"Les diré que llegué de un mundo raro..." dice una canción que cantamos en las parrandas de los amigos. Pero a veces pensamos que no hace falta otro mundo del que llegar, porque, para mundo raro, el nuestro.
Estábamos el otro día mis amigas del colegio y yo (éramos 16) en una de esas sobremesas largas y gratas, cuando surgió en la conversación la pregunta: "¿Qué es la cosa más rara que te ha pasado en la vida?".
Y contaron, entre otras, cosas de esas que dejan un desasosiego en el alma y un cosquilleo en la nuca.
Sueños premonitorios, por ejemplo, como el de A, que contó aquella vez que soñó con una mujer desconocida que se estaba muriendo y el susto que se llevó cuando a los dos días tuvo que ir al hospital y se encontró con la mujer de su sueño que, efectivamente, se estaba muriendo.
Historias de poltergeist, como la de B, que tuvo uno en su casa -una casa antigua en el centro de Santa Cruz-, que le daba toquecitos en el hombro, tumbaba velas o movía libros y plantas (lo de los toquecitos en el hombro, me cuenta mi hermana, también los sentían los que se quedaban solos en la Sala de reuniones de Trauma de su hospital. Fue tal el canguelo que hicieron exorcisar la Sala)
Contaron también casos más raros, relacionados con la muerte de sus padres, ese momento estremecedor en el que se corta al fin el cordón umbilical. Como C, que se despertó una noche bruscamente, como si le sacudieran la cama, y con la sensación de que alguien le pedía ayuda, angustiado. Al rato, se tranquilizó, pensó que era un mal sueño y se durmió otra vez. Pero a la mañana siguiente le vinieron a decir que su padre había muerto más o menos a esa hora.
O D, a quien angustiaban las últimas palabras que le oyó a su padre -"¡Ayúdame, hija!"- y que unas noches después de su muerte también se despertó de repente y lo vio en la puerta de la habitación, una figura traslucida e imprecisa, que le decía, antes de desvanecerse poco a poco: "No te preocupes, hija, que yo estoy feliz".
E recordó cuando tuvo que trasladar los restos de su madre, a los 11 años de haber muerto, al cementerio de su pueblo, y la impresión impactante que le produjo, al abrir la tumba, el encontrarse el cuerpo intacto.
Pero lo más inquietante le pasó a F, que fue administrativa en un hospital y un día vio a la puerta del despacho a un viejito al que se le caían los papeles que llevaba en la mano. F, que es un encanto, lo sentó en su silla, le ordenó los papeles y luego lo acompañó hasta la puerta de la consulta de urología, que era donde le dijo que iba. Al despedirse, el viejito le dio las gracias y le dijo: "F (y la llamó por su nombre), si me necesitas, me llamas (y le dio su nombre y sus dos apellidos)". F le deseó suerte y volvió a su trabajo, pero se quedó intrigada pensando: "¿Por qué sabía mi nombre?". Por la tarde, al contarle por teléfono el caso a su madre, en el momento en que pronunció el nombre y los apellidos del viejito, se oyó por el teléfono una voz de hombre que decía: "¿Me necesitas?". F se asustó tanto que colgó el teléfono y después su madre la tuvo que volver a llamar para preguntarle: "¿Quién era ese hombre?". F nunca más ha vuelto a pronunciar aquel nombre y apellidos, aunque se acuerda perfectamente.
Teniendo en cuenta que mis amigas son mujeres prácticas, inteligentes y nada fantasiosas, habría que preguntarse ¿es este mundo el que es raro? ¿Hay algo más allá de lo que la ciencia admite? ¿Es la rareza un componente normal de la vida?
Después de esto, cuando oigo el monólogo final del replicante de "Blade runner" en el que dice: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser...", me digo ¡mundos raros a mí! Porque hay otros mundos raros pero están en este.
Cha-cha-cha-chaaaaaaaaan (esto pretende ser una música de mucho misterio)
ResponderEliminarYo no tengo ninguna pero sí una de segunda mano, de digamos M que le dijo un primo suyo, muy guasón
- El día que me muera, te aviso ¿vale prima?
Años más tarde soñó con él (nada raro) y por la mañana le llamaron y ... sí, se había muerto
Cha-chaaaaaaaaaan!
Buff, pone los pelos de punta, y eso que no creo en esas cosas...
ResponderEliminarUn beso.
Joder, pone los pelos como escarpias. A mí me ha pasado alguna, pero intento no pensar en ellas porque me da mal rollo. Estoy convencida que el mundo raro está al ladin.
ResponderEliminarLoque:
ResponderEliminarMi amigo Ernesto escribió un cuento llamado "El aparecido", que cuenta una historia parecida. Él dice que está basado en un hecho real en La Laguna de antes, "donde había auténticos aparecidos". Dos hombres se pelearon y una noche, en la casa del ofendido, tocaron la puerta. Abrió la madre y vio que era el ofensor "¿A qué vienes, a buscar bronca otra vez?" No, contestó, vengo a pedir perdón. Y se fue. Al día siguiente se enteraron de que el hombre que vino a pedir perdón había muerto el día anterior.
Tacháaaaaaaaaan.
Teresa:
ResponderEliminarYo tampoco creo pero se queda una con la mosca en la oreja. A lo mejor algún día se explica todo pero lo que es seguro ahora es que hay cosas para las que no existe explicación.
¿Y esa sensación de que al hombre le queda camino por recorrer en el conocimiento del mundo, de que no estamos de vuelta de todo y de que es legítimo seguir teniendo curiosidad?
Estrellas de Lana:
ResponderEliminarAnímate y cuéntanosla, anda. A mí lo más raro que me ha pasado ha sido que desaparezca la llave de la puerta de la cocina (siempre está puesta) con su llavero en forma de huevo frito y encontrarla al par de horas en la caja de repuesto de las llaves, que está en un trastero, más bien escondido. Como nadie la puso allí, es uno de esos misterios sin resolver en mi casa. Sí, el mundo raro está a la vuelta de la esquina.
Yo no recuerdo que me haya pasado nada extraño relacionado con los misterios que nos describes. Pero sí que he oído a algunas personas comentar hechos parecidos. A lo mejor es que no me siento predispuesta, y prefiero que siga así la verdad. Je, je.
ResponderEliminarNo sé yo, Flor, si tiene que haber una predisposición. A mi hermana le pasan cosas raras de este tipo (premoniciones, visiones extrañas, sueños, casualidades...), pero yo le digo que son los genes de la familia de nuestra bisabuela Pepa, a la que en La Palma llamaban "los brujos".
ResponderEliminartruculento. El tanatos no es de mi devoción
ResponderEliminarno me gustan estas historias
en este mundo hay cosas raras pero hermosas a la vez y .las prefiero al lúgruve panorama que ofreces en este escrito de muerte tumbas. te pareces a la compostrima dee radio cinco que se ha especializado en cementerios, muertes y otras especialidades del más alla . me interesa sólo el más acá
saludos y besos
álvaro fajardo
Ja ja ja, Álvaro, qué bueno. Y tienes razón, en este mundo hay cosas muy hermosas y raras que vale la pena conocer, pero, lo queramos o no, estas historias, igual que los muchos libros en los que se habla de ellas (Poe, A.Christie, Stephen King...), forman parte también de nuestro mundo. Recuerdo, en La Palma, de niña, una amiga de mi abuela a la que esperábamos los niños con emoción, porque siempre que venía, allá por el atardecer, nos reunía en torno a ella y pegaba a contarnos historias (reales, según ella) a cual más truculenta. No dormíamos después pero ¿y lo bien que nos lo pasábamos?
ResponderEliminarDe Nieves Concostrina, no sólo me he leído todos los libros ("Menudas historias de la Historia", "Polvo eres" , "...Y en polvo te convertirás", "Muertes ilustradas de la humanidad", "Se armó la de San Quintín"...), sino que la fui a ver hace un par de años al casino de Santa Cruz, donde daba una conferencia, y estuve alegando un rato con ella. Es una mujer culta, muy divertida y muy amena. A mí me encanta. Trata a la muerte igual que a la vida, como tiene que ser.
Un beso.
¡Ñoos! Cosas que pasan, ya ves. Me parece a mi que todo está en nuestra mente y no es que sucedan. Digo yo.
ResponderEliminarA mi lo más raro que me ha pasado fue una llamada al móvil a las dos de la madrugada, hace unos años 14 años, donde uno de mis hijos (era su voz) me pedía ayuda angustiosamente. El no tenía móvil. Yo sabía que estaba de acampada en Abades (Arico) y me vestí lo más rápido que pude y fui como una flecha para el sur, acojonado de verdad, con intención de localizarlo. Llegué al final de lo asfaltado y corrí por aquellas playas donde habían muchas tiendas de campaña. Yo le silbaba (conoce mi silbido) y después de un buen rato buscándole, apareció preguntándome qué coño hacía allí. Al momento me di cuenta que fue alguna broma o mi imaginación.
Cosas raras pasan. Por ejemplo, el avistamiento de ovnis, la escucha de ruidos, etc. Sigo pensando que es nuestra cabeza la que nos juega alguna pasada de vez en cuando.
Yo también pienso, Enrique, que en muchos casos es nuestra cabeza, con todas las aprensiones, prejuicios y suposiciones que vamos reuniendo, la que nos juega malas pasadas en muchas ocasiones. Pero qué susto te llevarías, yo hubiera hecho lo mismo (con el problema de que no sé silbar y lo que me salen son soplidos).
ResponderEliminarLo que pasa es que hay otras veces en que no cabe achacarlo a nuestra cabeza, sobre todo cuando hay más testigos: la voz que F y su madre oyeron, o los toquecitos en casa de B, en presencia de su marido. También mi marido y otro compañero avistaron a un ovni al telescopio cuando trabajaban en el Astrofísico, Un objeto volador que paró sobre el Puerto de la Cruz y después se fue alejando de la Tierra en dirección radial y que, desde luego, no era un satélite ni ninguno de los aparatos que siguen una órbita fija.
Como tú bien dices, cosas raras pasan.
Me ha entrado un escalofrío al leer lo que le pasó a F ¡¡Qué bien lo cuentas!! Con el paso del tiempo valoras los hechos acaecidos sin darle tanta importancia pero cuando estaban aconteciendo pasas momentos de terror. Recuerdo que un día estaba sola durmiendo por la mañana, un sábado, verano. Mi marido ya había salido a sacar a los perros y de repente la puerta se abrió con fuerza, sonó la pestillera como si la hubieran golpeado y se abrió hasta golpear contra la pared. Fue lo que me despertó con un sobresalto. Me levanté, noté un frío gélido en la habitación. Llamé a mi marido. No estaba. Sentí verdadero pánico. Me armé entonces de valor y empecé a gritar: "¡Manifiestate! ¿Qué quieres de mí? ¡Déjame en paz!" Mi marido llegó y se sorprendió de verme hablar sola. Me pregunto por qué sólo percibíamos esos extraños sucesos mi hija y yo.
ResponderEliminarPues no lo sé, Ani. A mi hermana le pasan cosas a cada rato (habla con una persona y piensa que la próxima vez que la vea va a estar de luto y así es, o nota a alguien que pasa por detrás de ella cuando está al ordenador y otras lindezas de esas que hasta miedo te dan) y, sin embargo, a mí, nada de nada. Y menos mal, porque a mí me pasa llo que a ti, y salgo despavorida a la calle en pijama y chancletas.
ResponderEliminarLo único que recuerdo especial es, un poco antes de morir mi madre, que tanto ella como yo percibimos un intenso olor a rosas dentro de mi casa.
Un beso.
En las vacaciones estaba leyendo tumbada en la cama: tarde de septiembre y paz total. De repente el paraguas grande y pesado que estaba en una esquina , se cae pero no se desliza sino que se cae en sentido contrario al que estaba colocado , como describiendo un angulo de 145 grados. ¡¡Agüita!!! Salí corriendo
ResponderEliminarTal vez podría haber una causa natural. Mi madre una vez se asustó mucho cuando se quedó con mis sobrinos una noche en casa de mi hermana y sonó la aldaba de la puerta. Abrió y no había nadie. Después, buscando una causa lógica, pensamos que pudo haber sido un perenquén que la levantó. Igual en tu caso, el viento o un ratón...
ResponderEliminarDe todas formas, tanto en un caso como en otro, yo también saldría corriendo.
Sobre las premoniciones y los sueños premonitorios os comento que se está llevando a cabo el interesante proyecto científico ThePremonitions en http://www.thepremonitions.com que estudia la capacidad precognitiva en el ser humano.
ResponderEliminarEs lo que sería deseable, que la ciencia incluya dentro de sus programas de investigación los fenómenos inexplicables y la capacidad que tiene el cerebro humano para aprehender la realidad exterior. No habría progresado si de entrada hubiera desechado el misterio.
ResponderEliminarGracias por el enlace (no sale en los comentarios, pero se puede copiar)
El primo de Tona dixit:
ResponderEliminarErudiens nos scimus quod solet.
Sabes, Jane, que tengo muy poco de miedosa y, menos todavía, de influenciable, pero estas historias que cuentas y algunas otras que he oído, siempre consiguen crear en mí un estado de desasosiego e inquietud, motivados por la impotencia de no dar con una explicación basada en el razonamiento lógico. Eso es lo que más me impone y, en el fondo, me exaspera.
ResponderEliminarEstoy segura de que hay motivos físicos y psicológicos, para que esas situaciones puedan entenderse, pero está claro que no están a mi alcance o aún han de descubrirse, por lo que no está nada mal que el mundo de la alta Ciencia, empiece a resolver esos aparentes enigmas que, por ahora, hemos de seguir catalogando de cosas o hechos raros.
No me consuela mucho, pero espero el día en que pueda decir aquello de "Mira tú lo que era y yo, tan preocupada..."
Primo de Tona:
ResponderEliminarEt ego te dixit que carpe diem, tempus fugit et gaudeamus igitur. Y además, timeo danaos et dona ferentes.
¡Hala!
Cehachebé:
ResponderEliminarEso es lo que nos gustaría a todos. Y recordamos cuando la gente se asustaba porque venía un cometa, que consideraban enviado por los dioses para traer calamidades a los hombres, y nos consolamos porque ahora sabemos su origen, composición y trayectoria.
Pero ¿sabes lo que más me asusta? Que todas estas cosas provocan supersticiones y dependencias de gentes sin escrúpulos que te predice el futuro o que te interpreta esas señales como si estuvieran tocados por los espíritus del más allá. Hace poco leí en el periódico, a propósito de la final de la Champions, que Diego Costa acudía a una curandera conocida como la Doctora Milagro que trabaja de noche, no usa móvil para no dañar sus superpoderes curativos y emplea placenta de caballo. No le falta sino decir el abracadabra pata de cabra. Y como este caso, otros muchos de gente que quiere hablar con sus seres queridos que han muerto y van a mediums para ello. Son tiempos malos... aunque nuestro Sergio tiene un aforismo que dice: "No hay época que no se haya creído apocalíptica".
El primo de Toma dixit:
ResponderEliminarAhhhhhhhhhhh
¿Ves, primo de Tona? No hay nada como hablar en latín para entenderse unos a otros. Un beso grande (osculus,osculi)
ResponderEliminar¡Jolín, qué caguele! Sólo se me ocurre leerlo a la hora de acostarme. Con el miedo que me dan a mi los espíritus. Yo solo espero que nunca me pase nada como estas cosas que has contado. ¡Me moriría del susto! Sin exagerar.Besos.
ResponderEliminarA mí me pasaría lo mismo, Lola. Pero nos da miedo lo desconocido. Igual alguna vez se conocerán las causas de todo esto y nos daremos cuenta de que todo funciona según causas y efectos determinados. Pero mientras es un canguelo, sí. :-)
ResponderEliminarSon las 12 de la noche y leo tu blog Jane y me pregunto... quien me mandaria a leer?
ResponderEliminarPero, Ignacio, si precisamente tú me contaste hace poco una experiencia "rara" parecida... Tú sí que me dejaste en 33. Claro que no eran las 12 de la noche y a la luz del día es verdad que las cosas se ven de otra manera.
EliminarMagnífica narración! Previsible viniendo de ti. En mi familia algunas historias hay del otro mundo,muy a lo Gabo, a lo Allende
ResponderEliminarHistorias mágicas! A mi siempre me encantó oír a mi abuela contarlas.
Yo también recuerdo esas historias de aparecidos y de seres extraños contadas en noches de tormenta cuando se iba la luz. Pasábamos miedo pero siempre pedíamos que nos contaran otra más.
EliminarMuchas gracias, América.
¡Interesante! Siempre hemos oído esas historias,contadas por personas que las han vivido.Muchas veces,me emocionan,la verdad y también da cosilla.Sola y por la noche,no quiero oírlas ; aunque me pique la curiosidad.��
ResponderEliminarAh, no, sola ni loca me pondría a escucharlas. En los tiempos en que oía la radio por la noche había un programa de esos de historias de miedo y en cuanto empezaba me desconectaba. No hay nada como dormir tranquila como un lirón.
EliminarMuy interesantes todas las historias, también yo tengo las mías, algún día te las contaré.
ResponderEliminarSiempre tan amena y diferente en cada relato.
Cuenta, cuenta...
EliminarCreo que todas guardamos algo extraño que nos ha pasado alguna vez y que nos puso los pelos de punta. Mira que la vida es curiosa y siempre nos sorprende ¿verdad?
Con tu permiso lo comparto ,me encanta lo he leido dos veces.
ResponderEliminarClaro que sí, Loly, encantada de que lo compartas.
EliminarSi preguntas lo mismo que yo en un grupo de amigos, eso de "¿Qué es lo más raro que te ha pasado?", te sorprenderán las respuestas.