Hacer una ruta de los almendros en flor por las tierras altas de Santiago del Teide, en un lunes de febrero en que brilla el sol a ratos y una brisa suave acompaña los pasos, puede ser la base para un estudio antropológico sobre los distintos modos de relación que con la naturaleza tienen dos grupos sociales bien determinados.
Tomemos, por ejemplo, al Grupo A, los Circunspectos Alemanes (los CA), unos 12 individuos que han llegado hace poco a la isla con la sana intención de recorrer sus caminos y, de paso, tostarse un rato al sol. Este lunes de febrero se levantan todos a las 7 de la mañana y se meten entre pecho y espalda un saludable, energético y frugal desayuno que los prepare para acometer la caminata de 17 km. que piensan hacer. A las 8 ya están caminando desde Santiago del Teide hasta Arguayo.
El Grupo B, los Alegres Caminantes (los AC) son 6 personas del país con el mismo objetivo, hacer la ruta de los almendros en flor. Sólo que estos se levantan a las 9,30, su desayuno no pretende presumir de frugal y en él abunda el jamón serrano, el queso manchego, los bizcochos de nueces y otras viandas anticolesterol. Hacen luego un sobredesayuno comentando las noticias del día llegadas vía guasap y sobre las 11,30 deciden ponerse en marcha, que no hay ninguna prisa, oye.
El Grupo A, los CA, lleva preparada la ruta desde un mes antes: salida desde Santiago del Teide, Arguayo, Valle de Arriba, tantos kilómetros, tanto tiempo, hora de salida, hora de llegada.
El Grupo B, los AC, sin llevar nada preparado, confían en encontrar a alguien en el Punto de Información de Santiago del Teide (estaba cerrado), o en el Ayuntamiento (había un despacho con tres mesas todas vacías) o en la tienda de enfrente (no había nadie tras el mostrador). Deciden salir al tuntún. (Nota: Averiguar la cuestión siguiente: ¿Estarían todos juntos tomándose el piscolabis de media mañana? Investigar para la próxima ocasión. Y, de paso, acompañarlos).
A las 12, tras varias vicisitudes y preguntas a una señora del lugar y a dos amables agentes de la Brigada Forestal que descansaban de sus quehaceres fumándose un cigarrito frente a la Cruz de los Baldíos, los Alegres Caminantes empiezan a caminar desde el Valle de Arriba. A las 12,30 se cruzan con el grupo de Circunspectos Alemanes que vienen de retirada ya.
Los CA van todos en fila india y no hablan apenas. Todos llevan gorra, bastón de caminantes, botas de marcha, mochila y botellita de agua. En los ojos, la determinación de un general ante el objetivo.
Los AC van cada uno por su lado. Uno se para a hacer una foto; otro recoge unas hierbas de la familia del poleo con un delicioso olor a limón para añadirlo a un licor que está haciendo estos días; otra manda guasaps a las amigas; dos hablan de que la próxima vez traen los ingredientes para una paella para hacerla debajo de un pino que se ve muy propio, él. Ninguno lleva gorra ni bastón ni botellita de agua ni nada. Bueno, móvil, sí.
Los CA llevan 5 horas caminando.
Los AC, a la hora y pico dicen que ya está bien, que ya han visto almendros para dar y regalar y que se impone volver al coche y acercarse a Arguayo a tomar una cervecita.
A la hora del almuerzo los dos grupos coinciden en la terraza de una tasca que hay cerca. Desde allí ven parte del paisaje recorrido, mientras prueban un queso fresco de Arico y se refrescan con el primer trago de cerveza. Enfrente están las coladas oscuras del Chinyero; allá arriba, el Teide nevado; y en todo alrededor, los mil verdes distintos en este sur de la isla que no está acostumbrado a tanta lluvia como la que ha caído este año. Les sirven una carne de cabra con papas arrugadas y vinito del país que se cuela rápido. Un cuervo sobrevuela la escena mirando con curiosidad. En las mesas se habla del paseo, de la maravilla de los almendros, que cubren laderas y bordean caminos tiñendo de rosa y blanco el paisaje, en el que conviven con higueras y pinos, con tabaibas y tuneras. Los escobones también están en flor.
De postre, hay una tarta hecha con las almendras de este valle pródigo.
Al levantarse, el calor del vino y la comida, el sol que brilla y dora los rostros, el aire limpio, el descanso después del camino, la belleza contemplada... va diluyendo diferencias y derritiendo la circunspección del Grupo A.
Al salir por la puerta, al final, todos son Alegres Caminantes.
Me encantó!!!! No se a que grupo pertenezco, supongo que una mezcla, que es bueno tener objetivos pero no sirven de nada si uno no disfruta a tope del camino, y es que la cervecita es la cervecita. Con su permiso, comparto!!!!. Besines!
ResponderEliminarNi en toda la historia de la filosofía que te enseñé hubo una frase más sabia y más llena de significados: "la cervecita es la cervecita". No creas, los Alegres Caminantes también cumplieron su objetivo. Sólo que, como buenos canarios, se lo tomaron con calma. Y te puedo asegurar que también disfrutaron a tope del camino.
ResponderEliminarUn beso grande.
Me ha hecho reir tu artículo de hoy porque uno se siente identificada con el grupo AC, jajaja
ResponderEliminarEl sábado 8 , sin ir más lejos, hicimos la ruta , automovilística exclusivamente , jejeje , pero nos quedamos muy contentos con el panorama verde y florido que vimos. Y con los vinitos y comiditas , que todo hay que decirlo ...
Mi hermana hizo la ruta ese día y hoy me llamó una amiga que también la hizo. Nosotros fuimos en lunes pensando que tal vez habría menos gente pero el espectáculo de los almendros congrega a muchas personas. Es verdad que casi todo el mundo con el que nos tropezamos eran extranjeros (los CA). Si había alguno del país tenía que ser jubilado como nosotros.
ResponderEliminarYa la semana anterior bajamos en coche desde Erjos hasta la Playa de la Arena y nos maravilló lo verde, las flores, la luz, el Teide nevado... Disfrutemos de este privilegio de isla que tenemos.
Un abrazo.
¡ Que bueno ! Entiendo que los dos grupos son encantadores y no sé si alguno miembro de uno hubiese querido pasarse al otro grupo. Yo desde luego, y sin que sirve de precedente, lo tendría claro. Me encontré con el grupo de los Alegres Caminantes y oye, alguno llevaba gorra.
ResponderEliminarYo no tengo dudas, sin estar jubilada (ni perspectiva de serlo) soy claramente del grupo B.
ResponderEliminarQuita, quita, donde esté el disfrutar de las vistas, el buen yantar y, sobre todo, la buena compañía...que se quite todo lo demás.
Me encanta que hayáis disfrutado tanto.
Un abrazo muy gordo, Jane.
Indeciso:
ResponderEliminarPues a lo mejor, sí, alguno se despistó y llevó gorra. Pero seguro que no fue adrede. Para los AC eso son minucias; incluso alguno llevaba sandalias, por supuesto sin calcetines. Pero como si los dioses estuvieran de acuerdo con ellos, hizo un tiempo estupendo para caminar: cielos cubiertos a ratos, una brisa limpia de esas que acarician la piel y un sol tibio a la hora del yantar solamente.
Utopía:
ResponderEliminarTienes toda la razón ¿De qué sirve madrugar y correr y caminar afanosamente para llegar a la hora señalada, si de esa manera no hay tiempo de disfrutar de las vistas, de hacer el mono haciéndote fotos o de pararte debajo de un matojo a comer una tortilla? Por cierto, tampoco esta vez los AC llevaron la tortilla de las excursiones y eso es un fallo enorme. Pero se resarcieron después, eso sí.
Otro abrazo gordo para ti, Utopía.
¡Hola! Hemos leído "Los alegres caminantes". Nos ha gustado mucho. Tiene chispa. Aquí división de opiniones: uno partidario del estilo alemán; otra a la cervecita.
ResponderEliminarCon el final, los dos de acuerdo.:-D
Sobre esas disparidades se construyen las grandes parejas, Joaquina ¿Y qué mejor final para un paseo que encontrarse al final en la tasca de la carne de cabra cerrando los ojos al sol mientras se prueba un vinito de la tierra en buena compañía?
ResponderEliminarJe, je, estaba segura de que Fernando se apuntaba al grupo de los CA. ¡Con lo que le gusta caminar kilómetros y kilómetros...!
Hola Jane. Creo que muchos tendremos que esperar algunos años, para poder caminar un lunes de febrero entre almendros en flor. Mucho me temo que El Indolente Don Tancredo nos hará trabajar hasta que el colesterol o "el azucar" nos haga jubilarnos.
ResponderEliminarEntre los CA y los AC, seguro que me gustaría pertenecer a los segundos, aunque a veces......no estoy tan seguro. Hace unos días coincidí en la puerta de un instituto con dos grupos de alumnos. El primer grupo estaba formado por 25 "guiris" que hablaban de manera que todos se oían, apenas molestaban. El otro grupo de 25 "del país" gritaban entre ellos, usaban sus móviles, fumaban, molestaban muchísimo. Al preguntarle a los nuestros que pensaban de los otros en referencia al poco ruido que hacían, me contestaron:"es que son unos aburridos". Creo que a veces es mejor pertenecer a los CA (aunque sean un poco "aburridos"). Un beso Jane.
Me identifico totalmente con el grupo AC. Paseo relajado, que para eso es paseo, contemplación del paisaje y para rematar una buena comidita con la tertulia correspondiente. Para qué tantas prisas?
ResponderEliminarYo soy de los alemanes, ajajaja, cuando voy a camnar, ¡voy a caminar!, fotos las justas, viandas las necesarias y venga kiloómetros... A la cervecita final también me apunto. Estuve por esos lares hace dos semanas. ¡¡¡Es una gozada!!!
ResponderEliminarQuerida Jane:
ResponderEliminar¿AC o CA?
La vida nos la han querido hacer vivir como la fábula de "La cigarra y la hormiga", o militabas en el batallón de las cigarras o en el de las hormigas, sin término medio, o blanco o negro, sin grises; ¡con la gama que hay de grises!
Pero el devenir nos ha enseñado que para ganar el jubileo de las cigarras, no siempre hay que vivir como hormigas-hormigas, porque la experiencia nos ha demostrado, que muchas hormigas se han quedado en el camino y nunca pudieron (o quisieron) disfrutar como cigarras.
Ser cigarras, no cabe duda, que es más divertido, por ejemplo poder ir de excursión entre semana sin horario, ni reloj que lo marque.
Creo que lo bueno es ser a ratos hormiga y otros cigarra, tener una vida ordenada pero dentro de un desorden..., aunque a estas alturas, hay que tener más sangre de cigarra.
Vuelvo a la pregunta inicial: ¿AC o CA?
No hay duda que cada uno en su estilo, disfrutó del paisaje, del aire puro y de los almendros en flor...
Pero cuando pase el tiempo, alguno de cada grupo, recordará lo bien que lo pasó aquel día. Uno reavivará sus recuerdos, hojeando su Moleskine de aquel viaje, y el otro viendo unas fotos de almendros en flor o la del pino donde harían una futura paella (que nunca hicieron)
El recuerdo será el mismo, el de un día luminoso, de un aire puro, de unos almendros en flor, de la nieve en lo alto y del vasito de vino y el queso blanco que se tomaron, en aquel rincón tan pintoresco y donde coincidieron con aquellos excursionistas...
Juan Pérez:
ResponderEliminarNo desesperes, Juan, cuando menos te lo esperes te has hecho viejo y te jubilan, je, je. Es broma, yo sé que la mejor época de la vida debe ser siempre la actual porque cada edad tiene sus cosas buenas (no dirás que no animo)
Y no te creas. Yo he ido por esos mundos a sitios donde los escandalosos no eran precisamente los españoles. Creo que no es cuestión de nacionalidad sino de educación.
Y en cuanto a pertenecer a un grupo o a otro... todos tenemos algo de los dos grupos y depende del momento. Lo importante es pasarlo bien. Y a esto estoy segura de que te apuntas.
Un beso.
Anónimo:
ResponderEliminarEso digo yo ¿Para qué tantas prisas? Al final, se va a llegar al mismo sitio... Le estoy como cogiendo el punto al Movimiento Slow: ir despacio, cocinar a fuego muy lento, tomarte las cosas con calma y buscar tiempo para crear, para conocer a otras personas, para pensar las cosas... Desacelerar la vida, que le dicen.
:-)
Guille:
ResponderEliminarEs un sitio precioso y más sobre todo en esta época de almendros florecidos. Hay que ir y disfrutarlo, igual que la zona de Puntagorda y Garafía en La Palma, que igual me apunto un año de estos.
Tengo una amiga que, cuando íbamos de caminata, pegaba a caminar a todo tren y decía: "¡Si hay que hacer esto, hagámoslo rápido!" Y tampoco es eso. Una paradita para respirar a pleno pulmón, otra para fotografiar un cielo claro, otra para recoger u oler una flor... Esa es la salsa también de un buen paseo. No todo va a ser hacer kilómetros, que no somos los correcaminos.
A ver si alguna vez nos cruzamos en el camino.
Un abrazo
Cándidaeréndira:
ResponderEliminar¡Me ha encantado tu comentario! Poético, sensible y, además, tan cierto... Todos somos a ratos hormigas, a ratos cigarras, por más que Esopo, Lafontaine y Samaniego se hayan empeñado en separarlas.
Yo soy cigarra cuando me pongo a leer por la mañana después de desayunar sabiendo que tengo un montón de tareas por hacer. Y también cuando hago una caminata en plan Alegres Caminantes o me tiendo al sol sin pensar en nada.
Yo soy hormiga cuando organizo, ordeno, me pongo un plazo para terminar algo, voy a buscar a mis nietos y les ayudo con las tareas o cocino para un montón de gente.
Estoy de acuerdo contigo que todos los seres humanos participamos de las dos formas de ser. Aunque, qué quieres que te diga, mi faceta cigarra me puede a veces. Tengo, como tú, sangre de cigarra.
Pero también pienso, como tú, que lo importante es el resultado. A eso iba este escrito.
Un beso.
Llevaba yo callado algo más de dos meses y no es que me quedara mudo, no. Son cosas que pasan, simplemente.
ResponderEliminarA los AC les recomendaría para el año próximo que hicieran la ruta de Puntagorda para ver los almendros en flor. Una vez se les haya cerrado la boca de admiración por tal belleza, se podrían acercar, caminando siempre, al borde izquierdo del Barranco de Izcagua, y desde allí llamar a los habitantes de Las Tricias que viven en el otro margen. Esperar, agudizando el oido, por ver si responden y si no lo consiguen, al menos siempre contesta el eco. Después torcer a la derecha y adentrarse en El Pinar hasta extender el mantel de cuadros en un claro y como si fuera un día de intercambios de regalos, extraer las sorpresas de la mochila, entre ellas un tupper ¿o táper? con un conejo guisado por el familiar o amigo palmero que tiene conejera en la trasera de su casa. Si el día está soleado el espectáculo es de postal.
Pues sí que te había echado yo de menos, Enrique...
ResponderEliminarEn mi respuesta al comentario anterior de Guille, ya recomendaba yo Puntagorda y Garafía, no te podrás quejar. Y a mí una de las cosas que más me gusta de una excursión son las viandas en pleno paseo ¿Por qué una tortilla sabrá distinta en el monte que en casa? Hasta un potaje que una vez mi madre llevó al Teide nos supo a gloria y todavía lo recordamos. Nada, nada, que hay que organizar para alguna vez esa recomendación tuya con conejo guisado incluido.
Lo que no entiendo muy bien es esa llamada a los habitantes de Las Tricias (o al eco). Me lo tendrás que explicar...
Es curioso lo que se aprende observando a la gente, quizá y por qué no decirlo condicionados también por los prejuicios aprendidos.
ResponderEliminarTuve un prestigioso diseñador con nombre alemán pero de cuna argentina y un día hablando de lo que era la diferencia entre la imagen de una empresa y la identidad de ésta, se puso el mismo como ejemplo.
Mi nombre es alemán, mi físico es de alemán pero cuando hablo soy argentino. En quién confiarías? Sería un dilema?
Disciplinado vs Embaucador (Prejuicios)
En cuanto a maneras de actuar, CA - AC, tengo un poco de los dos, aunque algunas veces siento remordimientos, si disfruto, como si trabajo y planifico demasiado…
Un beso
Me alegra ese hermanamiento al calor de la tarta de almendras, pero así, entre nosotras, a mí la gente que se plantea un paseo por el campo, o una jornada de playa, o cualquier otra actividad que debería ser lúdica ante todo, como una pista americana, me estresa muchísimo.
ResponderEliminarUna vez hicimos una salida a la Pedriza (concurrido sitio cercano a Madrid) unas amigas y yo, y "la amiga lista" de una de las participantes que nos estuvo ordenando a qué ritmo (germánico) ir ("Así es como anda en la montaña", dijo)
Dónde comer (el pedregal más infame) y hasta que en vez de ir a un wc normal y corriente, teníamos que ir a una letrina.
Ahí ya hubo un amotinamiento, que una cosa es una cosa, y una letrina, una guarrería.
Estrellas de Lana:
ResponderEliminarYo confiaría en el más sincero. Me molesta un montón encasillar a la gente en estereotipos. Porque si miramos a los canarios, aquí hay alemanes (muy disciplinados, trabajadores, puntuales...), argentinos (dicharacheros y enredadores), andaluces (graciosos), castellanos (serios y sosos)... y todos a lo mejor nacidos en La Laguna. Bueno, me molesta y me da miedo porque de esos encasillamientos vienen los prejuicios, el racismo y la xenofobia. Y eso que hablo en el texto de los Circunspectos Alemanes (a los que, por otra parte, he visto desmelenados en una fiesta de la cerveza más de una vez), pero espero que se vea que es una licencia poética ;-)
Yo también tengo un poco de los dos. Pero una cosa tengo clara: de remordimientos, nada de nada. Nietzsche decía que un remordimiento es una especie de mal de ojo, quita, quita. A quererse uno mucho a sí mismo, a aceptarse como se es y, si alguna vez metemos la pata, reconocer que uno no es perfecto y pedir perdón, qué se le va a hacer.
Un beso.
Loque:
ResponderEliminarJa, ja, ja, seguro que esa amiga "germánica " había aprendido, como yo, las marchas en el colegio. Ahora no se hace gimnasia así, gracias al cielo, pero en mis tiempos, al ritmo de "Montañas Nevadas" y de "Marchad, marchad, marchad", caminábamos con mirada al infinito y paso veloz y aguerrido por todo aquel patio. Trasladar eso a un paseo por el campo parece un crimen y un despropósito. No me extraña que se amotinaran.
Para casarse, viajar y disfrutar de la vida una tiene que juntarse con los iguales.
Has hecho un retrato exacto de los distintos caminantes. Con la simpatía y amenidad q te caracteriza. Un abrazo, mi duquesa
ResponderEliminarGracias, mi realeza. Tendrías que haberlos visto, tan distintos en las formas pero, en el fondo, amantes de la naturaleza, de la carne de cabra, del buen vino... de la vida.
EliminarUn abrazo grandote.
A nuestra edad ya tenemos derecho a hacer lo que el cuerpo nos pida.
ResponderEliminarEstilo alemán, estilo canario ? Todo vale...
Y si te dicen que el canario es un poco aplatanadillo, no te lo creas...
Cercano a los 70, el 12 de abril empiezo caminando desde Roma hasta Santiago, en solitario y casi casi con lo puesto.
Están Vds. invitados.
Ay, Enrique, para hacer lo que tú haces hay que tener un entusiasmo del que yo (también cercana a los 70) carezco y que envidio profundamente. Una vez en 4º de bachillerato dije que, si aprobaba la reválida, iba caminando a Candelaria y cuando aprobé, dije "Pero desde el cruce con la carretera general, eh". Como ves, desde chica iba más para Alegre Caminante.
EliminarYa nos irás informando del recorrido y de las aventuras, qué bueno.
Un abrazo.
Me identifico con el grupo AC, los otros entrenados para artes marciales y no para disfrutar de nuestros campos. Bonita y simpática narración.
ResponderEliminarSí ¿verdad? Y eso de levantarse a las 7 de la madrugada, qué necesidad. Soy de la opinión que las aficiones tienen que ser por devoción. Así que alguna vez a ver si coincidimos por esas tierras tuyas y nos damos un garbeo con calma.
EliminarGracias, Esther. Un abrazo.
Isabel: un dia de estos me doy una vueltecita por alli y haré fotos. Hace tiempo que no voy por esos lugares: es un buen momento. Besotes
ResponderEliminarNo te lo pierdas, los campos están preciosos, anunciando una primavera espectacular. Y a ti que te gusta disfrutar del paisaje, los colores y el aire puro te encantará.
EliminarBesos.
Qué buena descripción,tal cual,yo por supuesto soy del segundo grupo,nada de plan trazado y cumplirlo a rajatabla.Los alemanes es que son mucho. Y por su puesto,avisa cuando vengan que nos damos una vueltita,aunque sea alrededor de un almendro :)
ResponderEliminarJajajaja, ya nos vi dando vueltas alrededor del almendro. Tampoco es eso, gandulas pero no tanto :-D
EliminarClaro que te aviso alguna vez para una vueltita (con comida incluida). Esas tierras se ponen preciosas en esta época del año.
Un besote.
Me encanta la excursión del grupo AC.
ResponderEliminarNo cabe duda que es más divertida.
Ah, eso sí. Si una excursión se convierte en un ejercicio militar y no tiene nada de diversión, sino de un, dos, papa y arroz, apaga y vámonos.
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