Yo tengo con los aparatos una relación de amor-odio, sobre todo porque no me
leo las instrucciones de ninguno. Ah, no. Yo, una buena novela, un libro de
poemas, incluso un ensayo de filosofía. Pero la literatura de las instrucciones,
los catálogos, los prospectos, como que no me engancha. Y claro, entre el
aparato y yo, desde que nos conocemos hasta que le pongo nombre (en casa, el
lavaplatos es Evaristo y la lavadora, Basilisa), se producen momentos de
verdadera tensión en los que lo más suave que le digo es “maldito trasto de las
narices”.
El año pasado le regalé a mi marido por su cumpleaños un GPS, sobre todo para
ver si corregía esa tendencia innata que tiene a irse a La Coruña cuando
queremos ir a Cádiz. Y, aunque yo, como copiloto, soy quien lo maneja, fue una
buena compra, no digo que no. Lo llevamos a Inglaterra y sí, hubo unos primeros
momentos de desconcierto entre ambas partes. Le puse “ir a Dorking” y el GPS me
preguntaba: “¿Torrevieja?”, hasta que me di cuenta de que tenía que decirle que
estábamos en Inglaterra, cosa que yo creí que él adivinaría y resultaba que no.
También le descubrí la manía de meterse por caminos de cabras entre árboles
centenarios detrás de los cuales igual podía aparecer Robin Hood. Pero, aparte
de esos deslices, era un alivio oírle decir: “Ha llegado a su destino” y ver que
sí, que allí estaba la ciudad o el hotel que buscábamos.
Lo llamamos entonces “el gato”, por aquel chiste del hombre que contaba a un
amigo que “se me metió un gato en casa y lo llevé al monte de Las Mercedes, y,
oye, al otro día lo tenía otra vez allí. Lo solté más lejos, en La Orotava , y
al rato, hala, otra vez en la puerta. Al final, cansado, me fui por vericuetos y
senderos del Teide y lo dejé allí” “¿Y volvió?” “¿Qué si volvió? Que si no llega
a ser por el jodido gato el que no vuelve soy yo”.
Este mes lo hemos vuelto a llevar en la visita que hicimos a pueblitos de
Castellón y Tarragona. Pero le hemos cambiado el nombre. Ahora es “Paca
Carmona”, por aquel número de Martes y Trece en el que Lauren Castigo entrevista
a la cantaora Paca Carmona y ésta le dice en medio de una pregunta: “Mira,
Lauren, tú habla, habla, que yo no me entero de nada”. Esta vez el GPS nos daba
instrucciones precisas, pero nosotros decíamos de repente: “¿Y si fuéramos a
aquel pueblito, tan mono sobre aquella loma lejana…?”. Y nos desviábamos de la
ruta y allí veíamos a la pobre Paca, vuelta loca, diciéndonos que no, que
diéramos la vuelta, que a quién se le ocurre…
Pienso que los GPS, llámense como se llamen, son un invento estupendo y
hubieran ahorrado muchas fatigas a los intrépidos aventureros de siglos pasados.
Me veo a Colón poniéndole “Destino: Catai”, y el GPS, derechito a China
bordeando América, sin echarle ni una miradita. Pero claro, nos habríamos
quedado sin el chocolate, las selvas del Amazonas, el tango, las papas, las
playas del Caribe y las películas de Hollywood.
Y es que perderse también tiene su encanto, la verdad.
Creo que le has leido el pensamiento a mucha gente que anda detras del ultimo grito de la electronica. Pero como bien dices...que divertido es perderse y pasarla mejor que lo que se tenia planeado! Un abrazo,
ResponderEliminarY mira que los cuentos ya nos avisaban de lo malo que es perderse. Pulgarcito dejaba miguitas de pan por el camino (una versión primitiva del GPS) para no hacerlo, y Hansel y Gretel, al perderse, encontraban una casita de caramelo que no era de fiar...
EliminarPero, así y todo, hay otros libros, como los de Julio Verne, en los que hay maravillosas aventuras en que llegan (sin GPS) a lugares insospechados, o como en los libros de Tolkien en los que "quizá aún encontremos detrás del recodo / un árbol repentino o una roca empinada / que nadie ha visto sino nosotros".
Tienes razón, de vez en cuando hay que cerrar los aparatos y dejarse llevar.
Un abrazo.
Eres poco original, Jane. La inmensa mayoría hace como tú: nunca leen las instrucciones de cualquier aparatito o aparatón que compren o les regalen. Sin embargo, yo me siento un bicho rarísimo, porque lo primero que hago es leérmelas de pe a pa y poner en marcha cada uno de los pasos que se explican. Muchas veces me da vergüenza decir que lo hago, porque me siento más sola que la una.
ResponderEliminarPero, como comprobaste, no hay nada como trabajar en equipo de dos para salir adelante y, aunque se pierdan, también en equipo se lleva mucho mejor.
Me has hecho reír un buen rato y, eso, en los tiempos que corren, también se agradece.
Sí que eres un bicho rarísimo ¿De verdad eres fan de la literatura de las instrucciones y catálogos? Yo es que, además, tampoco entiendo el lenguaje. Abro ahora al azar un tocho (no te exagero, más de 200 páginas) con las instrucciones de la tele y leo: "Los parámetros ajustados se almacenan de acuerdo con el modo imagen seleccionado" o "Los canales que se han ajustado con sintonización fina se marcan con un asterisco a la derecha del número del canal en la banda del canal" ¿¿¿¿????
EliminarTienes que reconocer que queda mejor eso de "Hemos perdido aún este crepúsculo. / Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas / mientras la noche azul caía sobre el mundo" (Neruda). O "Aquí está, cose que cose, / mi corazón sin dormir. / El hilo no tiene fin. / No me moriré esta noche" (Millares Sall). O "Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, / me queda la palabra" (Blas de Otero). O "Dios mueve al jugador, y éste la pieza. / ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonías?" (Borges). A lo mejor hay algunos poemas que no se entienden a la primera, pero, ay, cuánto más apasionantes son que las instrucciones del GPS...
Un abrazo.
No, Jane, para nada soy fan de esa literatura críptica e infame. Lo que pasa es que necesito usar el aparato y no tengo a nadie a quien recurrir, que sepa hacerlo, y tampoco quisiera
Eliminarmolestar, en caso de que conociera a alguien que pudiera resolvérmelo. Hoy, todo el mundo está muy ocupado, todo se hace a la carrera y pedir ayuda es un engorro para el que le toca.
Así que no me queda más remedio que echarle horas al asunto y, poco a poco, intentar salir airoso. Aunque no te lo creas, a la larga se aprende algo y los que van llegando después son menos complicados de entender y poner en marcha.
Como tú, preferiría dedicar ese tiempo a leer a Neruda, a Borges, a Blas de Otero, a García Márquez, a Isabel Allende, a M. Ende o a Tolkien, pero la necesidad agudiza el ingenio y entre los manuales y el descubrimiento por casualidad, voy resolviendo los galimatías de la técnica. Un abrazo para ti también.
Era una broma lo de que podías ser fan. No se me ocurre que nadie pueda serlo de algo tan aburrido, pudiendo hacer algo más divertido. Aunque Wodehouse pone como protagonista de uno de sus cuentos, "El hombre con dos pies izquierdos", a uno que le daba por leer la Enciclopedia británica por orden, desde la A a la Z. Y eso sería igual o más aburrido que lo de leer instrucciones.
EliminarY tienes razón, a veces no nos queda más remedio que echarle horas y tratar de descifrar el lenguaje que emplean. Después de todo, también a veces hacemos jeroglíficos...
Las instrucciones no se pueden leer, está prohibido por ley ¿no lo sabías? Yo, por lo menos, nunca lo hago.
ResponderEliminar¡¡Paca Carmona!! Me encantó ese programa, en el que Lauren Castigo la decía de todo (menos bonita) pero queriendo hacer ver que la estaba elogiando y ella decía
- Lauren, tú ¿a qué me has traído a tu programa? ¿para hundirme?
Cuántas veces lo he pensado, de verdad.
Y el chiste del gato también es de mis favoritos, supongo que porque al final, el gato gana.
Y cuando llegasteis a vuestro destino ¿qué tal os pareció Torrevieja? :-)
A mí también me encantaba cuando Lauren le decía: "Ay, Paca, tú haces una gira por Soria y te puedes forrar".
EliminarY la llegada a Torrevieja-Dorking (también acabamos llamándola así), en la que "el gato" y yo aún no hacíamos migas, fue bastante accidentada y, aunque estaba a media hora del aeropuerto, pensé que acabaríamos en Escocia. Al final, llegamos por lo de siempre, preguntándole a un lugareño en una gasolinera y en un inglés chapurriado. Y es que no hay nada como el contacto humano.
Genial Isabel! Para mí el perderse se ha convertido en una forma de viajar en sí misma, los mejores sitios que conozco fueron el resultado de querer ir "para allá" y terminar en "¡mira esto!". El secreto es relajarse y disfrutar del camino.
ResponderEliminarUno de mis amigos siempre dice: "Hay tantas cosas en el mundo que no voy a ver, que una más no importa". Y, aunque ya sabes que soy ordenada y suelo planificar mis viajes, cada vez lo hago menos y dejo muchas puertas abiertas a la improvisación y al descubrimiento de nuevos parajes y rincones. Y, si a lo que pensabas ver, no llegas, no pasa nada, así tienes motivos para volver, como dice otra amiga. ¡Incluso en la isla, donde parecería que ya todo está conocido, todavía estoy en proceso de descubrimiento!
EliminarY tienes razón. Ahí está el secreto de un buen viaje: no agobiarse con horarios ni visitas, disfrutar de lo que vayas conociendo y, añadiría, conocer a quienes viven en otros lugares. Un abrazo.
Yo te puse un comentario enorme en el blog, pero por los misterios de la tecnología, no se registró. Lo cierto es que ya me sorprendiste con un blog en el que cargas fotos entre otras cosas, pues más me sorprende verte manejando un GPS ¡Lo que hace la jubilación! Jejeje. Un besito.
ResponderEliminarNo creas que he renunciado a mi habitual impericia con los aparatos. En lo de cargar fotos me ayudan, así que el mérito es de otros. Y en lo del GPS tampoco es que sea una máquina manejándolo. Digamos que hay cierto entendimiento entre él y yo. De todas formas, sí que he aprendido un montón con la jubilación y espero ir reduciendo poco a poco mi condición de analfabeta digital. Un beso.
EliminarHola Jane,yo también me regalè un GPS, habida cuenta que nadie había pensado en que mi desorientación puediera tener arreglo. Ahora pienso que o se trae de fàbrica o no se trae. También he llegado a la conclusión de que me gusta perderme porque así llego a lugares, a experiencias y a momentos que, de tener la cabeza en los parámetros normales, nunca hubiera llegado o sentido.Algo peligroso si es.. .
ResponderEliminarEstando el Madrid, siempre salía por la boca de metro errónea y, al llegar a Caracas fui a parar un día a un barrio que estaba "donde el diablo perdió los calzones", y además me tomaron por loco al llegar a casa. En fin, para terminar te diré que ya he perdido mi GPS. No habrá un GPS para buscar a otro GPS?Saludos.
Lo malo no es perderse cuando uno va por esos mundos. sino cuando se va al trabajo. Eso es lo que le pasaba a mi marido que, al cambiar de Instituto, se vio un montón de veces yendo a Santa Cruz en vez de a Tacoronte. Él dice que es que su coche tiene piloto automático...
EliminarY eso de que se pierda un GPS parece un chiste de aquellos del colmo de los colmos. Supongo que, cuando lo encuentres, te dirá, emocionado: "¡He llegado a mi destino!".
¡ Pero que estupendo post, amiga Jane...!. Nunca me han gustado los aparatos esos y que para facilitar el trabajo en casa, en la oficina, o donde sea o para no perderse. Caray, nada es más gratificante que perderse y descubrir que existen sitios verdaderamente increíbles por su encanto. Hoy casualmente estoy llegando de Coro, capital del Estado Falcón en el Occidente del país. En este sitio pasé más de 30 años de mi existencia. Me acompañaba mi esposa. Por esas cosas que pasan muy a menudo por estos lados, tuve que tomar una vía alterna para llegar a casa. Descubrí un pueblito de la geografía falconiana que de vainas aparece en el mapa. Se llama Atamire y tiene una cascada maravillosa, descubrimos unos fogones campesinos donde comí la mejor pizza de mi vida, lo juro. La dueña es una señora italiana de Potenza que un buen día, allá por 1948, según me dijo, a lomo de mulo llegó al lugar con la finalidad de estudiar la Flora existente, interés de la Institución a la cual prestaba servicios en su país natal. A fín de cuentas fundó hogar con un lugareño. se "enraizo" en el sitio, jamás regresó a Italia y hoy, a sus largos 80 y tantos años, cocina para quíen toque su puerta. Al carrizo los GPS, Microondas, Catálogos y demás etc. A cuidarse pues.
ResponderEliminarLo que es estupenda es esa historia de la señora italiana. Es lo bueno que tiene ir por ahí, que encuentras gentes, historias y paisajes inesperados. Unos amigos me cuentan que su hijo está recorriendo en guagua toda Sudamérica. Empezó en Argentina y Chile hace un par de meses y ahora va por Bolivia, y todo en ese plan, adonde el destino lo lleve.
EliminarYo también he tenido encuentros culinarios de esos que no te esperas, como un coq-au-vin de chuparte los dedos en un pueblo perdido de la campiña francesa. Y recuerdo haber dicho varias veces: "¿Ves? Si no nos hubiéramos perdido, no hubiéramos conocido todo esto". Justo lo que dijo Colón.
Un abrazo y buen regreso a casa.
Muy bueno, me reí un montón y tienes toda la razón. He de decir que el gps también se pierde... y te lleva a lugares mágicos a los que no hubieras llegado nunca. Una vez entre Galicia y Portugal nos llevó a una especie de playa paradisiaca en la desembocadura del río Miño... je, je, y estaba empeñado en que cruzáramos por ahí al otro lado. ;)
ResponderEliminarEs que son muy torrontudos. En el último viaje, en medio del delta del Ebro, quería que pasáremos entre los arrozales. Lo mejor es tener con ellos una amistad fraternal: te hago caso, pero dentro de un orden. Un abrazo, Elenita, y qué bien verte por aquí.
EliminarComo dice mi bello Alejandro, no todo es tecnología... Buen relato, como siempre. Saludos a Evaristo
ResponderEliminarCuida a ese niño que es muy sabio, oye.
Eliminar¿Y a la pobre Basilisa no le mandas saludos también, con lo que me ayuda? Hoy, viernes santo, todo el mundo rascándose la barriga y ella no ha parado de trabajar, la pobrecita.
Muchas gracias, Cristino, y un abrazo.
A mí el GPS me parece un invento genial! Un beso Isabel!
ResponderEliminarSí que lo es, Blanca. Cuando estuvimos en Dorking, salimos una hora antes para ir al aeropuerto. Y ante nuestro asombro vimos que nos llevaba en dirección contraria a la autopista. Lo debatimos pero al final confiamos en él y nos llevó por carreteras estrechas derechitos al aeropuerto en ¡20 minutos! Nunca más hemos desconfiado de él, no sea que se nos amule.
EliminarUn beso, Blanca.
No tengo idea de cómo se enciende siquiera... A la antigua usanza me gusta a mí... El romanticismo y la aventura de un mapa... Ainssss!!!
ResponderEliminarAy, sí, Gladys, es muy romántico, no te digo que no. Pero los GPS vienen estupendos:
Eliminara) para los países de los que no tienes ni repajolera del idioma (pongamos, China) y los carteles no te sirven de referencia.
b) cuando tienes que llegar a un sitio en el quinto pino a una hora justa y no te puedes permitir el lujo de irte de aventuras.
c) para que te avisen de los radares y puedas reducir velocidad antes no sea qué. Y también de la gasolinera más cercana, cosa que es de agradecer.
Pero de todas formas, ainssss, como dices. Yo, que me estoy leyendo ahora "Pasaje a la India" de Forster, estoy metida en otro modo de viajar y de vivir ¡Viva la aventura!
Es estupendo, pero cuando me equivoco me apuro mucho por la señora parlanchina.Me pregunto que estará pensando de mí.
ResponderEliminarMagnífico relato y comentarios posteriores.Que divertido! Me lo llevo.Ub
Tú no le hagas ni caso, Claudia. Nosotros a veces hasta la apagamos cuando se pone como una loca a decirnos que demos la vuelta.
Eliminar¿Sabes que una vez oí una entrevista que le hacían a la locutora que pone voz al GPS? La cogí a la mitad y me decía: "¿De qué me suena esta voz?".
Un besote y gracias.
Muy divertido tu relato...me encanto !!!!!!
ResponderEliminarGracias, Marilu. La verdad es que a lo mejor un día los aparatos se nos suben a la chepa, como el robot Hal que se quería hacer dueño de la nave en "2001: Una odisea del espacio". Espero que los GPS no se rebelen y nos hagan ir por dónde ellos quieran :-D
EliminarUn abrazo.