Para los amantes de la lectura, ver una manifestación de estudiantes, como la
del pasado lunes 21 de febrero en Valencia, armados con libros en la mano, es
una gozada. Ahí es nada, “el enemigo” blandiendo El Lazarillo de Tormes y
Siddharta. Muchas guerras se habrían evitado si se hubiera empezado por
ahí y por pasar más tiempo en las bibliotecas.
Ay, las bibliotecas… No hay mejor sitio para las personas a las que nos
gusta el silencio y leer. Y si, además, nos gusta el orden (tengan en cuenta que
yo tengo en mi cocina las especias organizadas por orden alfabético, desde la
albahaca hasta el tomillo), fue lógico que, en mi Instituto, yo fuera la
encargada de la Biblioteca durante 20 años. Como dice el Rey en sus discursos,
fue todo “un motivo de orgullo y satisfacción para mí”. La encontré con apenas
700 ejemplares bastante caducos (estaban, por ejemplo, los tropecientos tomos de
la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino, que creo que nadie se ha
leído en esta vida) y la dejé con cerca de 30.000.
Durante esos años, formé parte de un grupo de personas encargadas de otras
bibliotecas y, con ellas y con otros entusiastas colaboradores de mi centro,
editamos Antologías e ideamos campañas, planes de lectura y actividades
relacionadas con el leer. Recibimos hasta premios y yo disfruté como una loca
leyendo, organizando, estando al tanto de las novedades, diseñando estrategias y
hablando con todo tipo de personas.
Y, al final, con tanto organizar y organizar, terminas haciendo catálogos, no
sólo de títulos, autores y lectores, sino también de fans.
Hay fans de la poesía. Te vienen pidiendo, con cara de enamorados, poemas de
amor e, igual que nosotros a los 14 años (y ahora), se conmueven con Bécquer y
con su “por un beso… ¡yo no sé qué te diera por un beso!”.
Pero también hay fans de todo lo contrario y quieren novelas realistas.
Cuando les ofreces un libro, te ponen la misma cara de asco del niño de “La
Princesa prometida”, cuando le dice al abuelo que le lee el cuento: “Para, para…
¿¿¿Es una novela de besos???”.
Están los sedientos de sangre, que se han leído las “Crónicas vampíricas” de
Anne Rice y todos los tomos de “Crepúsculo” y vienen a por más libros de
vampiros, más, más, más (ocasión magnífica para endilgarles “Drácula” de Bram
Stoker).
Están los fans de un solo libro, que se han leído, un suponer, “Noche de
viernes” de Jordi Sierra i Fabra y quieren que le busque uno exactamente igual.
Este problema no lo tienen los fans de Harry Potter porque, después del éxito
millonario de Rowling, sí que hay miles de libros casi iguales.
Hay fans de las novelas de terror que, cuando les ofrezco “El corazón
delator” de Poe, me miran con lástima como diciendo: “Esta no ha conocido miedo
de verdad”. Les solía dejar con Stephen King y Lovecraft, a ver.
Están también los fans de la ciencia-ficción, como un grupo de mis primeros
alumnos, que me aficionaron al tema regalándome “2001: una Odisea en el espacio”
de Clarke. Cuando la leí, por fin comprendí la película, que me había dejado en
treinta y tres.
Y estamos los fans de los libros y las bibliotecas, los fans puros y duros. Y
es que las bibliotecas tienen también infinidad de bondades añadidas, como leí
hace poco en un libro dedicado a nosotros (“Signatura 400” de Sophie Divry):
“¿Mal de amores? ¿Misantropía? ¿Desesperación hacia el mundo? ¿Dolor de
cabeza? ¿Insomnio? ¿Indigestión? ¿Callos en los pies? Puedo atestiguarlo,
no hay una sola de esas patologías que la Biblioteca no pueda
aliviar”.
Y yo creo que tal vez este sea el momento apropiado para juntarnos todos los
fans, ir hasta esos arsenales que son las bibliotecas, armarnos de libros que
nos señalen el camino y, con ellos en la mano, ponernos en pie de una guerra que
sea distinta a todas. ¿Qué libro te llevarías?
(La viñeta es del genial El Roto, puesta el jueves 23 de febrero de 2012
en El País)
Eres mi ídolo y como Hernández y Fernández, aún diría más, mi ídola.
ResponderEliminar¡Con lo que me gustan las bibliotecas! Si eso es lo mejor de este mundo y cuando están en silencio, ya, son perfectas.
Y además ahora hay libros y discos y cómics, y revistas, no sé por qué no va mucha más gente, lo digo totalmente en serio.
Oye, la cita de Sophie Divry, genial, cómo me ha hecho sonreír.
Yo es que no soy de libro único, como esos que has dicho, que he conocido muchos, sobre todo los de El Señor de los Anillos, así que no creo que pudiera escoger uno.
Pero como pesada oficial del gran autor canario, Fortunada y Jacinta.
"Las bibliotecas son reinos de silencio inteligente" pusimos en uno de los marcadores que regálabamos por el Día del Libro y que diseñaba Flor, una de las nuestras, que es una maravilla dibujando. Y es verdad que es uno de esos sitios para disfrutar del silencio. No entiendo muy bien al que va con el pinganillo en la oreja...
EliminarY qué bien que te guste Galdós y esa obra, tal vez la más importante, dicen. La leí en 2º de carrera, antes de irme a hacer la especialidad a Madrid y recuerdo luego lo que me emocionó reconocer los lugares que pisaron Fortunata y Jacinta.
El librito de Sophie Divry es un monólogo de una bibliotecaria. Es muy tierno y se lee de un tirón.
Me lo pones difícil. De pibe me impactó El Corazón delator (y Poe). También El viejo y el mar, Confieso que he vivido y Cien años de soledad, que leí por 1ª vez con 14 años (creo que voy por la cuarta o quinta relectura)
ResponderEliminarMuy buena elección, a mí también me gustan todos. Y qué pronto leíste "Cien años de soledad". Yo lo leí a los 21 años. Me lo regaló mi amiga Cae, diciéndome que era un libro genial publicado recientemente por la editorial Sudamericana (era el año 1969) y que el autor daría que hablar. Guardo como oro en paño mi edición (sólo hacía dos años que lo había publicado) y recuerdo que me dejó estupefacta el mundo de Macondo, su sensualidad, su colorido y su magia. Me enamoré de García Márquez en ese momento y para siempre.
EliminarNo tengo duda alguna, yo me llevaría "Nunca miras mis manos", de Susana Peréz Alonso...soy una romántica,que se le va a hacer.
ResponderEliminarSaludos,Susana.
No he leído esa obra, Susana, ni conozco a la autora. Pero sí he leído mucha novela romántica. Jane Austen, sin ir más lejos, es una escritora romántica. Pero me gustan las que, como ella, tienen también ironía y sentido del humor. Ya me dejarás alguna vez la tuya. Un beso.
EliminarEscoger solo uno sería bastante difícil, pero puestos a ello me quedaría con "Donde el corazón te lleve", de Susana Tamaro, y si se admite el estéreo (usar las dos manos) añadiría alguno de Isabel Allende, Vargas LLosa o García Marquez.
ResponderEliminar¿Sabes que esa fue la última obra que mi madre, que era una gran lectora, leyó? Ya estaba enferma y fue curioso porque el libro habla de una abuela que va a morir. Lo que espero es que la haya reconfortado, papel que muchos libros cumplen en momentos difíciles de la vida.
EliminarNo sabía que estuviste a cargo de la biblioteca del Instituto 20 años. Me hiciste acordar de cuando nos unimos unos 20 alumnos y te ayudamos a pasar los libros de la vieja biblioteca a la nueva. La verdad es que la nueva biblioteca (ya no tan nueva) estaba muy guapa.
ResponderEliminarEstoy contigo, hay por lo menos un libro para cada persona (y más de uno, seguro). Si nos dedicáramos más a leer y a trabajar la mente en vez de los puños, seríamos más críticos y no dejaríamos que nos comieran tanto la cabeza con ideologías baratas, con el odio y con todo aquello que hace que caigamos en el vicio. Tenemos un don (bueno, muchos afortunadamente lo tienen) que es el de leer y que no se usa.
Yo me quedo con un libro que recuerdo muy gratamente. "El médico" de Noah Gordon fue el que me hizo despegar.
Un beso y, por favor, no dejes de disfrutar con tu blog porque tu disfrute se convierte en el disfrute de otros.
Ay, Fernando, y cuánto agradecíamos el papel ayudante de los alumnos. Sin ellos, la Biblioteca no tendría sentido. Y no sólo por el esfuerzo físico, pobrecitos, de cargar libros arriba y abajo, sino también por el entusiasmo al participar en las actividades que hacíamos, por las ayudas en las Ferias del libro... y, sobre todo, por la lectura. La Biblioteca nueva es preciosa y tiene un mobiliario único, pero lo que hace que sea una biblioteca viva son ustedes, los lectores.
EliminarMe gusta tu elección de "El médico". En Historia de la Filosofía, como no entraba en el programa la Edad Media, esa época tan desconocida y tan interesante, yo recomendaba dos lecturas. Una era "El nombre de la rosa" de Umberto Eco para que se pusieran al día en filosofías medievales (sobre todo el nominalismo del título). La otra era "El médico", que podía proporcionar una visión de ese mundo en el que las tres grandes culturas -cristiana, musulmana y judía- convivieron influyéndose mutuamente. Sin duda, la mejor novela de Noah Gordon.
Hooola, qué tiempos aquellos tan gratos, en los que nos reuníamos por las tardes, intercambiábamos marcadores y nos poníamos al día en las últimas novedades mientras comíamos regaliz o un bombón, ¿te acuerdas? luego nos dedicábamos a las actividades que teníamos previstas para que la biblioteca tuviera presencia en nuestros respectivos institutos.
ResponderEliminarCon qué ilusión nos enfrentábamos a las tareas.
Ahora intento acercarla hacia el alumnado como antes, pero no sé si lo consigo. Lo único que tengo claro es que sigo entrando en ella y sintiendo lo mismo, paz y amor por los libros, así que me incluyo entre ese tipo de fans, el de los que se arman de libros para seguir el camino.
Besosssss
Guardo un recuerdo precioso de nuestro grupo interbibliotecario. Las reuniones con bombones, sí, pero también con la puesta al día de dudas y novedades, con la aportación de todas en la elaboración de planes de lectura para cada mes y en las antologías (recorte de chuchangas incluido), y, sobre todo, con tus magníficos dibujos e ideas. Eso de irnos jubilando todos, poco a poco, es lo que tiene, que dejamos atrás a la jefa, que es más joven. Pero estoy segura de que (incluso sin nosotros) sigues disfrutando. Un beso.
EliminarCuando tenía 12 años, mi profesor de literatura me obligó a leer Los Cuentos del Conde Lucanor, y como no tenía dinero para comprarlo, me fuí a la Biblioteca Municipal, me hice socio, y descubrí otro mundo. A partir de ese día me iba casi todas las tardes a la Biblioteca que llevaban una pareja de maestros un poco mayores, y allí ayudaba a ordenar libros, a colocar las devoluciones, a hacer las fichas de los libros, a ponerles en el lomo una etiqueta de clasificación con cinta adhesiva gruesa. Me acuerdo cuando comenzaron a llegar los primeros libros de Editorial Rotativa, con títulos sugerentes y nuevos para mí.Seguramente fué una de las etapas mas bonitas de mi vida. Allí comencé a soñar, a entender que no todos eramos iguales, y que había otros mundos detrás del telón negro ante el que vivíamos(era finales de los 60 y pricipios de los 70). Todavía hoy cuando regreso a mi pueblo miro el local donde estaba la Biblio y que ya no está allí.
ResponderEliminarEn cuanto a los libros como armas, yo les dejaría caer en la cabeza a muchos de nuestros políticos (a casi todos), y a muchos de nuestros prohombres y promujeres, un tomo del antiguo Espasa Calpe, y que no se pudiesen levantar en una buena temporada.
Un abrazo, Jane.
Me gustaría rendir un homenaje a los profes de literatura (yo también lo fui durante 8 años) por ponernos lecturas. Mi profesor de Literatura de 2º de carrera, Don José Miguel Caso (padre de Ángeles Caso), nos obligó a a leer 38 obras maestras de la literatura española, incluido tu Conde Lucanor y el Quijote que, si no es por él, me lo hubiera perdido. Ellos y las bibliotecas son los responsables de nuestra inmersión en el vicio de la lectura. Me acuerdo también de la biblioteca de tu pueblo que frecuenté en mis veranos juveniles. Igual hasta te vi allí alguna vez sin conocerte (también eran los años 60).
EliminarY no está mal esa drástica manera de usar los libros como armas... Pero ten cuidado, que el gobierno está buscando culpables por todas partes.
En cuanto a que libro me llevaría, no sabría elegir. Hay tantos libros que me han hecho reir, llorar, pensar, divertirme que sería un poco injusto con ellos.
EliminarTal vez alguno de Vargas LLosa....de su primera época.Un abrazo.
Hay un montón de gente (entre ellos, yo) que también prefiere al primer Vargas Llosa. De todas formas, no cabe duda de que es uno de los grandes. Me maravilla su dominio del lenguaje y su mirada lúcida sobre todo lo humano.
EliminarSin duda "El amor en los tiempos del cólera". Fue una gozada tenerlo entre mis manos, tanto es así que fue la primera y única vez que me preparé un rincón con almohadones y cojines para retirarme un rato a disfrutar de la lectura. Creo que ese libro llegó a mis manos en un momento en que necesitaba esa clase de lectura. Luego han pasado muchos más por mis manos pero no he necesitado tanto retiro. Un abrazo grande.
ResponderEliminarTe pongo un texto de Italo Calvino para una lectura placentera: "Adopta la postura más cómoda: sentado, tumbado, aovillado, acostado. Acostado de espaldas, de costado, boca abajo. En un sillón, en el sofá, en la mecedora, en la tumbona, en el puf. Sobre la cama, naturalmente, o dentro de la cama (...) Bueno, ¿a qué esperas? Extiende las piernas, alarga también los pies sobre un cojín, sobre dos cojines, sobre los brazos del sofá, sobre las orejas del sillón, sobre la mesita de té, sobre el escritorio, sobre el piano, sobre el globo terráqueo. Quítate los zapatos primero (...) Regula la luz de modo que no te fatigue la vista..."
EliminarMi postura preferida es de espaldas acostada dentro de la cama por la noche, cuando sabes que nada ni nadie te va a interrumpir. Entiendo tu postura de prepararte un rincón especial para leer. Y me encantó el libro. La pena fue que lo presté y no lo vi más. Bueno, pena, no, porque también los libros deben viajar de lector a lector. Un abrazo.
En una mano, "Confieso que he vivido", la maravilla de Pablo Neruda; en la otra, un Quijote con los capítulos que más me han gustado de él, y en los bolsillos, todos los que me cupieran de Miguel Delibes.
ResponderEliminarCreo que la coraza que me fabricara con ellos sería mi mejor defensa ante palos, porras y chorros de agua indiscriminados. ¡Que viva la lectura y la cultura que se adquiere con ella y fuera la brutalidad, la sinrazón y la insensatez!.
Durante esta semana he pensado también en qué libro eligiría yo para llevar a una manifestación. He pensado en libros-denuncia, sobre todo, de la violencia, como "El olvido que seremos" de Héctor Abad Faciolince, del que ya he hablado; he pensado en llevar uno de Kafka ("El proceso" o "El castillo", por ejemplo), como símbolo de las situaciones absurdas que estamos viviendo (leí, por ejemplo, hace poco que uno, que tiró un zapato a un mandatario, lleva 2 años en la cárcel, y eso que no acertó, y, mientras, hay tanto chorizo y corrupto sueltos por ahí...) También pensé en todo lo contrario, un libro que celebre la belleza y la vida, como "Un abril encantado" de Elizabeth von Arnim. O, como tú, llevar en bolsillos y manos (muy grandes) todos los que me han marcado.
EliminarSea lo que sea, me sumo a lo que dice en Babelia este fin de semana el escritor Erri de Luca. Que en condiciones de opresión, la literatura mantiene una capacidad de resistencia. Que tiene una fuerza distinta, un valor añadido. Y, aunque él piensa que los libros no cambian el mundo, yo pienso que a mí, por lo menos, sí me han cambiado.
La Biblia...pa que se ronchen mas de uno.
ResponderEliminarSe me ocurre este, jajaja...: "Luces y sombras" de Ángel Llanos
No creo, Enrique, que a ningún buen lector le saldrían ronchas con la Biblia, el libro de los libros (eso precisamente significa "biblia", libros), una historia tan bella que, aunque fueras un ateo convencido, no puede dejar de seducirte. Es también interesantísima la arqueología bíblica, que indaga si los hallazgos corroboran o no las historias bíblicas.
EliminarEl libro del que hablas no lo conozco, aunque sé quién es Ángel Llanos. Si es de tu gusto, estupendo.
Es que, ultimamente, los enemigos de la Iglesia se están ensañando con ella y el de Llanos, en tono de humor, sirve como piedra arrojadiza...
EliminarVamosssssss, la Biblia, ese libro lleno de poemas eróticos, muertos, matanzas, asesinatos en serie, leyes represoras, y que lo diga una mujer que, según la Biblia, no tiene derecho a expresarse y mucho menos a llevarme la contraria como hombre, creo que hemos leído Biblias distintas.
EliminarLa Biblia hay que leerla como lo que es, la historia de un pueblo desde sus comienzos, con sus leyendas, mitos, batallas, asesinatos y también, momentos de gran sensualidad y belleza. El "Cantar de los Cantares" es una maravilla poética ¿Qué libro de esas características no tiene esos elementos? Y en la Biblia hay también mujeres rebeldes y revolucionarias (Judit, por ejemplo). A lo mejor no hemos leído Biblias distintas sino que las leímos con disposiciones distintas :-D
EliminarHay mujeres rebeldes, pero en general, no es un documento para la liberación de la mujer, ni del hombre, ni de los pobres conejos, cerdos y mariscos, que son impuros todos.
EliminarEn eso tienes razón, pero no creo que vayas esperando eso en la Biblia ¿verdad? Los creyentes pueden verla como la Verdad de la Vida, pero, incluso ellos, tienen que darse cuenta de que es un libro escrito desde la perspectiva de hace miles de años y que tiene anacronismos, leyes de otro tiempo y, desde luego, brutalidad, intolerancia y otras lindezas. La misma Judit, a la que te nombré antes, podrá ser una heroína para el pueblo judío, pero moralmente mintió, sedujo y asesinó a un hombre. Y hoy eso de que el fin justifica los medios no es el primer principio de una Ética de los Derechos Humanos
EliminarHay creyentes que se la toman al pie de la letra, sin haberla leído
EliminarDe ahí surgen muchos fanatismos. Igual pasa con el Corán.
EliminarLa Conjura de los Necios !
ResponderEliminar¡Ah, qué libro tan interesante, Claudia! Me encanta la escena en que Ignatius Reilly tira a la papelera todo el trabajo y los papeles que le dan para archivarlos y trabajar con ellos. Más de una vez me he acordado de él cuando se me amontona el trabajo y me digo ¿Y si hiciera lo mismo que Ignatius?
EliminarEs una gran tragicomedia, un clásico ya, y es una pena que Kennedy Toole muriera amargado tan joven, porque nos hubiera deleitado con más obras maestras como ésta.
Buena elección.
Un libro que hable sobre la tolerancia , el respeto , la convivencia pacífica , el amor al prójimo ¿ existe ? Y qué instruya y deje claro que la ignorancia es caldo de cultivo para los dictadores ! Una utopía !
ResponderEliminarPor supuesto que existen libros que hablen de esos temas, Chari. Empezando por el "Tratado sobre la tolerancia" de Voltaire y terminando en la misma línea por uno que he leído este mes, "El jardín de las dudas" de Fernando Savater, que fue finalista del Planeta en 1993.
EliminarEnhorabuena por la labor de organización, tanto en la biblioteca del instituto como en la cocina de tu casa.
ResponderEliminarLlevar a la manifestación un carrito de la compra con una excelsa colección se me antoja poco práctico por la incomodidad. Varios libros hasta ahora mencionado cabrían sin duda en él.
Cómo hay que elegir, llevaré uno en cada mano, los dos últimos que he leído y me han enamorado: Doce cuentos peregrinos de Márquez y El hombre vivo (Manalive) de Chesterton, libros que sin duda releeré.
Avísame para asistir a la manifestación, así podré conocerte que es una asignatura pendiente.
Un abrazo.
¡Qué buena elección los dos libros, Antonio (más el carrito de la compra arrastrando detrás y lleno hasta los topes de buenos libros)! los "Doce cuentos peregrinos" son 12 joyas. Hace tiempo que los leí pero recuerdo cuánto me impresionó "El rastro de tu sangre sobre la nieve". No he leído "El hombre vivo" pero sí muchos otros de Chesterton, todos los del Padre Brown y "El hombre que fue jueves". Son de esos libros que releo de vez en cuando. Si "El hombre vivo" responde a lo normal en Chesterton, entiendo el enamoramiento.
EliminarY sí, a ver si nos vemos alguna vez, libros en ristre, defendiendo la lectura.
Un abrazo.
Un tocho de siempre... El Quijote... idealista todo él... en injusta lid, lanza en ristre contra gigantes... (Ha de ser genético ya...)
ResponderEliminarEl único inconveniente es que, para ir a una manifestación, te puede pesar más que, qué sé yo, "Veinte poemas de amor y una canción desesperada". Por lo demás, no se le puede poner un pero a tu elección. Un libro de esos inagotables, que por más que lo relees, siempre hay algo nuevo que revela. Lo leí por primera vez a los 18 años y nunca le podré agradecer suficientemente a Don José Caso, que nos obligó a leerlo en 2º de carrera, el que lo hubiera hecho.
EliminarYo voy releyendo capítulos salteados... (pero el tocho lo llevo como arma de "peso") JEJEJE... 20 poemas me gusta... pero me da que de poesía los gobernantes no entienden... no sé si cambiarlo por pongamos... Rojo y negro... Stendhal y la historia de Sorel enfrentado a los gobernantes aunque trágica... será más ligerita y quizás les remueva más..
EliminarO por "Los miserables" de Víctor Hugo que habla de ética y de decencia ¿Tú crees que removerá algo? Me da que no leen mucho...
EliminarUno impreso en hojas de acero templado
ResponderEliminarLa historia interminable.
¿En qué quedamos? ¿"La historia interminable", pero escrita en acero templado para que sirva de arma?
EliminarSea como sea, "La Historia interminable" es una buena elección, uno de los mejores libros de fantasía escritos. Y más de una vez, muchos nos hemos visto como Bastian, leyendo un libro de libros que no podemos soltar en ningún momento.
Fahrenheit 451 de Bradbury
ResponderEliminarTodas las dictaduras tienen como primera tentación la de destruir la cultura. Porque leer te abre la mente y hace que no te lo creas todo. Me acuerdo de ver señalado en Berlín el sitio en que hubo una gran quema de libros durante el nazismo, el escalofrío que sentí y el recuerdo de Bradbury. Es un libro precioso para esgrimirlo como arma. Contra la intolerancia y contra todas las dictaduras.
EliminarCien años de soledad, lo leí muy joven, creo que con 15 años . No pude abandonar su lectura hasta el amanecer, un amor que me durará toda la vida!
ResponderEliminarEnrique, uno de los comentaristas de este post, también lo elige y también lo leyó pronto, como tú. Y ya le contesté que lo mío fue más tardío, a los 21 años, pero también es verdad que García Márquez era entonces un autor poco conocido y que sólo hacía 2 años que había publicado el libro. Me enamoró como a ti todo ese universo de Macondo y siempre le fui fiel. Tengo otra edición más tardía pero conservo la primera que leí como oro en paño.
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