Imagen de Claudia Trembay |
Todas las madres deberíamos ser llamadas madre-coraje. Se necesita eso, mucho coraje, para decidir traer un niño al mundo y hacerte cargo de él durante toda la vida, incluso cuando son ya hombres y mujeres hechos y derechos. Un hijo es para siempre, y una no puede evitar, aunque ya vuelen por su cuenta, preocuparse por sus problemas, alegrarse con sus triunfos, aliviarlos en sus penas.
Pero las llamadas madres-coraje han tenido. además, que luchar contra circunstancias adversas que, lejos de acobardarlas, las han fortalecido.
Yo conozco a una madre coraje que, como todas ellas, ha tenido una existencia difícil. Se casó muy jovencita, antes de los 20 años, y tuvo cuatro hijos. Su marido, alcohólico, perdió por ello su trabajo y ella sacó adelante a todos (incluido al marido: "¿Cómo iba a dejarlo en la calle? ¡Era el padre de mis hijos!"). Por el camino lo perdió a él y también a un nietito. Pero lo que nunca ha perdido es la entereza ni la ilusión por vivir.
"Mi" madre coraje tiene ahora 80 años, pero aparenta muchos menos, como si la naturaleza la quisiera compensar con un cutis terso, unos ojos chispeantes y de largas pestañas y una sonrisa fácil (le pega esta imagen de Claudia Trembay que he puesto al inicio: una mujer mayor arropando bajo una manto de alegría a una joven). Es una persona extraordinariamente simpática y cercana, a la que todo el mundo quiere.
Se ha pasado la vida defendiendo lo que es justo y aportando sentido común en las situaciones absurdas de este mundo. Hasta con el Capitán General fue a hablar una vez cuando comprobó que el calabozo del cuartel, en donde habían arrestado al hijo cuando hacía la mili, era infecto. Y no sólo consiguió que lo adecentaran, sino también cambiar el arresto -estar encerrado unos días mano sobre mano- por algo más productivo, como pintar paredes o arreglar jardines.
También en su Hospital (fue auxiliar de clínica) todos recuerdan el primer día en que llegó y se sentó en una silla cualquiera en la Sala de reunión. Pero, ay, esa silla era la que siempre usaba un médico jefazo y prepotente que quiso que se levantara inmediatamente ante la famosa frase "Usted no sabe quién soy yo". Lo que no sabía el médico era quién era ella. Como una moderna Rosa Parks, la trabajadora que se negó a ceder el asiento a un blanco en un autobús de Alabama, ella no se levantó y le espetó: "Usted es un trabajador de esta clínica como lo soy yo. Y esta silla no tiene nombre". Al final, fue el médico el que pidió disculpas y el que a partir de ese momento la saludó con respeto.
Los nietos, que la adoran, cuando oyen sus historias, le dicen que ella debería escribir un libro. Y ella dice que sí, que tiene mucho que recordar y mucho que contar, y que, en cuanto pueda (tiene también demasiado que atender), se pone a ello.
Este mes pasado ha muerto su hija. Y allí estaba en el velatorio, entera como siempre, consolando a hijos y nietos y agradeciendo a la vida por la hija tan bondadosa que tuvo.
Mientras hablábamos bajito, su mano entre las mías, me contó que su paisaje preferido era el Teide y que, cuando muera, quiere que la incineren y dejen allí, entre retamas y lavas negras, sus cenizas. "Pero en un sitio por donde nadie pueda pasar, porque, si no me han pisoteado en vida, menos quiero que lo hagan muerta".
Y allí estará alguna vez, seguro, aunque espero que sea tarde. Cuando la miro, me acuerdo siempre de unos versos de mi abuelo el poeta, que dicen:
Como el Teide soy altivo;
como el Teide llevo fuego en mis entrañas...
¡No me asustan las horribles tempestades
ni mi frente se doblega bajo el yugo de otra raza!
Y es que ella, mi madre-coraje, es también como el Teide, bella y serena por fuera, pero en su interior y ante el mundo, vive el espíritu de un volcán.
Maravillosa historia.
ResponderEliminarGracias, Luisa. Esta mujer tiene, como dije, muchas historias que contar, algunas divertidas, otras muy tristes. Como la vida misma.
EliminarUn abrazo.
Qué bonita historia.....estoy de acuerdo contigo en considerar a todas las mujeres que deciden ser madres.....''madres corajes''... y como tú bien dices para toda la vida.....hermoso homenaje el tuyo a todas ellas....mi mayor admiración y respeto por todas....
ResponderEliminarMe parece muy respetable también, Jesús, cuando una mujer decide no ser madre. Es una responsabilidad tan grande que pienso que tendría que ser siempre objeto de reflexión seria, y no producto de una noche loca.
EliminarPor eso admiro también, como tú, a aquellas que deciden lo contrario, incluso a veces con todas las circunstancias en contra. Pero como dice mi hijo, con su guasa característica, imitando a las madres: "Los hijos dan la lata pero compensan, ¿eh?, compensan".
Precioso y preciso...
ResponderEliminarGracias, Cristino. Más precisiones me gustaría hacer, porque ella tiene mil historias. Pero las dejaremos por si alguna vez se decide a escribirlas. No me extrañaría nada.
EliminarMe encanta Isa, muy tierno y duro a la vez.
ResponderEliminarGracias, Carmen, así es realmente la vida que ha llevado, llena de momentos muy duros, pero a la vez rodeada de ternura y cariño. Es una familia muy unida en torno a ella y eso es muy bueno para superar los baches.
EliminarQué historia!!
ResponderEliminarHistorias como esa hay muchas, porque la vida no es nunca un camino de rosas. Lo que es excepcional en esta es la madre coraje, no porque otras no hayan salido adelante como ella, sino porque, lejos de ser una persona amargada, transmite paz y amor a la vida.
EliminarUn abrazo, Nievitas.
Preciosa historia. Esa mujer se merece toda mi admiración y tambien muchas como ella y que no se hacen notar.
ResponderEliminarSi, tienes razón, Conchi. No se ven como heroínas ni nada por el estilo. Y sin embargo se han pasado la vida luchando contra lo establecido, contra los poderes, contra lo absurdo de algunas normas, contra las circunstancias... Yo creo que son las verdaderas "superwoman".
EliminarUn abrazo.
Realmente tal y como lo escribes, lo vivimos.
ResponderEliminarGracias, Ana, por estar ahí y por animarme de esa manera. Un abrazo.
EliminarBonita historia llena de dureza y ternura...
ResponderEliminarSon realmente las dos cualidades de la vida: la dureza del dolor y la alegría asociada a la ternura y el cariño ¿Recuerdas el "Gracias a la vida" de Violeta Parra?:
Eliminar"Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos que es mi propio canto."
Un abrazo, Pili.
que historia tan tierna y que bien contada...
ResponderEliminarGracias, Mari Carmen , por la parte que me toca. De resto el mérito es de ella.
EliminarUn abrazo.
Preciosa historia.
ResponderEliminarMi homenaje y mi admiración para ella y para todos los que luchan por salir adelante sin rendirse, sin desfallecer, sosteniendo sobre sus hombros el peso de tantas cosas con una sonrisa.
Un abrazo,
Gracias, Utopía, por sumarte a este pequeño homenaje. Que sepan que no están solas y que hay quien las admira y las apoya. Lo esencial es la sonrisa.
EliminarUn abrazo.
Hola Jane. La verdad es que la historia es conmovedora. Menos mal que hay muchas madres coraje que son las que le dan sentido a muchas vidas. Todos hemos conocido a alguna: Mujeres con maridos alcohólicos o maltratadores, y encima en una sociedad machista.Mujeres que además del marido y los hijos tenían que trabajar para que sus hijos pudieran estudiar. ¿Cuantas veces no comían o no compraban algo que les hacía falta, para poder dárselo a sus hijos?. Seguramente miles de veces.¡¡¡¡ Vivan esas madres!!!!!!. Un beso Jane. Juan.
ResponderEliminarQue vivan, Juan. Todos hemos conocido historias como esta. Mi propia abuela fue una madre coraje, cuando su marido se fue a Venezuela (en donde tenía otra familia paralela), dejándola sin casa ni negocio (los había previamente hipotecado) y con tres hijos pequeños ¡Cuántas historias de mujeres solas y abandonadas conocemos! Y más en aquellos tiempos en que las mujeres no tenían oficio ni beneficio. El ejemplo de mi abuela ha servido para futuras generaciones. Si ella salió adelante en circunstancias más difíciles ¿por qué tú no?.
EliminarUn beso, Juan.
Magnífica historia sobre ésta mujer corajuda. ..aishhh!
ResponderEliminarGracias, América. Ella es eso y mucho más. Como bien dices, ¡aishhh!
EliminarEmotiva, entrañable pero también dura esta historia.Gracias por compartirla.Un abrazo.
ResponderEliminarEs más dura que lo que cuento, pero también ella ha pasado por muy buenos momentos en la vida. Ha dado mucho amor y ha recibido otro tanto. Hay gente que ni siquiera eso ha tenido.
EliminarUn abrazo, Begoña.
Admirable mujer,qué bien que nos hayas contado su historia, así reconocemos su valor y en ella a tantas otras madres coraje. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Ursulita, no hay que olvidar el coraje de las demás. De las que lo han tenido fácil porque han tenido ayuda, pero que siempre en determinados momentos han reaccionado con entereza y han tirado para delante. Siempre hay malos momentos y las madres coraje son un ejemplo a seguir.
EliminarUn abrazo.
Cierto es, amiga, que algo de arrojo y valentía hay que tener para enfrentarse al reto de ser madre, pero también es verdad que algunas mujeres, como esta que reconoces en tu relato, son heroínas de la vida.. Viven una vida por y para los demás y no pierden ni fisco de equilibrio en la cuerda.
ResponderEliminarDesde luego, son únicas e irreemplazables.
Admiro esa fortaleza que Dios les ha concedido o que ellas solas se han fabricado a base de curar heridas reiteradamente.
Lo que más me admira de "mi" madre coraje es precisamente lo que apuntas: su generosidad y su optimismo a pesar de todos los pesares. Y tienes razón, la vida muchas veces consiste en hacer equilibrios en la cuerda para salir adelante. Me recordaste a un libro de Dorothy Gilman, "La volatinera", que empieza diciendo eso precisamente:
Eliminar"A veces me parece que todos somos volatineros que andamos en la cuerda floja a seiscientos metros de altura, y mientras no miramos hacia abajo todo va bien, pero si aflojamos el paso y miramos el abismo que se abre a nuestros pies aunque sólo sea un segundo, ya no volveremos nunca a ser los mismos de antes, porque sabemos."
"Mi" madre coraje es una artista en eso de ser volatinera.
Un abrazo, Cande.
Son tantas las demostraciones de madres con dos..., que reafirmo lo que tu dices. Una madre es ya coraje desde que se decide a parir. No obstante, el calificativo es más grande en razón a los avatares de la vida, aunque pienso que todas, antes una situación límite, reaccionarían de igual modo, con más o menos acierto, pero lo harían siempre pensando en lo mejor para sus hijos/as.
ResponderEliminarYo tengo el ejemplo de mi madre, que fue una mujer muy sacrificada durante su madurez para conseguir el objetivo que se propuso. Sola, endeudada hasta las cejas y sin trabajo durante unos años, fue capaz de alimentarme y educarme de tal manera, que más adelante, cuando ya tenía un trabajo remunerado, pudo pagarme no una sino dos carreras universitarias. Su tranquilidad la tuvo en la vejez. Fueron tantas sus vivencias, que me extendería mucho contándolas. Hasta en sus últimos días tuvo rejos para aconsejarme, ordenarme, indicarme, autorizarme o decirme lo que tenía que hacer, incluso en el momento de su muerte. ¡Grande!
Sí que lo era, Enrique. Cuando escribía sobre la madre coraje del post, tenía también en mente a tu madre y a mi abuela, que se vieron en una situación parecida y no se achicaron por nada. Y bien derechito como una vela te supo educar la tuya. Mi admiración y mi homenaje para todas ellas.
EliminarMujer valiente por los cuatro costados....hay muchas como esta Sra. en el pasado y el presente. Me encantó. Gracias amiga
ResponderEliminarEs verdad, Marilu. La historia está llena de luchadoras, que lucharon por su independencia, por su libertad y la de los demás, por sus ideales... y, por supuesto, por sus hijos.
EliminarGracias a ti. Un beso.
Preciosa historia y un ejemplo de mujer.
ResponderEliminarLa tenemos como un modelo a imitar. A ver si alguna vez se decide y nos cuenta su vida. Todo es ponerse.
EliminarMe encanta esta madre, gracias.
ResponderEliminarY a mí, Loly, y si la conocieras personalmente, más. La quiere todo el mundo.
Eliminar