lunes, 27 de marzo de 2023

Pajaritos y silencio



Hace poco uno de nuestros amigos nos comentó en un chat común que había estado 8 días en Suiza sin móvil. Se le quedó en su casa al marcharse y, cuando, horrorizados, le dijimos: "¡8 días sin móvil!", nos contestó: "Pues sí, DDD: Desconexión y Desintoxicación Digital". Y mira por dónde, algo parecido, aunque no tan drástico, me pasó a mí esta semana, que nos fuimos con mis hermanos y unos amigos dos días a un caserío en el norte de la isla y allí no había cobertura, ni wifi, ni nada de nada. Como le contesté a mi amigo, solo pajaritos y silencio.

Y todo esto me hace reflexionar, oye. Estamos tan acostumbrados a depender del móvil que este se ha convertido en una extensión de nuestra mano y de nuestro cerebro. A él le regalamos lo más preciado que tenemos: nuestro tiempo. La escritora Irene Vallejo avisa en un artículo que "los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas". Un estudio de 2022 asegura que en España cada persona pasa cinco horas diarias con el cuello doblado arrastrando el dedo por una pantalla, quién nos lo iba a decir. Y lo peor es que no nos damos cuenta y a veces hasta nos quejamos de que no sabemos cómo se nos ha escurrido el tiempo.

Y de repente, la catástrofe, vernos desconectados, sin esos aparatos que llevamos a todas partes ¿Qué hacer entonces? Bueno, en principio es bueno para la salud mental librarse por un tiempo de chistes conocidos, de memes, de citas y textos falsificados, de artículos que te quieren convencer de sus ideas políticas y religiosas, de chorradas. Y luego, cuando uno se da cuenta de que se pueden hacer muchas otras cosas, hacerlas. Esto fue lo que hicimos, en esos dos días, perdidos en el Tenerife profundo:

Leer. Yo me llevé para releer, recordando Florencia, "Una habitación con vistas" de E.M. Forster. En papel, por supuesto.

Reunirnos a hablar con los que íbamos, en torno a una chimenea (había mucho frío). Allí salieron chistes (hablados y con risas compartidas) e historias hasta de los tiempos en los que no había ni tele.

Caminar por el campo entre tagasastes que ahora lucían maravillosos, completamente en flor.

Acercarnos a acariciar los caballos que había en el caserío. Dóciles, se acercaban a nosotros sin miedo y nos miraban como diciéndonos que ellos sí tenían todo el tiempo del mundo.

Dormir por la noche mientras veíamos por la claraboya del techo la estrella Sirio brillando imperturbable.

Oír el silencio por la mañana. solo interrumpido por el canto de los pájaros.

Irnos de comida todos juntos sin tener que estar pendientes del móvil todo el rato. Ya nos enteraremos de las noticias al llegar a la civilización, léase, un lugar con cobertura.

Celebrar el cumpleaños de dos del grupo (75 y 80 años) con risas, soplada de velas, cantos y regalos, sabiendo que el tiempo nos pertenece.

Sí, estuvimos DDD, desconectados y desintoxicados digitalmente. Pero fueron dos días especiales y lo pasamos muy bien. Y es que al final nos damos cuenta de que la vida es que lo que pasa mientras uno está entretenido mirando wasaps y de que hay vida, mucha más vida, más allá de Internet.

20 comentarios:

  1. Sí, Isa, como te dije, nos fuimos de viaje a Suiza y la noche anterior me descargué música, alguna serie, alguna película, y me dije que así, en los dos trayectos de avión podía ver y escuchar algo. Y la verdad es que en el momento en que al día siguiente, en la guagua hacia el aeropuerto del sur, me di cuenta de que no lo tenía, la impotencia fue terrible porque además estaba pendiente de una tía que estaba muy malita (falleció a los dos días). La verdad es que se hace duro. Cuando volví, tenía más de 500 mensajes en total. Estaba desesperado, sobre todo por lo de mi tía. Al segundo día de estar en Suiza, mi hija me dejó una tablet para por la noche escuchar múisca y aunque durante el día tampoco lo echaba de menos mucho, la verdad es que estamos tan acostumbrados al mundo digital que estar 8 días así fue mucho.
    Un abrazo.

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    1. El móvil es un gran invento, Vicente. Nos permite estar conectados al mundo, no solo a las noticias, sino también a tu entorno. Una persona que siempre haya vivido en la era del móvil, como nuestros nietos, no se explicaría nunca que hubo un tiempo en que las nuevas no eran inmediatas sino que tardaban horas, días y hasta meses en llegar a nosotros. Entiendo tu impotencia y desespero, sobre todo cuando estabas pendiente de algo grave. Lo siento.
      Y ya sabes, la próxima vez "no sin mi móvil" es la consigna.
      Un abrazo.

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  2. Mi coche, cuando apago el contacto y voy a bajarme envía a través de la pantalla un mensaje que dice:
    “Han bajado todos?
    No olvide el móvil”
    Una manera amable de evitar traumas

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    1. A mí cada vez me asombra más esa camaradería que nos traemos con las máquinas. Mis nietos pequeños se traen un vacilón con la tal Siri, a la que consideran una de la familia poco menos. Y lo de tu coche es increíble. A ver si programo el de mi marido para que le diga: "No olvide el móvil, pero tampoco la cartera, la gorra, las llaves y la rebeca".

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  3. Querida amiga, en un viaje a Nueva Zelanda por aquello del modelo de conectores, enchufes, etc., estuve casi 10 días sin móvil. En principio preocupada por no poder enviar a mi familia noticias pero una vez subsanado el problema gracias al móvil de una compañera, tranquilidad y aislamiento en las antípodas. La dependencia del móvil es una semidroga y te aseguro que vivir una temporadita sin él es calidad de vida. Como bien dices en tu escrito, escuchas aves, diferencias sus cantos, oyes el murmullo del viento por no decir la tranquilidad en sobremesa y ratos de descanso. Tenemos que aprender a silenciarlo, al menos, 6 horas al día. Un fuerte abrazo.

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    1. Eli, una amiga tuya y mía, tiene un sistema que no está nada mal cuando se reunen sus 5 hijos, sus 5 nietos y parejas. Todo el mundo entrega su móvil y estos se guardan mientras estén reunidos. De esta manera disfrutan de conversaciones. se miran a la cara, se ríen juntos por cosas comunes (y no por lo que te digan en el wasap)...
      Una vez le propuse a mi nieta mayor lo de pasar un día sin móvil y no pudo. Sí, es una semidroga.
      Un abrazo grande.

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  4. Si Isa, podemos vivir y ser felices sin saber lo que pasa en el mundo?, o mejor, sin saber lo que nos dicen que pasa en el mundo? Rotundamente sí!
    Sigue disfrutando . Besos

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    1. Yo también lo pienso, Floren. Estoy agradecida por vivir en esta época tan globalizada en la que el planeta entero parece estar al alcance de la mano. Pero es verdad que la sobresaturación puede hacer más mal que bien. Enterados, sí, pero no tanto. Una desintoxicación de vez en cuando sienta de maravilla.
      Un beso.

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    2. Me parece estupendo lo q dices Floren y no solo estupendo sino q a toda la gente le debería de llegar tu mensaje al igual q la de Yoli

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    3. Creo que casi todos coincidimos con ellas. Móvil sí pero ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre.

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  5. Entiendo perfectamente a todos los dependientes de esta tecnología, que nos atrapa, y sin la cual no podemos vivir, o por lo menos lo creemos, bien por necesidad, o porque estamos enganchados al móvil o tablet.
    Sin embargo, cuando olvidas en algún momento que lo llevas encima y lo aceptas temporalmente ,te sientes como liberada y hasta lo agradeces.
    Tenemos que olvidarlo de vez en cuando y comprobar sus beneficios.

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    1. Sí, Yoli, si hiciéramos una lista de pros y contras, seguro que estarían empatados. Pros, la cercanía con los tuyos, el estar enterados de lo que pasa, el buscar cualquier dato que nos interese... Contras, la dependencia, la cantidad de morralla que mandan, las falsas noticias... Como dices, un rato de liberación al día vendría de maravilla.

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  6. Qué buena y saludable desconexión, Isa. Una pena no olvidarnos de él más a menudo. Cuando me asomo por las noches a mi terraza, como tengo por costumbre a despedir a las estrellas, antes sólo se veían las pistas de tenis del pabellón iluminadas, ahora son como pequeñas señales de los transeúntes que atraviesan la oscura calle de lado a lado con la claridad tan característica de las pantallas de los teléfonos. La era tecnológica llegó y nos ha sometido sin piedad. Empiezan a haber niños con fatiga visual y otras enfermedades, por el hábito sin rigor de éstos aparatos, sin contar el daño tan grande que ha hecho a la comunicación familiar. Usarlo sí, pero ignorarlo también cuando queramos reunirnos y hablar mirándonos a los ojos.
    Éso sí que es inteligente.

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    1. ¡Cuánta razón tienes! Aunque anoche se nos fue la luz, y ahí nos ves a trompicones por la casa. Pero, oh, milagro, de repente nos acordamos del móvil. que tiene linterna incorporada y esa fue la única lucecita que se vio en mi urbanización a esa hora (las 12 de la noche). Hay que agradecer lo bien que están pertrechados estos artilugios (no hacen croquetas porque no se han puesto a ello, que si no...).
      Pero lo que está claro es que no hay que abusar de ellos. Con los libros digitales me pasa lo mismo, que se me cansan los ojos. Los estoy alternando con los de papel.
      Gracias por tu comentario, Cande. Un beso.

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    1. Gracias, Elvira. Tu comentario es siempre como una palmadita cariñosa en el hombro, una sonrisa de las buenas.
      Mil gracias. :-D

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  8. Yo lo hago de vez en cuando. Quizás no tantos días, tampoco abuso mucho del móvil en mi día a día, pero es una maravilla. Para mí necesario ese corte, como para resetear.
    Un abrazo enorme.

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    1. Un hábito estupendo y saludable, Dorotea. Yo también tengo mis momentos sin-móvil. Y momentos móvil, claro: por la mañana, después de comer y antes de acostarme (salvo llamadas). El resto lo ocupo en vivir.
      Otro abrazo grandote para ti.

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  9. Charo Borges Velázquez1 de abril de 2023, 13:03

    No sabes, Jane, cuantas veces me han tentado las ganas de deshacerme del móvil y volver a mi tranquilo pasado sin él... pero si se piensa bien, no debe hacerse por todo lo que tú argumentas en tu estupendo post.

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    1. Gracias, Chari. A más de uno, después de un día intenso, le entran las mismas ganas de mandarlo a la porra. Pero claro, eso sería como decir: "Paren el mundo que me bajo". Para bien o para mal, el móvil ya forma parte de nuestro mundo.

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