lunes, 9 de enero de 2023

Tortura china en año nuevo


Estreno el año el día 4 con una tortura china, además autoimpuesta, como para ganar el título de Masoquista I: la visita al dentista. Cada 6 meses religiosamente ahí me tienen, en el potro de la tortura, con la boca abierta de par en par, mientras Marta, mi higienista de toda la vida, hurga en mis encías y escarba, cepilla, abrillanta y limpia mi sufrida dentadura. Es un suplicio, pero emocionante, eso sí.

En los 15 o 20 minutos que dura el tormento ¿qué hace una para conservar la dignidad? ¿Qué recursos tiene la mente para afrontar el martirio que se avecina? ¿Qué se siente?

Lo primero es indefensión y temor. En La muerte visita al dentista de Agatha Christie hasta el gran Hercules Poirot tiembla al entrar en la consulta del dentista y confiesa: Un hombre está completamente indefenso en la silla de su dentista. Es la pura verdad ¿Qué mejor sitio para que te asesinen?  Y además, que te chijas cuando el torno se va acercando al punto sensible que sabes que tienes en la segunda muela del maxilar inferior derecho y esperas despavorida el salto que vas a dar.

Lo segundo es empezar a mentalizarte con lo de "todo esto pasará". Y te pones a recitar el mantra: " tras la tormenta, la calma; tras la oscuridad, la luz; tras el dolor, el alivio...Ooooooommmmm"...

Y al final hasta te planteas las grandes cuestiones en plan filosófico. Yo, como Luis Landero en Lluvia fina, que dice enfrentarse a la inmensidad del universo pero también a la duda de si quedará mermelada de naranja para el desayuno. En esos momentos te preguntas de todo. Pero la principal y última pregunta es ¿por qué hacemos esto? Claro que hace 40 años que vengo y que el dentista (que además es de Los Sauces, el pueblo de mi familia) es como de casa. Él y yo nos hemos jubilado casi al mismo tiempo pero su hijo ha tomado el relevo y nos trata con el mismo cariño. Pero así y todo sigo con la misma pregunta: ¿Por qué nos sometemos a este martirio, pagando y todo? 

La respuesta que me doy me lleva a La historia interminable de Michael Ende. En ella el padre del protagonista Bastián Baltasar Bux es también dentista y al final es quien lo salva cuando se pierde en el mundo de Fantasía anclándolo en la realidad. En la silla del dentista -pensaba yo ese 4 de enero con la boca abierta y los ojos cerrados- no hay lugar para el romanticismo, ni para la imaginación ni para cuentos chinos. Es la realidad pura y dura que nos manifiesta el deber de cuidarnos los dientes. ¿Y por qué? Porque -concluyo cuando nos despedimos hasta el julio siguiente- los dientes son el preludio de la sonrisa. Y con la sonrisa ¡ay! se puede llegar hasta cualquier sitio.

17 comentarios:

  1. Se positiva, los cataplines el dentista los tienes a mano, un buen apretón y para.😂😂

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  2. Y básica para la salud en general de cada persona.Una gran injusticia que no hayan higienistas en cada colegio insistiendo en la salud bucodental desde los primeros años.

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    1. Tienes toda la razón del mundo, Esther. Una asignatura de higiene y salud sería necesaria en cada colegio. Alguna vez hubo algo parecido.

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  3. La mia también se llama Marta.
    ¿Edificio del Banco Santander?

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    1. No. Debe ser un nombre apropiado para higienistas.
      Me temo que nos vamos a seguir viendo en entierros. :-D

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  4. El comentario que inexplicablemente aparece como anónimo es mío, Amanda Durango.
    Era solo una broma, dado que siempre te dicen que levantes la mano izquierda si quieres algo. !La derecha ni moverla!

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    1. Debí imaginar que era tuyo, Mandi. Cuando me tocan el nervio, yo no solo levanto la mano izquierda, sino que me levanto toda yo y no mando un grito de milagro. Pero bueno, estoy exagerando porque las últimas visitas solo han sido limpieza y revisión y por ahora todo está controlado.

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  5. Charo Borges Velázquez9 de enero de 2023, 22:26

    Pues sí que te cundieron esos 15/20 minutos de la tortura china, Jane. Desde recitar mantras, pasando por cuestiones filosóficas y terminando con citas literarias.
    Imagino que todo ese recorrido mental te sirvió para que esa tortura lo fuera menos y que al final tu dentadura luciera blanca y resplandeciente.

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    1. Si no fuera por lo que uno rumia, piensa, se pierde por los celajes... no sé cómo aguantaríamos las torturas chinas. Se me pasó volando, la verdad. Marta es una higienista excelente y también alegamos un rato. La dentadura está como la de la foto. :-D

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  6. Esther Casañas Morales9 de enero de 2023, 22:27

    Tenemos el mismo dentista, por cierto, bueno el padre y bueno el hijo. El mes pasado, pasé por una tortura ( sin dolor) y seguiré por un tiempo.

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    1. Yo hace tiempo que no tengo dolor. Estaba exagerando un poco, pero la verdad es que ir al dentista ya no es como antes, cuando era adolescente, y lo de la tortura china dejémoslo en ratito incómodo por tener que estar con la boca abierta. Coincido contigo en que son unos profesionales excelentes. Tenemos suerte con ellos.

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  7. En vez de empezar el año con tortura china, iba yo a terminar el 2022 con ella, pero tuve que cancelar. Me puse enferma y mi lado irracional sigue dándole vueltas así no sería por no ir a la dichosa cita. Claro que no hay escapatoria. :D
    Un abrazo.

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    1. No, no hay escapatoria de las obligaciones y menos de las médicas. A mí me dio el covid cuando tenía cita con el oftalmólogo y ya la recuperé y ya tengo cita para la siguiente revisión. Es una lata pero no nos queda más remedio. De todas formas espero que estés ya recuperada y que no tengas más lapsus freudianos de esos.
      Un abrazo.

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  8. Marta Hernández González14 de enero de 2023, 11:44

    Gracias por los comentarios. Yo soy el verdugo. Un saludo.
    Muchas gracias Isabel por la historia. Un saludo.

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    1. Nunca un verdugo fue tan encantadora, eficiente y agradable como tú. Gracias a eso, una soporta la tortura china con la mejor de las sonrisas. Gracias por todo, Marta.

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