La fascinación por el fuego es tan antigua como Heráclito, aquel filósofo al
que llamaban nada menos que “El Oscuro” y que hace 27 siglos dijo que el mundo
es como un fuego: tan cambiante y, sin embargo, tan permanente. Y los humanos
seguimos en eso, reunidos alrededor del fuego, desde que, en las cuevas
prehistóricas y, después, en los hogares de nuestros abuelos, éste alejaba la
oscuridad y el frío.
Hay fuego en el interior de nuestras islas y muchas veces –las últimas, el
Chinyero, el Teneguía, El Hierro- escapa por las rendijas, permitiéndonos
vislumbrarlo.
Hay fuego en las noches frías de este invierno que hoy –día en que empieza la
primavera- estamos dejando atrás y en las que hemos quemado en la chimenea de
casa los troncos de la poda: leña de naranjos, aguacateros, durazneros, brezos,
limoneros.
Hay fuego en las velas de las tartas de cumpleaños o en las que enciendo el
día en que murieron seres queridos o en las que pongo en candelabros en cenas
especiales. También en las velas que prendía cuando mis hijos se examinaban o,
ahora, cuando viajan o están pendientes de algo importante, como si, ante la
incertidumbre que la vida provoca, quisiéramos tenerla de nuestro lado y
encender una llama que conecte con los elementos naturales.
Hay fuego en los monumentos con llamas eternas y en las antorchas de Juegos
Olímpicos. Hay fuegos espontáneos en los sitios en los que han muerto inocentes.
Y en las iglesias: velones grandes de adviento, velas en las manos de los
padrinos de bautismo, velas en los fanales de los capuchinos y en los altares de
los santos. Yo, que no soy religiosa, pero que he ido encendiendo velas en todos
los lugares sagrados, comparto con Eva Ibbotson lo que dice en una de sus
novelas: “Pero las velas… son las velas. Sus virtudes no están limitadas a un
país o a una religión. Sus llamas vivas ascienden a lugares en los que las
disputas hace tiempo que cesaron. Ni Krishna, ni Jehová, ni Jesucristo
reclamarían ser los únicos depositarios de la esperanza y la fe que implica el
acto de encender un cirio, en los áticos de los descreídos, en las escuelas, en
las tartas de los cumpleaños, en los árboles…”.
Hay fuego en las fiestas populares –San Juan, Santiago, San José…- que
reproducen los antiguos rituales de plantar hogueras que dejen atrás lo inútil y
lo sobrante, para renacer y simbolizar la necesidad de orden y purificación.
Esta semana, el 19 de marzo, he cumplido años en Valencia y ha sido realmente
un cumpleaños de fuego. He paseado, casi ensordecida por el ruido de las
mascletás, entre los hermosos edificios de la ciudad, con sus balcones de
forja, oliendo la pólvora y admirando el ingenio y la creatividad que los
valencianos ponen en los ninots. Y en la noche de mi cumpleaños he
disfrutado de una gigantesca tarta de cumpleaños, formada por cientos de fallas
lanzando al cielo sus llamas, cálidas y definitivas. Ha sido como un hito, un
borrón y cuenta nueva, que me hace pensar que no sólo es un año que termina y
que cumplo. Es también un año que empieza hoy y en el que todo puede ser
posible.
(Para Fernando, Joaquina y Beatriz, que nos abrieron las puertas de su
casa valenciana y me regalaron un cumpleaños especial)
Bellísima entrada, querida Jane. Aunque parezca difícil que te superes a ti misma, creo que este post confirma lo contrario.
ResponderEliminarSeguro que la inusual celebración de tu último "cumple" hará que no lo olvides nunca. Sobre todo, por la fuerza de esos fuegos controlados que, aunque destruyan, en minutos, a esas maravillas escultóricas que la creatividad valenciana es capaz de poner tan arriba, representan el inicio de un tiempo nuevo más que el final de uno que acaba.
Yo, al igual que esos fuegos esperanzadores, te deseo que el año que estás iniciando, y todos los que lo sigan, sea tan bueno, por lo menos, como el que terminó. Y, además, que yo lo siga celebrando contigo. Un cálido abrazo, amiga.
Me sacas los colores, Cehachebé. Pero sí es verdad que ha sido una ocasión especial y que los hacedores de fallas son unos artistas como la copa de un pino. Había una falla dedicada a Leonardo da Vinci y sus inventos que era una maravilla. Y otra dedicada a la resurrección de los muertos, con la que, a pesar de lo macabro (o, tal vez, por ello), te partías de risa. Allí estaban Marilyn y James Dean, Rocío Jurado, Hitler, Bin Laden y Gandhi, pero también el brazo extendido de Franco saliendo de la tumba y, en una urna con formol, Michael Jackson esperando renacer convertido en Blancanieves. El cartelito ponía "No es serio este cementerio".
EliminarGracias por tus deseos, que comparto: que el año que empiezo sea tan bueno como el que pasé (como en el chiste aquel de "Virgencita, que me quede como estoy") y que tú y yo sigamos compartiendo momentos gratos. Otro abrazo para ti.
Hola Jane, ay, yo no sé si prenderme fuego ya o esperar a fin de curso. Es que leer estas experiencias de maestras jubiladas y pasadas a una vida de jolgorio constante, mañanitas con pajaritos y Teide al fondo, campìña teguestera seca ( qué llueva, Virgencita, por Dios...!) y otras variopintas aventuras, me hacen suspirar con envidia sana, pero envidia al fin - todo hay que decirlo-. Yo en Valencia, sólo de paso a campeonatos de atletismo y poco más. No me acuerdo si fué allí o en Benalmádena en donde me pegué un pancazo saltando pértiga que me tuvo toda una tarde en el hospital de pruebas... ( estas cosas dan dolores de mayor...) En fin, bonitos comentarios los tuyos ( sin mas inri, lo juro) y preciosas historias. Con lo que sí no sabrás como quemar es si te mando las recetas de nuestro amigo Agroteide desde Venezuela..."los rosquetes te comerás y ni con fuego podrás a ellos quemar, más el ejercicio Bajamar -La Punta te redimirá."
ResponderEliminarSaluditos
Todo tiene sus pros y sus contras, Miguel. Como ya te he dicho, a cambio tú eres más joven, no tienes los achaques de la ancianidad y estás en una forma estupenda, como corresponde a un buen profesor de Educación Física. Además, tienes por delante un montón de proyectos en los que tendría que estar el sacarte la espinita valenciana y volver, pero no a pegarte pancazos (¿?) sino a disfrutar del jolgorio. Yo cumplí los 20 años en Valencia (y fue estupendo) y he vuelto 44 años después. Y, aunque dicen que no se debe volver a los sitios donde una lo ha pasado bien para conservar el recuerdo, la verdad es que no me arrepiento de haber vuelto y mejorarlo (un poco más escandolosos esta vez, eso sí).
EliminarGracias, Jane, por este post que me hace recordar todas las velas que he puesto en mi vida en aquellas iglesias que las tenían, porque ya hay algunas que sólo tienen de las de los chinos, esas en que la lumbre es de plástico. Ya no respetan ni a los elementos naturales. Un beso.
ResponderEliminarLeí una vez que la poeta cubana Nivaria Tejera decía "Soy idealista para lo inmediato: me gusta poner velas a la hora de comer... Si pierdes los rituales, pierdes el sentido del día". Y eso es precisamente lo que han hecho en algunos sitios, perder los rituales. Yo también he visto que pones una moneda y se enciende una bombillita. Y, la verdad, no es lo mismo. ¿No es ahora cuando se enciende el cirio pascual? Espero que sea, por lo menos, con fuego de verdad. Un beso.
EliminarDicen que el fuego purifica. Yo creo que cuando estás ante él, y sobre todo si hay silencio, nos hace reflexionar, nos hace sentir que estamos vivos y que puede ser un momento mágico.
ResponderEliminarCuando era joven y hacía noche en el monte, el fuego era pequeño pero nos hacía sentir acompañados, y alejaba de nosotros ese miedo al silencio y a la oscuridad; el fuego nos unía en esa especie de "comunión" con la Naturaleza, la Vida y los Amigos.
Otras veces he visto fuegos espantosos que acababan con todo lo que encontraba a su paso, y en esos momentos nos empequeñecía, y nos bajaba los humos, recordándonos que sólo eramos unos seres a los que nos podía hacer daño.
Me alegro de que hayas tenido un cumpleaños rodeada de amigos y que hayas tenido un momento feliz.
Feliz cumple. Un beso. Juan
Me imagino el poder que debió sentir el primero que encendió y dominó el fuego. Jean M. Auel lo recrea muy bien en "El clan del oso cavernario". Encender una vela o tener esas experiencias que cuentas de una noche en el monte alrededor de un buen fuego (yo también las he tenido y son impresionantes) es lo que nos queda de ese antiguo poder y no hay que renunciar a él. Y, como a toda fuerza de la naturaleza, hay que tenerle respeto.
EliminarGracias por tus deseos. Sí que fue un cumpleaños feliz. Un beso.
Felicidades de fuego, Jane :-), Me hiciste pasar un rato especial en mi ratito de descanso del curro. Muacksss.
ResponderEliminarGracias, Leti. Me gusta eso de ser distracción de recreo y de descanso. Un gran beso.
EliminarJane me ha encantado, felicidades por la parte que te toca y cuando quieras volver a Valencia avisa, que tengo habitación de invitados.
ResponderEliminarMil gracias, Marta. Valencia es una ciudad con mucho encanto. Seguro que alguna vez vuelvo y prometo avisarte aunque sea para tomarnos un cafecito en alguna de sus preciosas plazas. Pero probablemente no volveré por fallas. Ya las he visto dos veces y, aunque son una maravilla, creo que ya el cuerpo no está para tanto trote.
EliminarCuando leí tu blog, llegué a una reflexión....que me quedó de mis antes pasados? nada....que pena, soy persona que no soy capaz de encender una vela en mi hogar, vi a mis familiares que lo hacía y no se, si mi interior se puso renuente hacerlo. Mi mejor amiga y tu la conociste me dice que la luz de la vela eleva el alma....no lo creo y ahora mas con lo moderno que se a puesto las iglesias que como tu dices con una moneda enciende un bombillo, si acaso enciende....Tendré que tener mas fe a todo lo que he dejado atrás. Feliz Cumpleaños !!!!!!
ResponderEliminarBueno, Marilu, yo tampoco creo que la luz de una vela eleve el alma (sobre todo porque no sé si hay alma), pero cuando las amigas nos ponemos de acuerdo, por ejemplo, para encender una vela por la curación de alguien o por que tenga buena suerte alguien querido, estamos haciendo un ritual de solidaridad. Las velas (y el fuego en general) tienen un componente cálido, que acompaña y reconforta. Hoy, por ejemplo, mi padre hubiera cumplido 95 años. Esta mañana encendí una velita en su recuerdo. Es sólo eso, un recordatorio, la expresión de un deseo...
EliminarMuchas gracias por la felicitación, Marilu. Mañana lo celebraré bien celebrado.
Me adelanto un par de horas... que mañana tiro p'al sur y no sé si tendré o no wifi... (y si sabré encender la tablet) Así que... y que cumplasssssssss muchosssssssssssssssss másssssssssss....
ResponderEliminarPor cierto... siempre he pensado que hay cierto atavismo (o alguna teoría tendría Jung sobre ello) de las mujeres guardando el fuego... llámalas mujeres esperando en cuevas el regreso de los hombres de cazar mamuts o qué sé yo... niñas en un templo de Ishtar, otro egipcio, en un sancta sanctorum o como se llamara hebreo, vestales en Roma, monjas y mujeres beatas en la iglesia católica... Siempre nosotras guardando el fuego... la sagrada llama.. Vaya uno a saber... Lo dicho... Felicidades Isa!!!
Es curioso lo que dices porque yo también lo he pensado. Las sociedades primitivas confiaban su bien más preciado a las mujeres. Sin el fuego muchas veces la vida no era posible. En la novela de Jean A. Auel, "El clan del oso cavernario", es la protagonista la que descubre el modo de producir la llama. Supongo que la autora también tenía ideas parecidas.
EliminarLeí en google una frase que decía: "El hombre puede haber descubierto el fuego, pero las mujeres descubrieron cómo jugar con él."
Muchísimas gracias otra vez por tu felicitación. Ha llegado en su justo momento.
Un abrazo grande.