Mi amigo Fernando, que es de El Bierzo, esa comarca de grandes bosques y antiguas tradiciones, cada vez que viene por aquí nos hace unas queimadas que te puedes morir. La otra noche en su casa lagunera, alrededor de una –los reflejos azules del fuego en ese juego de vaivenes hipnóticos-, hablamos de cosas de antes, como a veces nos pasa, y él nos contó que, cuando era niño, era muy corriente que los hombres en el monte o en las huertas cantaran. Al segar, al arar, al recoger las cosechas… en el aire limpio de su pueblo se oían los cantos, bien de un cantor o bien de varios, como un acompañamiento natural al trabajo manual. Sin embargo, ya desde hace muchos años, cada vez que vuelve, no los ha vuelto a escuchar nunca más, como si ese aspecto musical hubiera desaparecido completamente del comportamiento habitual de los campesinos.
Los demás que le escuchábamos, a
pesar de ser urbanitas, también hemos oído hablar siempre de los cantos de
siega y trilla, de los de arada, de los de vendimia…, canciones de trabajo
originadas en las faenas del campo que pueblan el cancionero popular desde hace
siglos. En la zarzuela “La Rosa del azafrán” , por ejemplo, se oye “Cuando
siembro voy cantando”. Pero por lo que se ve, ya eso no es lo habitual ¿Por qué
no? -se preguntaba Fernando- ¿Es que
antes eran más felices?
Más tarde he recordado un
artículo de Manuel Vicent en el que, abundando en lo mismo, también afirmaba,
pesimista, que “los albañiles ya no cantan en los andamios”. Las razones que él
exponía iban más allá del miedo a perder el trabajo o de que se les hubiera
acabado el repertorio de pasodobles. Significaba para él que “en este país se ha pasado página al libro de
la historia. Había miseria y dictadura cuando en cada bastida un paleta o algún
peón canturreaba las coplas de Antonio Molina o de Juanito Valderrama (…) En
efecto, eran tiempos duros, de odio y de anís del Mono, pero desde la posguerra
se estaba abriendo de forma inexorable un compás hacia el optimismo, el mismo
que ahora parece cerrarse.” El silencio de los andamios para él se
corresponde con el de los patios de vecindad “donde las criadas vertían las coplas de la Piquer”. Hoy nadie
canta mientras trabaja ¿Será que la vida ya no está para coplas?
No tengo respuesta para eso y no
sé si alguien la tiene. Pero –ya conocen
mi vena positiva- pienso que no todo
está perdido. Mucha gente que conozco y a quien he preguntado me dice que
siguen cantando, igual que hacía mi madre mientras hacía las tareas de casa.
Algunos en la ducha, ese sitio que, por lo visto, tiene connotaciones musicales
porque despierta hasta vocaciones operísticas; otros, mientras hacen algo con
las manos: limpiar, ordenar, fregar la loza… Tengo una amiga que canturrea siempre, incluso
mientras va por la calle, y yo, este domingo por la mañana, cuando recogía el árbol
y guardaba en la caja las figuras del nacimiento, me oí a mí misma cantando lo
de “Brindo por las mujeres que derrochan simpatía…” unas cuantas veces. Y da
igual si cantamos bien o mal, si nos sabemos la letra o nos la inventamos, si
las canciones hablan de amor o de si Tenerife tiene seguro de sol. El caso es
que la música nos sigue acompañando porque es una puerta abierta al optimismo.
Espero sinceramente que
labradores y albañiles recuperen el tono. Porque ya lo decía Horacio Guarany:
“ Si se calla el cantor, calla la
vida
porque la vida, la vida misma es
todo un canto.
Si se calla el cantor, muere de
espanto
la esperanza, la luz y la alegría…”
Que no calle el cantor.
(La imagen inicial es "Amigos cantando" de Fernando Ribeiro)
(La imagen inicial es "Amigos cantando" de Fernando Ribeiro)
Querida Isabel:
ResponderEliminarHace tiempo que no participo en el "conversar" que, fielmente, mantienes con nosotros los lunes. Hoy, con la evocación de ese poema, que me parece a mí cantó como nadie Mercedes Sosa, y que yo he escuchado miles de veces (es de mis preferidas) voy a atreverme de nuevo. No sé si se canta más o menos que antes; yo sigo cantando mucho para mi misma y canto como si fuera una oración de acción de gracias por todo lo bueno que la vida me ha concedido. Pero recordemos que ese maravilloso poema o canción sigue diciendo: "Que ha de ser de la vida si el que canta no levanta su voz en las tribunas, por el que sufre, por el que no hay
ninguna razón que lo condene a andar sin manta". En este sentido estoy segura de que tenemos que CANTAR MUCHÍSIMO MÁS. Hay que cantar más, levantar la voz en las tribuna, por los que sufren... Las cifras de la desigualdad son un desgarro para cualquier corazón que sienta, y, cualquier razón que razón sea, sabe que también son una amenaza.
¡Qué bueno verte por aquí, Ana Nelly! Y con un comentario tan certero. La música es una de las expresiones más necesarias del espíritu humano. Marilina Rébora decía de ella: "La música es así, remedio de los males, / inagotable fuente de escanciar cada día; /sosiego de palacios, templanza de arrabales / y placidez del alma, armonizante guía". ¿Podríamos vivir sin ella?
EliminarEl papel de la música-denuncia, de la música-protesta, de todos aquellos que pusieron voz a las inquietudes de toda una época fue un detonante para el cambio, para la concienciación. Y es un papel que, como dices, tiene que seguir siendo esencial porque la injusticia sigue presente. "No saben los cantores de agachadas, no callarán jamás de frente al crimen".
También es de mis canciones preferidas. Y tiene un final de los más bonitos que he oído:
Que se levanten todas las banderas
cuando el cantor se plante con su grito.
Que mil guitarras desangren en la noche
una inmortal canción al infinito.
Un abrazo y gracias.
Hola Jane. Pues yo canto en algunas ocasiones. Cuando estoy enfadado tras una discusión, y me encuentro solo, canto para que poco a poco se me vaya "pasando". También canto cuando estoy relajado (cocinando, por ejemplo) y me pongo a cantar,casi siempre alguna canción que he oído hace poco en la radio o algo que me recuerda cosas.En fin, al menos por mi parte, tu amigo puede estar tranquilo, se sigue cantando en soledad y no es una actividad "moribunda". Un beso Jane. Juan
ResponderEliminarPues mira, no se me había a mí ocurrido el canto como desfogue después de un enfado. Lo tendré en cuenta. Mi padre me cantaba para dormirme lo de "Soy valiente y leal camarada, soy soldado de brava legión...". A ver si algo se me ha pegado. :-D
EliminarYo, mientras cocino, canto siempre (muchas veces ni me doy cuenta de lo que estoy cantando) y me relaja y me concentra. También canto cuando voy en coche. Y mi nieta, cuando la recogimos hoy del colegio, ya me dijo que en el coche siempre hay que cantar para no marearse ¿Hay alguna actividad más polifacética que esta?
A ver si alguna vez nos pegamos una cantadita juntos, Juan. Un beso.
En la época de "Buenos Deseos" en la que todavía estamos, tengo que felicitarte por muchas cosas, pero "Si se calla el cantor..." merece una felicitación especial. Gracias por contribuir tan eficazmente a que no se calle el cantor.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti, Fernando. Por tu felicitación, pero también por tus maravillosas queimadas (que resucitan a un muerto) y por hablarme de que ya los campesinos no cantan, un hecho como para darle vueltas y que dio lugar a este post. Siempre esas charlas, al calor del fuego y de la amistad, son de lo más productivas e interesantes.
EliminarUn abrazo.
Buenas tardes Jane: Feliz Año Nuevo.
ResponderEliminarPara mí es una buena costumbre que por desgracia casi ha desaparecido. Efectivamente ya no se oye cantar en los patios de vecinos, pero tampoco se oye cantar en los patios de los colegios. Es verdad que por unas fechas determinadas mis nietos aprenden alguna canción en "inglés"...
Donde vivo hay por lo menos seis corales, un otxote y dos o tres agrupaciones musicales, pero están formadas en su mayoría por adultos.
Un abrazo muy cariñoso
Pues ya tú ves, mis nietos sí cantan, sobre todo los más pequeños, y además entonan muy bien (salen más al abuelo paterno que a la abuela). Los nietos grandes cantan en inglés, sí. Debe ser que eso es "estar en la onda", jajaja.
EliminarNosotras (supongo que a ti te pasaba lo mismo) cantábamos mucho en el patio del colegio, sobre todo himnos patrióticos para hacer la gimnasia. De ahí me viene a mí la afición porque me encantan los himnos de cualquier clase. Esa marcialidad, ese tachán tachán...
Un abrazo grande y todos mis deseos de que tengas un año feliz.
Hola Isabel .Cantar para mi siempre es un placer y si estoy con un grupo, mucho mejor. En casa no suelo cantar porque molesto a todo el edificio y la verdad se echa de menos.
ResponderEliminarAy, Esther, no te prives de ese placer. No lo hagas a grito pelado, pero una cantadita suave mientras ordenas viene como agüita de mayo, que a nadie molesta.
EliminarY esas cantadas en grupo, cuando todos conocen las mismas canciones y están en la misma onda, son la maravilla de las maravillas. Que nunca nos falten.
Sí, señorita. Yo no puedo pasar el día sin canturrear. Ya lo dice el dicho: "Quien canta su mal espanta". Mi hija siempre recuerda que una vez cogí un gripazo, y una amiga que llamó por teléfono para interesarse por mi estado, le preguntó preocupada: "¿Ya está cantando?" Pues sí, puede que esa sea mi válvula de escape. Desde la Zarzamora en la ducha, hasta la Danza de los enanos en la cola de cualquier caja... Cuando cojo una matraquilla, me cuesta soltar mi guineo...
ResponderEliminarMi amiga, de la que hablo en el post diciendo que canta hasta cuando va por la calle, es igual que tú hasta en el carácter: vital, optimista y positiva, viendo siempre el lado bueno de la vida. Algo debe haber en los genes de los cantores...
EliminarY me reí con la matraquilla y el guineo. Días enteros he estado yo sin sacarme una canción de la cabeza y de la boca :-D
La verdad es que ahora no canto tanto como antes, si tarareo, sobre todo, cuando estoy ensimismada y según el estado de ánimo, viene una canción u otra, pero de cualquier manera cantar, porqué "cantando se alegra..." Un abrazo.
ResponderEliminar"Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazoneees...". Mejor consejo que ese no se ha dado nunca.
EliminarHoy hacía aquí un día espectacular: cielo azul y limpio, el jardín precioso y los pájaros cantando. Salí a coger una mandarina a media mañana y de repente caí en que, mientras la pelaba, estaba cantando lo de cielito lindo, fíjate qué casualidad.
Un abrazo, Úrsula.
Me ha encantado tu escrito y las reflexiones de tus seguidores. Bravo. Mi padre me llamaba Diana Durbin! una de su época , ja. Besos.
ResponderEliminar¡Buen icono eligió tu padre para llamarte! Diana Durbin (Deanna Durbin) tenía una voz preciosa de soprano y en aquella época (años 20 y 30) arrasó. Era la estrella favorita de Churchill y hasta Mussolini le pidió que mediara entre Italia y Roosevelt para que Estados Unidos no fuera a la guerra (ella se negó). Yo me acuerdo de oír a mi madre cantar una canción sobre ella que decía algo así como que era una chiquilla muy mentirosilla :-D
EliminarGracias, Carmen Nieves. Besos.
Mi madre es de las que canta y tararea a todas horas. No sé si es por todo ese tiempo indeseado de música (incluso cuando hablamos por teléfono, mientras me "escucha"), pero no soporto a la gente que canta a mi lado. No puedo con ello, me falta nada para ir a la consulta del psiquiatra. Y me encanta la música. La escucho a todas horas, no puedo vivir sin ella, pero si mis compañeras cantaran, acabaría desquiciada. Y de los silbidos mejor no hablo. :D
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Jane. Espero que tengas un año genial.
DH
¡Cómo te entiendo, Dorotea! Nadie quiere a alguien todo el rato canturreándote a la oreja, menudo guineo, igual que no nos gusta (a mí por lo menos) que en plena naturaleza, en el monte o en la playa, haya alguien con la radio puesta a toda pastilla. Ni aunque sea la sinfónica de Viena. Cada uno elige su música y su momento para oírla, faltaría más.
EliminarOtra cosa es cantar en la soledad de tu casa o de tu trabajo o cantar con varios en una fiesta, en una tarea. Cantar por el mero placer de cantar y de saber que estás viva y contenta para hacerlo. Y también cantar en público expresando un sentimiento, una pena, una denuncia... Pero eso ya es otra historia.
Un abrazo grandote, Dorotea. Me conformo con que el año no sea peor.
Se me pasan los días y no te contesto, Isabel, me gusta muchísimo que la gente cante, en la ducha, en la casa..., yo soy una de esas.
ResponderEliminarRecuerdo a mi madre que siempre cantaba y me cantaba canciones antiguas (algunas me parecían algo tristes), pero ella me transmitió esa actitud ante la vida, al mal tiempo buena cara y las penas se ahuyentan a empujones.
Que no calle el cantor...
Me gustan mucho las canciones antiguas, algunas contaban historias eternas.
EliminarY fíjate cómo se adentran en nuestra memoria las canciones que, cuando ya se nos ha olvidado todo, ellas perduran. Lo he contado alguna vez: mi madrina, que murió con 96 años y ya casi sin reconocernos a sus seres queridos, me cantaba "Lo divino" y "A la orilla de un palmar" con toda la letra.
Me gustó lo de que "las penas se ahuyentan a empujones". La vida nos permite esos empujones musicales.
Un abrazo.
Me encanta , con tu permiso comparto, yo cantaba en el pueblo canciones antiguas mientra hacia las tareas, "me gusta mucho si se calla el cantor", gracias Isabel por estos bellos recuerdos.
ResponderEliminarNo sé ahora los jóvenes pero antes nos sabíamos las letras de un montón de canciones ¿verdad? Lo que más me hacía gracia es que a veces cantábamos en inglés sin tener ni idea de inglés. El "Yesterday" de los Beatles lo bordábamos :-D
EliminarGracias a ti por compartir el post y por tus palabras.
Un abrazo.
Yo sí que canto, Isabel, incluso cuando trabajo (y mira que no es muy propio en una oficina). Ya se sabe que "el que canta, su mal espanta". Tienes mucha razón: es raro que la gente haya dejado de cantar mientras trabaja, y es una pena, así que haré un esfuerzo consciente por llevar la contraria ;-)
ResponderEliminarYo he cantado hasta con el pensamiento, Alicia, cuando hay gente delante y no se puede una poner a cantar a grito pelado "Por el camino verdeeeee...". Espantamos el mal y preparamos la mente para la serenidad y el buen humor. Así que a llevar la contraria a la tendencia general; que no se diga que han callado los cantores.
EliminarUn besote.
Comentario breve pero intenso:
ResponderEliminarEsta mañana muy tempranito
Salí del pueblo, con mi hatillito
(...)
Ay, ay, ay, ay,
qué trabajo nos mando el Señor,
Levantarse y volverse a agachar
aquí quería yo a alguno bregaaaar...
Vale, quizá, y solo quizá he cambiado un poquito la letra.
pd. Al fin vine por tu casa y me volvió a placer vivamente.
Ya sabía yo que en tus otras vidas cual campesina fuiste de las cantoras. A las cantoras nos place también cantar las canciones como nos sale de la vesícula, faltaría más.
ResponderEliminarUn besote, Loque, y vuelve a pasar por aquí, que te echo de menos.
Aunque tarde, acabo de leer tu post y me vino al momento la imagen de Horacio Guarany con su enorme barba negra cantando esa canción allá por los primeros años de la década de los 70. Fue el autor y la cantó una de las primeras veces en un festival de Cosquín, en la provincia de Cordoba, Argentina. Después la han cantado nada menos que enormes autores como Mercedes Sosa, Facundo Cabral e incluso creo recordar a la venezolana Soledad Bravo, pero con la fuerza de Horacio Guarany nadie. Estoy nombrando a monstruos del canto, a los que he oído y seguí por aquellos tiempos, además de otros más que guardo en discos de vinilo.
ResponderEliminarYo la tengo por Mercedes Sosa y por Horacio Guarany. Es bueno este resurgir que hay ahora del vinilo porque nos permiten seguir oyendo los discos amados. Ay, aquellos 70 tan llenos de música y poesía y denuncia y belleza...
Eliminar