Los que vivimos en tierras que no han sido castigadas desde hace muchísimo tiempo por uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, la Guerra, solemos tener el pensamiento de Susanita, la de Mafalda, cuando, después de leer las desgracias mundiales, espeta: "¡Aaaaah!.., ¡Por suerte, el mundo queda tan, tan lejos!...".
Y, sin embargo, he estado estos días en tres países de la antigua Yugoeslavia -Eslovenia, Bosnia Herzegovina y Croacia- y, en todos ellos -tan, tan cerca- he encontrado gentes y visiones que me han hablado de la guerra: casas quemadas o con heridas de metralla, cementerios en medio del campo, iglesias destruidas. Cuando mis hijos empezaban a ir a la Universidad, Julia, una chica de Dubrovnik que entonces tenía su misma edad, vivió un día amargo -el 6 de diciembre del 91- en el que cayeron sobre su ciudad más de 1000 bombas desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche. Mientras nosotros estudiábamos o trabajábamos, viajábamos, hacíamos fiestas con los amigos, vivíamos, ellos estuvieron un año de sus vidas sin luz, sin agua y casi sin comida, viviendo escondidos. En 8 días murieron 8000 personas en Srebrenica, y en las paredes del Museo de la Guerra en Dubrovnik hay cientos de fotos de jóvenes que no volverán a pasear entre sus murallas. "Vivimos 5 años fuera de todo", dice Julia con amargura.
Y no ha sido un hecho aislado. Cuentan que en la cueva de Postojna -un palacio subterráneo de columnas increíbles, hechas de agua y siglos- vivió un dragón que se alimentaba de corderos y doncellas. Hasta que un día, un pastor ingenioso llamado Yako dejó a la puerta la piel de un cordero rellena de cal viva. Cuando el dragón se la zampó y acto seguido bebió agua, explotó y el peligro acabó. Pero quedaron vestigios, una especie de anguilas llamadas "pez humano" (Proteus es su nombre científico) por su piel suave y blanca, que culebrean en el agua recordándonos que son los últimos descendientes de un dragón que no ha desaparecido del todo De la misma forma, la historia de estos países balcánicos siempre ha estado llena de episodios peligrosos que han dejado su huella en las ciudades y en el carácter de sus gentes.
Cuando el león alado veneciano que adorna muchas de las puertas de las ciudades croatas lleva un libro cerrado en lugar de abierto, significa que la anexión de esa ciudad se hizo a la fuerza. Por allí pasaron los ilirios, los celtas, los griegos, los romanos, los eslavos, los bizantinos, los venecianos, los franceses, los austrohúngaros..., dejando edificios, estatuas, murallas, fuentes, formas distintas de adorar a Dios, inventos con los que el hombre ha ido caminando hacia delante (en estas tierras se ha encontrado la rueda más antigua), lenguajes con hermosas palabras tomadas en préstamos de distintos pueblos... Pero también una estela de violencia y dominación que todavía se hace sentir cuando te encuentras con picotas, cárceles, cañones, fortalezas, muros defensivos. O también, de enfrentamiento soterrado cuando ves en Bosnia que los campanarios de las iglesias y los minaretes de las mezquitas pugnan por ser el más alto; o cuando el guía te dice que no hagas fotos en las fronteras.
A pesar de todo, los habitantes de estas tierras se saben afortunados porque es un país bendecido por la belleza. Iván, un croata, alto y anguloso como un guerrero antiguo, que conocimos en Plitvice -ese lugar mágico en donde lagos, cascadas y manantiales limpios en medio de bosques trenzan una música de agua- nos contaba que una vez una reina negra quiso recompensar a los campesinos que trabajaban laboriosamente estas tierras. Pero ellos no quisieron ni tesoros ni dinero. Solo pidieron agua, porque quien tiene agua, decían, lo tiene todo. Y ese fue el maravilloso regalo concedido a esta tierra con la condición de que lo cuidaran.
El agua es el horizonte allí. Hay lagos preciosos, como el de Bled con su islita al centro; hay ríos cantando una melodía eterna en medio de ciudades como Ljubljana; y el mar -de un azul imposible- rodea los pueblos, abraza las más de 1200 islas, casi acaricia las costas como un amante cariñoso. No se ve aquí la furia de nuestro Atlántico, como si el mar quisiera compensar con esta agua pacífica y transparente la ira vivida en lo que alguna vez se ha llamado "el avispero de los Balcanes". En todas las ciudades hay fuentes, generosas, de agua potable; e incluso en el puerto de Zadar hay un órgano marino, por cuyos agujeros se puede oír la sinfonía que el Adriático brinda. No es de extrañar entonces que el emperador Diocleciano, que nació allí en el 245 d.C., se hiciera construir para su jubilación un palacio -mitad residencia, mitad campamento- frente al mar de Split, hoy una ciudad pesquera y llena de vida, rodeada de retamas amarillas (eso significa su nombre, "retama"). Nada mejor para el reposo de un guerrero.
Las gentes de este país no han olvidado el pasado, pero afrontan el futuro con la misma calma que parece transmitir la "Mujer con gaviota" que hay en el Lungomare de Opatija (imagen inicial). Las puertas de las casas croatas se adornan con laurel para dar la bienvenida, y da suerte tocarle el dedo gordo del pie (ya dorado de tanto sobe) a la gigantesca estatua del obispo Gregorio de Nin en Split. Sus himnos hablan de paz y amor -en Eslovenia- o de la "bella y querida libertad" -en Dubrovnik-. Y, sobre todo, les salva el sentido del humor. El dragón de bronce que guarda en Ljubljana el Puente de los Dragones (llamado también "de las suegras") moverá la cola cuando pase por él una joven virgen. Hasta ahora no lo ha hecho, pero nunca se sabe, nos dijo riéndose Bárbara, una chica eslovena que piensa que su tierra es la más bonita del mundo.
Y, mientras hablamos con ella (y nos cuenta también que a los panaderos que engañaban en el peso del pan los metían en unas jaulas y los sumergían tres veces durante un minuto en las aguas heladas del río Ljubljanica, con lo que no se morían pero se les quitaban para siempre las ganas de robar), en las campanas suena el "Himno a la Alegría", acompañando a nuestras risas. Al fin y al cabo, y pese a los tiranos, esta es una tierra amable. Es decir, una tierra que se puede amar.
(Cascadas en el Parque Nacional de Plitvice)
(Dedo, generador de suerte, de la estatua de Gregorio de Nin)
(Palacio de Diocleciano en Split)
(Lago de Bled desde el Castillo, en Eslovenia)
(Diciendo adiós a la isla de Korcula, en Croacia)
Es terrible lo que se sufre por culpa de las guerras, sobretodo los civiles que como siempre no tienen culpa de las decisiones que toman otros, pero se comen todo el marrón. ¡Qué triste existencia la de la población sufriendo tantas penalidades!.
ResponderEliminarParece un viaje precioso. No conozco esa zona y me gustaría mucho pasar unos días por ahí. Las leyendas de cada lugar encierran un halo especial, y las que nos comentas en tu bonita entrada son entrañables por ingenuas. Me gustan mucho.
Gracias, Flor. Han sido 10 días intensos. También fuimos por Italia (Trieste, Venecia...), pero esa es otra historia.
EliminarJulia, la chica de Dubrovnik, nos decía que en todas las guerras siempre pierde la gente. Por eso hay que luchar para que las decisiones partan de la gente. Es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos.
Y ánimo con el viajito. A mí me ha encantado.
Un abrazo.
Bonito y muy instructivo este relato tuyo por tierras del antiguo dominio comunista.Felicidades Isabel.
ResponderEliminarCada vez que repaso la actualidad política de este país,en cuanto a nacionalismos se refiere;me viene a la cabeza ese ejemplo yugoslavo.
Un país que bajo la batuta de Tito,fué un remanso de paz y de convivencias culturales y religiosas.Y una vez abierto al mundo,se convirtió en un caos.
Buen día amiga.buen día y feliz semana para todos-as.Cs
No sé, Francisco, si realmente fue un remanso de paz. Nuestro guía, Juan Carlos, nos decía que siempre ha habido "krajina"=frontera: fronteras entre etnias, religiones, idiomas e ideologías distintas. Y no hay que olvidar la férrea censura ejercida por Tito, que obligó a muchos croatas a marchar al exilio y llevó a otros a la cárcel. Tito fue nombrado jefe único en 1945 y hasta el 89 no hay pluripartidismo en Croacia.
EliminarBuen día, Francisco, y gracias por tu comentario.
Maravillosa ruta y leyenda : el pez humano, reminiscencia del terrible dragón. ..Saludos.
ResponderEliminarEstos países tan antiguos están llenos de leyendas, tradiciones y costumbres. En la pequeña islita que está en el lago Bled hay una ermita a la que se sube por 99 escalones. Pues fíjate, el novio que se casa allí tiene que subir a la novia en brazos si quiere tener suerte en el matrimonio. Que ya me dirás que no es como para replantearse la iglesia, sobre todo si la novia no es un peso pluma. Y como esa hay mil costumbres de lo más curiosas.
EliminarEl dragón es el animal simbólico de Ljubljana. Me da que por allí vivieron...
Buenas tardes Jane: me alegro porque tu ausencia ha sido motivada por un maravilloso viaje, pensaba que o bien estabas enferma o habías dejado de contarnos tus impresiones, me alegro enormemente haberme equivocado en las dos suposiciones.
ResponderEliminarComo siempre estupenda tu lección de Historia que nos anima a hacernos preguntas y a pensar. Un saludo cariñoso.
Gracias por echarme de menos, Rosa María. Yo también tenía mono, no creas. Incluso se me hace raro eso de publicar en jueves, en lugar de en lunes. A cambio dejaré este post puesto unos días más hasta el lunes 8 y luego sigo con la rutina.
EliminarMe llevé al viaje el Ipad a ver si podía subir algo, pero era imposible, primero porque en un viaje el tiempo se te va en mirar alrededor (ni siquiera pude leer cada noche como hago aquí. Caía agotada) Y segundo, porque las condiciones para tener wifi eran malísimas. Incluso un día dejó de haber Internet en todo el sur de Croacia (y no se cayó el mundo abajo ni nada de eso). Así que me relajé y disfruté, apuntando como una loca todo lo que me decían o veía. Lo pasé muy bien y aprendí mucho.
Un abrazo.
Poco más podría añadir si quisiera hacer un resumen del viaje. Viví la angustia de una compañera croata que me contaba cómo lo vivía cuando iba a visitar a su familia en tiempo de guerra y tener que venirse sin saber lo que les podría pasar. Pero por suerte su familia no vivía en la peor parte. Ahora que pasamos por esos sitios lo entendí mejor.
ResponderEliminarDe cualquier forma, gracias a la capacidad de superación del ser humano, seguimos adelante.
Comentaba allí con alguien que no sé cómo reaccionaría yo viviendo una situación de guerra con niños, bombas, pérdidas de seres queridos, destrozos de hogares y de obras de arte...
Una vez comentada la guerra, hablemos de otra cosa.
Cuando recuerde el viaje pensaré en los paisajes, las tonalidades de las aguas, los lagos, las cascadas, los verdes, las islas que veíamos, algunos lugares pintorescos e inesperados como el paseo de Opatija, las calles de Dubrovnik, las murallas, las cuevas y galerías de Postojna, las diferentes ruinas, castillos e iglesias, anécdotas y las personas del grupo.
Ha sido un viaje estupendo entre otras cosas por la buena compañía. Y mira que no es el tipo de viaje que más me gusta porque prefiero ir más despacio y quedarme más tiempo en cada sitio. Pero es verdad que traemos en la memoria flashes de rincones prodigiosos en los que a veces te quedabas muda pensando que era de las cosas más bonitas que habías visto en tu vida.
EliminarY desde luego, conocer así en vivo las circunstancias por las que un pueblo pasa es siempre enriquecedor. Como nos dijo Juan Carlos, el guía, quien no viaja solo pasa las primeras páginas del libro de la vida. Habrá que hacerle caso y seguir descubriendo nuevos paisajes y nuevas gentes.
Un beso y gracias por todo lo compartido.
No se si decirte que vaya unas vacaciones que te pasaste o decir: madre mia de mi alma o decir qué bien escribe esta locoide de Isa
ResponderEliminarBesos
Lo primero está muy bien (y es la verdad de la vida). No hay nada como perder de vista por un tiempo el horizonte normal de todos los días y encontrarte con otro. Pero eso lo sabes tú mejor que yo.
EliminarUn besote grande. Y a ver si en una de estas nos encontramos por esos mundos.
Precioso relato, Isabel. Estuve hace dos años por allí y comparto y corroboro todo lo que dices!!!! Es una zona preciosa y muy interesante!!! Besos!!!
ResponderEliminarEso me pareció, Concha Elena. Tan llena de historia, de leyendas, de paisajes impresionantes, de gentes curiosas... La guía de Ljubljana nos dijo que en su ciudad, que es más o menos como La Laguna, hay 7 orquestas y una Universidad con 55.000 estudiantes. Ves inquietud y mucha vida cultural. Volvería sin dudarlo a ver todo con más calma.
EliminarBesos.
Hola Jane. Me acuerdo cuando decían que Yugoslavia era un país comunista en el que las distintas nacionalidades vivían en armonía, hasta que llegaron los americanos, alemanes,.... y convirtieron ese hermoso país en un infierno en la Tierra.Interesaba dar un escarmiento a aquellos que hablaban de solidaridad entre pueblos. Y lo lograron.... Todas las guerras son crueles, pero cuando es entre vecinos y familiares se convierte en un horror. Los occidentales miramos para otro lado y luego fuimos a dar lecciones de ética...Vergüenza es lo que debería dar, pero creo que nunca nadie lo va a reconocer. Espero que dentro de algunos años, cuando desaparezcan los que han tienen memoria, los pueblos vuelvan a vivir en Paz, en esos hermosos países. Habrá que tener Esperanza y Fe. Un beso Jane. Juan
ResponderEliminarEs una tarea complicada, Juan, el estudiar las causas de una guerra, y sobre todo de una guerra como esta, entre personas que se consideraban del mismo país. A lo largo del viaje, lo común era echar la culpa a Milosevic ya su idea de una Gran Serbia. No a los serbios, decían, contándonos además que muchos de los croatas y eslovenos tenían grandes amigos o parientes serbios, sino a la ambición de los políticos. "Fue una guerra defensiva", decían.
EliminarHe estado leyendo sobre esto y la cosa no es tan sencilla, pero sí es verdad que se encontraron olvidados de todos y que mirábamos hacia otro lado, porque no nos pasaba a nosotros. Igual que pasó en nuestra guerra civil con muchos países que deberían haber intervenido.
En lo que creo que todos estamos de acuerdo es que son cosas que nunca deberían repetirse y que en las guerras pierden las personas.
Un beso, Juan.
Soy poco original, como dice Chari, pero como siempre me ha encantado tu post, la descripción de los paisajes, la historia, las leyendas, la capacidad de su gente para seguir adelante después de tantas atrocidades......muy, muy interesante todo, felicidades.
ResponderEliminarA mí, Úrsula, me llamó la atención el escenario de algunas ciudades. Me recordó a Sildavia, el país inventado en "El cetro de Ottokar" de Tintín. Con sus campesinos, sus palacios, sus tradiciones... ¿Sabes que cuando sopla el viento del sur los gobernantes no tomaban decisiones? (En la Palma llaman "ventolina" a una medio locura ("le dio la ventolina y se fue...") y he visto estudios en los que hablan de la influencia del viento en el comportamiento de las personas). En "El cetro de Ottokar", el rey no podía gobernar sin el cetro (que ya me dirás tú para qué le serviría), o sea que, si se lo robaban (cosa que hacen), ya no podría ser rey. Por eso digo que me lo recordó.
EliminarGracias por tus palabras y por estar siempre ahí. Un besote.
Magnífico relato. El país que hemos visitado goza de una naturaleza privilegiada. Bosques de verdes intensos, la cercanía del mar, a veces muy azul, otras verde esmeralda, y la gran cantidad de islas e islotes cercanos nos enseñan un paisaje repleto de color. No es de extrañar que a lo largo de los tiempos haya sido lugar donde muchos pueblos hayan ambicionado establecerse en esas tierras llenas de recursos naturales. Esto contribuyó a que dejaron una buena muestra de su paso.
ResponderEliminarPersonalmente el relato de la guía de Dubrovnik me emocionó al oír la guerra vivida en su niñez. Para mí cercana en el recuerdo. En el aeropuerto de Viena en julio del 91 vimos como unos muchachos corrían desesperados a coger un vuelo con una simple bolsa de deporte. Ante el revuelo que se formó preguntamos y nos informaron que eran chicos que trabajaban en Austria y volvían a su país. Esto hizo que me interesara por la evolución de este conflicto. En Tenerife, concretamente en Garachico, el Gobierno de Canarias alojó familias de refugiados durante un tiempo. La mayoría regresaron a su país cuando pudieron. Al ver las casas abandonadas pensé en tanta gente que salió y quizás no volvieron.
No sabía lo de Garachico, Carmen Delia, y es una noticia interesante que demuestra que, a pesar de que se quejan de la indiferencia europea, por lo menos hubo detalles que indican que no fue tanta y que hubo gente que se preocupó.
EliminarTengo amigos que estuvieron en Italia por aquel entonces también y me han contado como vivieron sobre todo lo de las gentes que huían y llegaban a Italia. Algo así como lo que se está viviendo ahora en toda Europa con los éxodos de países castigados por la guerra, como Siria.
A mí me sorprendió lo de las casas abandonadas que ahora podían tener hasta tres dueños todos con papeles legales. Las consecuencias de una guerra a veces son más terribles que la guerra en sí.
Fue un placer compartir contigo tanto. Un abrazo.
ISA,maravilloso tu relato, me ha encantado....comparto todo lo que dices...se lo mandaré a los que tenga el correo de los que lo disfrutamos.
ResponderEliminarUna de las cosas buenas del viaje fue sobre todo la compañía. Admirar algo juntos y compartir experiencias forma parte del placer de viajar.
EliminarGracias por todo y gracias por mandarlo a otros.Un abrazo.
Hola. unas fotos fabulosas de tu estancia en tierras croatas... Acabo de llegar a tu blog gracias a otras compañeras. Me gusta mucho la variedad de temas que tratas. En este momento he creado un blog dedicado a los jóvenes y al uso que hacen de las nuevas tecnologías. Te invito a visitarlo: http://cativodixital.blogspot.com.es/ Si quieres seguimos en contacto. Yo ya me hice seguidora de tu blog.
ResponderEliminar¡Qué casualidad, Marta! Me hicieron una entrevista hace muy poco casi sobre el mismo tema. Ah, no, era sobre "los mayores y las nuevas tecnologías". Pero casi es lo mismo ¿no? :-))
EliminarYa he visitado tu blog y te sigo.
Un abrazo..
Querida Isabel, ¿cómo no disfrutar con el relato de tu viaje?
ResponderEliminarSiempre recuerdo que el verano del 92, mientras en España se vivían los fastos del quinto centenario, los juegos olímpicos de Barcelona y la expo de Sevilla, los telediarios también nos traían las imágenes de esa guerra de la que aún quedan heridas que tu pudiste contemplar ...
Esas imágenes de presos esqueléticos a mi me parecían del holocausto, eran increíbles pero verdaderas ¡qué desastre a finales del siglo XX!. Sin embargo aún me impactaron más las imágenes de las madres llorando al dejar a sus hijos en autobuses (guaguas) que los llevarían a otros países para protegerlos de la masacre... Tengo muy presente como nos mirábamos, casi sin poder hablar, mi madre y yo sentadas en nuestra casa de La Palma cuando veíamos la televisión... Por entonces empezó a rondarme la idea de adoptar a uno de esos niños que probablemente se quedarían huérfanos. Creía que así podría al menos cerrar un átomo de la gran herida del dolor del mundo.
No me fue necesario viajar a Yugoslavia ni a Bosnia para adoptar. A pocos kilómetros de casa había niños mal heridos sin haber vivido ninguna guerra... Al menos uno de ellos y yo somos ahora una familia, una moderna familia monoparental, ¡viva la diversidad!, y ambos miramos al futuro con la paz de esa "Mujer con gaviota" que hay en el Lungomare ...
Gracias, Isabel, por tu bello relato y felicidades, como siempre, por la magnífica redacción.
¡Qué grande la capacidad del ser humano para recuperarse del dolor y volver a reconocer la belleza!
Me ha gustado mucho tu comentario, Ana Nelly. En todas las guerras hay escenas llenas del horror y de la miseria humana. Pero sin duda las más patéticas y las que más nos llegan al alma son las de los niños. Niños que no han tenido una infancia, que juegan entre bombas, que se quedan sin padres, que tienen una mirada de incomprensión total hacia la realidad. En la película "La vida es bella" lo que hace el padre por el niño es tratar de salvarlo de todo ese espanto; y el niño al final, ya adulto, lo comprende y lo admira.
EliminarVa toda mi admiración a las personas como tú, que no solo sienten el drama humano sino que también se implican y hacen algo tan tremendo como adoptar un niño y hacerle sentir lo que es tener una madre que lo quiere. Afortunados ambos.
Un abrazo grande.
Siempre interesante y con mucha sensibilidad tus escritos, Isa. Bellísimas estas tierras pero también situadas en un lugar tan estratégico, sobre todo en la antiguedad pues eran paso obligado en el comercio entre Europa y Asia, que creo que no solo esta mezcla de etnias y religiones han traido tantos conflictos sino que también debe haber "ciertos intereses".Un abrazo. Marianela
ResponderEliminar¡Qué buen viajito elegiste para este verano, Marianela! Una tierra plena y viva, hecha para disfrutar de la luz y del agua, que no merece haber pasado por tantas penalidades. Pero así somos los humanos. Y tienes razón, detrás de tanta guerra y de tanto odio inducido está la economía, como siempre.
EliminarDisfrútala ahora que está en paz, brindando tanta belleza a los que la visitan.
Un abrazo.