Cuando nos ponemos a hablar, en las sobremesas familiares, de política (no es muy a menudo, por si acaso terminamos peleándonos como en el Congreso), mi hermana y mi marido coinciden en decir que habría que establecer una carrera especial para los políticos. Todos los que quisieran gobernarnos tendrían que pasarse 5 o 6 años estudiando, como posesos, derecho, economía, política, oratoria, relaciones internacionales, psicología, 3 o 4 idiomas... Y, sobre todo, Ética, esa Ética que tendría que ser la asignatura más importante y que han quitado ahora hasta del bachillerato, no vaya a ser que las nuevas generaciones se den cuenta de que brilla por su ausencia en muchas de las actuaciones de los que nos dirigen. Mi hermana hasta propone pruebas prácticas: dejar un billetito por aquí, una cartera por allá... y ponerse a mirar por un agujerito a ver si se los llevan, lo cual sería motivo, aunque sólo fuese una vez, de un suspenso automático por siempre jamás.
No creo que anden desencaminados en su propuesta. Después de todo, conectan con un ilustre precedente que pensaba más o menos lo mismo: Platón. Para él, los males de este mundo no acabarían hasta que los gobernantes fueran sabios y justos, para lo cual tendrían que estudiar años y años (él hablaba de unos 20 entre teoría y práctica) sobre la mejor manera de gobernar un país y de conocer a sus semejantes.
A nosotros ese idealismo platónico nos dura un ratito, pero los chupitos de la sobremesa no son lo bastante fuertes para mantenernos en el Mundo de las Ideas y, poco a poco, descendemos a la cruda realidad. Y en esta, acabamos hablando de que todo el mundo roba, de que el que más el que menos defrauda a Hacienda, de que vivimos en un país de pícaros y chorizos en el que la honradez está pasada de moda y en el que la corrupción es la moneda normal. A mí antes me nombraban Panamá y lo asociaba a un canal que une océanos, a jipijapas y a una novela de John Le Carré ("El sastre de Panamá"). Y mira por dónde, por allí ha pasado todo el mundo a esconder su dinero y yo sin enterarme.
Y si descendemos de los ricos a los pobres, mi cuñado cuenta el asombro de las señoras de la limpieza del hospital donde trabaja cuando desaparecen al momento los rollos de papel higiénico que dejan en los baños públicos. Y yo hablo de aquella vez que le desapareció la pluma Montblanc a una compañera en la sala de profesores de mi Instituto, en un momento en que salió a atender a un padre. Y otro compañero todavía llora la desaparición de su paraguas recién estrenado, que también voló del paragüero común ¿Tendremos un gen ladrón que nos asemeja a las urracas? ¿No hay remedio a tanta indecencia?
Pero luego, mi hermana dice que hace un par de meses alguien se dejó dos anillos de oro con un diseño muy bonito en el lavabo de su trabajo. Por allí pasan unas 30 personas, más las señoras de la limpieza. Y los dos anillos, como el dinosaurio de Monterroso, ¡todavía están allí!
Yo no sé ustedes, pero a mí esos dos anillos, abandonados a su suerte en un lavabo público, sin despertar los bajos instintos de nadie, me sugieren que otra España, más limpia, es posible. Ya saben que soy una optimista.
Si encima de todo lo que nos han quitado ya perdemos también nuestra capacidad de creer que otro mundo sería posible... mal estaríamos amiga. ¡Viva el optimismo!
ResponderEliminarQue viva, Luisa. Me gustó un artículo de hace unos 4 años que publicó Vicente Verdú y que se llamaba "La cultura de la buena gente". Él oponía a la "ola del mal", a la sensación de que todo está al borde del abismo, el "tejido del punto de cruz", el que puntada a puntada va componiendo un "brote del bien": talleres de reparaciones (frente a la obsolescencia programada), talleres de teatro en donde apenas cobran los actores ni pagan los espectadores pero en los que, juntos, pasan un buen rato; lugares de trabajo polivalentes en donde se intercambian ideas y se inventa; pequeñas y exquísitas editoriales; avances biogenéticos que alargan vidas; y en resumidas cuentas, con la colaboración de muchos, se va creando poco a poco, un mundo de gentes para las gentes, una cultura de la buena gente.
EliminarDesde ese artículo me he ido fijando en más ejemplos que nos permiten ser optimistas ¿Por qué no? Después de todo en la caja de Pandora desde la que se derramaron los males por el mundo, quedó, como consuelo, la capacidad de olvidar y el pájaro verde de la esperanza.
¿No os habéis encontrado nunca un candado en la caja metálica que protege el papel higiénico en algunos lugares públicos? Ese candado lo simboliza todo jajaja. Intento ser optimista, pero qué difícil es a veces.
ResponderEliminarNo lo he visto nunca, Dorotea. Pero en el viaje que hicimos a Suecia en septiembre, nos llamaron la atención los wáteres de los parques, unas cabinas escrupulosamente limpias, con su papel higiénico, por supuesto, y una hojita en la pared donde apuntaban las sucesivas revisiones. Fíjate que hasta les hicimos fotos y todo, de lo asombrados que nos quedamos.
EliminarAsí que la clave es la educación, desde la familia y la escuela, para que a un niño no se le ocurra tirar nada al suelo, ni romper, descuidar o llevarse lo que es de todos. Ojalá lo consigamos. Si lo han hecho otros países ¿por qué aquí no?
Sin duda! (lo de la educación) La hoja de revisiones lo he visto también aquí, pero dudo que en Suecia se ve lo de los candados.
EliminarMás bien, no. Siempre me ha admirado, además, que por esos mundos las casas no tengan altos muros ni rejas asesinas y presenten en cambio grandes ventanales hacia la calle. ¡Lo que es la civilización ¿verdad?!
EliminarTu hermana y tu marido, perdona que te tutee, tiene razón pero en sus peticiones de preparación para que los individuos "gestionen la vida pública" pero, no estaba yo en esa sobremesa, que soy conocido por ser "disentidor oficial" en reuniones familiares; porque de haber asistido a la misma hubiese introducido un nuevo factor: "la preparación que deben tener los ciudadanos para votar una u otra propuesta". Y ahí dejo esto para la meditación hasta las nuevas elecciones. Dos anillos no son botín suficiente para arriesgarse a una sanción. El que roba lo hace a lo grande, para poder defenderse a lo grande. Al de los dos anillos le caería una sanción superior que al de los millones de €uros. (Confirmado por la prensa). Un saludo y hasta la próxima, a ver si me recargo de ese optimismo que proclaman.
ResponderEliminarBueno, ese factor no se trató porque hablábamos de educar a los políticos y de que, igual que para cualquier cargo se exigen unos condicionantes, que para ellos fuera igual. Es inadmisible que un presidente del gobierno o un ministro o un gobernador o un alcalde tenga las carencias que hemos observado a muchos de ellos.
EliminarPero qué duda cabe que todos tenemos que ser educados también en una cultura política. Que sepamos ética, que sepamos qué es ser ciudadanos, que distingamos entre opciones, que sepamos lógica para que detectemos las falacias del lenguaje... Pero por lo que se ve, a estos políticos por lo menos no les interesa eso y en los planes de estudio quitan o recortan las asignaturas que podrían acercarse a eso: la Educación para la ciudadanía, la Ética y la Filosofía. Es mejor que nadie piense.
A pesar de esto, yo (erre que erre) sigo siendo optimista. En mis años jóvenes casi ni nos enterábamos de nada bajo el manto de la censura. Hoy hasta mis nietos adolescentes saben mucho más de lo que pasa en el mundo. Y esperemos que nunca haya vuelta atrás.
Muy bueno!!..me ha salido una sonrisa y podría contar casos...pero ¿a quién más o menos ,no le han birlado algo en tus propias narices?.
ResponderEliminarEn eso tienes razón, Esther. Hasta me acuerdo del caso de una monjita que fue al Banco a recoger un dinero para el convento y se lo birlaron. La pobre se cogió una sofoquina pero luego soltó una carcajada porque el sobre abultado que le habían robado no era el del dinero sino uno donde llevaba un par de compresas. También es bueno que los ladrones se lleven un chasco alguna vez. :-D
EliminarQué bueno,Isa. En fin,entre toda esta maraña de corrupción parece que hay gente honrada.Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Begoña, menos mal. Y también gente que hace bien su trabajo, que deshace entuertos y arregla estropicios. Por ellos, podemos estar hasta sin gobierno unos meses (espero que no vaya a más la cosa) y el país funciona más o menos.
EliminarUn abrazo.
A mí el otro día me robaron la cartera y un señor que la encontró me llamó para devolvérmela.
ResponderEliminarEn contraposición, recuerdo como la gente se llevaba a casa las macetas del PUente de las Flores en Valencia. QUé miserable.
Besos, Isabel.
Nosotros una vez a la vuelta de una cena encontramos una maleta en el arcén de la carretera. La recogió un amigo y llamamos a la dueña. Era de una chica que hacía catering y se la habían robado después de cobrar una boda, la pobre. Y por supuesto allí no había dinero. Eso es lo malo, devolver carteras pero sin el dinero que llevas. Aunque yo me conformo con que aparezcan carnets y papeles.
EliminarTambién aquí pasó con las flores de Pascua que ponían en Navidad al principio. Ahora parece que pasa menos. Tal vez, si les gustan las flores, se empiecen a dar cuenta de que de ese modo las disfrutamos todos (otra vez la optimista).
Besos, Celia.
De acuerdo en todo. Esos anillos deben ser mágicos.
ResponderEliminarY tan Mágicos... Buena la reflexión.. como siempre!
EliminarBueno, tanto como magia no creo que tengan. Pero también me extraña que sigan allí ¿Por qué se roba? ¿Por necesidad? ¿Por envidia? ¿Porque nunca se educó a quien roba en que hay que respetar el derecho de propiedad? Tal vez, en este caso, es porque la gente que trabaja con mi hermana se conoce toda y ¿para qué ibas a robar una cosa que no te podrás poner nunca?
EliminarYo también creo en esa España honrada y leal. A mí me enseñaron a respetar lo ajeno y así he hecho durante toda mi vida... Tengo varias anécdotas sobre esta facultad que me transmitió mi padre con mucha rigidez. Sólo te contaré dos, mis dos anillos más complicados de devolver.
ResponderEliminarLa primera, durante unas vacaciones que encontramos una cartera en una cabina telefónica y el dueño de la misma después de contactar con él, fue a nuestro hotel a recogerla con un bonito ramos de flores, unos bombones y una botella de champán de alta gama... Lo mejor, su cara de alivio al recuperar sus documentos y sus objetos personales.
La segunda, nada que ver. Fue un maletín repleto de dinero y algunos cheques (1.300.000 pesetas) que encontré en el ascensor de mi casa. También batallé y por fin una pista me alumbró. Era de un vecino que llevaba la gestión de numerosas comunidades. Me dio las gracias y adiós.
En ambos casos me basta la lección de ética que di a mi hija. Parece que algunos políticos no han tenido esa suerte. A veces el ejemplo es la mejor enseñanza.
¡Qué razón tienes, Cande! Me recordaste a mi madre una vez que se encontró un reloj de oro. Nunca encontró a quien lo perdió pero puso hasta anuncios y miraba siempre el periódico a ver si alguien lo reclamaba. Nunca quiso que nos lo pusiéramos siquiera. Fue un ejemplo de rectitud y honradez, igual que el tuyo hacia tu hija.
EliminarOye ¡y qué rasqueta el vecino! Podía por lo menos hacerte un regalo ¿no? O, aunque sea, invitarte a cenar...
¡Qué maravilla, Isa! Hoy me ha llegado una gran luz de esperanza y optimismo, porque frente a esta sociedad que nos muestra a tantos chorizos (que los hay), hay mucha gente buena. Tenemos nietos, Isa, y hay que inculcarles nuestros valores. El otro día les contaba que, cuando yo tenía 7 añitos, robé un dedal pequeñito y mi madre me lo mandó a devolver y tuve que ir sola a la costurera a la que se lo quité, que además vivía muy lejos (aparte de la vergüenza que pasé). Nunca cogí nada más.
ResponderEliminarHay mucha gente buena. Gracias a tu hermana por esos anillos que merecen un gran aplauso. Y a tanta gente que devuelve o no coge lo que no debe.
Me encantó, Nievitas, la actitud de tu madre. Puedo imaginarla perfectamente, asustada también por mandar a una niña lejos, pero convencida de estar haciendo lo que hay que hacer. A veces, no es nada fácil ser madre.
EliminarPero más me encantó el que se lo contaras a tus nietos y compartieras con ellos un momento que te enseñó mucho sobre la decencia.
Siempre te he conocido decente y honesta. Tú formas parte de esa gente buena que hace que nuestro mundo sea mejor.
Un abrazo grande.
Me encantó ... a mi me devolvieron un anillo antiguo de oro que me regaló mi madre un conserje del Casino de Sta Cruz...
ResponderEliminar¿Ves como hay muy buena gente? A otra amiga se le quedó un broche de plata del pelo en un lavabo de la Universidad y la señora de la limpieza se lo dio al conserje. Cuando mi amiga localizó al conserje (todo cosa de un día), éste se lo había regalado a una chica. Le costó Dios y ayuda que se lo devolvieran, pero, al final y rezongando, se lo devolvió. Así que hay conserjes y conserjes.
EliminarMe imagino el alegrón, Laly.
Pues yo soy optimista! Tengo necesidad de creer que el mundo puede ser mejor. Un abrazo.
ResponderEliminarDi que sí, América. Digamos adiós a los aguafiestas (como leí una vez, hay uno en cada familia, bar, campo de fútbol o parroquia, todos con el lema "Esto va a acabar mal") y relativicemos las noticias catastróficas, que los datos refutan: en el mundo actual hay menos guerras, menos pobres y menos analfabetismo. Un psicólogo de la universidad de Harvard publicó "Los ángeles que llevamos dentro", un libro de 700 páginas en el que intenta demostrar con abundancia de gráficas y estadísticas que estamos en una época mucho menos peligrosa que los sesenta, setenta u ochenta.
EliminarDickens empezó "Historia de dos ciudades" diciendo "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad, la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". Y aunque hablaba de las vísperas de la Revolución francesa,
¿por qué me parece que también habla de ahora?
Otro abrazo para ti.
¡Que bonito me escribes, Isabel! Gracias
EliminarA pesar de todo lo que se ve, se oye, se lee.....¿un mundo mejor? Por supuesto que sí, optimista siempre. Un abrazo, amiga
ResponderEliminarY es que, Úrsula, hay tantas cosas buenas que salen gratis o casi... Un paseo temprano, viendo el mundo despertar, una tortilla de papas tomada en la playa después de un baño fabuloso, un concierto en una plaza pública, una buena charla entre amigos, encontrar (como me pasó hoy en una tienda) una película de esas antiguas que pienso ver esta misma noche...
EliminarClaro que hay cosas malas. Pero amar la vida y detenerse en los detalles es una manera de hacer mejor nuestro mundo.
Un abrazo, mi amiga.
Querida colega bloguera... esos anillos deben ser un gancho para algún tipo de estudio sociológico... en algún sitio está la cámara grabando a ver qué ocurre... en mi caso me sorprenden los agujeros que quedan en Navidades en los parques públicos donde los afanosos jardineros del ayuntamiento se esmeran en plantar los pascueros -o ciclámenes que cada vez están más de moda- y a los pocos días la gente se los va agenciando para sus casas porque sí, porque ellos lo valen, y porque el ayuntamiento tiene más dinero que ellos ¡¡que son todos unos chorizos!! (a poner excusas tampoco nos gana nadie en España)... ;) En cuanto a lo de los políticos no entro a opinar que me caliento y no me apetece hacerme mala sangre y volver a los típicos tópicos que nos tienen a todos más que aburridos!! <3
ResponderEliminarEs verdad, Ana, que a la hora de buscarse excusas para mangar todo el mundo las encuentra. Empezando por el "todo el mundo lo hace" -argumento falaz donde los haya- hasta el "si los políticos se forran con nuestro dinero ¿por qué no podemos hacerlo nosotros también?". Y así, se roba en el Corte Inglés y en Zara porque los dueños ya son muy ricos, se hacen trampas en Hacienda si se puede, y, si encuentras una cartera, te la quedas como si fuera un regalo del cielo,
EliminarCuando Nietzsche en el siglo XIX proclamaba la muerte de los valores seguro que estaba pensando en algo así. Honradez, decencia, justicia, solidaridad... ¿dónde están?
Como sabes que soy optimista, espero que pervivan en unas cuantas personas (las que no se llevan los anillos del lavabo). Ellas son nuestra esperanza.
Un abrazo.
Gracia ISA por esas cosas tan bonitas que escribes. Yo dejé un anillo en el baño del Hotel Mencey y a los cinco minutos ya no estaba. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Y eso que era en el Hotel Mencey, Fermina! Si llega a ser en la Fonda Bartolo, igual dura más. Pensamos que la gente con dinero se corta más a la hora de no distinguir entre lo tuyo y lo mío, pero vemos que no (a lo mejor por eso son ricos).
EliminarUn abrazo y muchas gracias por estar ahí.
Gracias, Isabel, por este toque de aire fresco...
ResponderEliminarGracias a ti, Elvira. También es refrescante tenerte ahí. Un beso.
EliminarAmiga❗ tendrías que ir a Singapur. Vi billeteras, teléfonos, bolsos, ... olvidados en la calle o los asientos públicos y nadie nadie se atreve a llevarse absolutamente nada!!! Lo más fue mi amigo que vio dinero en la boca de un cajero que pitaba sin cesar y pasaban cientos de personas que ni lo miraban. Pero estos modales son fruto del miedo no de la ética!!! Robar o llevarte lo que no es tuyo está duramente castigado. La pena de muerte es la horca.
ResponderEliminarEso efectivamente no es ética sino miedo, y así no vale.
EliminarMe hiciste recordar algo que me pasó como responsable de la Biblioteca de mi centro. una alumna de 12 o 13 años no había devuelto un libro y le mandé una notita para que lo hiciera. Y entonces se me presentó el padre con ella (creo que eran marroquíes) y me dijo que la niña no lo encontraba pero que como no lo hiciera, él le cortaría la mano. Me quedé espeluznada.
Un vot de confiança per la gent honrada ��
ResponderEliminar¡Qué menos! Y me atrevería a asegurar que son más que los sinvergüenzas.
EliminarPues en el aeropuerto de Dinamarca se me quedó en una de las salas un bolso
ResponderEliminarcon las cámaras de fotos y de vídeo que llevaba a un viaje a Noruega . Al cabo de un buen rato me di cuenta , volví y las cámaras seguían donde las dejé . Así que en Europa también hay gente honrada y no por miedo a que te corten la mano !!! Menos mal !!
Y aquí también. A mi marido se le quedó la cartera en el mostrador de una tienda en Santa Cruz. Cuando al rato volvió la encontró en el mismo sitio en que la había dejado a pesar de que la dueña le dijo que había pasado gente por allí. Confiemos en la gente honrada ( ¿o despistada?).
EliminarA mí se me cayó la cartera en el pabellón de deportes, nada más y nada menos �� y la chica que lo recogió, miró el DNI y directa a casa a llevarla. Tenía bastante dinero dentro que llevaba para ingresar después de la clase de Judo, que llama la atención, pero reconozco que lo que me preocupa en esos momentos es tener que anular tarjetas y sacar todo de nuevo.
ResponderEliminarEso es lo peor, Ana. A nosotros nos robaron en Lisboa hace ya muchos años y nos dejaron sin carnet de conducir ni otras tarjetas. Tuvimos que ir a la policía, a la Embajada y yo que sé que más. Con el tiempo nos devolvieron los papeles porque apareció tirada la cartera (sin dinero, claro), pero ya habíamos renovado aquí todo. Es un trabajazo y un problema.
EliminarLa tentación existe. Y somos libres. Por tanto responsables de lo que hacemos. Me alegra que seas optimista. Yo a veces peco de no serlo.
ResponderEliminarSí, por muy optimista que uno sea no puede negar la existencia del mal. El único consuelo es pensar que los buenos son mayoría, como dijo Rojas Marcos cuando vio la reacción de la gente después del 11-s. "Casi todos tuvimos un buen samaritano cerca", contó.
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