lunes, 3 de febrero de 2020

Lola y los tiempos del chicle




Era una vez una chica llamada Lola que mascaba chicle. ¿Y qué?, me dirán ustedes. Todos hemos mascado chicle alguna vez en la vida. Sí, pero lo particular de Lola es que ella mascaba chicle hace 6000 años. Realmente lo que se ha encontrado fue el chicle de Lola, un grumo de alquitrán de corteza de abedul con la marca de los dientes en él y a partir del cual, gracias a que las ciencias adelantan que es una barbaridad, se ha podido obtener información genética que nos diga casi hasta el carnet de identidad de quien lo masticó.

Por ello de Lola se sabe un montón de cosas: que era morena de cabello y piel y de ojos claros; que era miembro de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad de Piedra, probablemente colonos que se habían trasladado a la isla danesa de Saltholm en el Mar Báltico después de que se retiraran los glaciares; que antes del chicle había comido pato y avellanas; que lo podía haber utilizado para calmar un dolor de muelas... Hasta se ha hecho una foto que recrea a nuestra Lola (imagen inicial). ¡Increíble!  

 A lo mejor Lola era la Violet Beauregarde de la Prehistoria. Violet es un personaje de "Charlie y la fábrica de chocolate" de Roald Dahl, una niña que masca chicle todo el día. Oigámosla: "Adoro el chicle. No puedo pasarme sin él. Lo mastico todo el tiempo salvo unos pocos minutos a la hora de las comidas, cuando me lo quito de la boca y me lo pego detrás de la oreja para conservarlo (...) Puede que les interese saber que este trozo de chicle que tengo en la boca lo llevo masticando desde hace más de tres meses. Eso es un récord. (...) Antes de empezar a masticar para batir el récord mundial solía cambiar mi chicle una vez al día. Lo hacía en el ascensor cuando volvía de la escuela. ¿Por qué en el ascensor? Porque me gustaba pegar el trozo de chicle que me quitaba de la boca en uno de los botones del ascensor. Entonces la persona que viniese después de mí y apretase el botón se quedaba con mi trozo pegado al dedo. ¡Ja, ja! ¡Y vaya escándalo que armaban algunos! Los mejores resultados se obtienen con mujeres que llevan un par de guantes muy caros.".

Desde luego que Dahl exagera, pero igual nos estaba retratando a nosotros, los de mi generación, que pensábamos que el chicle era un invento de nuestra época, cuando éramos pequeños y masticábamos el chicle rosa Bazooka. ¡Qué bueno era! Además, siempre traía en el envoltorio una historieta de Bazzoka Joe que era un regalo añadido. Los bazookas no eran como los chicles de ahora, que enseguida pierden el sabor y con los que no se puede hacer bombas, no. Con ellos competíamos a ver quién hacía la bomba más grande y por ellos más de una vez los padres y las monjas nos castigaron porque no era "fino" mascar chicle ni hacer bombas. Nos decían, además, que si te lo tragabas te morías porque se te pegaban las tripas. A mi amiga Eli, una vez que en el colegio había conseguido hacer la bomba más grande de todas, la trincó la Madre Nieves en plena faena y, después de aplastarle el chicle en la cara, se lo pegó en el pelo. No se lo pudo despegar hasta que la Madre María del Cristo se lo quitó con un aparato de Flix (que no sé qué será peor) ¡Tiempos duros aquellos!

Ahora sé que hasta los aztecas y los mayas masticaban chicle y que los filósofos de la Antigua Grecia animaban a sus alumnos a hacerlo para concentrarse y fomentar el razonamiento (aunque no me puedo imaginar a Aristóteles haciendo una bomba Bazooka). Igual que Lola, igual que nosotros, las gentes de muchas culturas masticaban chicle desde siempre. Y el chicle moderno se empezó a comercializar en 1860 ¡Y nosotros pensando que los nuestros eran los tiempos del chicle!

Hay grandes diferencias entre la vida de Lola, buscándosela desde pequeña en una naturaleza inhóspita, y la nuestra, tan protegida, con colegios y todo (aunque tuviera monjas como la Madre Nieves). Pero entre las dos niñas, la de hace 6000 años y la que hacía la bomba más grande en mi colegio, hay un nexo que se estira en el tiempo: un chicle sabroso y masticable en el que dejar marcados los dientes para la posteridad.




12 comentarios:

  1. Hola Jane. Gloriosos tiempos los del chicle Bazooka¡¡¡Duraban una eternidad y con ellos te entretenías durante horas. Había más de una maestra que cuando te cogía masticando te lo pegaba en el pelo, sobre todo si eras chica. Recuerdo a una compañera de larga melena que una maestra se lo pego en el pelo "con saña", y no hubo manera de despegarlo. Tuvieron que meterle tijera al pelo y quedó fatal. Pero un día nos volvimos "modernos" y apareció el Doublemint que nos hacía más europeos, y el Bazooka pasó a mejor vida...En fin que no tenemos remedio.Un beso Jane. Juan

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    1. A mí me encantaba, Juan. A mi hermana le pasó lo mismo en el pelo y se lo tuvieron que cortar al rape. Y una vez se le enredó en un cancán y adiós, cancán. Tenía sus peligros, no creas.
      No me acordaba de que lo sustituimos por el doublemint ¿Cómo pudimos hacerle esa traición a nuestro bazooka? El ser humano es volátil, imprevisible y caprichoso.
      Y es verdad, no tenemos remedio.
      Un beso, Juan.

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  2. Carmen María Duque Hernández3 de febrero de 2020, 15:46

    Gracias, mi niña, salud y besitos para todos

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    1. Gracias a ti, Carmelita. Y salud y besos, que no falten. Hoy tocó un recuerdo masticable de los viejos tiempos.

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  3. Recuerdo el gran chicle rosa!!! Como extranjera casi recién estrenada en España por entonces, me preguntaba cuál había sido la evolución de esta sociedad con tremendo chicle rosa y posible nexo con Bazzoka Joe... me lo preguntaba mientras masticaba y masticaba pero nunca llegué a una posible respuesta.
    En tanto, la isla vecina lidiaba con los chicles en sus aceras. Problema que le duró por años a un considerable coste. Recientemente lo recordé al llegar a Singapur donde está terminantemente prohibido el chicle. Intuyo que por evitar los mismos problemas que tuvo nuestra Gran Canaria. Ingenioso artículo!!! Besos

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    1. Sí, eso de que se tirara alegremente el chicle al suelo es un problema que nunca me he sabido explicar. Más que un problema, una cochinada y una falta de educación cívica. Siempre recuerdo que lo envolvíamos a veces en el mismo papel de envoltorio antes de tirarlo a la basura, nunca al suelo. ¿Y cuando te lo encontrabas en una silla pegado? ¡Aaaagggghr! A mi amiga Carmen Delia se le estropearon sus mejores pantalones porque se sentó sobre un chicle en el avión. La solución es educar a las personas, no prohibir como hacen en Singapur.
      Gracias, Susana, y un abrazo.

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  4. Que sabroso recuerdo el BAZOOKA, Isa. Después vinieron los chicles NIÑA, que traían unos coleccionables preciosos de trajes regionales del mundo y también les duraba mucho el sabor...Entre la aborigen y nosotras la misma cosa para calmar la energía infantil, la espera prolongada o el simple aburrimiento. Pipi, por ejemplo, no era nadie sin su goma de mascar. Creo que Lola y Eli se hubieran llevado muy bien, sobretodo porque nuestra amiga hubiera organizado una competición muy divertida para comparar sus dulces globos.

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    1. ¡Es verdad! Me había olvidado de Pipi Calzaslargas, otro personaje a la que veíamos siempre masca que te masca. Y ahora me acuerdo de otro personaje literario también fan del chicle: Sam Bulpitt, en "Luna de verano" de mi admirado P. G. Wodehouse, un americano que "ponía en movimiento la maquinaria trituradora" a cada rato y que se congratulaba de que en Inglaterra ya se podía comprar chicle. "Es una señal de que la civilización inglesa adelanta.". Cuando la hermana lo ve después de 25 años, lo primero que le dice es que si el chicle que está mascando es el mismo de la última vez.
      Yo también pienso que nuestra Eli se hubiera llevado estupendamente con Lola.
      Un beso grande, Cande.

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  5. A mí me gustaba rallar minas de creyones y darles color cuando, de tanto masticarlos, habían perdido su color primitivo. Desde chica me iba la pintura!

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    1. Pero luego no te lo volvías a meter en la boca todo coloreado ¿verdad? ¿O sí?

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  6. La Candidaeréndira10 de febrero de 2020, 21:31

    Homenaje a Lola"
    Hoy va de chicles, yo de chica decía "chíquele"
    Está en la naturaleza humana masticar algo, primero porque nuestra mandíbula está formada para ello, por pura supervivencia, desde que dejamos de mamar y nos salen los dientes mascamos la comida y a veces lo que sea, para entretener el hambre o por puro entretén, como el chicle.
    Una cosa que se masticaba y no podía soportar en las películas de vaqueros, era que "el malo" mascaba tabaco y echaba unos escupitajos horrorosos... ¡Puaaf, qué asco!
    Volviendo al chicle, ya se han nombrado los famosos "Bazooka", que además era un juguete para hacer bombas, a veces compitiendo para ver quién las hacía mas grandes.
    Recuerdo otro chicle que llamábamos "de penicilina" no supe porqué y los Adams, que eran unas pastillas de menta cuadradas, venían en una cajita de cartón, pero no se podían inflar bombas con ellos.
    A veces, en el afán de hacerlas muy grandes, masticaba dos o tres chicles juntos y los carrillos se me ponían como los del mayordomo que anunciaba el limpiametales "Netol" y parecía tener un pan "parisién" atravesado de cachete a cachete... A veces me dolía la mandíbula de tanto empeño.
    Recuerdo también meterlo por la noche en un vaso con agua, pero amanecía duro como un risco.
    La palabra chicle nos viene de México. Los aztecas y mayas sangraban una planta de la que obtenían una resina, especie de goma, que mascaban quizás con fines higiénicos.
    Pues nuestros antepasados aborígenes de las islas, hacían lo mismo, extraían el látex de la tabaiba dulce (o mansa), se supone que con fines higiénicos o como entretén.
    El dominico Fray Alonso de Espinosa O. P. primer cronista oficial de Tenerife, hace referencia a la goma de mascar de la Tabaiba. También hace mención de esa costumbre, Unamuno durante su exilio en Fuerteventura.
    Además en las islas hubo una fábrica de chicles, la primera con marca registrada en España, Fábrica de chicles "TABAY" en Las Palmas Cerró en los años 40 del siglo pasado.

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    1. ¡Qué completo y exhaustivo estudio que le haces a los chicles! Como siempre, da gusto ver a dónde te conduce la curiosidad y los datos que nos sacas. No sabía yo que hasta nuestros antepasados guanches también le daban al chicle tabaibal. lo dicho, el chicle nos iguala a todos.
      Gracias por recordarme el chicle de penicilina (???) y los Adams. Y también al mayordomo del Netol, uno de los personajes de nuestra época :-D
      También alguna vez oí lo del chíquele. Igual fue a ti.
      Un besote.

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