Anda el gobierno jodelón, empeñado en
quitarnos, no sólo las grandes e imprescindibles cosas, sino también las
pequeñas, esas que en estos aciagos tiempos nos mantienen la alegría de vivir.
Primero fue el cafelito de media mañana que
el señor Beteta dijo que se tenía que terminar, hombre, que hasta ahí podíamos
llegar. Después fue la paga de Navidad que, aunque exigua, daba para el turrón
y las uvas. Y ahora quiere quitar los puentes, una tradición nacional, tan querida
por todos, gracias a la cual mucha
canita al aire hemos echado por esos mundos.
¡Ese puente del Pilar, ese Todos los Santos,
el maravilloso acueducto del día de la Constitución –muchos no se la han leído pero
todos saben que su día es el 6 de diciembre- , ese 1º de mayo y, en Canarias,
ese 30 de mayo! No es que quiten la fiesta, no. Todavía no se han atrevido a
tanto (pero todo se andará). Sólo la juntan con el domingo quitándole a los
puentes lo mejor, su razón de ser, su hueco etéreo entre dos firmes pilares.
Quedan para el recuerdo buenos viajitos
puenteros, como varios que hicimos de rutas enológicas por la Ribera del Duero, Rueda y La
Rioja. O uno que fuimos cantando, como
Carlos Cano, desde Ayamonte hasta Faro. O aquel, al Londres de diciembre,
quitándonos el frío en pubs ahumados. Se acabaron esos miniplaceres para los
trabajadores. Y para los jubilados, también se recorta el Imserso, hala, no sea
que empiece a parecernos Jauja Lloret de Mar nevando. A quedarnos recogiditos
en casa, como tiene que ser.
Para mí que lo que les pasa a nuestros
próceres, aparte del sadismo con que nos tratan, es que no han captado lo
hermoso que es un puente, tanto en lo físico como en lo psíquico.
En lo físico, los puentes unen orillas,
salvan abismos, abren caminos. Hay en Santiago del Teide un puente pequeño que,
cuando pasábamos por allí, siempre llamábamos “el puente al campo” porque no
parecía ir a ninguna parte. Pero un día paramos y vimos que conducía a un Vía
Crucis, el Camino de la Virgen ,
que sube por la montaña. Todo puente tiene su sentido, desde ese hasta el
Puente de las Cadenas de Budapest, que cruza el Danubio, o el de San Francisco
que el cine nos ha regalado.
Y en lo psíquico, los puentes unen a las
personas. Puentes hacia los otros son una buena conversación, un libro, una
película, este blog… Si te sientes solo, dice el dicho, es porque construiste
muros en lugar de puentes. Y sí que veo a nuestros gobernantes instalados en
cierta soledad…
De todas formas, el calendario les ha frustrado
las ganas de fastidiar. En 2013 los festivos caen en viernes, lunes o fines de
semana y les ha impedido hacer el machuca y limpio que pretendían y que dejarán
para el 2014.
De aquí a allá podríamos hacer una fina
campaña de mentalización pro-puentes, con mensajes sutiles como este poema de
la mismísima Marilyn Monroe, que empieza trágico y premonitorio pero termina
con una frase optimista que podríamos elegir como lema:
Ay maldita sea me
gustaría estar
muerta
–absolutamente no existente-
ausente de aquí
–de
todas partes pero
cómo lo haría.
Siempre hay
puentes –el puente de Brooklyn.
Pero me encanta
ese puente (todo se ve hermoso desde su altura
y el aire es tan
limpio) al caminar parece
tranquilo a pesar
de tantísimos
coches que van
como locos por la parte de abajo. Así que
tendrá que ser
algún otro puente
uno feo y sin
vistas –salvo que
me gustan en
especial todos los puentes –tienen
algo y además
nunca he visto un puente feo.
Hola Jane.De nuestro magnífico gobierno mas vale no hablar, porque si lo haces, acabas cabreado. No hay mas que oirlos: "Privatizamos hospitales para que puedan tener futuros", "Los jovenes tiene que ir en cabeza de las manifestaciones, pero no para protestar sino para pedir mas recortes para que puedan tener futuro", "No podemos permitir la dación en pago, porque entonces no fluiría el crédito", en fin, creen que somos tontos del culo (con perdón)y a veces tengo la impresión de que lo somos. A las manifestaciones en el día del trabajo, no van los parados(??????).
ResponderEliminarPero hablando de puentes festivos no estoy muy de acuerdo, creo que a veces son demasiados, sobre todo el de la Constitución que me parece no debería existir, pero claro, con la Iglesia hemos topado y eso es mucho toro para nuestros políticos.
Cuando quieran ver un puente que "acojona" vayan a ver el que está sobre el Barranco de Agua en San Andrés y Sauces (La Palma), caminenlo de noche, con o sin luna, oyendo el silencio....., es una pasada. Un beso Jane.
Tengo muchas ganas, Juan, de ver ese puente. La última vez que fui a La Palma estaban construyéndolo, fíjate si hace tiempo, y así a medio construir, un trozo de puente sobre aquel barranco profundo, impresionaba. A ver si voy prontito.
ResponderEliminarAunque hablo de la gran tradición española de los puentes y mi propuesta es que no desaparezcan, la verdad es que estoy de acuerdo con que no haya muchos, que ha habido años que aquello parecía un pitorreo. Pero nunca viene mal un respiro en medio de la vorágine diaria.
Y ¿sabes? últimamente, con la crisis y esta situación, de lo que me estoy dando cuenta es de que los españoles no somos en absoluto tontos del culo. Hay crítica, hay contestación en las calles, no se acepta todo lo que dice una autoridad porque lo sea, la gente se está sacudiendo el miedo a hablar... Es más de lo que se podía decir de otras épocas de nuestra historia.
Un beso, Juan
La existencia de puentes , estimula el consumo , cosa que nos vendría de perlas para los tiempos que corren . Cada vez que tenemos esos dias libres, mis compañeros de trabajo y yo misma , corremos como posesos a las agencias de viaje, para visitar las otras islas ó algo más lejos si el tiempo lo permite.Así que si desaparecen, perdemos todos: Los que trabajamos pues la ilusión de un tiempo de ocio que nos ayuda a recargar pilas, las agencias de viajes, las líneas aereas, la hosteleria, la restauración, los comercios, las guias de viaje, los taxis que trasladan a los turistas..en fin , todos empobrecemos algo más.¡Que pena que este gobierno no contemple este punto de vista!
ResponderEliminarOye, Tona, pues es también un buen punto de vista. Lo mismo pasa con los recortes del Imserso, que atacan una industria, la de la hostelería, que, sin los jubilados, estaría muerta en invierno. Muchos de mis compañeros que han ido me dicen que hasta les dan las gracias.
ResponderEliminarLo que está claro es que de las crisis no se sale recortando únicamente sino también incentivando. A ver si se aplican el cuento los que nos mandan.
Un beso.
Hola Jane:
ResponderEliminarPara puente el de Los Sauces que une el cielo con la tierra, para puente el tu blog que une nuestros corazones, con esos no podrán los que quieren quitarnos los puentes y todavía hay más puentes que existen entre nosotros, los que estamos haciendo con nuestra solidaridad y amor, con esos no podrán y esos pueden conseguir que no nos roben los otros, los que sirven para abrazar, disfrutar del paisaje y de la comida, las escapadas románticas, los que nos acercan a otros lugares, los que dan trabajo y permiten que el dinero se distribuya.
Si, reivindiquemos los puentes.
Abrazos
Gracias, Carmen, por tu comentario. Es verdad que tal vez los puentes más importantes sean los que nosotros mismos construimos. Siempre pienso que, si todos buscamos más lo que nos une que lo que nos diferencia, las cosas irían mejor en este mundo.
ResponderEliminarY me gusta también tu descripción, tan certera, de esos puentes en los que hemos descansado del trajín cotidiano, porque en eso consisten: escapadas (mejor, escapaditas) en las que conoces sitios nuevos y disfrutas de ellos, pero que también, como también dijo Tona, sirven para incentivar la economía.
Un abrazo, Mari Carmen.
Si han dejado la ULL 1000 alumnos ahora por no poder pagar la matricula por el problema que hay, les va a importar a ellos la sanidad, trabajo, los jubilados,las pagas y los puentes?.Benefician a los hoteles , agencias , viajes....El gobierno esta loco y quiere terminar con todo y con todos.......
ResponderEliminarA lo mejor no está tan loco, Marta, sino que quiere beneficiar a los de siempre. De todas formas, leí el otro día que Javier Gomá decía que no hay un poder sino muchos, con intereses contrapuestos, y que esto crea espacios para la libre iniciativa individual. No estamos solos frente al poder y nunca fuimos tan conscientes de ello. Es un consuelo pero muy gordo.
ResponderEliminarUn beso.
Que me perdonen quienes ensalzan el nuevo puente castrocordobecista de Los Sauces. Preferir, prefiero cruzar andando los pequeños puentes de madera en Marcos y Cordero y en Los Tilos que ese enorme anti suicidas. Con aquellos, después de caminar un rato, disfrutas del bosque palmero de una manera sublime y con el mastodonte te sientes enjaulado, por mucho que digan del paisaje que se ve desde lo alto. Arriba, en el monte, eres Tarzán, abajo eres Chita entre hierros. Eso si, nos ahorramos cinco minutejos de nuestro tiempo cuando lo cruzamos en coche. ¡Faltaría más! ¡Que adelanto! (de coña). Para mi es otra de las malas inversiones de nuestros dirigentes, o despilfarro, llamésmole así. Así lo siento, así lo expongo.
ResponderEliminar¿No te has fijado que los puentes semanales están también en nuestras cabezas?. Hay días en que haces puente porque no estás para nadie, has desaparecido. ¿O no? Creo que cruzar un puente simboliza ir a la libertad, investigar que hay en el otro lado, salvar obstáculos, ahorrar caminos con cierto peligro. Así que soy un defensor del puente, aunque no del saucero.
Creo, Enrique, que para puentes se hicieron colores. Del de Los Sauces sólo vi la mitad y me dejó impresionada por lo grande que es, allí tendido sobre barrancos profundos y con el telón de Los Tilos al fondo. Pero también tienen encanto los pequeños puentes de madera... Y muy bueno lo de Tarzán y Chita. De todas formas, los sauceros en general están contentos con su puente y fíjate que Juan habla de cruzarlo andando y de noche, que digo yo que algo de poesía también tiene.
ResponderEliminarTodo, Enrique, -los puentes construidos, los puentes espirituales entre las personas y los pueblos, los puentes vacacionales...- está en nuestras cabezas.
Un abrazo.
Cuanta razón tienes.
ResponderEliminarCarmen
http://estrellaswithlove.blogspot.com.es/
Gracias, Carmen G. Y apunto también los sabios consejos de tu blog.
ResponderEliminarTampoco se han dado cuenta de que esa ruta enológica ya no la va a poder hacer nadie, porque ya no hay puentes.
ResponderEliminarAsí que los emprendedores (el santo sanctorum de nuestro amiguitos gobernantes) que tengan una casa rural, un hotelito con encanto, un restaurante en medio de Castilla o alguno de esos muchos negocios que vivían de esos puentes, van a tener que emprender otro camino.
Loque, lo único que queda es que esas rutas las hagan a) los rentistas que no necesitan trabajar para vivir(o sea, ellos mismos)o b) los jubilados. Claro que si también nos van a congelar la pensión... Esto es lo que Marx (no Groucho) hace 2 siglos llamó una crisis del capitalismo como la copa de un pino. Era un hacha prediciendo el futuro.
ResponderEliminarLo mejor de los puentes es que siempre nos llevan al otro lado. Cuando no los hay los deseamos, los imaginamos y, a veces, los construimos de esta manera no solo vamos sino también volvemos.
ResponderEliminarBuena metáfora. A mí me han fastidiado mi escapadita romántica.
Qué nadie te fastidie una escapadita romántica, Guille. Atravesando puentes, en globo, en barcos, paseando... son la sal de la vida.
ResponderEliminar¿Sabes lo que me gusta a mí, Jane?: observar los puentes desde abajo. Ver sus tripas al aire me da una idea del entramado que hay que urdir, para cruzar de un lado a otro de un valle, un barranco o un río. Incluso, hasta en los puentes más humildes, los de madera o los de cuerdas, siempre está esa urdimbre que nos permite pasar al otro lado con cierta seguridad.
ResponderEliminarQuizá, también para los puentes de la vida, necesitemos tejer una red sólida que nos aporte la fortaleza suficiente, para trasladarnos a la otra orilla. Los que necesitamos cuando dejamos de ser adolescentes para llegar a ser adultos o el que nos lleva de la madurez a la vejez. O, quizá también el que hace no mucho, cruzamos nosotras desde toda una vida de trabajo hacia ésta que ahora vivimos: más tranquila, más sosegada, menos sobresaltada... Mi impresión es que siempre estamos cruzando puentes y pobre del que no lo haga. Quedarse sin hacerlo es no avanzar, es vegetar, es casi morir...
Me ha gustado mucho tu reflexión, Cehachebé, tan poética y tan profunda. A partir de ahora me fijaré no sólo en las líneas, en la belleza y en las funciones de los puentes, sino también en la estructura y el entramado que, en definitiva, es lo que hace que un puente sea puente.
ResponderEliminarTenía razón Marilyn, los puentes tienen algo. Y yo tampoco he visto un puente feo.