Hablaba hace poco mi compañero de blogfera, Miguel Feria, de lo orgulloso que
uno se siente del “hágalo usted mismo” y de la
idiota inmediatez, esa costumbre muy de hoy en día de no hacer nada que
requiera tiempo, manos y paciencia. Y me hizo pensar que el desprecio del
trabajo manual no es algo nuevo, sino que viene de antiguo, desde griegos y
romanos que, considerándose los reyes del mambo por eso de ser animales
racionales, miraban por encima del hombro a los esclavos que, en resumidas
cuentas, fueron quienes, acarreando piedras con sus manos, hicieron circos,
anfiteatros, vías públicas, acueductos y casas.
Y, sin embargo, ya entonces surgían voces en contra, como la de Anaxágoras
que nos decía cosas como que "El hombre es inteligente porque tiene manos”. O la
del mismo Aristóteles que dijo: “La mente es, como la mano, todas las cosas”.
Ahí es nada: la mente y la mano, al mismo nivel. El hombre que piensa es el
hombre que hace. Y al revés.
Desde que el hombre es hombre, las manos acarician y castigan, dan placer y
hacen daño, fabrican engendros u obras de arte, cogen la pluma para escribir
poemas o libelos, empuñan un arma para matar o la hoz para recoger trigo con el
que hacer pan. Las manos expresan amor y odio, lo mejor y lo peor de los
humanos.
Tengo en casa un batidor de chocolate en madera que mi abuelo poeta, que
también era carpintero y muchas más cosas, hizo con infinito cuidado. Tengo un
cuadro en punto de cruz que yo bordé durante meses (cuando tenía mejor vista que
ahora) y que le enseño a todo el mundo como si fuera la joya de la corona. Mi
marido, que es un manitas, ha montado él solo su palomar, ha hecho puertas para
la huerta y un armario de juguete para mi hija que ahora heredó mi nieta.
Esas cosas –los árboles, los edificios, las obras de arte, pero también un
grifo del que sale agua, un pestillo que abre una puerta, un buen zurcido, un
pan bien amasado, una melodía al piano- son algunas de las maravillas que hacen
las manos. Como decía Aristóteles, todas las cosas.
(Las imágenes corresponden a la escultura "Introversión" de José Mª
Subirachs que está en el Parque García Sanabria de Santa Cruz; al dibujo "Manos"
de M. C. Escher y a la escultura "La catedral" de Auguste Rodin)
Siempre me gustan tus comentarios pero el de hoy me ha rechiflado. Precisamente esta mañana he asistido a mi clase de restauración y me ha emocionado ver cómo he sido capaz (con la ayuda de mi profe) de darle vida a una maleta de viaje que le hicieron a mi padre cuando emigró a Venezuela hace casi 63 años. Aunque siempre le he dado valor a los trabajos "manuales" cada vez los aprecio más, no sé si será porque me estoy volviendo filósofa o porque con la edad uno se va haciendo más sensible. Mañana tocaré con mis manos una melodía al piano dedicada a ti. Muuuchas gracias por alegrarnos los martes... Hasta pronto.
ResponderEliminarPD: Te mandaré la foto de mi obra de arte cuando esté totalmente restaurada.
Tú sí que me has emocionado con tu ofrecimiento de una melodía al piano. Y, además, me das envidia. Si alguna vez decido someterme a un horario de clase (cosa a la que me he resistido ferozmente desde la jubilación) será a una clase de restauración. Ahí es nada, ver florecer una obra de arte donde antes había un pingo. El sueño de mi vida.
EliminarGracias por tus palabras y no dejes de mandarme tu obra de arte.
¡Qué tema más apasionante!
ResponderEliminarPara mi las manos, aparte de todo lo que has dicho, que no ha sido poco, son símbolo de libertad.
Por eso lo primero que se hace cuando se detiene a alguien es ponerle unas esposas para que no las pueda manejar.
Por eso se dice: "no me ates las manos", significando también metaforicamente ( ¿y qué no es metáfora?)"no me cortes las alas"
...y así podríamos seguir.
He disfrutado rememorando este viejo tema filosófico.
Gracias, Jane
Ya lo decía Neruda: "Déjame sueltas las manos / y el corazón, déjame libre". Estar atado de pies y manos es otra metáfora para expresar la falta de libertad, uno de los grandes crímenes contra el hombre. Es, como dices, uno de los viejos y eternos temas filosóficos, y en las reuniones (y comidas) de mi Departamento hemos hablado de él muchas y gratas horas.
EliminarGracias a ti por traer ese otro aspecto de lo manual.
Querida Jane: has nombrado casi todas las cosas que se pueden hacer con las manos, sin embargo, faltó una que a mi juicio es el origen de la aritmética a través de los tiempos y es el contar. Contaban los primitivos humanos con los dedos sus posesiones, rebaños o cosechas. Usaban los Tamanacos de América una misma palabra para "cinco" y "una mano entera"; El seis era "uno con la otra mano" y así sucesivamente. Actualmente hablamos de dígitos como nomenclatura de número, cuyo origen viene de dedos en latín. Muy original tu blog como siempre.
ResponderEliminarGracias por recordarnos el origen digital de la aritmética. Ahora que mis nietos están aprendiendo a sumar, restar, multiplicar y dividir (lo fundamental para mí) me hace gracia verlos usar los dedos a toda velocidad para hacer cualquier operación. Y es bueno tener en cuenta que todo este mundo que las matemáticas han hecho posible -los edificios, los viajes espaciales, Internet y todo el universo digital de las nuevas tecnologías- empezó en algo tan humilde (y práctico) como saber utilizar los dedos de la mano para contar.
EliminarHay manos y hay manos. Las más hermosas, las primeras.
ResponderEliminarEs una canción hermosa. "Lo cotidiano se vuelve mágico". Yo estoy convencida de que las manos de mi madre también tenían ese toque mágico. Por lo menos, cada vez que yo tenía fiebre, se me bajaba con unas cuantas caricias.
EliminarHay otra canción, "Canción de caminantes" de Mª Elena Walsh, que también me emociona, porque habla de la mano en la mano, de la compañía y del ir juntos en la vida:
"Porque el camino es árido y desalienta.
Porque tenemos miedo de andar a tientas.
Porque esperando a solas poco se alcanza.
Valen más dos temores que una esperanza.
Dame la mano y vamos ya..."
Me ha gustado mucho este post de hoy, me ha hecho recordar muchísimo a mis abuelos, "manitas" donde los haya. Jámas tuvimos que ir a un zapatero, ni a un tapicero, ni pintor ni electricista mientras vivio "el abuelo Manolo", jamás compró mi madre jereseys de lana mas bonitos que los de "la abuela Maruca" y no hubo sábanas mejor zurcidas que las de "la abuela Sole", nunca he vuelto a comerme una tarta de MoKa tan rica como la de mi abuela, ni me han puesto unos paños fríos en la frente con unas manos tan amorosas como las de mi abuela Maruca. Ya ves Jane manos artesanas, manos de guerra, de posguerra, y sobre todo manos que ofrecían siempre lo mejor de ello mismos. Con aquellos abuelos se rompió el molde de sus manos.
ResponderEliminar"Hoy son las manos la memoria. / El alma no se acuerda, está dolida / de tanto recordar. Pero en las manos / queda el recuerdo de lo que han tenido." (Pedro Salinas)
EliminarYo, como tú, tengo en las manos el recuerdo de lo que tuve: las manos de mi abuela amasando los bollos de manteca y dándome a probar un poco de la masa dorada, recién salida del horno. Las de las mujeres de mi familia, bordando y cosiendo en el cuarto de costura. Las de mi padre, dibujándome figuras y problemas matemáticos, las "mágicas" de mi madre... Siempre es lo primero que miro en una persona. De hecho, me fijé en mi marido por primera vez porque le vi tocar la guitarra...
Precioso Isabel!!!!
ResponderEliminarGracias. Me parece un tema sugerente sobre todo por esa ambivalencia de la que hablo aquí. ¡Pueden hacer tanto mal y tanto bien...! David Trueba hablaba hace poco de las "bofetacaricias", que es un término contradictorio (aunque él lo empleaba en sentido irónico para hablar de la publicidad oficial, cuando quieren convencerte de que algo malo es bueno), pero que viene al pelo para expresar lo que las manos, en general, son capaces de dar: bofetacaricias.
EliminarHace unos días he salido de un hospital tras 3 semanas de ingreso. Desde la noche de mi ingreso, sin pruebas todavía, se me diagnosticó lo mismo que posteriormente merecería la realización de análisis, ecografías, y resonancia, para acabar en una intervención quirúrgica. Viene a cuento esto Jane, porque a mi ingreso fui diagnosticado con las manos, y con ellas consolado cuando me dijeron lo que me quedaba por delante, y se me vino el mundo encima.
ResponderEliminarHay una novela de Agatha Christie, "El testigo mudo" en la que la futura asesinada, una señora mayor, se cae por las escaleras y "todo su cuerpo era una revuelta masa de dolor". Luego, "se dio cuenta de que alguien, con autoridad, hizo que todos se apartaran y se arrodilló a su lado. Las manos que la tocaron no titubearon: sabían lo que hacían. Un sentimiento de alivio descendió sobre ella. Ahora todo iría bien."
EliminarPor eso, sentimos tanto agradecimiento a los médicos que conocen su labor: primero, no dañar; segundo, curar; tercero, si no puedes curar, aliviar; y cuarto, consolar. Es lo que inspira la confianza de "estar en buenas manos".
Cúrate pronto. Un beso.
Querida Jane, bien sabes tú que yo, sin las manos, sería muy poco. Gracias a ellas pude hacer mi gran afición juvenil; gracias a ellas, mis estudios y, gracias a ellas, mi profesión posterior. Sin ellas y sin la vista, difícilmente, habría salido adelante. Pero, con el paso del tiempo, he ido dándome cuenta de que estas manos, sin corazón y sin cabeza, no hubieran hecho nada.
ResponderEliminarTrabajos Manuales fue una de las materias incorporadas a la última etapa del plan de Bachillerato que nosotras recibimos y con el que nos estrenamos como profesoras. Se daba en 3º y 4º, me tocó impartirla y recuerdo cómo se la despreciaba por algunos colegas que se decían, a sí mismos, "progres".
El tiempo ha pasado y muchas cosas han cambiado, pero la relativa a la educación de lo manual lo está haciendo muy, muy lentamente. Espero que esas maneras de pensar desaparezcan del todo y, si llego a verlo, empezaré a creer que el ser humano, por fin, comienza a ser culto de verdad.
Pues ya va siendo hora de que cambien las cosas. Fíjate que desde Marx hay en el pensamiento occidental una revalorización del trabajo manual. O mejor del trabajo, no como un castigo (aquello de "ganarás el pan con el sudor de tu frente"), sino como realización personal, un trabajo no alienado con el que el hombre disfrute, sea manual o intelectual. Es más, esa diferencia tampoco tendría sentido: la mente y la mano al mismo nivel.
EliminarUn abrazo.
Quizá sea mi alma de artesana la que te da las gracias hoy por ese artículo.
ResponderEliminarEn el fondo, Luisa, todos tenemos alma de artesanos, heredada tal vez de aquellos jonios que fueron artífices de la gran revolución de la que nació la ciencia. Carl Sagan en su "Cosmos" nos dice que la clave para ese nacimiento fue la mano. Y que los pioneros del desarrollo de nuestra civilización, aquellos primeros filósofos, eran hijos de marineros, campesinos y tejedores. Lo práctico y lo teórico era entonces una misma cosa. Tal vez estemos hoy valorando y volviendo a las raíces.
EliminarYo soy ambidiestra... Una compi en Cou...Zurda... me enseñó a hacer punto... elástico, arroz... jersey, garbanzo... y yo siguiendo sus instrucciones aprendí... a hacer bufandas... Cuando quise aprender a reducir, aumentar... etc... y claro... me enseñaban diestras... yo imitando a la zurda... rien de rien... Quieres una bufanda?
ResponderEliminarMe encanta ver a la gente haciendo punto. Tengo amigas que son verdaderas maestras y me hubiera encantado aprender pero lo más que he hecho fue algunas prendas en mi juventud para regalárselas al novio. Fueron una rebeca, una bufanda y una corbata. Él, como era tan bueno y sufrido, me dijo que estaban preciosas, a pesar de que la rebeca le llegaba cerca de las rodillas. Incluso se las puso algunas veces. Eso es amor.
EliminarNo te ofrezco yo una bufanda porque seguro que tú lo haces mil veces mejor. :-D
Y qué decir de las manos que nos han dado de comer desde nuestro nacimiento. Un homenaje para todas ellas, especialmente para nuestras madres. Me he emocionado leyendo tu precioso artículo . Gracias Isabel.
ResponderEliminarUn poco más arriba, en los comentarios, Melchor Padilla, habla de la canción de Mercedes Sosa "Las manos de mi madre", una canción preciosa. El enlace que él hizo no salió por desgracia, pero sí su comentario de que las manos más hermosas son las primeras. Te pongo aquí el coro de esa canción:
EliminarLas manos de mi madre
llegan al patio desde temprano.
Todo se vuelve fiesta
cuando ellas vuelan
junto a otros pájaros,
junto a los pájaros
que aman la vida
y la construyen con los trabajos.
Arde la leña, harina y barro:
lo cotidiano
se vuelve mágico.
Un beso, Sole, y gracias.
¡Ay, mi apreciada Isabel!, hoy no tengo nada que objetar a tu comentario. Tan sólo creo que las manos disciernen y ejecutan lo que nuestras mentes maquinan.¡Fantástico regalo!
ResponderEliminarJajaja, Antonio, y yo que me había acostumbrado a tus objeciones...
EliminarSí, aquí el cerebro es el que maquina, ordena y manda ¡Pero cómo ayudan las manos a precisar muchas veces lo que queremos decir!
Un abrazo.
Como siempre me encantan tus escritos, Isa. Añado que nuestras manos “hablan” y transmiten quizá más que la palabra. Besos
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Nélida. Dicen que los españoles gesticulamos mucho pero gracias al lenguaje manual y a la mímica nos sabemos hacer entender hasta en China. Bueno, a lo mejor en China, no, que son muy raros, pero sí en muchos sitios.
EliminarEs en lo primero que me fijo en las personas y me encantan aquellos que hablan con sus manos.
Besos, gracias y chócala (eso me dicen mis nietos)
Hola, Jane. Por estos puentes que tiende la vida he vuelto a ti,y a "tus manos".¡Qué extraña casualidad! Abro tu blog con el ánimo de volver a entusiasmarme como en los tiempos de loquepasaentenerife.com y me encuentro que dices..." como dice mi amigo Miguel Feria sobre la inmediata idiotez".Me he quedado pasmado.Un domingo a las ocho de la mañana.
ResponderEliminarRecuerdo durante una exposición de llaves antiguas,a gran formato y en arcilla,que presenté en Tacoronte.Se me acercó un señor que se encargaba de las luces y demás tareas en el Ayuntamiento,visiblemente emocionado e intrigado a la vez, Me preguntó si yo era el autor y,al responderle que si,me dijo:"Dios le bendiga esas manos".Fue el mejor y mas bonito elogio que recibí y lo guardo con especial recuerdo.
Ahora sigo dándoles trabajo y las he apuntado a clases de clarinete una vez por semana.Se las ve felices y eso me anima.
Gracias Jane y espero que tus manos y tu mente sigan bailando juntas por muchos años.Miguel
¡Qué alegría, Miguel, volver a verte por aquí! ¡Y qué casualidad que te tropezaras precisamente con este post escrito hace 4 años en el que te nombro! Todos los viernes subo al blog los escritos, como este, de los tiempos de "LoquepasaenTenerife" (este mes ya los termino de subir todos). Y los lunes publico nuevo post. Espero que te pases de vez en cuando por aquí. Echo de menos tus comentarios, siempre tan interesantes y llenos de vida.
EliminarY yo, como aquel señor, repito que Dios bendiga tus manos, Miguel, que tan pronto tocan una canción, como recrean llaves antiguas, o escriben un artículo atrayente. Que lo sigan haciendo por largo tiempo.
Un abrazo y otra vez, bienvenido.