lunes, 13 de julio de 2020

Las niñas finas




Aquí estamos mi amigo Juancho y yo en una excursión que hicimos un grupo de alumnos y profesores el 15 de abril de 1989 caminando desde Las Cañadas del Teide al Paisaje Lunar de Vilaflor. En el camino nos encontramos este lugar de Las Cañadas, Caramujo, y, accidentalmente, pusimos la chaqueta sobre la sílaba "mu" dando lugar a una palabra fea. Nada más lejos de nuestra intención, porque ni a Juancho ni a mí se nos ha oído nunca una palabrota. Los dos éramos entonces sesudos profesores, él de Ciencias Naturales, yo de Filosofía, y siempre hemos dado buen ejemplo a nuestros alumnos. Además, los dos nos educamos en colegios religiosos, él en La Salle, yo en las Dominicas, así que fuimos niños finos, conscientes de que decir una palabrota suponía ir de cabeza al infierno.

Mi madre me contó que, días después de confesarse antes de hacer la primera comunión, levantó una piedra en el camino, vio una caca debajo y exclamó: "¡Mierda!". Inmediatamente fue pitada a confesarse otra vez, no fuera que se le quedara esa mancha en el alma. Y es que en estos asuntos del lenguaje todo es cuestión de educación. Por ejemplo, yo tuve dos abuelas, una fina y la otra palabrotera. Mi abuela Lola, la fina, si nos oía una mala palabra, nos echaba la bulla y poco menos que nos amenazaba con lavarnos la boca con lejía. Mi abuela Horacia hacía lo mismo pero, cuando terminaba, la oíamos rezongar: "¡Coño! ¡Qué mal hablados son estos niños, carajo!".

Pensándolo bien ¿qué es lo que convierte a una palabra totalmente inocente en una palabrota? Si uno busca en diccionarios, resulta que carajo se llamaba a la "pequeña canasta que se encontraba en lo alto del palo mayor en las naves antiguas" y puñeta es el "adorno de encaje o bordado dispuesto en la bocamanga de la toga de los magistrados". ¿Qué mente perversa contaminó a esas bellas palabras de significados ajenos?

Y también en defensa de los tacos, decir uno a tiempo puede preservar de la úlcera o de un ataque al corazón e incluso allanar el camino del amor, según P. G. Wodehouse. En su libro "Dieciocho hoyos", tiene una historia -"Chester se olvida de sí mismo"- en el que un chico juega al golf con una chica de la que está enamorado. A ella le gusta pero ha rechazado su declaración de amor porque piensa que un tipo que, cuando algo le sale mal en el golf, en lugar de cagarse en todo lo que se menea (esto no lo dice así P. G. Wodehouse, que seguro que también era fino de esos de internado inglés, pero se supone), salpica su conversación de carambas, vayas y qué lástimas, es un tipo envarado, frío y hasta poco humano. Por eso, cuando en medio de una jugada decisiva, una bola lanzada por otro jugador con toda su fuerza le da en el culo y le frustra la jugada, Chester -así se llama él- olvida toda mesura y delicadeza y se lanza a decir palabrotas (que el autor disfraza con ¡¡Ogggh!!, ¡¡Aggrrh!! y ¡¡Grrrh!!), entonces ella comprende que el pobre se había reprimido para no ofender sus delicados oídos. Y se estremece al pensar que "de no ser por lo que acababa de ocurrir, se habrían separado para siempre, alejados entre sí por océanos de malas interpretaciones, ella fría y desdeñosa, él con toda la sinfonía guardada en su interior".

A lo mejor habría que concluir con que a las palabras no habría que buscarles la fealdad o la belleza sino la utilidad y contundencia en la conversación. ¡Pero no! Resistiré semejante simplificación. Porque, al fin y al cabo, las niñas que fuimos educadas en colegios de monjas somos más finas que la puñeta.

28 comentarios:

  1. Juancho Aguiar Clavijo13 de julio de 2020, 11:59

    ¡Qué recuerdos, Isabel! ¡Éramos más jóvenes que el carajo! En ese año yo era director del instituto. ¡Qué tiempos!

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    1. La verdad es que tú sobre todo pareces un pipiolo. Y es que, yo con 41 y tú con 42, éramos más jóvenes de lo que son nuestros hijos ahora. Bien nos reíamos y disfrutábamos. De esa excursión, aparte de ver la maravilla que es el Paisaje Lunar (única vez que lo he visto), hay momentos esplendorosos como el "¡No les queda nada!" que gritabas desde las alturas a los que subíamos aquella Degollada agarrándonos a las rocas con uñas y dientes. Y por supuesto este encuentro con el cartel de Caramujo en el que con toda la inocencia del mundo colocamos la chaqueta que inadvertidamente tapó el "mu"...

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  2. Creo que también es una cuestión de costumbres. Tengo un grupo en el que todos somos canarios menos un peninsular y es el único de dice palabrotas y la verdad es que me rechina.
    Me acuerdo de que en la península en las guaguas ponían un letrero que decía "prohibido blasfemar", cosa que nunca vi aquí.
    Es verdad que de vez en cuando se nos escapa un "caca,culo,pedo,pis" pero de ahí no pasamos.

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    1. A mí tampoco me gustan las personas que no saben hablar sin intercalar una palabrota cada tres palabras. No añaden nada nuevo al contexto de lo que están diciendo y resulta fastidioso. Pero tampoco me gusta mucho lo que Cela llamaba "el ñoñismo", eufemismos a veces cursis e infantiles por no llamar a las cosas por su nombre.
      Lo de no blasfemar me parece estupendo porque implica el respeto a los religiosos. No hay ninguna necesidad de violentar a las personas. No he visto ese cartel nunca, qué curioso.

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  3. Blanca Martín Torres13 de julio de 2020, 16:19

    ¡Qué jóvenes y guapísimos los dos ! ����

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  4. Carmen María Duque Hernández13 de julio de 2020, 16:20

    Gracias, mi niña querida.

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    1. Gracias a ti, Carmelita. Me encanta sentirte cerca. Un beso.

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  5. Debo reconocer que suelto algún que otro taco por aquí y por allá. Pero también es cierto que sé dónde soltarlos y con quién. Y en ciertas situaciones me fastidia mucho la gente malhablada, pero también en otras me quedo tan a gusto soltando la palabra con -j-...
    Un abrazo.

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    1. Eso también es importante, dónde y con quién soltarlos. Es lo que se llama el saber estar. Dicen que los españoles somos malhablados pero realmente yo no lo he notado en mi tierra. Decir palabrotas sin ton ni son tampoco es mi ideal de conversación, la verdad.

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  6. ¡Me había olvidado de lo monísimo que eras, Juancho!

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    1. Juancho Aguiar Clavijo14 de julio de 2020, 16:21

      Esas cosas no se olvidan, Milo. ������

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    2. ¿ Cómo que "era"? Jejeje

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    3. Eso mismo iba a contestar yo, Elvira. Juancho se conserva estupendo (... pa la edad que tiene, como me decía a mí una señora que trabajaba en casa) y, aunque ahora lo de monísimo no le pega, sí le va lo de guapo, guapo y guapo (y él lo sabe :-D)

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    4. Jaaajaja Isa siiii. Y como encima es encantador y educado. Pues nada chica. Un mirlo blanco. Ay que se le sube a la cabeza.

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    5. Es que si no fuera así, no sería amigo nuestro. Somos muy elitistas. :-D

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    6. Juancho Aguiar Clavijo16 de julio de 2020, 17:01

      Me estoy poniendo colorado.....������

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  7. Charo Borges Velázquez13 de julio de 2020, 22:39

    Siempre me consideré una niña fina, por no decir palabrotas, y hoy me veo reflejada en tu entrada, Jane.
    Pero me da que aquella niña ya dejó de serlo y, de vez en cuando, olvido que lo fui y se me escapa alguna inconveniencia, cuando algo me enfada.
    En eso debe consistir, también, el madurar...

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    1. Hay veces que no queda más remedio. Esta mañana me llamaron por teléfono los de una compañía telefónica para que me cambiara ¡a las 8 de la mañana! Cuando les dije que no y "porque no" (me exigían razones), me colgaron sin un gracias-perdone. Normalmente me despierto a las 9 sobre todo cuando he dormido mal. No le solté al caballero ninguna inconveniencia (palabrota, taco, imprecación, grosería, maldición...), como dices tú, porque estaba muy dormida. Pero créeme que me hubiera venido muy bien para el ánimo.

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  8. Mari Carmen González Zamorano13 de julio de 2020, 22:41

    Mea culpa, sí, a mi se me escapa de vez en cuando alguna palabrota y no se de quien lo heredé si es que eso se hereda. A NINO no le gustaba nada y a mi madre tampoco pero que quieres que te diga, yo no lo puedo remediar y suelto algún taco.

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    1. Te digo lo mismo que a Chari. No viene mal de vez en cuando para liberarnos emocionalmente y aliviar el estrés. Mira lo que dice en este artículo: "Según los estudios de la Universidad de Keele, en el Reino Unido, decir palabrotas es sano para nuestra salud mental. Tiene muchos beneficios a nivel psicológico que van desde la mitigación del dolor tras un golpe hasta el hecho de parecer más honesto ante otras personas.". Mientras solo sea "algún taco"...

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  9. Este es un artículo muy lúcido

    Como yo lo veo.

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    1. Gracias, Mariam. Y muy fino, no te olvides. :-D
      Un besote.

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  10. Palabrotas, que bien podían llamarse palabrejas o respingos, pero ya el término es gordo y grande su castigo.
    Coincido contigo que, en la medida de lo posible, deben ser evitadas en una educación que se precie, aunque hay situaciones en la vida que nos obligan a usarlas porque, como bien se refleja en ese libro que explicas, su ausencia total anula la sangre y hace dudar de cualquier temperamento.
    Cáspita, por ejemplo no nos vale.

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    1. No, no nos vale. En "Notting Hill" Julia Roberts se burla de Hugh Grant porque dice "mecachis" que es una manera suave y cursi por no decir "me cago en...". Como esas, son el "jopé", "ostras", "agua y ajo", "córcholis" o "consio", "pardiez". "caray", "caramba".... Todo por ser políticamente correcto y no decir las palabras que estás pensando.
      Gracias por tu comentario, Cande. Un beso.

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  11. Pili Gil-Roldán Trujillo14 de julio de 2020, 16:57

    Casualidades, anécdotas, lo importante es que pasaron bien. A mi se me escapan de esas palabras, algunas ya son internacionales. Será que no me tocó por suerte estudiar en ningún colegio de monjas. ¡Me hubieran hachado! ��������buena reflexión

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    1. Había un chiste de una monja que era tan buena, tan buena que cuando murió y subió al cielo le gritaban: "¡Sor Catalina, diga un "coño", que se pasa!". Efectivamente, en aquellas sagradas paredes no se oyó nunca una palabrota. Otra cosa es que se hubieran pensado.
      Un beso y gracias, Pili.

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    2. Pili Gil-Roldán Trujillo16 de julio de 2020, 17:02

      Pensado, muchas veces seguro de dientes pa dentro ����

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