lunes, 17 de julio de 2023

Bajo la sombra de Hautacuperche


La historia de Hautacuperche, un guerrero aborigen gomero que vivió allá por el siglo XV, tiene todos los ingredientes para convertirse en una tragedia épica. Hubo en ella un Pacto de Hermanamiento entre los aborígenes y los conquistadores que fue sellado bebiendo los dos jefes leche del mismo gánigo (no son los pactos de hoy pero como si lo fuesen); hubo una ruptura del Pacto por parte del Señor de la isla, Hernán Peraza el Joven que, pasando de hermanamientos, se lió con Iballa, hija de un jefe aborigen (¡vaya, vaya, con Iballa!, decía siempre un amigo mío); hubo un cabreo monumental por parte de los gomeros que llegaron hasta la cueva de Guahedum donde se reunían los tortolitos y allí su líder Hautacuperche se cargó, lanza en ristre, a Hernán Peraza; hubo luego la llamada "rebelión de los gomeros", el sitio a la torre del Conde, donde Hautacuperche se lució (Abreu Galindo cuenta que era tan ágil y ligero que recogía con la mano y devolvía las saetas que le tiraban), a pesar de lo cual murió él también; hubo la posterior venganza terrible contra los gomeros por parte de Beatriz de Bobadilla, la mujer de Hernán Peraza, que era de armas tomar... Pactos, traiciones, amores clandestinos, un héroe de leyenda, rebeliones, muerte al tirano y hasta silbidos gomeros hubo. ¿Qué más se puede pedir?

Hay una estatua de 4 metros de Hautacuperche al lado del mar, frente al hotel donde nos hemos quedado esta semana en Valle Gran Rey, al sur de La Gomera. A lo mejor el héroe era canijo y feo, pero el autor Luis Arencibia lo ha esculpido como un real mozo, alto, fuerte, noble, una figura poderosa y altiva, con la apostura de un dios de la antigüedad. Lleva en la mano derecha el gánigo quebrado, símbolo de la traición, y en la izquierda la lanza con la que atravesó a Hernán Peraza. En el costado asoma la flecha de ballesta con que lo mataron. Y al verlo, tan digno y tan señor, nos parece como si nos dijera: "Tranquilos, que aquí estoy yo", como si pudiéramos sentir su sombra protectora y que nada puede pasarte mientras vigila.

La siento cuando conozco a tanta gente que ha optado por vivir en esta isla bendecida por los dioses. Como César que hace 32 años dejó Tenerife y montó su negocio en Hermigua. "Demasiados coches allí", dice. O Consuelo, que pasa temporadas largas y tranquilas frente al mar en Valle Gran Rey. O Pepe, un matancero a punto de jubilarse después de pasar media vida en La Gomera. "¿Y volverías a La Matanza?". "¿Estás loca? -contesta- Esta es mi casa". O Aarón, que acaba de mudarse aquí para cambiar de aires y está encantado. O mi amigo Javier, que tanto sabe de la historia de las islas y que se vino a vivir a El Cedro, uno de los bosques más bonitos del mundo.

Y los que estamos de paso, como nosotros la semana pasada, también hemos sentido la tranquilidad, la seguridad, la paz de estas mañanas en las que nos acompañan el sonido de las olas en La Puntilla, la brisa que mueve las hojas de los mangos, la caricia del sol en la piel, los saludos de los vecinos... Los días pasan perezosamente atardecer tras atardecer a cual más bello. En estos días no nos han preocupado ni los debates políticos, ni las noticias de los medios ni el qué podremos hacer mañana. Vivir y dejar vivir. La sombra de Hautacuperche es alargada.

20 comentarios:

  1. Charo Borges Velázquez17 de julio de 2023, 23:17

    Tú, Jane, para Valle Gran Rey, y yo, para Tecina, una semana antes.
    ¿Por qué será que esa isla y sus paisajes nos atraen tanto a los que no somos de La Gomera? Se me ocurren mil razones, pero una, en especial, son sus montañas y sus roques únicos, imponentes, sobrecogedores y bellos, al mismo tiempo. Volvería una y mil veces...

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    1. Muchos viajes hice a La Gomera en los tiempos en que formé parte del tribunal de selectividad. Allí me cobijaron sus montañas y barrancos y esos roques que nombras, mágicos e impactantes. Pero también la tranquilidad, la amabilidad de sus gentes, la paz en sus calles, el mar, los preciosos rincones. No me extraña nada que tanta gente se haya ido a vivir allí. O por lo menos, como tú y yo, a degustar unos días únicos. Todos los años lo hago aunque sea unos pocos días.

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  2. Como me gusta leerte, 😍

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    1. Gracias, Mari Carmen. Me encanta que estés al otro lado.
      Un abrazo.

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  3. Precioso relato, Isa, me encantó. Besos

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    1. Tú que eres amante de La Gomera y que, como yo, cada año te das un saltito a Valle Gran Rey también, te habrás quedado con ese mar limpio y transparente y la figura del jefe gomero protegiendo el territorio.
      Que sigamos disfrutando de paisajes, clima, mar, tranquilidad. Sin olvidar los camarones y las galletas gomeras.
      Besos.

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  4. Hola Jane. Por lo que deduzco pudiste descansar y disfrutar de la Gomera. La primera vez que estuve lo hice con dos amigos y con mochila. Todavía recuerdo el almuerzo y la sobremesa con un licor llamado "gomerón" en un pequeño guachinche en Las Hayas. Y luego bajamos caminando hasta el Charco del Conde , cuando era de verdad el Charco del Conde (creo que hoy está urbanizado). Cuando llegamos al Charco montamos la tienda e íbamos a cenar, pero oímos una música que provenía de un kiosko que estaba por allí y ....ya no me acuerdo de nada más de esa memorable noche. Bromas aparte, me gustó la isla y tengo un recuerdo: "pasar por la carretera del monte entre neblina" con el Teide al fondo(?). Años después leyendo a Lorenzo Silva (La niebla y la doncella) me vino la imagen de esa carretera mientras leía la novela , y fue un" momento feliz" . Un beso Jane. Juan

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    1. A mí se me han quedado en la memoria momentos como ese. Recuerdo hasta una noche de tormenta en medio de la carretera de Garajonay entre truenos y relámpagos. Pero también bañarme en el pescante de Hermigua, mi marido y yo solos en un mar sereno y limpio. Y las vistas del Teide son maravillosas. Ya lo dice una copla: "Si Tenerife quiere Teide, que lo haga de madera, porque el Teide de verdad lo disfruta La Gomera".
      La Gomera hay que conocerla a fondo y un buen pateo como el que hiciste con memorables noches incluidas es lo más adecuado. muchos momentos felices me ha proporcionado. Un beso, Juan.
      P.D.: Esta vez también caté el "gomerón".

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  5. Se ve sólo un poquitín de paisaje, pero para allí me iría ahora mismo a darme un baño, como poco. Qué gusto da leerte, Jane.

    Un abrazo enorme.

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    1. Y enfrente está el hotel. Siempre vamos allí porque sales del hotel en bañador y cholas y ¡al agua!. Esta vez estaba buenísima, fresquita y transparente. Y Hautacuperche vigilando. Merece la pena darse un salto a esta isla, anímate.
      Un beso y gracias, Dorotea.

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  6. Aquí solita en una hamaca en nuestra piscina de Bajamar.
    Aproveché para leer tu historia sobre el guanche al que nunca le pongo nombre. Le sacaste mucho partido al muchacho.

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    1. Nombres raros sí tenían, la verdad. Fíjate que el padre de Iballa se llamaba Hupalupa, que tampoco es que fuera candidato al nombre más popular.
      La verdad es que sabemos poco de las historias aborígenes. Yo algo me enteré porque mi padre tenía libros sobre historias guanches y de otras islas, y me encantaban. Pero a poco que escarbemos, encontramos relatos novelescos. Y en el fondo, tan reales.
      A ver si voy a acompañarte a la hamaca la próxima semana.

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  7. Carmen María Duque Hernández20 de julio de 2023, 19:58

    Muy interesante.

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    1. Gracias, Carmelita, tú siempre tan amable. Pero es verdad que estas historias nos deben interesar. Ellas son nuestras raíces.

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  8. Vaya,vaya con Iballa...ja ja ja La Gomera es un pequeño paraíso donde paisaje y silencio se encargan de embriagar a cualquier guerrero por sofisticado que fuera y si a éso añadimos la belleza sencilla y salvaje de la mujer aborigen, la magia entonces estaba asegurada.

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    1. Bueno, en esta historia la chica no se enamora del apuesto guerrero (que además era pariente suyo), sino del conde y señor feudal, casado y ejerciendo su derecho de pernada. Pero así son las historias. Los Sabandeños las cantaron.

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  9. ¡Precioso tu relato de hoy.! Precioso.

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    1. Gracias, Elvira. Las historias de las islas -tú las conoces bien- son tan apasionantes como las de la épica griega y romana que cuentan las hazañas de héroes valientes y nobles. A mí siempre me emocionan, entre ellas una de una dama llamada Arminda. :-D

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    2. ¡Hasta yo, haciéndolo me emocioné...!

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    3. Y esa emoción la contagiaste a todos los que te vimos y oímos en la Cueva Pintada de Gáldar. Una interpretación maravillosa. Gracias.

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