lunes, 10 de agosto de 2020

La amiga a la que le gustaban las historias sobre reyes




Tengo una amiga a quien siempre le ha gustado leer historias de reyes. Le encantaban los reyes bíblicos, como David que primero fue un pastor que se enfrentó a un gigante con su honda y después un rey valiente, músico y poeta; o Salomón, a quien Dios concedió un corazón capaz de distinguir lo malo de lo bueno.

También le gustaban las historias de reyes de "Las Mil y Una Noches", como la de Harun al-Rashid que se disfrazaba por las noches para mezclarse con el pueblo y así conocer sus necesidades sin que lo reconocieran; o reyes que imponían un respeto tan grande que todos temblaban ante ellos.

Disfrutaba enormemente con los reyes que Tolkien situó en la Tierra Media, reyes que se preparaban para serlo guardando el país de enemigos en un trabajo callado y duro. Provenían de estirpes heroicas de las que se contaban mil leyendas y se alzaban estatuas de piedra gigantescas para recordarlos: Durante muchos años anhelé contemplar las imágenes de Isildur y Anárion, mis señores de otro tiempo. A la sombra de estos señores. Elessar, Piedra de Elfo, hijo de Arathorn de la casa de Valandil hijo de Isildur, heredero de Elendil, ¡no tiene nada que temer!

Había veces que mi amiga se entusiasmaba con las leyendas y aventuras del rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda que vivían en pos de un ideal puro e inalcanzable. O repasaba los libros de Historia buscando los apodos de los reyes antiguos e investigando por qué los habían llamado así: el Justo, el Santo, el Hermoso, el Sabio, el Conquistador, el Hechizado, el Católico, el Deseado...

Había reyes que parecían tenerlo todo: Un palacio de diamantes, / una tienda hecha de día / y un rebaño de elefantes, / un kiosko de malaquita, / un gran manto de tisú...

Mi amiga no es que fuese monárquica, la verdad. Pero desde pequeña le llamaban la atención esas personas a las que el destino señaló de alguna manera y se hacía preguntas sobre ellas. ¿Cómo llegaron a ser reyes? ¿Cómo aprovecharon ese poder que se les otorgó, muchas veces sin comerlo ni beberlo? ¿Se dieron cuenta de que jugaban un papel en la Historia? Le interesaban las semejanzas entre algunos, sus fuerzas y sus debilidades, sus reacciones, sus cualidades.

Hasta que conoció a un rey real. Poca gente que yo conozca ha tenido ocasión de ello, pero mi amiga ocupó un cargo importante en una ocasión en su país y quiso la casualidad que conocíó a un rey de verdad. Y con conocer me refiero a que coincidió con él en eventos y viajes y tuvo largas charlas en muchas ocasiones. Él la llamaba por su nombre y ella a él "señor".

Entonces descubrió que era un hombre normal y corriente, pero que no se creía normal y corriente sino por encima del resto de los mortales. A lo mejor esto es lógico tratándose de un rey. Pero para mi amiga, que había seguido la trayectoria de los reyes de antaño, este rey, aunque era un tipo agradable, no era magnánimo y compasivo como Aragorn, sino que hacía lo que le daba la gana sin pensar en los otros. No era sabio en sus decisiones como Salomón sino que a veces parecía actuar sin ton ni son, a lo que saliera. No era santo como Fernando III, porque lo único que le interesaba era su propio placer. No era valiente como Ricardo Corazón de León, ni carismático como Arturo. La gente que estaba a su alrededor y lo adulaba no le tenía cariño sino que era del tipo rata que abandonan el barco cuando se hunde. No era justo como Luis XIII de Francia, porque pensaba que él estaba por encima de la justicia y sus leyes. No era culto ni sensible como Alfonso X o David (no se le conocía ni una triste cántiga o  salmo). No se preocupaba por el pueblo como Harun al-Rashid, porque el pueblo le importaba un pito. Ni siquiera era guapo (o hermoso). En resumen, concluyó que era un rey de morondanga.

Ahora a mi amiga ya no le gustan las historias de reyes. Por no creer, no cree ni en los reyes magos.

14 comentarios:

  1. Charo Borges Velázquez10 de agosto de 2020, 16:26

    Ser admiradora de reyes, puede llevar a fuertes decepciones, como las de la protagonista de la historia que hoy nos cuenta Jane.
    Quizá los únicos que se escapen del estereotipo sean los Magos de Oriente y, seguramente, más por ser Magos que por ser Reyes...

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  2. Hoy por hoy los reyes no son ni héroes ni villanos. Son como la gente corriente solo que ellos no lo saben. Estamos hartos de ver que la misma persona puede ser héroe y villano. Puede que por eso a esa amiga tuya le entretuvieran tanto. Un héroe y un villano, fue uno muy amante del queso parmesano, que supo ser capaz de elegir un día por la cordura y años después por el fraude.

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    1. Eso es precisamente en lo que fallan: que no saben que simplemente son humanos y que, como todo humano, tienen que estar sometidos al hecho de que vivimos en sociedad y de que todos, lo querramos o no, nos sometemos a reglas y leyes.
      Si miramos en la biografía de los reyes históricos casi todos fueron héroes y villanos. El mismo Rey Salomón (que tuvo 700 esposas extranjeras, dicen) adoró a Astarté y a otros dioses extranjeros, a pesar de que Dios se lo había prohibido. Pero él ni caso. Y así nos encontramos con muchos que son, como decía Nietzsche, "demasiado humanos".
      Mejor, si tú o yo un día nos encontramos con un rey por ahí, tenerlo en cuenta.

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  3. Una institución arcaica y medieval que aún cree tener privilegios otorgados por Dios, como si aún estuviéramos en el medievo. Pues que allí se queden en el medievo de los libros de historia y en los cuentos infantiles.

    Por cierto yo, como tú amiga, fueran villanos o héroes me encantaba leer sobre ellos en todos los libros, ya fueran de historia o no ficción. Por suerte, o desgracia, no he coincidido con ninguno.

    N. Jr.

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    1. Aristóteles hace ya su tiempito, después de estudiar 158 constituciones, concluyó que solo había 6 tipos de regímenes: 3 buenos y 3 malos. Los tres buenos eran la Monarquía (el poder en una sola persona), la Aristocracia (el poder en un grupo de personas) y la Democracia (el poder en el pueblo). Eran buenos porque el fin era gobernar por el bien de todos. Los malos eran los mismos pero cuando gobernaban para enriquecerse ellos. Me pregunto qué pensaría el bueno de Aristóteles de nuestras modernas monarquías parlamentarias (la nuestra, Suecia, Noruega, Reino Unido, Dinamarca...), en las que el rey no gobierna sino que hace el papel de árbitro por encima de los intereses partidistas. Las incluiría en la Democracia sin duda. Pero habría que despojarlas de algunos rasgos del medievo: el que el rey esté por encima de la ley, por ejemplo. O que sea hereditario el cargo. Creo que hay por delante mucho debate sobre el tema.
      A mí, igual que a ti y a mi amiga, me encantan las historias sobre reyes y reinos perdidos. Mi preferido, Aragorn que en "El Señor de los Anillos" va creciendo en dignidad desde Trancos hasta el Rey Elessar.

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  4. Hice mi comentario en su momento pero no lo veo. Lo repito.
    Me fío más de lo que conoce tu amiga que de lo que sale en los medios. Ella lo trató directamente. Como se quién es más me fío.
    De todas maneras creo que hay conjunción del mal y el bien.
    Un poco enteradito este emérito.

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    1. Pues sí, Mandi, como dice otra que también conoces, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Aquí o encumbramos a la gente o la denigramos hasta el infierno. Y tampoco es eso. Si los reyes se portan bien, están haciendo su deber. Si se portan mal, que se les juzgue como a cualquier otro mortal. Y ya está.

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  5. A mi madre, como a tu amiga, le gustaba también leer sobre reyes y conocía tanto de los orígenes de cada familia real, que cuando hablaba de ellos, parecía que vivían tres calles más abajo o en este caso más arriba, por tratarse de quiénes eran.
    Son personas por encima de coronas y son personalidades por encima de representaciones.
    Hay buenas personas y los hay altaneros y despiadados, pero un poquito en éso, contribuimos el pueblo que a veces, olvidamos que son humanos como nosotros,y les regalamos un poder sobrenatural que nunca han tenido.

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    1. Pues tienes razón, Cande. Acabo de leer el último libro de Mamen Sánchez, "Costa Azul", que es un libro que habla de reyes, intrigas, espías, guerra fría... en los años 50 europeos, y la autora -que es muy buena conocedora del tema- baja a los reyes a su altura humana: timidez, miedo al público, ambición, irresponsabilidad..., pero también preocupación por hacer bien su trabajo. Ya no son reyes por la gracia de Dios.

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  6. Mari Carmen González Zamorano14 de agosto de 2020, 11:30

    Siempre me han fascinado las historias de Reyes pero más contemporáneos. Como te puedes imaginar no soy monárquica pero si hacen bien su trabajo los respeto, que por desgracia últimamente no es el caso.

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    1. Yo creo, Mari Carmen, que eso es lo que verdaderamente importa, hacer bien lo que se te ha encomendado.
      Yo tampoco soy monárquica, pero en el caso de nuestro país, el rey creo que hasta ahora lo está haciendo bien. ¿Cómo lo recordarán las futuras generaciones? ¿Felipe VI el Preparado?

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  7. Y con relación a los Reyes me gusta más esos que en algunos países le dicen
    ”Mi Reina" o "Mi Rey" a su pareja con cariño.
    Es como si te diera poder tener un rey o una reina para ti.

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    1. Jajaja, no está mal, Esther. Cada uno es rey en su casa. O como dicen los ingleses, "mi casa es mi castillo".

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