lunes, 21 de abril de 2014

Cuéntame una noctalia




Así se llama -"Cuéntame una noctalia"- una deliciosa novela de Mónica Gutiérrez que me he leído hace poco. Habla de un pueblito de Transilvania, Mic-Napoca, de 323 habitantes y que ni siquiera figura en los mapas, una aldea de piedra gris al que vuelve la protagonista, Gracia Bratianu, tras dejar detrás una brillante carrera de cirujana en Londres.


Mic-Napoca es el pueblo de nuestros sueños, lo cual no quiere decir que sea perfecto -después de todo está ocupado por humanos. Pero unos humanos entrañables: un abuelo sabio que lee a los clásicos, un boticario cotilla, un locutor sui géneris que todas las mañanas retransmite en directo su boletín de noticias desde su pajar ("Os recuerdo que el señor Visi sigue teniendo las zanahorias de oferta..."), un niño que huele a natillas y en cuya sonrisa bailan los ángeles... O Teresa, la propietaria del Sinaloa, el café del pueblo, que conoce los gustos de cada uno aunque tú no lo sepas ("En el Sinaloa nadie pide, Teresa adivina").

Pero el verdadero protagonista es ese pueblo, arrullado por el sonido del río, que huele a aire limpio, a madera quemada en las chimeneas, a heno recién cortado, a pan... Con el horizonte de los Cárpatos nevados y el aullido de los lobos de fondo, el pueblo es el refugio al que los desorientados -Teresa, Lena, la propia Gracia- llegan. Es el hogar: "Tú naciste aquí -le dice Teresa a Gracia-. Tu infancia todavía corre por estas calles. cada una de estas piedras lleva grabados tus recuerdos y tu risa. Creo que podrías ser feliz en cualquier otro sitio. Pero sólo aquí es imposible que seas desgraciada.".

El mismo día en que la terminé de leer -con una sonrisa en los labios; es de esas novelas- , leí un artículo en una revista en el que se hablaba de Pekín. En Pekín, decían, es normal ir con mascarilla por las calles por la alta contaminación y los padres ricos llevan a sus hijos a guarderías con purificadores, cubiertas de burbujas hinchables, en un intento de que los niños respiren aire sano ¿Quién quiere vivir así? ¿No estaremos pagando un precio muy alto por la civilización? ¿A qué tendríamos que renunciar para respirar mejor, más bien para vivir? ¿No sería mejor poner un Mic-Napoca en nuestras vidas?

Cuando yo era pequeña, en aquellos tiempos en los que no había casi coches en Santa Cruz, nuestro médico de cabecera, Don Agustín Pisaca, le dijo a mi madre que nos llevara en el verano al campo, lejos de la contaminación y los calores de Santa Cruz. Mis padres alquilaron una casita en la Finca España (que, aunque parezca mentira ahora, entonces era el campo, con sus rebaños de cabras por las calles y sus huertas), y después vinieron veranos en Bajamar, Los Realejos, Los Sauces..., siempre siguiendo el sabio consejo de Don Agustín.

Y, en mi caso, cuando hubo que elegir un hogar, mi Mic-Napoca es ahora el pueblo donde vivo y la casa en las afueras en donde se criaron mis hijos, la Casita Blanca, como la llaman mis nietos. Es verdad que sólo pasan cinco guaguas al día y que colegios y tiendas están lejos, pero me despierto con el ruido del viento en los árboles y vivo en el silencio.

La "noctalia" del título se refiere a "los cuentos que se explican desde siempre alrededor de un buen fuego. Para que sea una verdadera noctalia, deben darse tres condiciones indispensables: que sea de noche, que haga frío y que todos los que están sentados escuchando estén cansados. Sólo así la noctalia da consuelo, porque siempre encierra un mensaje de esperanza. Como un faro, una luz cálida, para los que están perdidos y exhaustos, en busca del camino.".

Tal vez ya no quedan Mic-Napocas en este mundo de bocinas, polución y media locura. Pero las noctalias -y esta novela lo es- señalan el camino de los buenos sueños y enseñan "que el hogar está allí donde una desea volver al final del día".


(Para los que quieran descargarse la novela pueden pinchar aquí. No hay mejor autorregalo para esta semana del Libro)

16 comentarios:

  1. A mí me encantó. Es como una buena película de Frank Capra.

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  2. O como una buena conversación ente amigos o un día feliz en invierno, cuando hay una chimenea encendida y tienes a los que quieres cerca.

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  3. A esos tiempos, muchos, quisiéramos volver, al pueblo con sabor a pueblo, a casa con olor a comida recién hecha, a camas donde todavía se nota el jabón que lavó las sábanas...
    Hoy todo eso es imposible, nuestro pueblo es una ciudad, nuestra casita un edificio, y la ropa la lava una lavadora que la deja con un perfume indescifrable, y de la comida, mejor ni decir, prisas y más prisas, ya no hay tiempo de tener tiempo.

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  4. Oh, Isabel, mil gracias por el cariño que derrochas al hablar de mi novela. Lo cierto es que mientras escribía me mudé a Mic-Napoca y luego no quería volver de allí!! Me alegra muchísimo haber trasmitido justo esa sensación que tú tan bien describes, ese HOGAR, ese rinconcito del mundo donde todavía nos sentimos a salvo. Muchas gracias por todo, con lectoras así da gusto seguir pensando en publicar. Un abrazo!

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  5. Qué bonito, me alegra mucho que te haya gustado. Yo estoy de acuerdo con tu interpretación, lo importante no es donde está Mic Napoca (por eso no aparece en los mapas), sino dónde tienes tu casa, entiendiendo por casa, cualquier sitio al que quieras volver, me alegra que tú hayas encontrado el tuyo.

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  6. J.Gerardo:
    No seas tan pesimista, después de todo todavía no hemos llegado al nivel de Pekín (aunque París, tan romántico él, ya se le va acercando). Ya la película "Blade runner" nos había anunciado para el futuro esa atmósfera opresiva e irrespirable que entonces nos parecía una premonición nefasta que nunca se llegaría a realizar. Y casi ya está aquí.
    Pero, aunque a lo mejor no podremos volver al pueblito de nuestros sueños, quizás sí podemos evitar que la cosa empeore. Ya hay mucha gente concienciada luchando por un planeta limpio. Y también gente que quiere un hogar en condiciones, que busca alimentos frescos o los cultiva (tengo un amigo que cultiva tomates en el balcón), y a la que no le importan las incomodidades con tal de tener un aire más limpio.

    Ahora, eso sí, que la lavadora no desaparezca de nuestras vidas. Yo que vi a mi madre lavando enormes cantidades de ropa (éramos 7 en casa, 4 de ellos, niños) en la pileta del patio, puedo asegurar que la lavadora es el mejor invento del mundo. Aunque las sábanas no huelan tan bien como entonces :-D

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  7. Mónica, muchas gracias por tu comentario pero, sobre todo, por tu novela. Entiendo que no quisieras marcharte de Mic-Napoca porque yo también me sentí parte de allí y me dio pena irme.
    A mí me recordó a Cicely, el pueblito de "Doctor en Alaska" (otro Mic-Napoca), un sitio en el que todos se conocen, en el que hay personajes curiosos y hasta una radio con las noticias que a todos les interesan. Pero hay otros Mic-Nipocas en la ficción y en la realidad, aunque no estén cercanos.
    Ánimo y a por el segundo libro. Ya tengo ganas de leerlo.
    Un abrazo.

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  8. Loque:
    A ti que te gusta el cine ¿recuerdas en "¡Qué bello es vivir!" cuando James Stewart vuelve a su casa, después de caer en que quiere estar vivo y disfrutar de los suyos, y da un beso al pomo de la escalera, que estaba suelto y del que había despotricado antes? A mí ese beso me encantó, me parecía que decía. "Me da igual que se rompa una cañería o que se funda la luz o que haya que arreglar pomos de escaleras. Este es mi hogar y lo quiero". Cada vez que en casa se rompe algo y mi marido empieza a refunfuñar, le digo. "Es que esto es un hogar" (y me acuerdo de James Stewart).
    A Gracia le pasa lo mismo. Su pueblo está en Transilvania, lejos de la fama, del dinero, del reconocimiento. Tiene chismosos y malababas, como en todos sitios, pero es el lugar en el que se reconoce y al que quiere. Es su hogar.

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  9. Ahhhh, tengo que leerlo ya!!!
    Gracias por la reseña.
    Un abrazo

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  10. Lo pasarás muy bien, Utopía. Es tan sencillo como una canción y tan entretenido como para que lo leas en un avión sin fijarte en los motores. Disfrútalo.
    Un abrazo.

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  11. La Candidaeréndira24 de abril de 2014, 22:58

    Querida Jane:
    ¡ Me han entrado unas ganas de leerlo...!
    La referencia a la película "¡Qué bello es vivir!" (Obligada a verla con gusto cada Navidad...) es de lo más familiar y entrañable.
    El pueblito de Transilvania, tal como lo describes, me sugiere el Shangri-La de Horizontes lejanos... o Chocolat...
    Reitero: ¡Tengo que leerlo!

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  12. Qué curioso, Cándidaeréndira, que hagas alusión a "Chocolat", porque a mí también me lo recordó. La Teresa de "Cuéntame una noctalia", sobre todo, se me pareció a Vianne Rocher, la propietaria de la chocolatería del pueblito Lansquenet-sur-Tannes, con un pasado también misterioso y con ese toque mágico para que todo lo que salga de sus manos sea lo más apreciado del mundo para los que tienen la suerte de probar sus creaciones (toque que tú también tienes). Nada, el próximo post va a tratar del chocolate, que me están dando ganas.
    Y claro que tienes que leerlo. Lo pasarás muy bien.
    Un abrazo.

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  13. Ya lo he terminado, Jane.
    Tenías razón en tus comentarios, como siempre.
    Ha sido un buen regalo para celebrar San Jordi.
    Ahora tengo que saborearlo un poquito y pensar sobre él.
    Bssss

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  14. ¡Cuánto me alegro de que lo hayas leído? ¿Verdad que se pasa un rato muy agradable? A veces las decisiones que se toman (como hace Gracia al abandonar todo) no tienen que ser por grandes causas, sino por algo tan sencillo y tan humano como la soledad y el amor a la familia. A mí me encantó.
    Un abrazo.

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  15. Tú sabes, querida Jane, cuánto envidio y admiro yo a todos los que tienen el privilegio de contar con un pueblo, una casa o un rincón, en definitiva, al que retirarse al final de cada día o, por lo menos, visitarlo y vivirlo, siempre que puedan.
    Soy lo que podríamos llamar una urbanita de nacimiento, pero no de sentimiento. Esto de estar rodeada de asfalto y hormigón, día y noche, no es lo que más me agrada y, por eso, cada vez que tengo la ocasión, me gusta encaminarme hacia lugares más azules, más verdes y más serenos. Lugares donde la gente con la que te cruzas te saluda como si te conociera de toda la vida y donde el tiempo transcurre sin prisas ni agobios.
    No he leído esa novela, pero, por lo que cuentas, no me costaría nada identificarme con la protagonista. Otra cosa sería ya seguir sus pasos y hacer realidad ese deseo de contar con mi particular Mic-Napoca. De momento, (y me sirve) sólo cuento con un pequeño refugio en las afueras de la capital.
    Prometo hacerme con "Cuéntame una noctalia", en cuanto pueda, y desconsolarme con la historia y la valentía de Gracia.

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  16. Cehachebé, muchos llevamos un Mic Napoca en nuestro interior. Tú, tu serenidad y tu pequeño refugio son suficientes si a ti te sirven para vivir feliz.
    Sé que el libro te va a gustar. Hoy mismo, en una reunión con compañeras del instituto, hablamos de libros que te dejan angustiada y tensa. Este es todo lo contrario. Disfrútalo.
    Un beso.

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