La lectura de los periódicos esta semana pasada me ha dejado estupefacta y transida de congoja.
No es por la cantidad de gente que parece haber comido, merendado, desayunado o picoteado con Gabriel García Márquez, hasta el punto que la escritora y periodista Marta Rivera de la Cruz haya dicho: "¿Seré yo la única desgraciada que no ha conocido en persona a García Márquez?". Oh, estoy pensando en hacer un club con los que sólo lo hemos leído... Pero no va por ahí mi pena, penita, pena, no.
No es tampoco porque me haya enterado de que el cardenal Bertone, el ex-secretario de El Vaticano, se ha jubilado yéndose a vivir a un ático de casi 700 metros cuadrados con tres monjas a su servicio. Después de todo, el pobre, igual necesita más espacio para guardar sus cosas...
No, lo que me ha dejado pasmada, fané y descangallada es la noticia de que en el año 2020 (a la vuelta de la esquina, como quien dice) podría acabarse el chocolate por culpa de los chinos. Éstos, que son un montón, se han chiflado tanto con él que, de aquí a 6 años, igual no queden suficientes semillas de cacao para atender a tanta demanda. Que ya podrían cortarse un poco, digo yo, porque ¿quién puede imaginarse un mundo sin chocolate?
En un mundo sin chocolate, la señora Pomfrey, la profesora encargada de la enfermería de Hogwarts, tendría que recurrir, para curar a Harry de sus caídas jugando al quidditch, al Termalgin, al Nolotil o a cualquier medicina normal, en lugar de a las ranas de chocolate ("Harry Potter y la piedra filosofal" de J.K. Rowling).
En un mundo sin chocolate, Bernarda Cabrera, la madre de Sierva María de Todos los Ángeles, se tendría que conformar con verduritas y ensaladas, en lugar de atiborrarse de tabletas de cacao y miel fermentada ("Del amor y otros demonios" de Gabriel García Márquez).
En un mundo sin chocolate, Vianne Rocher, la propietaria de "La Céleste Praline", la chocolatería del pueblo Lansquenet-sur-Tannes, no podría adivinar cuáles son los bombones preferidos de sus clientes ni ofrecer esa sabrosa taza de chocolate con virutas de cacao y chantilly. "Mmmmm... Es como si me acabara de morir y fuera directa al cielo"- dice Armande" ("Chocolat" de Joanne Harris).
En un mundo sin chocolate, Tita no hubiera podido preparar -con mucho amor- el mole de guajalote con almendra y ajonjolí, ni el champandongo, ni el chocolate de reyes. "La bondad del chocolate depende de tres cosas, a saber: de que el cacao esté sano y no averiado, de que se mezclen en su fabricación distintas clases de cacao, y, por último, de su grado de tueste". ("Como agua para chocolate" de Laura Esquivel)
En un mundo sin chocolate, Willy Wonka no habría podido construir en su fábrica un río de chocolate con esa cascada que mezcla, bate, tritura, desmenuza y hace ligero y espumoso el chocolate. "Es el chocolate más exquisito que he probado nunca" "Eso es porque ha sido mezclado en una cascada" (Charlie y la fábrica de chocolate" de Roald Dahl).
Y lo peor. Si no hubiera chocolate en este mundo real, no habría ni huevos ni mona de pascua, ni bombones, chocolatinas o trufas, ni tarta sacher vienesa, ni bombón gigante, ni esos tres reyes magos de chocolate que aparecen misteriosamente todos los 6 de enero al lado de las tres copitas que les he puesto la noche antes ¿Mojaremos los churros en menta-poleo? ¿Y qué haré sin mi cuadradito diario de chocolate después de comer? ¿Cómo será un mundo sin el burbujeante y espumoso alimento de los dioses aztecas, sin el regalo que Kukulkan hizo a los mayas y Cortés al resto del mundo, sin el dulce y amargo elixir de la vida?
Un desastre.
Pero bueno...¿te has propuesto dejarnos sin nada? Primero, que fuera internet. Ahora que nada de chocolate. Agorera, que me salió ella, oye.
ResponderEliminar¿Yooooooo? Si es que son estos periodistas que ven catástrofes por todos lados... Que si Internet desaparecerá, que si el chocolate se agotará, que si con lo de Ucrania estamos ya en una tercera guerra mundial, que si esto, que si lo otro. Todo sea por tenernos en un sinvivir. Acabo de repasar periódicos ¡y no hay ninguna noticia buena! (A no ser que consideres como tal que esta noche pongan una película de Marisol en la tele)
ResponderEliminarJajajjaa, miedo me das.
ResponderEliminarEso es matar al mensajero, Marta. Yo sólo soy una mandada, una lectora estupefacta ante lo que se nos avecina y una defensora de que los amantes del chocolate nos alcemos en armas.
ResponderEliminar¿Pero tu te crees las cosas que dicen en la tele? mejor dicho, tu te crees a los periodistas??
ResponderEliminarBueno, algo hay que creer. Lo de que Internet se iba a venir abajo lo dijo un filósofo (que dejo abierto el campo a que igual había un 20% de probabilidades de estar equivocado) Y respecto al chocolate, me da que esconde alguna maniobra para obtener más permisos para el cultivo de semillas de cacao que debe estar restringido de alguna forma. Bueno, creo yo.
ResponderEliminarLo cual no quita para haberme asustado y, por si acaso, comerme hoy dos cuadraditos de chocolate en lugar de uno.
Pues nada, a contactar con un broker y comprar en Mercados de Futuros el cacao a trillón. Y mirar el tiempo para que la cosecha sea productiva…
ResponderEliminarPues mira, Vir, esa sería otra posible causa para que hayan lanzado semejante noticia. Yo, que soy siempre bien pensada (una mema), ni se me había ocurrido. Estaremos al tanto.
ResponderEliminarTampoco hubiera existido "La casita de chocolate" truculento cuento de nuestra infancia.
ResponderEliminar¡Es verdad! Hansel y Gretel llegando a la casita de los sueños para darse cuenta de que no es chocolate todo lo que reluce.
ResponderEliminarTampoco tendríamos esas perlas de la sabiduría popular como la de "las cosas claras y el chocolate espeso" o la de "Ni amor reanudado ni chocolate recalentado" (que tienen toda la razón del mundo: un chocolate como aguachirle u oliendo a requemado ni es chocolate ni es ná). O la de "el chocolate del loro" (que a buena hora le iba yo a dar chocolate al loro)
Jajajaja, tu si que sabes. Claro, el tema es que manipulan, se inventan y gestionan muy mal la información. Lees cosas que te llevas las manos a la cabeza y al final no es ni la sombra de lo que decían. Pero es que hay que vender. Y para vender hay que ser sensacionalista y llamar la atención. Es una pena pero al final todo se reduce a eso.
ResponderEliminarLo malo, Marta, es cuando detrás de una noticia hay otros intereses aparte de vender. De todas formas, como en todas las profesiones, hay gente honesta en el periodismo. Y es una profesión muy bonita y necesaria ¿Cómo me iba a enterar yo si no de que los chinos tienen el mismo gusto que yo?
ResponderEliminarSin chocolate, eso si que no, antes que se acabe todo, pero mi jicara de chocolate que no me la quite nadie, ay que disgusto me acabas de dar.
ResponderEliminarNo te preocupes, Mari cCrmen, si esto llegara a ser cierto, antes se produciría una revolución nunca vista en este mundo. Tantos años de perfeccionar el chocolatito de la merienda, el mus de chocolate, la tarta sacher, tantos años de paladear hasta descubrir cuáles son los bombones preferidos... no pueden echarse por la borda ¡No sin nuestro chocolate!
ResponderEliminarLeyendo tu post no sé si dejarte un comentario o salir tirado a comprar una rueda de churros y mojarlos en la pantalla... tengo la boca hecha un charco...
ResponderEliminarY sí, yo soy de los que tampoco ha leído al tal García Márquez; en el instituto me hicieron leer uno en 6º de bachiller y casi la palmo... "Los funerales de mamá grande"
Pero mejor me voy a por la rueda de churros... saludos....
Pero bueno, querida Jane, vas a creer semejante patraña ?. El cacao jamás desaparecerá. El mejor cacao del mundo lo tenemos por estos lados en la población de Chuao. Se cultiva la variedad Criollo en sus tipos: Porcelana, Maracaibo. Chuao y Choroní. Tambíen existe el Forastero que se cultiva con mayor intensidad en la Amazonia. Lamentablemente y lo digo con tristeza, no somos los mejores productores de bombones. Existe una Empresa que fabrica diferentes tipos en tabletas de muy buena calidad y experiencias artesanales, sobran. No sigas creyendo en cuentos de camino. A cuidarse, pues.
ResponderEliminar¿Qué tiene el chocolate que tantas locuras y pasiones despierta? ¿Cómo es posible que guste al 99,99% de la población mundial?
ResponderEliminarTu post me ha recordado a uno mío que escribí hace tiempo, que trata el tema, pero de forma inversa y que te invito a leer:
http://melkarr.blogspot.com.es/2010/04/cebollas.html
Por si acaso, por si los chinos se acaban saliendo con la suya, yo me haría con reservas en casa. En los 80 estaba de moda construirse un refugio atómico en el sótano. En el siglo XXI, por culpa de los chinos, habrá que hacer un refugio de chocolate. Un saludo.
Chinos, yo os exhorto a dejar de comer chocolate ahora mismo. Si total… no tenéis “tradición” que no sirve para nada más que para hacer salvajadas, ya lo sé, pero a vosotros os tiene que servir para volver a comer poco dulce, especialmente pocholate.
ResponderEliminar¿No veis que la literatura sufriría mucho? Y yo, no os digo nada.
Vale, sospecho que no les he convencido, ni a uno solo de los 1.400 millones de personas que son, de los cuales, por lo menos 1.398 millones conocieron, en persona, a Gabriel García Márquez.
Pd. Lo que más me gusta del secretario ese del Vaticano es lo de las tres monjas esclavas
J.Gerardo:
ResponderEliminarTú no te quedes con las maguas. Lo primero es lo primero. En Tacoronte hay una chocolatería muy buena, por la carretera que baja a Tejina y otra frente al Ayuntamiento. Cuando llevábamos a los nietos al colegio siempre aprovechábamos para hacer allí una recalada. Mmmmmm...
Yo sí me he leído casi todo García Márquez (desayunar con él, no) A lo mejor para empezar en Bachillerato era mejor "Retrato de un náufrago". De todas formas, sí que te recomiendo que te leas "Crónica de una muerte anunciada". Sabes el final desde la primera frase ("El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5,30 de la mañana..."), pero así y todo te atrapa en mil historias. Es una novela perfecta y redonda, la que más me gusta de él, incluso más que "Cien años de soledad". Hasta la he releído unas cuantas veces.
Agroteide:
ResponderEliminarA América le debemos mil cosas, las papas, los tomates, los préstamos lingüísticos, los autores que nos han deleitado, la música... pero como el chocolate, nada. Ahí se lucieron. Hay en Google un grabado muy bonito del siglo XVI en el que se ve a una mujer azteca pasando de una vasija a otra el chocolate para espesarlo. Eso sí, España tiene el honor de haberle añadido el azúcar y de difundirlo por toda Europa.
A ver si surgen buenos fabricantes ahí. Ya ves a los suizos, a los ingleses y a los austriacos y alemanes que hacen unos bombones que te puedes morir, Ellos, que ni clima tropical ni árboles del cacao, ni nada.
A cuidarse, pues, y a tomarse una tacita del alimento de los dioses de vez en cuando.
Melkarr:
ResponderEliminarMel, estaba esperando tu comentario porque, por supuesto, había leído tu post cuando lo escribiste. Iba a poner tu caso como la excepción a la regla incluso en el post, pero pensé que si lo leías, igual intervenías. Es que por lo menos para mí ¡eres la única persona que conozco a quien no le gusta el chocolate! A mí no me gusta la mantequilla, la pasta ni la cerveza ¡pero el chocolate! Seguro que es un gen que te falta o algo así, el gen del chocolate. Tú, que eres y vives entre médicos, háztelo mirar.
Me gustó tu idea del refugio (Y la comparación con las cebollas, genial)
Un beso.
Loque:
ResponderEliminarMe da que no, que a pesar de tus indudables dotes oratorias para la dominación mundial, no te hacen ni caso. Que una cosa es que los domines y otra renunciar a sus bombones. Tendremos que buscar otras tácticas más sutiles, como mandarles chocolates envenenados o algo así (me acabo de acordar de otra novela que leí hace un año y que va de chocolate también: "El caso de los bombones envenenados" de Anthony Berkeley. Podemos coger ideas)
Lo de las monjas es para quedarse con la boca abierta. De manera que tú eres religiosa y piensas pasarte toda tu vida rezando, haciendo el bien, sin casarte para dedicarte a los demás y todo eso ¡Y acabas planchando gratis camisas y calzoncillos a un monseñor! Que, vamos, no es que sea una ocupación deshonrosa pero que no era el objetivo, digo yo.
Tampoco es para tanto. Yo me metí en el vicio del negro y lo tuve que dejar igual que el tabaco. Ahora de vez en cuando me acuerdo de él como de un amigo de hace tiempo que no veo. Nada más. A nuestra edad hay que renunciar a ciertas cosas si quieres seguir palante.
ResponderEliminarHombre, Enrique, esto es como todo. Si te metes en el vicio... Pero un cuadradito después de comer, una tacita de chocolate con el roscón de Reyes o con unos churritos en una tarde lluviosa, un trozo de tarta de chocolate en tu cumpleaños... no hacen daño. Es antidepresivo, estimulante, antioxidante, previene enfermedades del corazón, produce bienestar... Incluso es bueno para la piel. Una vez, me regalaron un masaje de chocolate y, aparte de sentirme muy resbaladiza, la piel se queda después como el culito de un bebé. Y da menos insomnio que el té o el café.
ResponderEliminarQuerida Jane:
ResponderEliminar¡No me des ese disgusto! ¡ Si yo soy una CHOCOHÓLICA sin remedio!
Si eso ocurriera (espero que no), las mancerinas quedarían olvidadas para siempre en vitrinas de anticuarios y no podríamos cantar en Navidad aquel villancico de: "...Tiene su chocolatera, rin, rin... su molinillo y su anafe..." y tu no podrías usar más el molinillo para el chocolate que hizo tu abuelo (¡y que es una joya!, doy fe)
Además ahora al chocolate le han buscado un montón de aplicaciones, aparte de las gastronómicas, como la de los tratamientos de belleza: mascarillas, baños... y hasta velas perfumadas a su aroma. (A mi, eso me parece una aberración, puro snobismo... ¡qué quieres que te diga!)
Me da por pensar que lo único que se escapa, en ese campo de la belleza, es que quizás, la Sierva María de Todos los Ángeles, tenía un cabello tan lustroso y fuerte, y que siguió creciendo hasta los veintidós metros con once centímetros, después de muerta... no porque estuviera poseída, sino porque le quitaba a su madre algo del chocolate que ésta tomaba (la posesa, por el chocolate, era Bernarda)
Al chocolate, hasta lo han querido proponer como sustituto del sexo...¡el pobre, eso son palabras mayores! ¡Es que la gente, cuando se pone a desvariar y a desvirtuar, no hay quien la pare...!
Con lo que si estoy de acuerdo es con el nombre que le dio Linneo (creo), THEOBROMA cacao: "Alimento de los dioses", porque cuando parto un cuadradito de la tableta y la diluyo suavemente en mi boca y noto el amargor profundo de un "trinitario" con un mínimo punto de azúcar...levito y me siento una diosa...
Así que a los que, supuestamente, me quieren quitar este placer, sigan con el pato lacado a la Pequinesa, el cerdo agridulce, el arroz Tres Delicias (que por cierto, ni son tres ni delicioso) y los Huevos de los Mil Días...y nos dejen al resto, disfrutar de este placer DIVINO.
Hola Jane. Los chinos se llevan el chocolate, los americanos se llevan el jamón serrano y el aceite de oliva....Más me preocupa lo que algunos de nuestros insignes conciudadanos se llevan con las dos manos: Los Bancos, El Gobierno , Los Corruptos de Lanzarote, y para colmo: Una de nuestras mujeres más admiradas, Montserrat Caballé, es presunta "llevadora" de dinero a Andorra. Creo que con tanto agobio, me voy a comer un buen trozo de chocolate con almendras que está de muerte. Un beso Jane. Juan.
ResponderEliminarAdmirada Jane, menudo recorrido haces por muchas de las grandes chocolatadas literarias y, de paso, cinematográficas. Fue un auténtico placer degustarlo, aunque sólo fuera virtualmente, en los escaparates de aquella coqueta bombonería de "Chocolat" o en las pequeñas cascadas del cálido, espeso y oscuro líquido, de "Charlie y la fábrica de chocolate".
ResponderEliminarMe encanta y, desde que descubrí el negro al 70 y pico por ciento, me apasiona más. Lo que pasa es que, por razones de salud, me inspira gran respeto y controlo el deseo de comerlo continuamente.
Hace muchos años, mi entrenador de toda la vida e hijo de médico, nos dijo un día que el hígado de los deportistas trabajaba más que el del resto de los mortales y que teníamos que tener mucho cuidado con el chocolate. Aquello bastó para que lo tuviera en cuenta, para el resto de mis días, muy a mi pesar.
Magnífica entrada, Jane. Como todas las tuyas, amiga.
Cándidaeréndira:
ResponderEliminarEs verdad,de mi abuelo (que, entre otras cosas, fue carpintero) me quedó, aparte de sus poemas, un batidor de chocolate de madera que guardo como oro en paño, Es un resto de aquellos tiempos que había que batirlo, molerlo y calentarlo en el anafe del villancico. Ahora todo nos viene más accesible y más preparado para calentar y ya está. Y tuve que buscar "mancerina" (plato donde se coloca la jícara en que se sirve el chocolate) porque era una palabra que no conocía. Contigo siempre se aprende, C.
Pues no se me había ocurrido a mí que lo de los pelos de Sierva María de Todos los Ángeles era por el chocolate robado. No me extrañaría nada, vista la vitalidad y animación que la cosa confiere. Aunque para sustituir al sexo, mucha imaginación habría que ponerle.
No te preocupes, Cándidaeréndira, que no nos moverán (como con el barco de Chanquete). Me enteré que allá por el siglo XVII pretendieron prohibirlo con el rollo de que quebrantaba el ayuno (con la iglesia hemos topado) y, aunque la cosa llegó hasta el Papa, al fin dijeron que con leche o pan sí (que es nutritivo), pero solo no. Así que si la iglesia no nos lo quitó, no nos lo van a quitar 1400 millones de chinos.
Muy cerca de la Iglesia
ResponderEliminaren Igueste vive una prima que siempre que hay una misa , funeral, celebración al terminar vamos a saludarla y ella tiene preparado un chocolate de la Candelaria que su olor llega a la plaza.En su casa coincidimos muchos de la familia aprovechamos para hablar y tomarnos esa tacita espesa de chocolate ya es como una tradición .
Juan Pérez:
ResponderEliminarNo te me agobies, Juan, haz como en aquel poema de "Mucho ruido y pocas nueces" de Shakespeare que tan bien recita Emma Thompson en la película: "No suspireis, dejadlos ir y sed alegres y despreocupados, convirtiendo vuestros lamentos en algarabía". Mientras haya veranos frondosos y buenos chocolates para degustar, no todo está perdido.
Un beso, Juan.
Cehachebé:
ResponderEliminarTienes razón, muchos de los libros que nombro han sido llevados al cine. Bueno, creo que todos, menos "Del amor y otros demonios" que no me suena. Incluso de "Charlie..." he visto dos versiones. Verlo en el cine da todavía más hambre. Hace muy poco vi otra vez "Chocolat" y hasta me parecía que olía a chocolate. La escena del alcalde sucumbiendo a la tentación es inmejorable.
Y sí, tienes razón otra vez, a nuestra edad hay que cuidarse especialmente. Hay que pecar un poquito nada más (pecado venial)
Un beso, Cechachebé, y gracias.
Anónimo:
ResponderEliminarMuchas tradiciones se han formado en torno a una comida, o, como en este caso, a un buen chocolate. En casa siempre se ha hecho el Día de Reyes. Entre regalo y regalo mi marido lo va haciendo (le sale estupendo) y, cuando ya los aromas impregnan la casa y parece que lo estamos paladeando, nos sentamos (aunque falten regalos por abrir), partimos el roscón y saboreamos el mejor chocolate del año.
Isa no te preocupes ... lo mismo decian del jamon serrano y ahora lo producen hasta en Marruecos y desde luego no parece que se vaya a gastar. Mas cochinos, incluso en Marruecos, a pesar de lo pecaminoso. Quiero creermelo, si no que tragedia!
ResponderEliminarYa te digo, Ana. Si es verdad lo de Marruecos (en donde supongo que los cochinos no abundarán y que bellotas pocas), seguro que ya encontrarán la manera de sembrar semillas de cacao incluso en Groenlandia. El ser humano es muy imaginativo y cuando se emperra en algo...
ResponderEliminarNo concibo el mundo sin chocolate. Espero no verlo.
ResponderEliminarNi yo, Merci. Que se quede el infinito sin estrellas y que pierda el ancho mar su inmensidad, pero el dulce chocolate que no muera y nos siga deleitando por iguaaaal... ;-D
ResponderEliminarEsto es más horrible que perder Internet porque sin internet hemos vivido mucho tiempo ¡¡pero sin chocolate!!. Más que sea, el de la Candelaria. y qué me dicen de las chocolatinas que venían en paquetes de Venezuela. Eran un manjar. Ahora que tenemos todo tipo de chocolates de todos los sabores y colores... ¿¿nos lo quitan?? ¿¿Se agotan??. No, no, no, hay muchos adictos.
ResponderEliminarCarmen Delia, en un comentario más arriba, cuando Agroteide nos hablaba de los chocolates venezolanos, también me acordé de los que mis tíos nos mandaban a todos los sobrinos desde allá. Una exquisitez, la verdad ¿Y te acuerdas de las meriendas de nuestra infancia y de las que repartían en el colegio? Muchas veces eran un trozo de pan con chocolate. El chocolate forma parte de nuestras vidas, igual que el sol y la luna. Yo también digo no, no y no.
ResponderEliminarMi madre hacía el bombón gigante con chocolate Nivaria. Quedaba bonísimo. Hace mucho tiempo. Creo que ya no existe esa fábrica.
ResponderEliminarNo, Ani, ya no existe. Miguel Feria, un nieto del dueño seguidor de este blog, escribió un artículo precioso sobre la fábrica y sobre la magia pura que significaba para un niño vivir todo el proceso de fabricación de las tabletas. En los comentarios no me salen enlaces directos pero escribiendo éste en Google, saldrá:
ResponderEliminarhttp://www.loquepasaentenerife.com/blog/miguelferia/24-06-2009/chocolatesnivaria
Querida Jane: no me es posible comentar tus artículos del blog, pues al parecer, para hacerlo es necesario tener una cuenta de Google y yo
ResponderEliminarno la tengo. Aunque en este caso quizás sea lo mejor, pues con mi comentario iba a chafar el tono jocoso y distendido de la mayor parte de los publicados. Vaya por delante que yo soy un chocoadicto y compartiría tu artículo y tus temores, pero no se sí sabes que al menos 300.000 niños trabajan en el cultivo de cacao en Costa de Marfíl y en Ghana, primer y segundo productor mundial de cacao, según la fundación Iniciativa Internacional del Cacao Y esta cifra podría elevarse a 800.000 o más, según la propia ICI, una organización creada para luchar contra el trabajo de menores en el sector, pues la mano de obra infantil se utiliza en todos los países que cultivan cacao. Y a su vez esta gran demanda de mano de obra infantil provoca que exista un importante y lucrativo tráfico de niños-esclavos. Y mientras tanto, las fábricas de chocolate miran para otro lado. A la vista de esto, Jane, a lo mejor valdría la pena que desapareciera el chocolate no en el 2020 sino mañana mismo, si con ello desapareciera también está terrible lacra. ¿ no crees?
Claro que lo creo, Juan Antonio. y me parece muy bien que traigas aquí también "la cara oculta del chocolate".
ResponderEliminarNo sabía los datos que me cuentas pero sí que hay cerca de 250 millones de niños trabajando en el mundo y más de 150 millones en condiciones peligrosas. Cuando he leído tu comentario, estuve leyendo qué se hace contra eso concretamente y sólo vi una resolución del Parlamento europeo que insta a los Estados miembros a suscribir la Convención de Derechos del Niño de la ONU y a luchar por eliminar la mano de obra infantil de las plantaciones de cacao.
La explotación infantil es el peor crimen contra la humanidad. Se priva a un ser indefenso de su infancia, de su educación y de su dignidad. Es una lacra y todo lo que se pueda hacer contra ella se debe hacer. Incluyendo no comer chocolate. Tal vez un buen plante sería efectivo.
Hola Isabel. Efectivamente, todos los chocolates son beneficos consumidos con cierta moderación. UN SALUDO
ResponderEliminarHola, Ramiro, me alegro de verte por aquí. Ya sabes que Aristóteles definía la virtud por la moderación, ni tanto ni tan poco, que decimos nosotros. Seamos entonces unos virtuosos del chocolate. Un cachito de vez en cuando y va que chuta.
ResponderEliminarUn saludo.
Mi querida Isa, no puedo estar sin Whatsupp, cómo vamos a soportar vivir sin chocolate?. Espero que Nestlé aumente el cultivo en Perú, y la producción de su fábrica, en la que según mi hijo, no se soporta el olor tan intenso una vez pasado los primeros minutos, ahora bien, una vez fuera de ella, el chocolate vuelve a ser una tentación. Un besazo para todas. Esperanza.
ResponderEliminarComo escribo la última sólo me queda decir: ¡Yo también!
ResponderEliminarYo también soy adicta al chocolate, yo también prefiero el negro (menos azúcar, más cacao, amargo, fuerte), yo también me como un cuadradito después de comer.
Yo también me paseo observando embelesada las áreas chocolateras de los templos del consumo: Harrods, KaDeWe, Gourmet del Corte Inglés (no lo dejemos atrás)... Es fácil darle la vuelta al mundo tipo Willy Fogg pensando cual me compro: chocolate belga, francés, suizo, alemán... de plantaciones en Venezuela, Java, Madagascar, Ecuador...
Ya en casa, el ritual de los sentidos.... Con la vista disfrutas de esa envoltura mágica para abrirla y descubrir la tableta oscura y brillante, que notas suave y fina al tacto antes de oír el clac al partir tu trocito, olfatear su aroma y que se deshaga en la boca.... Umm...
Oleada de endorfinas, ¡Qué pasada!
Contado así parezco una viciosa...
Me gustó mucho el post, Jane. Y espero que las predicciones, como con Internet, fallen.
Un abrazo
Por cierto, ¿Qué es quedarse fané?
Esperanza:
ResponderEliminarDebe ser una pasada trabajar, como tu hijo, en la fábrica de chocolate Nestlé. Debió sentirse al principio algo así como Charlie (el de "Charlie y la fábrica de chocolate") al entrar en la del señor Wonka y verse rodeado por todos lados del aroma, el sabor y la visión de tanto chocolate y de tanto bombón. Una fiesta para los sentidos. Ya me contarás un día.
Un beso.
PD: Te estamos echando de menos. Arregla pronto el guasap.
Merche:
ResponderEliminarMmmmmm... qué descripción más buena haces de todo el proceso. Me vuelves viciosa a mí también (¡yo también!). Porque es verdad que el envoltorio de los chocolates también contribuye al placer y a la emoción expectante al abrirlo. Hace poco, mis amigos austriacos (otro sitio para pararse a degustar un chocolate) me regalaron una cajita preciosa con dos gavetas que abres y encuentras bombonitos del tamaño de una almendra, a cual más rico.
Viciosas perdidas...
Fané significa sin fuerzas, ajada, marchita. Lo de fané y descangallada forma parte de un tango de Carlos Gardel ("Esta noche me emborracho") que empieza así: "Sola, fané y descangallada, la vi esta madrugada salir de un cabaret..."
Un abrazo, Merche, y a seguir disfrutando de la vida.
Ojalá mi madre viva más allá de ese año y siga con la misma afición al chocolate. Ya tiene ochenta y seis largos años y ahí sigue en la brega. Todos los de nuestra familia conocemos su debilidad por el chocolate. Yo diría que es una consumidora compulsiva. Siempre hay alguna tableta, alguna galleta o algún bombón por aquí o por allá. E incluso se queja de que aparecen algunas "ratonas" que le merman las existencias. No tiene azúcar, tiene un poquito de colesterol pero no para de comer todo tipo de chocolates. Mis sobrinos y sobrinas se encargan de surtirla.
ResponderEliminarIgual es el chocolate, Carmen, lo que le da esa vitalidad, hacen bien tus sobrinos. Disfruta de ella mientras la tengas y celebra con chocolate o sin él todo lo que compartan. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por esas recordatorios...�� Tampoco me lo imagino,la verdad.
ResponderEliminarEs que tendríamos que hacer verdaderos alardes de imaginación para pensar que una de las grandes maravillas del mundo ya no existe. Si al menos no lo hubiéramos paladeado nunca... Pero una vez hecho, "el alimento de los dioses" es también imprescindible para los humanos.
EliminarEl infierno...sería. jijiji
ResponderEliminarSiiiiií, estoy convencida. Hay quien dice que el infierno son los otros, pero también que el infierno es privación. ¿No nos daría una rabia tremenda ir a buscar la pastilla de chocolate de después de comer y no encontrarla nunca jamás?
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