de qué papel juega en nuestra vida el azar. Einstein lo negaba totalmente. "Dios no juega a los dados", decía. E, igual que Spinoza, pensaba que, si alguna vez el hombre pudiera llegar a conocer todas las causas -el por qué en el queso se alinean los agujeros-, el hombre tendría un conocimiento completo de todas las variables del mundo.
EliminarPero la mayoría de las personas creemos en el fondo que sí, que tiene un papel importante. Y esto se ve en nuestra vida diaria -cuando compramos lotería, cuando confiamos en la suerte...-, pero también en el cine y la literatura.
En una película que vi hace tiempo, "Serendipity", un billete y un libro con los respectivos teléfonos del chico y de la chica serán los agentes para que, si alguna vez en las revueltas de la vida los encuentran, se llegue al ansiado final feliz: ¡lo quiso el destino!
Y uno de mis libros preferidos, "Crónica de una muerte anunciada" de García Márquez, juega también con el azar y el destino. Su frase inicial ya es premonitoria: "El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5,30 de la mañana..." Y toda esta novela perfecta en la que ya, desde esta frase, conoces el final, pasa por causas y efectos, pero también por casualidades, por avisos que no llegan a tiempo, por personas que casualmente no lo ven, por fatalidades. De lo que realmente nos habla García Márquez es de la vida misma y su compañera inseparable, la muerte.
Así que vuelvo a repetirme: ¡claro que existen las casualidades!
La casualidad pienso no es una, para que se produzca una, han tenido que producirse muchas anteriores.
ResponderEliminarPor ejemplo: Cuando depués de muchos años sin vernos en Tenerife, dió la casualidad de encontrarnos en Londres en una excursión en la misma guagua. Primero se dieron otras casualidades que nosotras ignorabamos. Tener vacaciones los mismos días, elegir Londres, comprar la excursión y otras muchas más. Como dicen los niños, "hasta el infinito y más allá".
Lo único es que nosotras decimos que fue una cadena de casualidades y otros pensarán que fue una cadena de causas y efectos necesarios que desconocemos, de tal manera que, si se cambia un hecho del pasado, aunque sea mínimo (como pasa en "Regreso al futuro", por ejemplo), cambiará también todo el futuro. ¿Somos prisioneros del azar o de la necesidad?
EliminarDe todas formas, sea lo que sea, me alegró muchísimo encontrarte en aquella guagua hacia Oxford. Sigo pensando que fue una estupenda casualidad