lunes, 16 de junio de 2014

Una utopía de andar por casa




En Inglaterra hay un pueblito llamado Todmorden que se ha planteado en serio lo de la alimentación colectiva, y ha plantado de verduras, hierbas y árboles frutales 70 espacios públicos. Cualquiera que, por ejemplo, quiera hacerse un potaje, no tiene más que acercarse al huerto más próximo y coger gratuitamente su calabaza, su bubango, sus papas y sus acelgas. Hay 280 voluntarios que dedican dos mañanas al mes a cuidar de las huertas, tal como si fuera el huerto de su casa. Lo público es lo privado.


Cuando leí la noticia, me pareció el cumplimiento de  un sueño, como aquellas utopías que apuestan por la autosuficiencia y creen en el ser humano. Me recordó el Estado Natural de Rousseau en el que "la tierra dejada a su natural fertilidad" satisfacía todas las necesidades del hombre primitivo, al que el autor veía "saciando su hambre a la sombra de un roble, apagando su sed en el primer arroyo, encontrando su lecho al pie del mismo árbol que le proporcionara su yantar".

¿No podríamos exportar el ejemplo de Todmorden a nuestras tierras, en las que, además, contamos con la ventaja de climas más cálidos en donde la naturaleza se prodiga más que en la fría Inglaterra? Cuando le dije esto a mi marido, me recordó cuando en Santa Cruz empezaron a poner, por Navidad, macetas de flores de Pascua en todos los jardines y la gente se las llevaba por las noches. O cuando se llevan la cosecha entera de papas de alguna huerta ajena para venderla por las mañanas en la Recova. Y Toni, un amigo que es ingeniero agrónomo, me cuenta que una vez propuso algo parecido en una reunión y casi lo linchan...

Pero ¿por qué no?

Imaginen el Parque García Sanabria -patio de juegos de mi niñez- convertido en un gigantesco huerto en medio de Santa Cruz de donde todo el mundo se surte. Los mismos jardineros que hoy cuidan los jardines se reciclarían en hortelanos conocedores de todos los trucos de la agricultura ecológica. También podría haber voluntarios: colegios que llevarían a sus niños a cultivar los huertos o jubilados que darían lo que fuera por meter las manos en tierras húmedas, sembrar y ver crecer lo que la madre naturaleza nos da. En lugar de mandar a los niños, como nos hacían a nosotros, con la merienda en la bolsa o a comprar al carrito del Abuelo, se les diría que, al pasar por el Paseo de las Cañas -reconvertido en Paseo de las Plataneras-, cogieran un par de plátanos madurados en la mata. O que eligieran la manzana más roja y sabrosa entre los manzanos que bordearían el Paseo que va hacia el Kiosko Numancia.

Ya estoy viendo, además, entre los grandes árboles que hoy hay en el Parque, naranjos blanqueados de azahar, aromáticos mangos envolviendo las esculturas, enormes papayeros cerca del Estanque, y, por todos los jardines, espinacas y acelgas, coles como hermosas flores verdes, lechugas rizándose bajo las gotas de agua de los aspersores, vides repletas de uvas blancas y negras... Incluso hasta veo un gran gallinero en donde antes estaba la jaula de los monos.

Y es que, si todo esto se ha hecho en un pueblito inglés, ¿por qué no aquí?

Pienso que de estos proyectos nace la posibilidad de alimentar a un pueblo. Y de estos sueños puede nacer una utopía. Aunque sea una utopía de andar por casa.




(La noticia y la foto está sacada del post del 20 de noviembre de 2013 en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/sustentator. Que por otra parte habla mucho también de otros huertos urbanos. La foto del final, del Parque García Sanabria en Santa Cruz, me la envió un amigo sacada de Facebook)


34 comentarios:

  1. Querida Isa, espero no ver nunca el Parque de mi infancia , de la infancia de todos, convertido en un gran huerto, para mí , como para muchos, los jardines tienen tanta importancia, o más, que las huertas, prefiero ver rosas, margaritas, gladiolos...que acelgas , tomateras o cebollinos. Otra cosa sería habilitar espacios para este fin de , solares o pedazos de tierra que sólo sirven hoy como vertederos, a eso si me sumo, Pero, así como la idea es muy buena , también pienso que para que esto sea efectivo habría que educar primero a la gente y y hacerles entender que lo óptimo sería coger lo que estrictamente les haga falta y no arrasar con todo el huerto cada vez que necesitemos una zanahoria. Un abrazo desde bajamar, con un montón de espacios muertos, donde podríamos hacer huertos colectivos.

    ResponderEliminar
  2. Sí, lo del Parque es pasarse, lo reconozco. Es el pulmón de Santa Cruz, un espacio precioso que cada vez que bajo a la ciudad recorro, sabiendo que conocemos cada rincón y que el murmullo del agua fue el mismo que acompañó nuestra infancia. No querría que cambiara, la verdad, aunque intercalar un naranjo por aquí, un mango por allá y un aguacatero por acullá, tampoco estaría mal.
    Es de agradecer que de un tiempo a esta parte haya iniciativas y programas de huertos escolares para que los niños -sobre todo los de las ciudades que nunca han visto una vaca de verdad- visiten granjas y tengan su propio huerto en la escuela. Ese es el camino.
    Como siempre, práctica y al grano. Gracias por tu comentario.
    Otro abrazo desde El Socorro, al que le pasa lo mismo aunque últimamente con la crisis, se ven más huertitas de papas.

    ResponderEliminar
  3. Ya hay huertos urbanos en España

    ResponderEliminar
  4. Tienes razón, Avi. hay un clima social favorable a que los ciudadanos se conviertan en productores de alimentos y a que se llegue a la autosuficiencia que es lo que pretenden para el 2018 los habitantes de Todmorden. Pero lo deseable (por eso lo de utópico) es que no sea un hecho aislado, sino normal.

    ResponderEliminar
  5. Beatriz González Por Valencia hace un tiempo que los ayuntamiento ceden espacios, una medida muy popular hasta tal punto que hay listas de espera: http://www.levante-emv.com/.../listas-espera.../1110516.html

    Las listas de espera llegan a los huertos urbanos
    www.levante-emv.com
    Doscientas personas están a la espera de que se les asigne una parcela en Gandia, 75 en Burjassot y 52 en Aldaia...

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué buena noticia, Beatriz! Indica que la gente está por la labor, algo que no queda más remedio que ver positivamente.
    Sé que en otras ciudades hay también redes de huertos urbanos. En varias ciudades andaluzas, por ejemplo. Y en Madrid hay más de 20 espacios gestionados por asociaciones de vecinos, ayuntamiento, universidad,
    institutos, grupos ecologistas...
    El principal problema es que no hay una regularización clara. Muchas veces son ocupaciones de espacios públicos en desuso o cesiones temporales. Lo ideal sería que jurídicamente estuvieran tan respaldados como cualquier otro espacio público de tal manera que los planificadores urbanos los respetaran igual.

    ResponderEliminar
  7. En Tacoronte, se propuso hace un par de años que el Ayuntamiento creara una sociedad que sea hiciera cargo del arrendamiento de pequeñas parcelas para alquilar y cultivar. Es otra fórmula. En Lisboa hay algunos huertos urbanos también.

    ResponderEliminar
  8. Manolo, por lo menos parece que algo está cambiando en el modelo económico imperante ¿Se volverá otra vez a la tierra? Hace unos años daba pena ver todo el campo abandonado. Donde antes había plataneras o fértiles huertas de papas, había rastrojos y hierbas secas.
    Algo positivo puede haber traído esta quiebra: un cambio de valores, un acercamiento a lo básico, el abandono del supermercado para plantar y recoger los frutos de la tierra...

    ResponderEliminar
  9. Hola Jane:
    Aquí, en el delta del Llobregat, a las afueras de Barcelona, hay huertos urbanos donde gente sobre todo de la tercera edad vienen a plantar sus hortalizas. No es tanto como tu utopía, pero bueno...
    Esta idea tuya me ha recordado una película preciosa de Frank Capra, llamada "Juan Nadie", que es toda en sí una maravillosa utopía y que si no la has visto, te la recomiendo.
    Como siempre, es un placer irrefrenable el leerte. (Y ahora que no nos ve nadie, debo decirte que me recuerdas mucho en tu estilo a una tal Dra.Jomeini, que si tampoco la conoces, también te recomiendo que la leas...)
    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Ja, ja, ja...me río porque acabo de leer el comentario de Melkarr.
    ¿Recuerdas, Jane, que cuándo descubrí tu blog te pregunté si por casualidad la Doctora y tú...?

    Me encanta la idea llevada a cabo en Todmorden, pero creo que solo sería factible en lugares pequeños o después de varios años de educar en esos parámetros. En mi entorno actual sería utópico pensarlo y me apena reconocerlo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Melkarr:
    Qué va, Mel, la Dra Jomeini tiene un estilo más políticamente incorrecto que el mío (por eso, tiene más éxito). La conozco muy bien... ¡ y cualquiera no la lee!

    Gracias por la recomendación. No conozco la película, aunque la he oído nombrar. Y por supuesto, Frank Capra es uno de los grandes ("Caballero sin espada", "Sucedió una noche", "Qué bello es vivir", "Arsénico por compasión"...Maravillosas) A ver si la consigo.

    Sí, lo que generalmente hay son huertos prestados, cedidos o arrendados por poco dinero en los que muchos plantan sus hortalizas, recordando seguramente otros tiempos en que vivieron más cercanos a la tierra. Pero no es esta idea comunitaria. En Todmorden, nada más bajar del tren, tienes un plano con las zonas comunes y un cartel que dice: "Sírvase usted mismo" (en inglés, claro).

    Un beso, Mel.

    ResponderEliminar
  12. Utopía:
    Pues tu sobrenombre te da derecho a soñar con otras realidades. Mira este texto de Eduardo Galeano:
    "Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar".
    Tal vez ahora no sea posible, pero es más posible que hace 10 años. Para eso sirve la utopía.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  13. Querida jane : en un hospital q conozco , la gente se llevaba de los baños de urgencias los rollos de papel higiénico que se colocaban dos segundos antes ! Que lejos estamos del civismo inglés ! Un beso

    ResponderEliminar
  14. También pasó en mi Instituto, Chari. Civismo, educación, compartir valores como la honradez y el respeto a lo público, la apreciación de la belleza... (¿No te deja sobrecogida, por ejemplo, que haya una exposición en la calle de Antonio López y que pintarrajeen la estatua?) Todo esto son carencias de nuestra sociedad. Ser conscientes de ellas es el primer paso.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  15. Hola Jane.La idea no es nueva en algunos sitios de la Península se está haciendo, sobre todo los jubilados. Utilizan solares abandonados para plantar. Lo malo es que automáticamente hay alguien que quiere ganar dinero, o bien los particulares, o bien el Ayuntamiento de turno.
    Por supuesto que sería mejor ver nuestros jardines llenos de ciruelos, naranjos, limoneros, ....., llenos de pájaros, insectos...bonita utopía. Creo que como pueblo no tenemos la educación suficiente, y lo que es peor, no la estamos mejorando. Pero: VIVA LA UTOPÍA. Un beso Jane. Juan

    ResponderEliminar
  16. Sí, Juan, creo que hemos progresado desde los cavernícolas a fuerza de utopías. Así que ¡vivan la utopía, los sueños, los ideales y el padre que los parió! Que fue, por supuesto, Platón y su República. Ya sabes, la agricultura corría a cargo de una clase, (mientras las otras dos se encargaban de defender y de organizar el Estado), que tenía por obligación alimentar a toda la sociedad. Los productos de la tierra eran para todos. Mira tú por dónde todavía hay platónicos por el mundo, aunque se tropiecen a cada rato con la ambición, la especulación o la poca vergüenza.
    Un beso, Juan.

    ResponderEliminar
  17. Muy bonito. Igual algunos de nosotros mantendríamos esa utopía. Algunos, digo. Pero con un enorme perro amarrado a una cadena circular de al menos 10 metros de largo para que pueda proteger lo plantado. ¡Tu estás loca!. Con los genes que tenemos de pillos, ladrones, estafadores, mentirosos, etc, duraría la huerta urbana el mismo tiempo que 50 céntimos en la puerta de un colegio.

    ResponderEliminar
  18. Ay, Enrique, ¿y dónde está tu fe en la naturaleza humana? También están los genes de la generosidad y el altruismo.

    Pero es verdad que, para algo así, la sociedad tendría que tener un nivel de vida más alto, de tal manera que no encontráramos, por ejemplo, a gente rebuscando en la basura. De la miseria física nace muchas veces la miseria moral "Primero vivir, después filosofar", decían los antiguos con toda la razón. Un pueblo bien alimentado y sano se podría permitir llevar a la práctica las utopías.

    Y me da que con la devaluación del dinero, no habrá nadie que se agache a coger 50 céntimos.

    ResponderEliminar
  19. Vaya, vaya. Por favor no imiten al tercio aquel. Si, el mismo que invento los gallineros verticales, la ruta de la empanada, las areperas socialistas y los cultivos hidropónicos, entre otras bolserias. Hoy tenemos escasez de todo y los precios, más allá de la luna. Viajar es una UTOPIA. A lo más que podemos acceder es a realizar un crucero por el rio Guayre en ponchera (palangana). Ello sera posible cuando lo conviertan en navegable, tal como lo prometieron. Pido disculpas por tanta quejadera. La idea no es buena para nuestros medios ambientes. Bien por los británicos. A cuidarse, pues.
    P.D. Estimada Jane, como sabes estuve ausente de la lectura de tu blog. Ya estoy al dia. Cumplir con los deseos de un gran amigo me ausentaron por un tiempo de mi lugar habitual.

    ResponderEliminar
  20. Madre mía, Rousseau me hizo acordarme de mi suegro, que dice a quien quiera oírle que él no se hace problemas para viajar, le basta con unos calzoncillos. La parte que no le cuenta a nadie es que el resto de la maleta la hace y acarrea su mujer de turno.

    Cuando yo era pequeña, volviendo a las utopías, mis abuelos y mis padres crearon una pequeña granjita afuera, en la calle. Duró lo que aparecieron los primeros frutos: ¡ni siquiera esperaron los sabandijas que los tomates estuvieran rojos! Mi madre se consuela, cuando se acuerda, deseando que les diera dolor de estómago a los ladrones de tomates verdes.

    ResponderEliminar
  21. Agroteide:
    Me temo que sí, que para muchos bolsillos lo que un tiempo nos pareció un lujo asequible ya se puede estar convirtiendo en algo utópico e inalcanzable. Ya tengo amigos que hasta se piensan lo de ir a Lanzarote, que está ahí mismo. No te digo nada un viajito a Birmania o a Australia.
    Me vas a contar un día todos esos inventos. Lo de ir en palangana por el río Guayre suena la mar de exótico.
    Y qué pena que la idea no sea buena para nuestros ambientes y sí lo sea para otros. Deberíamos poder adoptar todas aquellas ideas que hacen bien a la colectividad. Aunque ya veo que hay colectividades y colectividades.
    Un abrazo y cuídate, pues.

    ResponderEliminar
  22. Gato Q:
    Me acuerdo de chicos, cuando en los pueblos caminábamos por las veredas de los caminos, coger unos cuantos nísperos, o un par de higos de los árboles con los que nos encontrábamos e incluso un racimo de uvas. Pero eso era algo con lo que contaban los dueños (aunque nunca se hacía delante de ellos, Dios nos librara) y se veía como normal. Siempre quedaban en el árbol muchísimos más. No era la rapiña por la rapiña sino un "toma algo para endulzar el camino". Pero eso de llevarse todos los tomates ¡y verdes! me parece de miserables. Entiendo perfectamente a tu madre.
    Y lo de los viajes, no creas, sí que conozco a gente "ligera de equipaje", que piensa que siempre puede comprar lo necesario en el lugar de destino. Yo procuro ir con lo justo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Cuando periódicamente los servicios municipales sustituyen las flores de parques y jardines y cambian los geranios por las dalias o las dalias por las petunias o las petunias por las flores de pascua, pocos días después, tienen que volver a reponer las que misteriosamente han pasado a adornar los patios, ventanas, balcones y pasillos de las casas de los ciudadanos. Y si en vez de flores de pascua fueran acelgas, cada cual no se llevaría lo necesario para un potaje familiar, sino lo preciso para potaje, acelgas rehogadas, souflé de acelgas, pencas de acelgas a la romana, pastel de acelgas y probablemente al final acabarían en la bolsa de la basura. Total, son gratis. Es verdad que de niño nos proveíamos libremente de mangos, pitangas o tamarindos en el Parque, pero aquello tenía el encanto de lo prohibido, y del riesgo de que había que trepar al árbol y estar presto a salir corriendo cuando aparecía el "culito pollo" o el "negro" o el "mermelada", los guardianes de entonces del Parque, con el riesgo añadido de que nos metieran en "la chivata". Y en cualquier caso, cuando uno cogía su cosecha todavía quedaba en los árboles para que el que venía detrás pudiera coger la suya. Cogíamos lo justo.
    No, no me convence tu propuesta.
    Lo del gallinero en las jaulas de los monos a lo mejor no estaría mal, pues ahí podría haber un cierto control del "selfservice".

    ResponderEliminar
  24. El enseñar que el "total, son gratis" es un error es una de las lecciones que los educadores tenemos siempre que tener presente. Pasaba igual con la conservación de los edificios y del material de laboratorio o biblioteca, con las pintadas sobre muros "ajenos", con la limpieza de las aulas... Lo público puede ensuciarse, romperse y estropearse, porque "total, es público" y, por tanto, gratuito. Creo que no estaría mal enseñar economía desde pequeños a todo el mundo.
    Muchos de tus comentarios me retrotraen a un mundo perdido. Esas pitangas y tamarindos de mi niñez, los nombretes de los guardianes del Parque, los juegos de los niños, el miedo a la Chivata (¿te acuerdas? "Vestida de gris, gordiflona y chata, la llama la gente "María la Chivata")... forman parte de esa infancia que compartimos los que estamos en los sesenta y que nos pone la mirada nostálgica.
    Ya sabía que no te iba a convencer con lo de convertir el Parque en huerto urbano. Pero, hombre, entre tanta flor, una acelga por aquí y otra por allá, no iban a desmerecer el paisaje (asombrada me dejaste con tu acelgacultura). De todas formas, el Parque ya es suficiente bonito, aunque tú que lo conoces bien siempre encuentres aspectos a mejorar. Vamos a llevar la propuesta, como algunos comentaristas han apuntado, a espacios dejados de la mano de dios cuando la gente esté más educada para ello.
    Gracias por tus palabras y un abrazo.

    ResponderEliminar
  25. Hace ya muchos años, Jane, descubrí algo que me dejó perpleja, porque pensé que aquello que vi, en otro país, en el mío sería una utopía. Fue en Innsbruck, una localidad en la alta montaña austriaca, capital de la región de El Tirol. Paseando por sus calles, entré en una pequeña iglesia católica, que me llamó la atención por su antigüedad. Cuál no sería mi sorpresa, cuando descubrí que, en todos los bancos destinados a feligreses y visitantes, habían tres o cuatro misales, en latín y alemán, a disposición de quién quisiera utilizarlos. Los ojeé, por curiosidad, y estaban en muy buen estado, a pesar de su evidente uso. No había visto cosa igual, por estas latitudes, y aquello me impactó y admiró.
    Muchos años después, tú nos cuentas lo de los huertos de Todmorden y se me vuelven a poner los dientes largos, pensando que por qué la utopía, en nuestro país, es llegar a alcanzar la educación y el civismo necesarios, para que esas costumbres y usos colectivos sean también posibles.
    Una verdadera lástima.

    ResponderEliminar
  26. Ya sabes que las utopías nos ponen en camino. Y el ejemplo de que muchas cosas son posibles, también. Me gustó tu paseo por Innsbruck, uno de los sitios que tengo pendiente para dentro de poco. Entraré en la iglesita y me acordaré de ti y de los sueños utópicos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  27. En La Orotava, los jardines de la Casa de Doña Chana, se han parcelado y entregado a los vecinos que quieran trabajar la tierra. Cada uno planta lo que quiere, lechugas, bubangos, coles etc . El agua corre por cuenta del Ayuntamiento y como buenos vecinos, intercambian entre ello, Los productos recogidos. Tengo una amiga profesora que lleva a su hija con ella y pasan horas en la huerta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy segura, Esther, que es algo que acabará imponiéndose. Hay tanta tierra buena abandonada y tanta gente con ganas de meterla en vereda... Conozco a un amigo que por meter las manos en la tierra, por sembrar una semilla, por ver crecer una planta... pagaría con gusto. Igual que con los niños de "El jardín secreto", la novela de Frances Hodgson Burnett que leíamos en nuestra infancia, el aprendizaje en un jardín, el contacto con la tierra, debería ser siempre recomendable.

      Eliminar
    2. Isabel Duque Fernández , mi infancia fue así, mi abuelo tenía aperos pequeños y una huerta en su finca de Imeche, para que los nietos plantáramos o que quisiéramos. Nos encantaba plantar batatas, bubangos etc...hSta caña dulce teníamos.

      Eliminar
    3. La mía no porque fui una niña de ciudad (una niña de macetas :-D) pero sí la de mi marido, que desde pequeño participaba y ayudaba en las labores del campo (incluso hasta ordeñaba vacas). Por eso hoy en casa tenemos una huertita que le quita el mono por todo aquello que vivió en su infancia.

      Eliminar
  28. Antonio Francisco Cáceres Duque1 de julio de 2018, 20:13

    Los Campitos, y los Lavaderos, son dos buenas zonas para sectorizarlas y que los vecinos, previa inscripción, las cultiven. Parques y jardines tienen otros fines.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, la verdad es que no veo el Parque convertido en huertas 😀 Pero sí es verdad que muchos árboles frutales son preciosos y que podrían servir para consumo común. En mi Instituto, el Canarias Cabrera Pinto, hay en el claustro principal naranjos centenarios que en los inviernos se llenan. Antes los frutos los cogían los alumnos. Ahora que esa zona ya no es de clases, no se aprovechan que yo sepa. Y es una pena. A ver si llegamos a esa utopía de andar por casa alguna vez.

      Eliminar
    2. Antonio Francisco Cáceres Duque2 de julio de 2018, 10:00

      Tengo un cuñado que vive en Valladolid, se apuntó en el Ayto. y le dieron una parcelita. Entre los vecinos de otras parcelas se ponen de acuerdo en lo que plantan y reparten la cosecha entre varios. Pasó de ser ingeniero de caminos jubilado a agricultor en activo con un gusto envidiable. Así que la idea es genial, los mayores debemos tener actividades que nos permitan seguir con dinamismo en la brecha de la vida.
      Estas actividades escolares me parecen un acierto. Contacto con la tierra y colaboración entre compañeros son aspectos muy positivos.

      Eliminar
    3. A mí también me parece una idea estupenda. De esta forma se enseña también el amor a la naturaleza. La agricultura cada vez se deja más de lado a favor de la industria y realmente es la base de todo. Me da pena cuando veo extensiones enormes de tierra totalmente yermas.

      Eliminar

google-site-verification: google27490d9e5d7a33cd.html