"¡Abracadabra!”, gritábamos de pequeños agitando una varita, con esa total
confianza que los niños tienen en la magia. Incluso añadíamos “pati di cabra”,
antes de pedir un deseo: que aparezcan dulces en la mesa, que salga el sol, que
sea de repente Navidad. Y siempre decíamos seguros: “Ya verás, ya verás. Sólo
hay que esperar un ratito”.
El mundo de la magia pertenece al imaginario de todos nosotros. Todos hemos
estado allí y hemos creído ciegamente en que alguien puede volar o curarte una
herida o hacer salir un conejo de un sombrero, todo por arte de birlibirloque.
Hasta que un día despertamos. A mi nieto le regalamos un juego de magia con un
CD con las instrucciones y, todo nervioso, me pidió que se lo pusiera para
aprender a hacer magia. Cuando lo vio, exclamó compungido:”¡Son trucos! ¡¡No es
magia!!”. Y en sus ojos, desilusionados, me vi a mí misma y a todos los que,
como yo, escépticos y descreídos, hemos abandonado ese mundo hace años.
Ahora, personas maduras, todo lo racionalizamos. El conjuro sanador de Abracadabra sabemos que deriva de un talismán romano cuya forma triangular se creía que extraía la enfermedad del cuerpo. Nos olvidamos de que las brujas fueron personajes necesarios para curar los males en las comunidades en las que vivieron y nos quedamos, como le pasa a la brujita que tengo colgada del techo sobre el escritorio, con lo folklórico, con el equipo que llevan: con el sombrero puntiagudo que, según he leído, es una derivación de las tocas que llevaban las mujeres en la Edad Media; con la escoba multiusos, que igual servía tanto para un barrido como para un viajito al aquelarre más próximo; y con esa nariz ganchuda, seguro que fruto de una venganza de los sin-poderes (los muggles de Harry Potter) para hacer creer que las brujas fueron feas. Una de mis amigas, que es maestra de primaria y que tiene una nariz aquilina con mucha personalidad, no pudo aguantar la risa cuando uno de sus niños le dijo: “Seño, ¿usted es bruja?”.
Hemos convertido ese mundo, que una vez fue poderoso, fascinante, aterrador,
en un carnaval, una fiesta de Halloween, un negocio con velas, cartas de tarot o
bolas mágicas. ¿Realmente no creemos en nada de nada de todo esto?
Pienso que sí, que algo ha quedado. Tengo amigas que cuidan con esmero rosas
de Palestina porque protegen del mal. Yo estoy convencida de que la mano de mi
madre en mi frente, cuando tenía fiebre, tenía efectos curativos. El toque
sanador de las brujas lo han tenido muchas mujeres de mi familia que sabían de
cataplasmas y de hierbas, y tenían un remedio para cada cosa: la salvia y el
tomillo con miel para catarros, la manzanilla para el estómago, la greña de
millo para el riñón, la melisa, tila y valeriana para dormir bien… Mi abuela
paterna me hacía todo un ritual, creo que para abrir el apetito, que incluía un
rezado, unos masajes con aceite en la barriga y, al final, el cabo de una vela
encendido en el ombligo al que hacía el vacío con un vaso al revés. Si la
hubieran visto en Salem, la hubieran quemado.
Y, aunque ahora, en el mundo racional de la cordura, la única magia que yo he
hecho es decir: “¡Ábrete, Sésamo!” ante las puertas automáticas (dejando
maravillados a mis nietos de pequeños), me gustaría haber heredado ese toque y,
cuando alguien sufre, invocar esa magia curativa de una larga línea de
mujeres-brujas que me han precedido, para poder decir un abracadabra efectivo
que sane las heridas de este mundo.
Seguro que funcionaría. Sólo habría que esperar un ratito.
Yo también tengo una amiga que enciende velitas para cuidar y proteger a las personas que quiere... Besitos brujita!
ResponderEliminarAh, pero Vicky, es que las velas son las velas. El fuego de una vela tiene algo mágico, purificador, íntimo; es una manera de decir "me acuerdo de ti y te mando toda la energía posible para que estés bien"... Yo, que no soy religiosa, he puesto velas en todas las iglesias en las que entro por esos mundos. Y una cena sin velas es como un jardín sin flores. Un día de estos escribo un poco más sobre esto.
EliminarUn abrazo fuerte.
Bueno , hay mucha gente que todavia cree en la magia, por ejemplo en que los políticos nos van a mejorar la vida, en que determinadas pulseras dan salud (salud no sé pero el que las inventó se esta forrando), o determinados objetos dan suerte. Asi se llenan de escapularios, manos de madera, lazos rojos y toda una parafernalia para el mal de ojo y atraer tiempos de bonanza. En fin brujita, que somos muy complicados
ResponderEliminarMi hermana, que es pediatra, me cuenta que hay madres que llevan a los bebés a la consulta con cruces rojas pintadas en el pecho o la espalda para prevenir el mal de ojo. Y uno de mi pueblo se hizo millonario vendiendo unos calderitos con lentejas y una moneda dentro, llamándolos "ollitas de la suerte". La vida es tan incierta que necesitamos seguridades. En el último viaje me quedé asombrada de la cantidad de amuletos protectores que venden en los sitios para turistas: hadas, duendes, brujitas como la mía... Tienes razón, Tona, los humanos somos así de complicados... y de asustados.
EliminarHuy, pues yo creo que lo mágico y esotérico está más de moda que nunca.
ResponderEliminarHablemos de los best sellers de los últimos años: Vampiros, magos y gente que busca reliquias de los templarios, los rosacruces o cualquiera que pasara por ahí y que utilizara alguna simbología misteriosa.
Quizá las brujas (específicamente) no están tan de moda, pero ¿cuándo se habían visto tiendas por las calles de santería?
Tienes razón, no sólo los best sellers o las tiendas de santería sino también la cantidad de anuncios que hay en periódicos o en la tele, en los que aparece un gran vidente africano que asegura resolver cualquier clase de problemas, al lado de una señora con bola y turbante que sabe con seguridad y desparpajo qué nos va a deparar el futuro. Mi abuela diría que de dónde salió tanto "zajorino" (palabra que ella usaba y que supongo derivada de "zahorí").
EliminarTanta oferta debe responder a una demanda grande ¿Por qué tanta gente los consulta y cree en ellos? Miedo, inseguridad, o tal vez sea soledad y ganas de ser escuchados. Es lo que dice Tona, que los humanos somos complicados.
¡Qué casualidad! Mientras leía este post, que me gustó mucho, en este mismo portal anunciaban, justo al lado, "tirada de tarots gratis" y "pide tu hechizo de amor gratis por mail".
ResponderEliminar¿Nos hemos vuelto todos locos? ¿No se supone que este es el siglo de la ciencia y la razón?
La ciencia me da que está de capa caída. Hemos pasado de encumbrarla a desconfiar de ella, visto lo visto de adónde nos ha llevado el siglo XX.
EliminarY, sin embargo, pienso que, aunque la vida nos brinda espacios para la magia y la imaginación (y bienvenidos sean), la esperanza está sobre todo en la racionalidad y en que la ciencia sea un instrumento de ella.
En mi familia, siempre se ha sido muy descreído en esto de las brujerías. Sin embargo, cuenta mi madre que teniendo yo un par de añitos, tuve una temporada de fuertes dolores de vientre, que el pediatra no supo solucionar y ella, desesperada, buscó alguna forma de que yo mejorara.
ResponderEliminarHabía oído hablar de una anciana que vivía cerca de la calle Salamanca, y que tenía fama de ser una persona muy buena y cariñosa con los niños y que se dedicaba a sanarlos en casos parecidos al mío. A pesar del escepticismo familiar, me llevó a la señora y ésta se limitó a darme unos masajes con aceite de oliva, en la barriguita, y a recitar unos pocos rezados.
Casualidad o no, mis dolores desaparecieron y mi abuela, para tranquilizar a mi madre por haber acudido a esta supuesta sanadora, - con la sabiduría de los más viejos -, le dijo que si no me había dado ningún brebaje y se había limitado sólo a lo que hizo, no iba a hacerme ningún daño.
Hoy, desde el razonamiento, pienso que la buena señora tenía el don de saber qué puntos del vientre de un niño debía masajear, para que desaparecieran sus dolencias. No en balde, ahora se acude a masajistas profesionales y reconocidos, que con sus manos ayudan a recuperar el bienestar de nuestro cuerpo. Seguro que aquella anciana es un antecedente de lo que hoy es una moda.
¿Ves? Es lo mismo que hacía mi abuela. El rezado y lo de la vela eran añadidos folklóricos para despistar, pero lo importante , el masaje, era fundamental. Tanto que, si era para abrir el apetito, tuvo un rotundo éxito porque todavía me dura y hay momentos como éste, pospambufadas de verano, en que me hubiera gustado que no hubiera hecho tan bien aquellos masajes de hace casi 60 años...
EliminarMuy interesante lo que estáis planteando: Hasta hace poco se llamaba brujería lo que hoy se llamaría "Medicina natural": Infusiones de hierbas medicinales, masajes y a veces consejos de salud básicos.
ResponderEliminarSi a todo le añadían uno poco de coreografía, la gente tendía a creerselo más.
El otro día hablábamos de las supersticiones, y todo está relacionado: El ser humano es tan irracional que no se pone el cinturón de seguridad aunque se le demuestre hasta la saciedad que es necesario, pero ¡dile tú que una pulserita amarilla da suerte!
Pues eso, más gente habrá cerrado unas tijeras "porque da mala suerte" que porque están afiladas y es más peligroso que estén abiertas a correctamente cerradas.
Y más gente se habrá tomado una "pócima" que le ha dado una bruja, que una infusión medicinal que le hayan dado en el herbolario de la esquina.
Hay una definición de "superstición" que me encanta. Es de Bacon y dice que es la que "ha forjado los ídolos del vulgo, los genios invisibles, los duendes, las brujas y los vampiros de los días de felicidad y malandanza y otros disparates por el estilo". Me gusta eso de los días de felicidad y malandanza, que vete tú a saber cuáles fueron (estos también lo son después de todo).
EliminarSi te fijas, es que con las supersticiones y con todo lo demás somos muy noveleros. Cuanta más coreografía, como dices, mejor. Pasa con la religión, que al final te olvidas de que en esencia es la unión del alma con Dios (es lo que significa "religión", unión), y te quedas con las procesiones, con los numeritos de cántigas y manifestaciones gigantescas y con los golpes de pecho; pasa con cualquier acto más o menos importante en la vida de una persona, como un nacimiento, una boda o una muerte, que los adornamos con banquetes o duelos con coronas totalmente innecesarios... En fin, yo creo que, como dice Libertad la de Mafalda, es que no somos nada simples.
Una bruja que sabe manejar las energías de la expresión y hacer mágicos sortilegios... eres tú... Brujita!!! Muy bueno!
ResponderEliminarJajajaja... :-D
EliminarCreo que, el que más el que menos, todos alguna vez en la vida hacemos un abracadabra mágico que nos hace llegar a lo que queremos. Y luego nos preguntamos ¿cómo lo hemos hecho?. Hay incluso algunas (sin señalar) que llaman "chiripa" a lo que es un toque mágico.. :-D
Me encantó lo de las brujitas y la magia, un relato muy refrescante para mi, lo que comenta lo vi mucho en la Palma. Mi única magia que he hecho toda la vida, tanto a mis hijos y nietos es que cuando se daban un golpe les besaba en el lugar, santo remedio....Gracias por unos segundos tan lindos...
ResponderEliminarYo les digo lo de "sana, sana, culito de rana...". No sé si será efectivo pero dejan de llorar inmediatamente. Y es verdad, en La Palma vi mucho ritual de este tipo.
EliminarUn beso, Marilu, y gracias.
También se puede considerar magia los rezos que las curanderas recitaban para curar las enfermedades. Recuerdo algunos: " Donde Jesús fuere nombrado, todo mal sea quitado". " Así como Cristo nació en Belén, salga el mal y entre el bien". " Cristo vive y reina por los siglos de los siglos, y de todo mal y peligro me defienda ". Cuestión de buenas energías !!! Saludos Isabel.
ResponderEliminarA mí una vez me pidieron, Sole, que le hiciera un rezado a un niño que vivía enfrente de mi abuela en Los Sauces y al que, según la madre, le habían echado mal de ojo. No podía recitárselo nadie de la familia y era una oración larguísima en la que nombraban a tropecientos santos. Me sentí como la Bruja Lola.
EliminarUn abrazo.