martes, 19 de abril de 2011

Un gastrohomenaje




No soy muy amiga de esos homenajes post-mortem. Siempre recuerdo al pariente de una amiga, que le dijo a su mujer que, cuando él muriera, hiciera unas buenas garbanzas e invitara a todos los amigos, que eran muchos, a comer y a beber en su honor. La pobre mujer, me contaba mi amiga, de lo menos que tenía ganas era de un jolgorio, pero allí se metió a prepararlo, haciendo de tripas corazón, por respetar la voluntad del difunto. La verdad es que, cuando uno se va, quiere irse como Machado, “ligero de equipaje”, sin dejar detrás obligaciones para los que se queden.

Pero con mi tía Isabel la cosa cambia. Era tía de mi padre, la más cercana a él porque sólo se llevaban 8 años y, por eso, llevo su nombre. Era guapa y simpática, con unos ojos azules muy expresivos y una sonrisa fácil. Se casó con el tío Paco, que era su cómplice, su compañero, su amor, hasta que un accidente de aviación, cuando volvía de un viaje de trabajo a Madrid, a los pocos años de casados, se lo arrebató delante de sus acongojados ojos y de los de sus hijos, que habían ido a recibirlo a Los Rodeos. Y ahí fue donde la tía Isabel mostró el temple de muchas mujeres de mi familia. Salió para adelante, dio carrera a sus cuatro hijos, y prosiguió con su vida, trabajando, cuidándolos, yendo algunas tardes a merendar con sus amigas o a intercambiar recetas y a jugar al parchís con su hermana, la tía Nieves (haciéndose trampas mutuamente), disfrutando de las reuniones familiares y, sobre todo, cocinando.

Durante mi primer año de carrera, cuando tenía clase por la tarde y no me daba tiempo de bajar a Santa Cruz, yo iba a comer a casa de la tía Isabel en La Laguna, una casa fría con huerta detrás, como muchas casas laguneras. Hablábamos mucho (sólo hacía un año de la muerte del tío Paco) y recuerdo que me decía que sus hijos y la cocina eran lo que la habían salvado.

Era una cocinera extraordinaria. Allí probé por primera vez las crepes y disfruté de unas exquisiteces que hoy le habrían valido una estrella Michelin. En Navidad nos regalaba a los 16 sobrinos y sobrinos-nietos un queque, siempre distinto, y una botella de los licores que hacía (mistelas, licores de leche, de naranja, de limón…), y sus cenas de nochebuena, en las que incluso hacía un pan riquísimo, eran famosas en la familia.

La tía Isabel murió hace unos meses, a 3 años de cumplir los 100, aunque había dejado de ser ella hacía muchos más. En el entierro, cuando hablábamos sus hijas y sus sobrinas de su generosidad y su alegría, que repartió a manos llenas, hablamos también de un rasgo peculiar: no daba recetas a cualquiera. Yo dije que tenía 5 recetas, otra dijo que ella también tenía unas pocas… Y se nos ocurrió la idea de este homenaje.

El pasado domingo nos hemos reunido 20 personas de su familia con el único propósito de celebrar que pasó por nuestras vidas. Yo hice su limonada con champán y su pan de nueces. Las demás trajeron su pulpo y sus helados, su higado en adobo, sus sandwichs de sardina, su flan, su “leche fachenta”, su tarta de manzana, su licor de leche. Todas las recetas que nos fue dejando caer, como quien regala perlas, van a ir a un librito con su foto en la portada. Y, aunque no estoy muy segura de que quisiera que sus secretos culinarios salieran a la luz, sí que le habría gustado, porque era muy presumida, verse tan guapa. Y sé que, sobre todo, le habría encantado estar ese domingo con nosotros, riendo y contando anécdotas pasadas, incluso recordando los cuentos de príncipes y brujos, largos y un poco truculentos, que contaba por la noche a sus hijas.

Se fue libre y despojada de recuerdos, los buenos y los dolorosos. Pero fue muy querida y tuvo una vida larga, y todos estábamos allí para dar gracias por haber formado parte de ella.

Y estos gastrohomenajes, alegres, lúdicos, que celebran la vida, sí que me gustan. 

30 comentarios:

  1. Me voy a repetir Jane, pero ¡Qué bonito!

    Qué mujeres hay en tu familia, lo tenéis todo, hasta belleza.

    Lo de recordarla con sus recetas es precioso. Que me he emocionado, muyaya.

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    1. Gracias, Loque. La verdad es que fue una ocasión preciosa, ya me gustaría a mí que me recordaran por mi tumbet de berenjenas o por mi cordero a la jubilada (o por mi belleza incontestable).

      La tía Isabel fue un mujer muy guapa por fuera y por dentro y fue un privilegio haberla tenido por tía.

      Un abrazo.

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  2. De ella, yo he hecho la receta del licor de café y la del queque (al estilo inglés), pero me apunto a una copia de ese librito, que hay que pasarlo a las nuevas generaciones ;D

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    1. Ya te llegará, ya te llegará. Por ahora estoy reuniéndolas y tengo cerca de 30. Están las apuntadas por mí y por otras sobrinas. Están las que recuerdan sus hijas. Y están las que trajeron las hijas de la tía Nieves, su hermana, que también era muy buena cocinera. De hecho, ambas compartían muchas recetas y en el librito pondré en algunas el nombre de las dos.

      Este trabajo de investigación y recopilación es tan "detenoso" como una tesis doctoral. Pero creo que merecerá la pena.

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  3. ¡¡Una idea genial!!
    Por cierto ¿se sabe de dónde sacó las recetas? Supongo que alguna podría ser inventada otras arregladas a su gusto, pero otras... Mera curiosidad.

    A propósito, se me viene a la cabeza una anécdota de una tía mía que también cocinaba muy bien. Cuando le pedían una receta la daba, y cuando la persona a la que se la había dado reconocía que no le había quedado igual de buena, ella (mi tía) se encogía de hombros y luego le decía a su hija: "¡cómo le voy a decir que le puse al arroz la salsa que me sobró de la carne con papas!" (por ejemplo). Trucos que a las que nos gusta la cocina como a ti y a mi, se nos ocurren y que a veces dan lugar a algo nuevo.

    Me apunto al librito, si se puede.

    Me da que va a tener mucho éxito.

    ¿Y si las que aprendamos las recetas organizamos otra comida con las sobrinas a ver si las hacemos bien? Así seguiría la rueda ¡qué divertido!

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    1. Nunca quedaban exactamente igual a como ella las hacía, Arista. La del licor de café, sí, porque la copié según lo iba haciendo. Supongo que las sacaba como todas, mezcla de herencia familiar, mezcla de oídas, mezcla de su propio gusto e imaginación. Como buena palmera , era una artista para todo lo de la casa.
      Quedas apuntada al librito, por supuesto. Nadie termina por morirse mientras haya algo que lo recuerde. Y ella está muy viva.
      Un abrazo.

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  4. ¡Muy bonitos recuerdos!

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    1. Es lo que nos queda, Marisol. Los recuerdos (de su risa, de su voz, de su cariño y generosidad...) y los maravillosos platos que nos enseñó a hacer.

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    2. Es verdad ,, tengo una tía que tiene 104 años ,, cuántas historia en su memoria ,,,,ya por desgracia no cordina bién ,

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    3. Es lo malo de los años, Marisol. Si me dieran a escoger prefiero vivir y ser yo a durar. Pero una edad longeva con la cabeza en su sitio no tiene precio.

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  5. Isabel, ¿tu tía Isa vivía en la calle Cabrera Pinto? Perdona la pregunta tan directa y si no quieres contestarla, lo entenderé perfectamente pero es que, leyendo y releyendo tu maravillosa historia, se me ha encendido una bombillita que me ha hecho relacionar muchas y buenas cosas del entorno de mis 20 años, y recordar a mi muy entrañable amigo Paco.
    ¡¡¡Qué historia más bonita y qué delicada manera de contarla!!!

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    1. ¡Sí, Loreto! Mi tía Isabel vivió en la calle Cabrera Pinto desde que yo la conocí hasta bien entrados los años. Una casa con huerta en la que jugábamos de niños y que también tiene muchos recuerdos buenos para mí.
      Me alegro de que la hayas conocido y (supongo) que también a su hijo, mi primo Paco.
      Muchas gracias por tus palabras.

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    2. ¡Qué maravilloso es este medio para estas agradables sorpresas! En esa huerta y en esa casa estuve yo un buen número de, sobre todo, tardes con tu primo y mi entrañable amigo Paco. Gracias por contestarme.

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  6. Guapísima tu tía Isabel y entrañable tu escrito!. Por cierto mañana me contarás la receta de la leche "fachenta". Me encantó el nombre.

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    1. Gracias, Nélida. Te pongo la receta de la leche fachenta, aunque te aviso que es complicada y que no queda como las hacía la tía Isabel (sobre todo porque la leche que ella usaba se la traían directamente de la vaca). Pero ahí va: hierves suavito un litro de leche con 1/4 kg de azúcar, una cáscara de limón, un ramito de vainilla y una pizca de sal. Bates 9 claras a punto de nieve con una o dos cucharitas de azúcar. En una hondilla de cristal pones bizcochos de pajarita al fondo. Pones la mitad de las claras en la leche hirviendo y eso se pone sobre los bizcochos; luego, otra camada de bizcochos y encima más leche con la otra mitad de las claras. En el resto de la leche haces una crema: primero, bates 6 yemas y le vas poniendo un poquito de leche. Luego las cuelas dentro de la leche y pones todo al baño María revolviéndolo sin dejarla hervir y poniéndole también una rama de canela. Luego sacas el limón, la canela y la vainilla y viertes esa crema encima de las claras y bizcochos. Al final almendras peladas y doradas en el horno y picadas. Era el postre preferido de mi padre y mi tía se lo hacía de vez en cuando. Como comprenderás, yo solo lo he hecho una vez y tenía un ligero parecido con el original :-D
      Si te animas, ya me contarás.

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    2. Gracias, Isa. Tendré que animar a Gul. :-D

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    3. Suerte que tienes, Nélida, con tu chef particular. Me dejó soñando con los dulces de hojaldre...

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  7. Ainsssssss... si yo volviera de apuntadora p'atrás...!!! Precioso homenaje, Isa!!!

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    1. Gracias, Gladys. Es lo menos que se merece por todo lo que nos dio.

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  8. Nieves M. Herrera Pérez26 de abril de 2015, 16:02

    No pude ir ese día desde Las Palmas a ese homenaje... pero tía Isa me contó...

    Yo la recuerdo como si fuera hoy... Siempre tan guapa y tan arreglada... Con esa sonrisa "mordiéndose la lengua"... Cocinando... Cosiendo... Jugando todas las tardes al parchís con mi abuela... con esas riñas por las "trampas" que se hacían! Jajajaja
    Tan cariñosa!!!

    Y de sus recetas tan ricas siempre nombro sus Galletas de nata, riquísimas!!! (La recuerdo "juntando" la nata de la leche que le traían cada día en una lechera hasta tener la cantidad necesaria)...Y su queque "mármol", mezclado con chocolate... Mmmm... los sabores vuelven a mi boca...
    Y, ¡cómo no!, sus licores de café y de naranja.

    Las echo mucho de menos a las dos

    Por suerte, y según mi parecer, su nieta Luisy González Mencourt ha sacado un gran parecido y esa misma fuerza para salir adelante!!!
    La saga continúa!!!

    Gracias por traerla de nuevo a nosotros!!!
    Un beso fuerte!!!

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    1. Somos muchos quienes la recordamos como tú, Nievitas. A ella y a la tía Nieves, a quien la recuerdo contándome historias muy imaginativas (alguna de ellas las he contado aquí) Y por eso siguen vivas entre nosotros, sus descendientes.
      Una vez estuve muy grave y tu tía Isa me mandó al hospital unas flores con una tarjeta que decía: "¡A las Duque no nos doblega nadie!". Si vieras lo que me animaron esas palabras. Hablan de las mujeres fuertes y animosas de nuestra familia, que han pasado, como todo el mundo, malos momentos pero que saben salir adelante. Así eran la tía Isabel y la tía Nieves.
      No sabes la alegría que me das con que Luisy siga la saga. También creo que su nieta mayor Elena también es una excelente cocinera. Los genes mandan.
      Un abrazo muy grande.

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    2. Nieves M. Herrera Pérez26 de abril de 2015, 17:59

      Juzga tú misma!!!
      Y sí, Elena Pérez González también es genial y luchadora! Ahora ha abierto una tienda ecológica en La Laguna, Hierbahuerto, para comprar las verduritas ricas y demás productos ecológicos.
      Cuánta razón tiene tía Isa... no nos doblega nadie!!!
      Los genes continúan!!!
      Un beso fuerte!!!

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    3. ¡Sí es verdad! ¡Cómo se parecen! La misma sonrisa y los mismos ojos...
      Ya estuve en Hierbahuerto el otro día comprando cositas ricas. Y justo cuando estaba allí, entró Pepita. Nos encontramos, hija, nieta y sobrina-nieta de la tía Isabel. Y como si ella hubiera estado delante, nos pusimos a alegar de buenas comidas, de ingredientes originales y también, de lo bien surtida que estaba la tienda. A ella le hubiera encantado.
      Otro beso para ti.

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  9. Precioso Jane. Leyendo ese comentario del homenaje a tu tía no he podido menos que recordar una conversación que un día, por casualidad escuché a mis hijos. Me acababan de dar el alta en la Unidad de Coronarias del hospital y estaban todos mis hijos en casa. Tenía la ventana abierta y ellos estaban en el jardín y aunque no hablaban alto el mayor le dijo a sus hermanos: El día que mamá "se vaya" tenemos que seguir reuniéndonos con la misma frecuencia que lo hacemos ahora y cada reunión de esas tiene que ser un homenaje a su vida. Mamá nunca se va a morir mientras vivamos nosotros...Desde ese día me he propuesto no morirme y ¡fíjate tú! estoy escribiendo para ellos un libro de cocina con las recetas que les gustan... Gracias Jane .

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    1. ¡Qué entrañable, Alejandrina! Con semejantes hijos yo también me propondría no morirme. Y ten por seguro que seguirás viviendo, no solo en las recetas, sino también en todos los detalles que atesorarán los que te quieren.
      Cuando mi madre murió, unos días antes de la navidad, algunos suponían que no íbamos a celebrar la nochebuena. Pero sí lo hicimos y fue una nochebuena inolvidable en la que estuvo más presente que nunca, recordándola y contando cosas de ella.
      Es verdad lo que dijo tu hijo. No sé si conoces el poema de Eloy Sánchez Rosillo "Luz que nunca se extingue" que termina con estos versos:
      "No, la luz no se acaba, si de verdad fue tuya.
      Jamás se extingue. Está ocurriendo siempre.
      Mira dentro de ti,
      con esperanza, sin melancolía.
      No conoce la muerte la luz del corazón.
      Contigo vivirá mientras tu seas:
      no en el recuerdo, sino en tu presente,
      en el día continua del sueño de tu vida".
      Un abrazo grande,

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  10. Isabel E. Armas Pérez27 de abril de 2015, 20:39

    Algo de esos genes tengo si y no doblegarse es la actitud, ¡Vaaaamoooossss! Las extraño montón. Besos Isabel, me encantaría otra sesión Duque

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    1. Sí, Isabel Elvira. Tú estás hecha del mismo material y, por eso, capeas con todo lo que se ponga por delante, faltaría más.
      A ver si tu madre me cuenta un día historias de Mamá Pepa, nuestra bisabuela, que creo que también las tiene estupendas.
      Un besote grande.

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  11. Isabel. Me han emocionado tus recuerdos a mis tíos Paco e Isabel y ver la foto de “Isabelita” como la llamaban en el barrio (mi casa está a tres casas de distancia). Te contaré un detalle amargo para mí. Mi tío Paco cada vez que iba a Madrid nos reuníamos (Juanita, yo y él) y callejeábamos por los alrededores de Sol y cenábamos de pinchos. El solía quedarse en una antigua pensión de la Carrera de San Jerónimo, de aquellas de piano en el salón y contados huéspedes. La noche antes del siniestro vuelo a Los Rodeos, tras cenar, estuvo tocando al piano la Barca de Oro y los tres, en plan Pedro Infante venidos a menos, cantándola (yo por lo bajini por aquello del supuesto desafino y es que cantando soy un incomprendido). Nos dijo Paco que se volvía a Tenerife al día siguiente, adelantando el regreso, para estar en el cumpleaños de mi prima Isabelita. Puedes imaginarte el mazazo cuando me avisaron de telefónica que fuera a la central del Barrio del Pilar donde vivíamos –eso se hacía porque todavía los teléfonos no eran objetos cotidianos en las viviendas- para una conferencia con mi padre.
    En la familia de mi madre –no en la de mi padre, que era el hermano mayor de Paco- también se acostumbra a “la despedida” con comida , timple o guitarra y brindis por el que ya no está. Nosotros, Juanita y yo, cada vez que vamos a Madrid procuramos en alguna cena brindar por él y cantar la Barca de Oro.
    Me perdonarás la perorata en tu blog pero son recuerdos que podemos compartir, y no solo los de nuestro “Instituto de Canarias” hoy “el Cabrera” gracias a Ramón Rojas. Un abrazo

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    1. ¡Cómo me has emocionado, Javier, con tu recuerdo! Desde ahora no volveré a cantar "La barca de oro" ("Yo ya me voy al puerto donde se halla la barca de oro que debe conducirme..."), sin acordarme del tío Paco y de ese último día feliz que compartiste con él. Nosotros nos enteramos enseguida porque la tía Isabel había llamado a mi madre antes de salir para el aeropuerto a recibirlo. Nunca olvidaré ese día y esa tragedia y los "¿y si no lo hubiera cambiado?". Era una persona estupenda.
      Hay más recuerdos que compartimos. Me acuerdo de verte en cumpleaños de Isabelita diciéndonos poesías. No me digas que no es un recuerdo bonito.
      Un abrazo muy grande y muchas gracias por compartir este recuerdo.

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