En el verano del 66 unas 50 universitarias de alrededor de 18 años nos encerramos durante un mes en el Albergue de la Playa de San Marcos para hacer el Servicio Social.
El Servicio Social fue un invento de la Sección Femenina y de su creadora, Pilar Primo de Rivera, la hermana de José Antonio, el fundador de la Falange. Sí, aquella que nos legó, desde el año 37 al 77, el manual de la esposa ideal en el que figuran perlas como "Recuerda que él es el amo de la casa". O "Nunca te quejes si llega tarde, si sale a comer o a otros lugares de diversión sin ti. Trata de entender su mundo de tensión y estrés, sus necesidades reales". O "A su llegada, déjalo hablar. Recuerda que sus temas son más importantes que los tuyos". O "Si (tu marido) sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar". Maravilloso.
El Servicio Social era obligatorio para todas las solteras de entre 17 y 35 años. Era "la mili de las chicas", sin la cual no podías trabajar ni obtener un título, ni pasaporte, ni carnet de conducir. Era una manera de adoctrinar a todas las mujeres en los principios del Movimiento Nacional, y también, de conseguir mano de obra gratuita para hospitales, bibliotecas, comedores y oficinas. Éramos secretarias, asistentes sociales, enfermeras, bibliotecarias, profesoras... sin título ni preparación alguna, naturalmente. A una de mis amigas, en el comedor de un asilo, se le murió una viejita mientras le daba de comer, y todavía recuerda el susto y los gritos que dio ante su primer encuentro con la muerte sin esperárselo.
Los destinos a los que nos mandaban eran a veces muy curiosos. Mi amiga Marian, por ejemplo, estuvo haciendo un resumen de los Milagros de la Virgen de Candelaria (¿?). A mí me tocó copiar (a mano, claro) en el Ayuntamiento de Santa Cruz el censo del barrio de Las Mimosas y de la calle Enrique Wolfson, para que el cura Don Armando Montoliú usara esa información y pidiera después, casa por casa, dinero para hacer la Parroquia del Sagrado Corazón.
Un mes copiando todas las tardes un censo en una oficina oscura del Ayuntamiento no es el trabajo ideal (¡Oh, fotocopiadoras! ¿Por qué no fuisteis inventadas unos años antes?). Así que las sufridoras no lo dudamos ante la posibilidad de acortar el tiempo del Servicio Social yendo el mes de julio al Albergue.
Si teníamos la idea de que éste podía ser una especie de Colonia de vacaciones, tipo la de "Tú a Boston y yo a California", con sus cabañas para tres perfectamente equipadas, su lago y su baile final con orquesta y todo, la cruda realidad nos quitó las ensoñaciones de golpe. El edificio del Albergue era un Grupo escolar bastante maltrecho y descascarillado, en medio de una barriada no muy limpia, con un patio detrás. Las 50 y pico nos acostábamos en un salón lleno de literas, adornado con la imagen de Franco. Llevábamos uniforme con blusa blanca y falda beig y no podíamos ir a casa en todo el mes. Solo los domingos nos permitían visitas.
Todas las mañanas izábamos la bandera y recibíamos clase de dos "mandos" y de un cura que intentaban hacernos "buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas y madres", previa compra del tocho de las "Obras completas" de José Antonio, que nadie leyó jamás. Por las tardes, tocaba labores y fabricamos en papel una canastilla de bebé, para prepararnos para hacerla en tela cuando fuéramos madres (cosa que ninguna hizo, estoy segura). Yo, que, como saben, no sé coser sino botones, hice también, con ayuda de compañeras "manitas" un muñeco de fieltro al que llamé Ciriaco y que regalé a mi novio en la primera ocasión. Él, no es que diera gritos de entusiasmo cuando lo vio (hubiera preferido seguramente una guitarra), pero lo aceptó estoicamente y hasta me dijo que qué bonito sin parar mientes en lo escorado que estaba por estribor.
No fue una mala experiencia. Éramos jóvenes, nos reíamos un montón, íbamos a la playa cercana todas las mañanas, aprendimos canciones, hicimos funciones de teatro y una revista hablada (yo hice la portada y un artículo) y fuimos a tres excursiones inolvidables: a la Playa de la Arena, al Caletón de Garachico y al Pico Teide, haciendo noche en el Refugio. Teníamos a los chicos de Icod totalmente alborotados y, por las noches, se acercaban al Albergue (ante el escándalo de las Mandos, que vigilaban), para rondarnos y cantarnos canciones preciosas. Allí oí por primera vez, a la luz de las estrellas de julio, "Los ejes de mi carreta", la canción de Atahualpa Yupanqui...
El Servicio Social fue concebido como "exigencia de la Patria a recabar actos de servicio para el mantenimiento firme de la existencia nacional y la realización de su formación como Imperio". El mes del Albergue fue una experiencia divertida, memorable y repleta de anécdotas. Pero, ¿servimos a la sociedad y a la Patria?, ¿aprendimos a ser buenas cristianas, esposas y madres?, ¿contribuimos a formar un Imperio?... ¡Ni de coña!
(En la foto, un grupo de las chicas en el dormitorio. Obsérvense las literas, el mapa y la foto de Franco, que velaba nuestro sueño, no fuera que nos descarriláramos)
Bueno, mujer, seguro que si reflexionas te das cuenta de que contribuisteis "al mantenimiento firme de la existencia nacional y la realización de su formación como Imperio", cómo mínimo. Si no vosotras, Ciriaco.
ResponderEliminarQué historias, hija, la única manera de tomarse la Sección Femenina es con sentido del humor y acordándose de las compañeras y las anécdotas simpáticas, porque si lo piensas...
Supongo que no te descubro nada, pero a mí (que he tenido la suerte de no conocer aquello de primera mano) me has recordado a "Usos amorosos de la postguerra española" y a "El florido pensil"
Me los he leído los dos, Loque. Más que nada para reírme un rato (porque si analizas en serio el lavado de coco integral que soportábamos, igual nos daba por llorar). Carmen Martín Gaite es de la generación de mi madre (las dos nacieron en el año 25), que lo tenían más crudo que nosotras. Y Andrés Sopeña, el de "El florido pensil", y yo también nacimos el mismo año. A mí me encantaba (ya entonces) las comparaciones entre el niño buenito, todo limpito y repeinado, y el malo (tipo Guillermo Brown),, con los pelos engrifados y los calcetines caídos. Son dos libros estupendos para saber cómo era nuestra educación y cómo nos la sacudimos de encima.
EliminarIsa también tengo el libro de Luis Otero, no hay desperdicio en él...La definición de José Antonio ; "España es una Unidad de destino en lo Universal", esa consigna de unidad debíamos de entenderla cuando "fueramos mayores", me parece que yo no he madurado aún. La frase que dice "La verdadera misión de la mujer es crear hombres valerosos" vaya delicia! parece que la mejor forma de conseguirlo era poniéndole las zapatillas y la bata a su regreso a casa... Un abrazo, me he divertido mucho recordando aquellas aquellas lindas flores. En el fondo las mujeres salimos fortalecidas, hay quien no cree en los milagros!
ResponderEliminar¿Y qué me dices, Margarita, de la frase de Pilar Primo de RIvera en el 42?:
Eliminar"Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho". ¡Toma castaña! ¿Habría quien se lo creyera?
O esta de una revista de la Sección Femenina: "La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiere simular -o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse". Nada, que nos vieron de entrada alma de esclava (¿Habrá leído esto la autora de "50 sombras de Grey"?)
Un abrazo.
¿Cómo no me has traspasado tanta sabiduría?
ResponderEliminar¿Cómo que no? Fíjate que también aconsejaban que en el trabajo las mujeres fuéramos "hormiguitas graciosas y amables", y yo más hormiguita, más graciosa y más amable no te pude hacer. Eso sí, también aconsejaban que "no hay que ser una niña empachada de libros ni una intelectual" y, ya ves, en eso me saliste rana. :-))
EliminarBuenas noches Jane: El Servicio Social, tenía una duración de seis meses para mujeres que quisieran trabajar en empresas ó en el País Vasco, en otros lugares no lo sé, para sacar el pasaporte. Si tenias bachiller eran tres meses y con estudios superiores se podía ir a un albergue parecido al que fuiste tú. Aquí el uniforme era camisa blanca, falda azul y para gimnasia los maravillosos bombachos. Y efectivamente el adoctrinamiento era el que tu cuentas, pero en honor de la verdad no se diferenciaba gran cosa con el ambiente generalizado de la sociedad, entonces no se notaba que chirriasen lo más mínimo todas las máximas que nos hacían estudiar. Para mi, hicieron una gran labor en la recuperación de foklore, artesanía y enseñanzas de economía doméstica, sobre todo en las zonas rurales. Nosotras no tuvimos que hacer ningún trabajo especial, sólo ir a las clases en el local. Lo que me maravilla es el cambio que ha sufrido nuestra sociedad en muy pocos años. Tampoco reniego de todo el pasado, también teníamos cosas estupendas. Un saludo cariñoso.
ResponderEliminarTienes razón, Rosa María, el adoctrinamiento era en todos los ámbitos: en el colegio, en la iglesia, en la casa, en los medios de comunicación... hasta en la moda, ese "no tomes el deporte como pretexto para llevar trajes escandalosos", lo que obligaba a ir con los bombachos por debajo de las rodillas y con bañadores que más parecían trajes de domingo.
EliminarRealmente no reniego del pasado. Un amigo mío siempre dice "Con Franco... éramos más jóvenes". Fuimos lo bastante inteligentes y tuvimos el suficiente coraje para no admitir todo lo que te decían como dogmas de fe, para darnos cuenta de que la libertad y la igualdad entre hombres y mujeres son valores para cultivar por encima de todo, de que no debería haber censura como si fuésemos menores de edad, de que el papel de la mujer en la sociedad no tiene que ir vinculado por la fuerza a las tareas domésticas y a ser madre.
Evidentemente, la Sección Femenina consiguió bastantes logros, como los que nombras, además de otros como los comedores de Auxilio Social o las campañas de alfabetización. Tuvieron un papel importante en la sociedad de la época, pero era lógico que el desarrollo económico y la apertura a otros modos de vivir entrara en contradicción con el ideario de la dictadura. La Sección Femenina murió con ella.
Gracias por tu comentario. Un abrazo y buenas noches.
Muy divertido lo que cuentas, Doy fe de que el lavado de coco no funcionó (yo no hice el Servicio Social)
ResponderEliminarPues te salvaste, Úrsula, porque, salvo lo bien que lo pasamos en el Albergue, en lo demás a casi nadie de las personas con las que he hablado le aportó nada interesante el tiempo dedicado a labores administrativas o de asistencia social.
EliminarEn tu caso, el haberte marchado al extranjero antes de los 17 y volver ya casada te eximió de este servicio ¡Suertuda!
Isa, fue una época de nuestra juventud que incluso como tú dices fue una experiencia bonita, ya que entonces no había las diversiones de hoy en día y cualquier oportunidad que hubiera la sabíamos aprovechar. Y para todas sería un festejo realizar el Servicio Social. Pero la verdad es que nos manipulaban pues, además de sembrar la semilla en nuestros cerebros, les hacíamos parte de su trabajo... y sin fotocopiadora. Pero era divertido ¿verdad?
ResponderEliminarYo lo hice en Santa Cruz, en la calle San Lucas donde estaba la Sección Femenina... y lo hice para obtener el pasaporte y sacar el carnet de conducir.
La foto es bonita pues es parte de los recuerdos.
¿Cómo que no había las diversiones de hoy en día, Candelaria? Toda época tiene sus diversiones y muchas veces basta un grupo de amigos y buen sentido del humor para que surjan las risas. No, realizar el Servicio Social no era ningún festejo. Nos repateaba (y mucho), el tener la obligación -en medio de la carrera, con todas las demás responsabilidades que teníamos- de dedicar 3 meses (en nuestro caso que éramos bachilleres, porque las demás eran 6) a un trabajo que nos iba ni nos venía y que no nos aportaba nada. Nos sentíamos manejadas.
EliminarSí te doy la razón en que el Albergue fue divertido y tuvo momentos impagables.
Un beso grande.
Yo hice el Servicio Social para casarme. Buena razón, tenía que ser una mujer de su casa.
ResponderEliminarLe di clase a unas niñas por detrás de la Plaza Candelaria de lecturas, dictado, matemáticas. Las pobres no tenían ni idea.
¿Ves lo injusto, Esther? También a tu marido le deberían haber dado clase para ser un perfecto amo de casa. Y de todas formas ¿te sirvió de algo haber hecho de maestra sin sueldo para ser una buena ama de casa, como yo sé que lo eres?
EliminarCon el tiempo, con la inventiva, con la capacidad que tienes, fuiste una buena profesional y supiste cuidar de tu casa. No hubo necesidad de ningún Servicio Social para eso.
Un abrazo.
Creo que recreas, con exactitud, la intención ideológicamente mierdosa de aquel nefasto invento de la Sección Femenina, ellas eran también las que nos daban clase de lo que entonces llamábamos "Gimnasia", pero esos son otros pololos, quiero decir capítulos.
ResponderEliminarRecuerdo que Icod y la playa de San Marcos estaban, por aquellas carreteras, en el fin del mundo, se tardaba horas y horas, claro que tú, acostumbrada a ir a pasar temporadas a Los Realejos, no lo encontrarías tan a trasmano. Aquello más que una barriada era un descampado terroso, feo e incómodo; nos bajamos de la guagua, seguro que iríamos cantando "Vamos a contar mentiras..." o algo por el estilo y nos apilaron, directamente, en una de las aulas, había dos una para chicos y otra para chicas, me refiero a la escuela. Las literas estaban tan pegadas unas a otras que no podíamos pasar entre ellas y ahí la liamos, bonitas éramos las niñas que íbamos a ser del 68. Conseguimos que nos pusieran repartidas en las dos clases y así más anchas, pero igualmente incómodas. El comedor fue el que tú llamas patio, suelo de tierra y cañizo encima; la comida no nos gustaba nada y una encontró un día una pera en el potaje, puaj, no sabíamos que era una costumbre ¿campesina? ¿de pueblo? ¿maga? Sé que la montamos como si hubiéramos encontrado una rata.
Con tu buen carácter habitual, recuerdas las serenatas de los del pueblo, más bien creo que pasaron por allí todos los chicos de La Laguna y que a la cuarta noche de serenata estábamos de ellos hasta los pelos; unos vinieron en camioneta descubierta con batería y todo. ¿Recuerdas a Pucho Gimbernat con camisón estilo Hollywood yendo de un aula a otra y a las de la falange de los nervios? Nosotras nos lo pasamos bien, a pesar de las incomodidades ¡aquellos baños! pero ellas las debieron de pasar canutas-
En la foto reconozco a Loli, a ti, por supuesto, no sé si una es Calicha y, ni idea ¡Cráneo previlegiado!l que decía Valle. Me acuerdo de más cosas, del esplendor de los días, de lo bien que lo pasábamos, de la excursión al Teide, de que una pedía prestado todo a todas, hasta las bragas, de una chica que vivía Avda de Anaga abajo y que no pudo soportarlo y se fue a la semana ¡estaba pa 2ª Guerra Mundial! Besos.
Me he reído un montón, Cae, con tus recuerdos. Hay que ver lo que cada una recuerda. Yo de toda la batalla por reivindicar más espacio, de las serenatas de los de La Laguna. de los préstamos de bragas... no recuerdo nada. En cambio, ya tú ves, me acuerdo del camisón de Pucho, de la pera en el potaje y de la indignación de la cocinera cuando le dijimos que no nos gustaba. Debió haber pensado (y con razón) que éramos unas señoritingas remilgadas de la ciudad.
EliminarPero aguantamos hasta el final, no como otras (hubo también una de Las Palmas que se fue porque, nos dijo, no podía estar sin su novio. Se casó años después con él y se separó a los 2 o 3 años). Después de eso estábamos preparadas para irnos fuera de casa (cosa que tú y yo hicimos al verano siguiente). Pero eso son otros pololos también.
Un besote.
Los recuerdos que tengo de ese mes son algo extraños. Me acuerdo del chocolate espesado con gofio por ejemplo jajaja. Y tambien de los pequeños trabajos que teniamos que realizar como poner la mesa y barrer el patio. Tambien de las charlas sobre sexualidad en las que te decían que todos los sistemas de evitar el embarazo eran malas y tambien me acuerdo de lo incómodo del alojamiento y del olor del baño que se atascaba. Tambien de que teníamos que ducharnos en la playa ya que éramos demasiadas para hacerlo en las duchas del campamento que se reservaban para los mandos.
ResponderEliminarYo no estaba pasando por un buen momento y no fué muy agradable para mi esa experiencia aunque si que hubo cosas buenas tambien como cuando los chicos nos rondaban y tambien las bromas de las compañeras. Tambien me acuerdo de haber visitado con una compañera una cueva.
A mi me tocó, para completar mi servicio social, servir la comida a los niños de la Escuela Normal en la Laguna y tambien a cuidarlos durante el recreo. Eso me gustaba algo mas. Yo les hacía figuras de papel, afición que he conservado hasta ahora.
Me encanta, Conchi, que añadas tus recuerdos a la experiencia de aquel mes. El chocolate con gofio, las charlas, las duchas en la playa... se me habían olvidado por completo. Yo creo que todas, respecto a las charlas, teníamos como una capa impermeable en la mente por la que nos resbalaba todo lo que nos decían.
EliminarSí me has hecho recordar la visita a una cueva cercana donde nos decían que habían vivido los guanches. Recuerdo haber pensado que era un buen sitio para vivir y ver atardecer sobre el mar.
Si lees el anterior comentario de Cae (también estuvo allí), verás otros recuerdos. Entre todas vamos componiendo el puzzle de aquel mes tan lejano (hace ya 48 años).
Muchísimas gracias y un abrazo.
Creo Isa, que éramos muy dóciles. Pienso que entonces estábamos convencidas de que aquella forma de adoctrinarnos era lo normal.
ResponderEliminarMi primer pasaporte lo tuve que compartir con mi marido, ni siquiera podíamos tener uno?. Sin embargo mi servicio social lo hice en la biblioteca de la Universidad de Sevilla, donde estudiaba, y ayudar a Doña Laura, la bibliotecaria, fue muy provechoso.
Ah,Nunca leí nada de Jose Antonio Primo de Rivera, y siempre me ha gustado mucho leer.
Sí, lo admitíamos como uno de aquellos rollos que los mayores nos endilgaban de vez en cuando y, por lo menos en mi caso, nos parecía bla,bla,bla, sin sustancia. Pero ya por esa época, habíamos empezado a cuestionarnos las cosas, a no conformarnos con las desigualdades, a ser críticos, a protestar... Como dice Cae, las niñas del 68 éramos mucho.
EliminarYo tampoco leí nada de ese señor. Y el libro desapareció sin pena ni gloria.
Fue una experiencia curiosa. La primera parte en el albergue de La Granja de San Ildefonso. Mes de agosto. Todo el mes fue una anécdota. Divertido en el fondo.
ResponderEliminarLa segunda, clases de literatura y latín de cuarto de bachiller a las chicas de Sederías Carretas, dos días a la semana todas las tardes del curso. Iban divinamente vestidas. Aprobaron todas 4º y Reválida. Muy gratificante. Me regalaron dedicado el "Romancero gitano". Es uno de mis tesoros.
Todas pasábamos ampliamente de la cosa política.
Salvo algo de pitorreo... :-)
¡¡¡Qué jóvenes éramos!!!
¡Qué bueno que tu experiencia fue positiva y en la enseñanza, que es lo que te gusta hacer! Seguro que lo pasaste estupendamente.
EliminarClaro que para las autoridades fue un chollo impensable hoy en día. Una excelente profesora durante todo un curso enseñando y gratis ¡Quién vería hoy a los sindicatos!
Gracias, Joaquina, por compartir tu experiencia. Al lado de mi encierro copiando el censo es una de arena. Un beso.
Yo lo leí desde el celular, como me gusta lo que escribes, no viví esa época ya que ya no estaba en Tenerife, como aprendo contigo, aunque no es mucha la diferencia de un internado.....la hermana de Primo de Rivera me parece que tenía hormonas masculinas, por Dios!!!!! Digo como tu " Ni de coña". Soy tan libre....Un beso.
ResponderEliminarRealmente, Marilú, era un internado, solo que durante un mes. Igual que en el colegio, donde estuve quedándome en alguna semana de Ejercicios Espirituales (más por novelería que por otra cosa), no se comía muy bien y no era el colmo de la comodidad. Vamos, que de Hotel de 5 estrellas, nada de nada. Pero son experiencias que tienes en la vida y de cada una se puede aprender.
EliminarLo curioso de Pilar Primo de Rivera, que tantos consejos daba sobre como ser la perfecta casada, es que nunca se casó. Me recuerda a los curas cuando dan consejos sobre el matrimonio...
Otro beso para ti.
A mi me paso lo mismo que a Ursula....justo antes de cumplir 17 regrese a Venezuela y cuando volvi a Tenerife ya estaba casada y con mi primera hija....., por lo que escape también a esa "aventura".La verdad es que esa gente que nombras,no consideraba a la mujer ni siquiera como objeto....era nula,existia culto total al hombre por lo que puedo intuir por tus palabras.....y que bueno que ahora sabemos defendernos!!!!
ResponderEliminarSí, Ligia. Incluso Jardiel Poncela, que en algunas cosas estaba de acuerdo con la ideología franquista, tiene una obra teatral que tituló "El sexo débil ha hecho gimnasia". La mujer, que durante la república había conquistado derechos, los perdió todos después de la guerra civil. Quedó reducida a menor de edad perpetua, primero dependiendo de su padre y luego de su marido. Desgraciadamente, a pesar de que nosotras hemos alcanzado unos derechos iguales ante la ley, todavía hay países en los que la mujer no cuenta nada. Una amiga acaba de regresar de un viaje a la India y vino escandalizada porque cuando interpelaba a algún hombre ni la miraban: como si fuera invisible. O le tiraban el pasaporte, mientras que a su novio se lo entregaban en mano con una sonrisa.
EliminarTodavía le queda camino a la mujer para llegar a la total igualdad.
¡Qué historia tan preciosa! Y, aunque no muy alejada en el tiempo, suena tan irreal para los tiempos de ahora, ¿verdad? Ahora, una cosa así sería impensable (menos mal, por otro lado) pero con todo y con eso, la historia es preciosa y un muy buen recuerdo. Besos.
ResponderEliminarMi hija estaba alucinada cuando la leyó, Lola. Me decía: "Pero, ¿de verdad se decían estas cosas? ¿Y la gente se las creía?" Yo le dije que lo que cuento aquí es sólo una pequeña parte de las cosas que nos decían desde pequeñas. En mi casa, mi abuela se reía cuando le decíamos que por qué mi hermano no hacía su cama y nosotras, sí. Nos decía: "Pero ¡qué disparate! ¡Hacer la cama un hombre!". Imagínate.
EliminarBesos.
Seguramente la señorita Pilar Primo de Rivera no leyó mucho en su vida ni se enteró de la presencia de mujeres investigadoras, escritoras y hasta valientes que lucharon por la libertad. Me asombra como en la década de los 60 todavía habían niñas que hacían el Servicio Social en el Castillo de la Mota.
ResponderEliminarPor otra parte, en el edificio de la Sección Femenina, entre la Plaza de los Patos y el Parque García Sanabría, en mi niñez jugué muchas veces, a la pelota, nos subíamos a un árbol a coger pitangas, hacíamos teatro, aprendimos bailes folkloricos. Teníamos un profesor de cuerdas don Néstor, muy buena persona. Jugabamos al Palé. Ciertamente la biblioteca era algo escasa, poquito para elegir y las revistas una plasta pero era un lugar donde había más niñas para compartir (soy hija única). Con respecto al Servicio social tengo una anécdota que aún me avergüenza... te la voy a contar. La directora en la calle San Lucas se llamaba Cecilia y era amiga de mi madre; nos pidió, como colofón de aquel servicio a la Patria, hacer una obra de teatro leído. La obra era "Antigona" y a "servidora" que siempre fui tímida y nunca me ha gustado leer en público... me dió el papel de la protagonista. Estaba tan nerviosa que en una frase que tenía que decir con energía "Por los huesos de mi padre, Creonte" (era otra época). Dije bien alto para que me oyera el respetable público "Por los huevos de mi padre, Creonte". Casi me muero, Entre las risas del respetable y mis lágrimas terminó la función, evidentemente de forma poco brillante.
¡Cómo me he reído, Margarita, con la anécdota de Creonte! ¡Qué buena! No me digas que no serviste bien a la Patria... Por lo menos hiciste reír al personal y muchos la habrán contado después.
EliminarRecuerdo a Don Néstor ¿No tocaba la guitarra con las niñas en algunas fiestas del colegio? Cuando lo nombraste me vino su cara a la mente, un señor con gafas con cara de bueno.
La Sección Femenina, quitando el ideario trasnochado, tuvo un valor enorme en la recuperación del folklore. Muchos amigos me han dicho que estaban en los Coros y Danzas y que, gracias a ellos, salieron por primera vez de las islas y conocieron la música folklórica de otras tierras. Era lo que había.
Gracias por tu vivencia (todavía me estoy riendo).
Yo también hice el Servicio Social en la calle San Lucas. Mi trabajo era hacer unas canastillas con la ropita de bebé y, como era un depósito farmacéutico, tenía que poner las medicinas por orden alfabético y tirar las caducadas. Fue un trabajo que me gustó. Yo estaba sola allí a mi aire. Y la verdad a mí no me aleccionaron sobre nada. Tuve suerte.
ResponderEliminarBueno, a las que hacíamos trabajos como ese y el del censo mío, claro que no nos aleccionaban (ya veníamos bastante aleccionadas del colegio). No, la cosa era más sutil. Al final de la guerra, a partir del año 45, todas las maestras tenían por fuerza que pertenecer a la Sección Femenina. De esta manera en todas las escuelas se transmitía el ideario del Movimiento Nacional desde que el niño entraba en el colegio. Y por supuesto, desde pequeño se daba una educación diferente a los niños que a las niñas: "El niño mirará al Mundo; la niña mirará al Hogar". Todavía en la Biblioteca del Instituto había libros diferentes de aquellos años hasta de Política para niños y niñas.
EliminarMenos mal que no les hicimos mucho caso, ¿verdad?
Hola Jane. Verdaderamente curioso. Todas las respuestas a tus comentarios provienen de mujeres. Benditas sean...! Yo, como representante nato de la A.M.S. (Asociación de Maridos Sufridos) a mucha honra, me he divertido tremendamente. Estoy seguro que muchas mujeres de la época se creyeron a pie juntillas las pendejadas que dijo Doña Pilar. Si se me ocurre decirle a mi mujer, que ella no está para pensar, seguro que sus risas se escucharán muy pero muy lejos. A cuidarse, pues. Un abrazo.
ResponderEliminarLa verdad, Agroteide, que yo también estaba un poco mosca de que ningún varón entrara a decir algo de la inefable Doña Pilar ¿Será que están de acuerdo con ella y quieren seguir siendo el Rey, como en la canción?, pensaba yo Pero ya veo que no, que hay hombres (aunque sean de la A.M.S.) que saben que en la casa y en la calle la mujer y el hombre van codo a codo.
EliminarUn abrazo.
Hola Jane. También me acuerdo lo de la Sección Femenina entre mis compañeras de curso. Por supuesto, mientras nosotros los hombres teníamos Política, creo recordar que ellas tenían Labores que por supuesto lo daba una "miembra" de la Sección Femenina o "habilitada".
ResponderEliminarEn los pueblos no había albergues a los que ir, así que las "buenas costumbres" se le enseñaban a las chicas en Labores. Me acuerdo una vez que la "profesora de la Sección Femenina" estaba enferma y mis compañeras estaban sin profesora, entonces un profesor de Química, D. Cándido Marante (fue compañero tuyo) les enseñó a coser un botón. La cara de algunas eran de asombro y perplejidad, no era normal que un hombre les enseñase a ser buenas mujeres hacendosas.Un beso Jane. Juan
Juan, Cándido Marante no solo fue compañero mío sino también pariente. Su madre (la tía Máxima) y mi abuela fueron hermanas. Cándido es una persona educada en aquel bachillerato de 7 cursos y reválida final (también lo hizo mi madre) en el que no había especialidades sino que todos aprendían de todo. Cándido era capaz de dar una clase de griego y latín a alumnos de bachillerato cuando faltaba el profesor. Así que no me extraña que también supiera coser un botón (oye, lo mío de que no sé coser sino botones ¿será cosa de familia?)..
EliminarCuando se jubiló Eudoxio, otro compañero, Cándido hizo un discurso genial que todavía recuerdo. Comparaba aquella educación que él recibió con un enorme camión con no sé cuantas ruedas, y hablaba después que el sistema fue aligerando cada vez más la "automoción", y la educación paso a ser una furgona, un jeep. un coche grande, un cochecito... Y, al final y al paso que íbamos, han descafeinado tanto la enseñanza y los aprendizajes que la comparación que a él se le ocurría para el futuro era un sidecar. Fue una disertación muy divertida pero también premonitoria y preocupante.
Por lo menos creo que hoy chicos y chicas participan por igual del "sidecar".
Un beso, Juan.
Yo también hice el albergue. Un mes de clausura, no cerca del mar, que nos hubiera dejado ver el horizonte. El mío estaba en la vega lagunera. Creo recordar que se llamaba Cercado del Marqués. Allí la Sección Femenina nos preparaban para ser fieles cumplidoras de nuestro papel de esposas y madres. El primer recuerdo que guardo es cuando puse el bolso en el suelo y la compañera, muy liberal para aquella época se desnudó en pelotas y se paseó ante la mirada atónita de 20 chicas que no sabíamos donde mirar, hasta que nos dio la risa tonta para disimular. Ante el escándalo se cuadró en el dormitorio una mujer vestida con el uniforme de rigor, cuadrada de grande, que nos amenazó con dejarnos sin la 1ª cena. Después de múltiples promesas de buen comportamiento nos permitió ir a última hora. Se hacían actividades deportivas, la típica tabla de gimnasia para la clausura, y canastillas de papel, no sé para qué. Y sobre todo nos instruían sobre la Patria, el Municipio y la familia. A la merienda nos dejaban media hora de asueto, donde iban los sufridos novios a vernos. Entrábamos directamente a la clase de Formación del Espíritu Nacional y veíamos a los novios por la cristalera pasando para vernos. Solución, periódicos en los cristales. Bueno allí me aprendí los 20 puntos fundamentales del Movimiento que luego me salieron en las preguntas de la Oposición.
ResponderEliminarMe quedaban luego un mes que mi madre la pobre tuvo que redimirme con la canastilla de papel y 19 días que aún quedaban me mandaron a pegar sobres campaña de lucha contra el cáncer. Fui 2 días me lloré que no podía estudiar, deber sagrado aquellos días, y con un poco de tráfico de influencia, me dieron la ansiada cartilla imprescindible para ser Maestra.
¿Y qué le pasaría por la cabeza a tu compañera para desnudarse en pelotas sin más ni más, y con el frío que hace por el Cercado del Marqués? Me recuerda a mi nietito que también lo hacía.
EliminarA mí que mujeres hechas y derechas tuviéramos que pasar por castigos, tablas de gimnasia, canastillas y censuras con periódicos me parece tan absurdo como el servicio militar. Menos mal que sacaste algo bueno para la oposición. Yo tuve que estudiar esos puntos para una maría en la carrera que creo que también se llamaba Formación del espíritu Nacional.
Y luego, cuando aprobamos la oposición en el año 78 (ya muerto Franco hacía 3 años), también tuvimos que jurar los dichosos Principios del Movimiento.
Ahora ya ni me acuerdo cuáles eran.
Después de la lectura de tu divertida y rememorativa entrada, querida Jane, y de los muchos comentarios suscitados, más celebro haber cumplido con aquella "obligación social", en cuanto acabé los estudios medios.
ResponderEliminarPor mi habitual talante pragmático y mi máxima de cabecera, "Camino malo, ándalo pronto", me propuse cumplimentar aquel trámite, antes de que acabara el año natural, correspondiente al año Sexto de la Era Bachillerato. Además, en aquel entonces, ni siquiera sabía a qué estudios superiores quería dedicarme y, mucho menos, sabía que, a lo largo de esos estudios, podía zanjar tan engorroso requisito.
Me informé de qué modo podía hacerlo, lejos del ambiente y la acción directa de aquellas dirigentes de faldas negras y camisas azules. Fue oír la palabra "Oficinas" y, sin pensarlo dos veces, ahí solicité hacerlo. Con tan buena suerte, que uno de los organismos oficiales en que se podía cumplimentar aquel asunto, era el I.N.P. (Instituto Nacional de Previsión), lugar de trabajo de mi padre. Pedí, además, realizar el periodo trimestral, en el último del año, con lo que las fechas navideñas me ayudaron a que, en vez de tres meses, sólo fueran dos y medio. Me destinaron a una sección que tenía que ver con la seguridad social de los ciudadanos y, el jefe de la misma, un señor muy serio, pero muy amable y comprensivo, y, a la sazón, responsable ante la Sección Femenina del cumplimiento de mi servicio social, me dejó libertad para elegir las tres o cuatro horas diarias de asistencia, que más me convinieran. Fue un trabajo cómodo y variado, que transcurrió ordenando las fichas de los asociados a la Seguridad Social, pasando por organizar los archivadores y rellenando las cartillas, con los datos correspondientes a cada uno. Como era rápida, si algunos días acababa la labor antes del tiempo estipulado, D. Francisco (que así se llamaba aquel amable caballero) me despedía hasta el día siguiente.
Como dice Dulce, más arriba, allí no hubo ni aleccionamiento, ni adiestramiento, ni vaciado de cerebro, con, por ejemplo, la "Guía de la buena esposa, con las 11 reglas para mantener, a tu marido, feliz"...
Todas esas consignas que, por lo que cuentas, sufrieron ustedes, he venido a descubrirlas en tu entrada, lo cual me lleva a la conclusión de que fui una privilegiada, a la hora de tener que afrontar aquella obligación, y de que, aunque mucho más soso y anodino, mi servicio social fue un "visto y no visto", que me permitió contar con ese certificado, (que aún conservo), por un camino más ligero y de mayor libertad.
Bastantes consignas habíamos tenido que tragar, en el colegio, con la F.E.N. (Formación del Espíritu Nacional), con la profesora que nos la daba, Dña. Crescencia (¡vaya nombrecito!) y con las demás mandangas del "glorioso Movimiento", para tener que seguir aguantándolas, una vez acabado el Bachillerato... Todo eso me dije, cuando me ofrecieron la posibilidad de no volver a tener más Crescencias y, con ello, acabar por la vía más rápida.
Lo dicho: después de conocer la historia de tu servicio social y el de tus compañeras, más privilegiada me siento, por haber resuelto el mío, de aquella manera.
Pero ¿te fijas, Cehachebé, como conseguían oficinistas competentes sin gastarse ni un duro? Así también me salían las cuentas a mí.
EliminarNo, el Servicio Social, como tal no estaba para aleccionar ni nada de eso. Para eso ya estaban los colegios y escuelas, los medios de comunicación, la censura, la iglesia, las familias y el miedo (no se hablaba de política), la Sección Femenina, la educación y su Formación del Espíritu Nacional y otros agentes sociales.
El Servicio Social era una forma de procurarse gente gratis para una infinidad de trabajos: todas las mujeres de España haciendo de oficinistas, bibliotecarias, asistentes sociales (una de mis amigas fue casa por casa solicitando datos a las familias para concederles una vivienda), encuestadoras, enfermeras, profesoras... durante 6 meses. Un chollo a costa del tiempo de las mujeres, por más que el trabajo fuera cómodo y variado.
Yo también lo hice en la casa sindical, yo no recuerdo con detalle pero si se que no lo pasé tan mal, como estudiaba secretariado los trabajos que me asignaban me vinieron bien. no puedo decir mucho mas pues repito que no recuerdo detalles.
ResponderEliminarPasarlo mal, pasarlo mal, no creo que le pasara a ninguna. Pero perder el tiempo en cosas que ni te iban ni te venían... eso sí
EliminarUn beso, Mary Carmen.
¡¡Hola Jane!!
ResponderEliminarTenía pensado hacer un comentario desde el momento que leí el post, pero he tenido una semansa... de pensión completa, ya sabes, y se me unió con este lunes.
No obstante, antes de leerme el de las castañas ¡qué ricas! quiero escribirte aquí los recuerdos que me ha evocado el del albergue.
Para mi fue un mes estupendo, y eso que lo hice al lado de mi casa. Pero estábamos juntas un montón de amigas y por las tardes venían los chicos de la pandilla y lo pasábamos de maravilla. Lo de menos era el "espíritu nacional". Con decirte que por la mañana al izar la bandera cantábamos el "cara al sol" con el brazo en alto sin tener ni idea (yo al menos) de lo que significaba. Cuando más adelante me percaté sentí una vergúenza y un bochorno tremendos.
Las prácticas las hice dando clases de música ¿te lo puedes creer? Yo que no sé nada del tema. Me cogí una colección de discos de música clásica que tenía mi padre, se los ponía en un toca-discos o pick-up, (ya empezaban los anglicismos) y les leía lo que decía en la funda. Ya verás lo que aprendieron... bueno al menos escuchaban música escogida eso sí.
Voy a leer el de esta semana, que me apetece mucho el tema. :))
Con estos días de follón prenavideño y eventos variados, se me atrasan los comentarios. Pero se subsana rápidamente.
EliminarYo no me acuerdo de cantar el "Cara al sol" pero seguro que también nos poníamos a ello con un entusiasmo digno de mejor causa.Qué cosas.
Y lo de dar música, da gracias que no te pusieran a dar "Formación del Espíritu Nacional". Con música, hasta podrías poner de vez en cuando a los Beatles ¿no?
Un abrazo y gracias por tu comentario. Me encantan.
Isa yo era uno de los que les dabamos serentas en la playa de San Marcos, piano incluido ,tocado por el desaparecido pepe floro, director-fundador del grupo chincanayro.
ResponderEliminarEl floclore tradicional fue recuperado por la seccion femenina, El adoctrinamiento falangista ocultó una labor de gran valor etnográfico
La barricada esta en mi casa de las Castras en El Tanque
Besos
¡Tú no me digas que eras uno de aquellos cantores! Había voces preciosas y canciones que oía por primera vez, como esa "Los ejes de mi carreta". Quiero darte las gracias porque fue uno de los recuerdos más bonitos del albergue.
EliminarEstoy de acuerdo con la labor etnográfica de la Sección Femenina. Eso nadie lo puede negar. Fue uno de sus grandes logros el rescatar y resucitar un floklore moribundo.
Un abrazo.
He disfrutado mucho con esta charla tan amena. A mi me tocó el albergue en La Escuela de La Candelaria y por supuesto ocurrieron numerosas anécdotas muy divertidas. Ya fue en el 73 y eran algo más "permisivos". También recuerdo que el Servicio Social consistía en confeccionar nosotras mismas una canastilla pero las estudiantes podíamos comprar la ropita ya hecha y entregarla. . Cuando leí el "Manual de la esposa perfecta" me quedé alucinada. La mayoría de las experiencias de la juventud se recuerdan con cierta nostalgia pero ojalá no vuelvan aquellos sistemas de lavado de cerebro nunca jamas.
ResponderEliminarJajaja, Nélida, me has dejado asombrada con lo de que las estudiantes podían comprar la ropita hecha y entregarla ¿Qué sentido tenía eso? Y el "manual de la esposa perfecta" es para alucinar: eso de estar presentable cuando Él venga, lo de estar a su disposición, lo de no aburrirle con tus cosas que después de todo no son importantes... son como para decir "Oiga, mándese una papa".
EliminarYo creo que la canastilla era para familias necesitadas. En mi época las que teníamos bachillerato (No se si también manga) la comprábamos.Seguramente se supondría que no teníamos mucho tiempo para coser. Jajaja.
ResponderEliminarEn el albergue recuerdo dos anécdotas muy graciosas. Nos enseñaban a cortar la manzana del postre con cuchillo y tenedor y a una de las compañeras, al intentarlo, la fruta salió volando por todo el comedor. Fue una situación muy cómica y "dificil" pues "los mandos" miraban severos e intransigentes y no podíamos reprimir la risa.
Nuestros mandos tampoco tenían mucho sentido del humor, no creas. Me acuerdo cuando fuimos a bañarnos al Caletón de Garachico y fue con nosotros un curita joven que nos daba religión. Nos prohibieron terminantemente acercarnos a él, y se tuvo que bañar solo como si fuera un apestado en otro recodo del caletón donde no lo viéramos en bañador. Oh, qué escándalo, por dios...
EliminarYo creo que por eso mi tía nunca se casó.... porque se leyó el Manual de la Esposa....jajajaja
ResponderEliminarPues no me extrañaría nada, Marta. Lo malo es que de vez en cuando todavía se oyen voces y se sacan libros que defienden lo mismo ¡Señor de la Cañita y Beata del Agua Oxigenada!
EliminarLa otra que recuerdo fue el alboroto que se formó cuando una de las compañeras (Hoy en día es uno de los altos cargos en la Consejería de Educación) no entendió que el bañador que llevábamos en el equipaje era para ponérnoslo cuando nos íbamos a duchar (Las duchas estaban al aire libre) Y ni corta ni perezosa se quita la toalla y se queda como "vino al mundo". Imagínate la que se armó.
ResponderEliminarPues suerte tú, Nélida, que tenías duchas. Las de mi albergue eran para los mandos y nosotras nos duchábamos en las de la playa. Imagínate...
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