lunes, 8 de abril de 2019

Terapia churrigueresca para momentos malos




Elija un hermoso día lagunero. Puede ser de esos grises y encapotados o un día claro y despejado, pero, si es típico de La Laguna, será con frío y con el paraguas en el bolso por si acaso. La Laguna es La Laguna.

Vaya hasta la Plaza del Cristo que hasta hace pocos años era el límite entre la ciudad y la Vega lagunera. A ella se asoman el Asilo, la Iglesia del Cristo, la Recova, el antiguo Cuartel de Artillería... Después de haberla conocido a través de los años como una explanada de tierra rodeada de árboles con un templete en el centro, más tarde embaldosada y con una fuente, a veces con chorros y a veces seca, y más adelante, con una escultura-mamotreto herrumbrienta y de dudoso gusto, la Plaza luce ahora vacía de todo adorno. Pero sigue llena de vida.

Busque la churrería que está al lado del Mercado, siéntese en una mesa y pida chocolate y churros. Cuando se lo traigan, aspire profundamente y piérdase en el aroma del chocolate. Acerquen el tazón a los labios y recuerden la sensación que describe Roald Dahl en "Charlie y la fábrica de chocolate": ...A medida que el espeso chocolate caliente descendía por su garganta hasta su estómago vacío, su cuerpo entero, de la cabeza a los pies, empezó a vibrar de placer, y una sensación de extensa felicidad se extendió por él.
Ahora pruebe el primer churro, crunch, crunch, crujiente y sabroso ¿Cómo un alimento tan simple (harina, agua y un poco de sal) puede ser tan rico y nutritivo? Deberían hacerle un monumento al que lo inventó.

Entonces es el momento de dejar la mente en blanco y desparramar vista y oído alrededor.

Quizás ese día vea en un extremo de la plaza a un grupo de bailarines que saltan, dan vueltas y se mueven en una danza conjunta con todo el entusiasmo del mundo.

O puede ser que oiga a un ecuatoriano que toca una melodía dulcísima con la quena (¿Recuerda aquel villancico que decía: Cholito, toca y retoca, toca el tambor y la quena; cholito, toca y retoca, que esta noche es Nochebuena...?).

Sorbo de chocolate. Otro churro más.

Vea pasar a la gente, apresurada, yendo hacia el Cristo de La Laguna que, en su estoica quietud, acoge los ruegos de todos. Al Cristo de La Laguna mis penas le conté yo. Sus labios no se movieron y sin embargo me habló...

Oiga las conversaciones de los que van y vienen de la Recova, trayendo noticias junto con las bolsas de verduras del día, pescado fresco, quesos y papas. Tome el pulso al mundo.

Siga con calma tomándose un buchito de chocolate caliente y comiendo los mejores churros del mundo hasta que se terminen.

Cuando se vaya, pase por el puesto de flores y plantas. Compre una maceta de albahaca que perfume su cocina.

No se le quitarán las preocupaciones, pero se mitigan.

Y no repita mucho la terapia: el chocolate y los churros engordan.


37 comentarios:

  1. Begoña Pérez Fernández8 de abril de 2019, 10:51

    ¡¡¡Qué ganitas de estar ahí y tomarme ese chocolate con churros!!!

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    1. No creas, Bego, aun estando aquí, muchas veces no nos planteamos regalarnos un pequeño placer. Por pereza, por no coger el coche o porque no pensamos en ello. Pero ya llevaba un tiempo con el guineo de "¡qué ganas de un chocolate con churros!" y este mes me hice caso a mí misma y ya he ido dos veces. La vida es para disfrutarla.
      Un beso.

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  2. Con qué maestría describes la escena!! La secreción de jugos gástricos se acelera. Bravo mi duquesa. un abrazo

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    1. Gracias, mi realeza. Ahora leyéndolo me estoy desconsolando. El chocolate con churros es lo que tiene.
      Un abrazo grande.

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  3. Magnífica descripción....se saborea el chocolate y los churritos....casi, casi tenemos que abrir el paraguas...un abrazo....

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    1. Pues las dos veces que he ido este mes, una fue con un sol esplendoroso y otra fue ese día de la foto. Pero las dos veces con paraguas, y que no falte, que estamos en La Laguna.
      Un abrazo, Jesús, y gracias.

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  4. Pues las dietas están para saltárselas. Sobre todo las que somos chocoadictas y churriadictas. ¡Es lo mas mejor del mundo mundial!. Sobre todo si se acompaña de un tiempo de esos laguneros que no apetece ir a pasear. ¡Habrá que consolarse con algo!. Es mi excusa favorita.����

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    1. Una excelente excusa. Yo también pienso muchas veces en que es mejor ser una gordita feliz que una flaca desgraciada. Algo de dieta no está mal pero sin renunciar totalmente a nada, que luego nos da una enfermedad y nos quitan todo lo quitable, churros y chocolate incluidos. Yo también soy chocoadicta y churriadicta desde que de pequeña, después de la misa de las 9 en el Pilar, mi padre nos llevaba a la churrería que estaba al lado del Parque Recreativo y de allí a casa a mandarnos un desayuno con churros. Esos ratos de mi niñez imprimen carácter y son inolvidables.

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  5. Muy bien por tu terapia, Isa.
    A mi la cosa geográfica se me pone en contra. Pero se me ocurrirá un sucedáneo menos lagunero.
    Besos, muchos besos
    Ana

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    1. A mí me gustan tanto los churros, Ana, que no hay vez que vaya a Madrid y no los pruebe. Afortunadamente, al lado de la casa de mi hija, hay una cafetería que siempre tienen. Aunque en Madrid, lo que nosotros llamamos "churros" son "porras" pero para el caso es igual. No saben tan bien como en La Laguna pero pueden servir de sucedáneo bastante aceptable.
      Muchos besos también.

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  6. Carmen María Duque Hernández8 de abril de 2019, 15:08

    ¡Qué hambre! Salud y gracias.

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    1. Pues ya estás tardando en acercarte a una churrería. Las recovas siempre han presumido de una. Me acuerdo perfectamente de la de Santa Cruz y supongo que sigue existiendo. Una recova sin churrería es como un jardín sin flores.
      Gracias a ti.

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  7. ¡¡¡ Los pequeños placeres de la vida!!!

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    1. A los que no debemos renunciar ni estando locos. Un baño en una calita limpia, una siesta posdesayuno, un buen libro, oír la música apetecida, una reunión con los amigos, un beso de amor, un chocolate con churros... Los pequeños placeres son la llave de la felicidad.

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  8. Me doy ese placer hasta en verano.En Candelaria hay churrería al lado de mar y disfrutamos de ese placer con brisa marina.

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    1. Ahí, Esther, ya unes dos placeres, el mar y los churros. A mí me pasaba algo así pero con el gofio. Cuando éramos peques e íbamos por la tarde a Las Teresitas o a la Playa de Martíanez en el Puerto, mi madre nos llevaba muchas veces para merendar una pelota de gofio. A mí después del baño, con el sol ya poniéndose y un poco de frío, aquello me sabía a gloria celestial. Y cada vez que estoy en la playa por la tarde me acuerdo de aquel gofio maravilloso.

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    1. Es que además, Luisa, es una estupenda manera de empezar el día. Mi amigo Melchor, que más de una vez nos hizo una visita guiada por La Laguna, empezaba necesariamente por los churros en la Recova (cuando estaba en la Plaza del Adelantado). Cogía uno el paseo con más brío y entusiasmo que si se hubiera tomado un simple té. Yo también me apunto.

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  10. Esther Casañas Morales8 de abril de 2019, 15:29

    Buenísimo. Sacas unas risas aunque estés depre.

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    1. Las depres se combaten así, Esther: intentando tomar las riendas de tu vida, no quedarte encerrada en tu casa, buscar distracciones agradables y tomarte las cosas con humor. Algo bueno sale de todo ello.
      Muchas gracias. Un abrazo.

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  11. Titularía el bello,sugerente,olfativo y de-gustativo escrito "CHU-CHU" que viene a ser:
    Terapia: CHU-rrigueresca para momentos "Chu-ngos"

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    1. ¡Qué buen título, Alfa, qué pena no haberlo sabido antes! Incluso podría haber sido: "Terapia CHU-rrigueresca para momentos CHU-ngos y CHU-rriosos". Chu-chu-chu, qué rico chu-chu-chu ... :-D

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  12. Clara Delgado Martín8 de abril de 2019, 21:58

    Me encantan esos desayunos desde luego como bien dices no con frecuencia, seguro que por eso se saborean más, como siempre amiga, un placer leerte y compartir contigo ������

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    1. Sí, Clari, lo bueno, si espaciado, dos veces bueno.
      Cuando veraneaba en Los Realejos de pequeña, tuve una amiga, Marilena se llamaba, que tenía una churrería justo enfrente de mi casa. Como a cada rato me daba churros, una ya no le encontraba tanta emoción. Estaban buenísimos, eso sí.
      Muchas gracias y un abrazo.

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  13. Mari Carmen González Zamorano8 de abril de 2019, 22:03

    Me encanta la Laguna para ir de compras y paseo si encima lo completo con un chocolate y churros el día completo. Uffff que bueno.

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    1. Desayunar en la churrería de la recova y luego callejear por La Laguna encontrándote con todo dios y alegando en cada esquina, para terminar tomándote un vermut en el Carrera es más completo todavía. Una ciudad amable y vivible (si no fuera por el frío).

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  14. Ay Isa, a esas terapias si te acompañaría...jajaja.
    Me ofrezco voluntaria para ir a la ciudad que me vió nacer y disfrutar de un plácido domingo de churros. Mi Cristo que me vió casar,y ese lugar que alberga tantos recuerdos...Los cochitos locos, con mi hija pequeña, donde luego aprendió a montar en bici...Ya no se parece, sin embargo,salvo por esa amplitud al abrigo de las viejas construcciones que la mantienen especialmente apta, para dar un paseo y aspirar el aire de la vega que acecha,denso y frío para no variar. Qué mejor para combatirlo, que esa delicia caliente y sabrosa. Sin duda uno de los mayores placeres culinarios. Me alegro mucho de que asi lo hayas vivido.

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    1. Pues cuando quieras, Cande, nos vamos juntas de terapia.
      También yo nací en La Laguna en la calle Herradores. Y en esta Plaza me gocé varias fiestas del Cristo porque mis padres eran unos noveleros y siempre subían desde Santa Cruz. Recuerdo los fuegos, los más famosos de la isla, y unas manzanas acarameladas que vendían en los tenderetes y que, no sé por qué, me encantaban. También la tierra apisonada, los grandes árboles que luego talaron y los arcos de colores. Recuerdos...
      Gracias por recordar juntas. Un abrazo.

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  15. Pues a esta terapia sí que me apunto... ^__^

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    1. Y haces bien, porque hay terapias y terapias. Me han contado que hay algunas en las que ni te dejan comer de lo que te gusta ni hacer lo que te da la gana ¿te lo puedes creer?

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  16. Me encanta el chocolate. Y, a pesar de no ser muy churrera, me encanta ir con mi madre a una cafetería de mi pueblo especialistas en chocolate con churros, que está en la misma esquina desde los tiempos de maricastaña, y tomarnos un buen cholate con churros, intuyo que similar al de la churrería de tu relato. No hay mejor terapia, incluso cuando no la necesitamos.
    Un beso enorme y que sigamos disfrutando de muchos y maravillosos chocolates.

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    1. No hay mejores terapias que las que no necesitamos. Gracias a ellas, tal vez no necesitemos a las otras.
      Cada día me tomo un cuadradito de chocolate o un After Eight. Y a seguir disfrutándolos.
      Otro beso grandote para ti.

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  17. El domingo pasado estuve por esa plaza. Fui, como no, a ver a El Cristo;paseé entre los puesto de flores; entre las jaulas de los animales: gallinas, pollos, pájaros, loros, ratones, etc. Pasé un buen rato. No era hora de chocolate, así que tomamos un aperitivo, y después fuimos a comer a casa. Pero ahora, leyendo tu post, he saboreando con la imaginacion, esos crujientes churros y esos buches de sabroso chocolate.

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    1. El sábado y el domingo son los días en que la plaza tiene más vida. Y el mercado le da bastante. Siempre me han gustado los mercados y hasta en los viajes procuro ir a alguno, a empaparme de ambiente local. Como dices, siempre se pasa un buen rato.

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  18. ¡Y capaz que un día me levanto al alba y lo hago...! ¡Me acabas de transportar, no precísamente a la plaza del Cristo, pero a otros sitios donde yo, de vez en cuando , hago esas terapias gustativas ,dejando volar mis pensamientos. Suele ser generalmente en mi plaza ( Parque de Lorenzo Cáceres) en la playa, o en el museo del malvasía, una maravilla que casi nadie conoce, y yo llamo el jardín de las delicias. Pero pocas cosas igualan a un chocolate con churros en un romántico día lagunero gris y frío.

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    1. Elvira, todos tenemos un sitio especial en el que hacer terapia gustativa, pero reconozco que La Laguna es mucho para atraer a gente de todas partes. :-D
      Y me tienes que soplar dónde está ese museo del malvasía...

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    2. Es que todos pasamos más o menos tiempo de juventud en La Laguna. Yo, a pesar de vivir con ua tía en Santa Cruz, lo que me gustaba era el ambiente estudiantil de aquella época, el bar Carrera, Con aquellas mesas de vagón de tren, El Brasilia y sus rejitos, el dos y medio y su " Con sarsa o sin sarsa", Artillería y el Vino con vino...En fin amiga, recuerdos muy buenos de una juventud vivida, y que nadie la quita de mi cabecita.

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