Últimamente, cuando me pongo a ordenar, me doy cuenta de todo el cacharrerío inútil que uno guarda. Y eso que la casa es grande porque si no, no sé dónde meteríamos tanto trasto. Cuando estos días veía el desfile de las reinas del Carnaval, yo no pensaba en los brillos, los plumajes y demás parafernalia, sino en dónde guardarían semejantes mamotretos después de las fiestas. Es que en una habitación normal no caben y los palacios ya no son tendencia.
Y es que, además, las casas están llenas de cachivaches que nunca usamos. El domingo pasado, que invitamos a nuestro amigo Miguel a comer y a alegar un rato, nos estuvo hablando de lo que tiene en su casa y nunca ha estrenado. Por ejemplo, una fondue eléctrica que ocupa un montón, una heladera que ídem (con lo placentero que es comerse un helado por ahí), un aparato para hacer pasta (se lo vio a Arguiñano y le pareció fácil, pero luego era más fácil comprarse en el súper un paquete de espaguetis), aparatos varios para partir cosas: los huevos duros en lasquitas, los aguacates, los melones, las manzanas, las tartas en trozos iguales... ¡Si hasta tiene un chisme (virgen por ahora) para que los huevos fritos queden como un pañito. con sus puntillitas y todo! Me recordó a Becky, la protagonista de "Loca por las compras" de Sophie Kinsella, que se compró un aparato para hacer gofres y, para demostrar que lo usaba, también compró los gofres y hacía el paripé de sacarlos de allí.
Pero es que todos somos iguales. Yo también tengo una churrera desde hace 20 años dormida en su caja porque es más estimulante acercarme a La Punta y comerme allí unos churros con chocolate mirando al mar. Tengo un wok durmiendo el sueño de los justos y tres bicicletas muertas de risa y herrumbrientas de aquellos tiempos en que éramos jóvenes...Si lo piensan, seguro que ustedes también tienen trastos ocupando sitio. Hasta mi hija, que es superordenada y tira todo lo que no usa, tiene una licuadora ahí quietita porque le da lata lavarla; y mi amiga María, una fuente de chocolate, una plancha de vapor, un aparato para hacer cotufas...
¿Y si reunimos todo eso y hacemos una tómbola? Los sofistas, aquellos sabios de hace 26 siglos, ya nos dijeron entonces aquello de “Si se pidiera a todos los hombres que reunieran en un solo punto lo que cada uno ve inconveniente y luego pidiera de nuevo que retirara de aquel montón cada cual lo que estime conveniente, seguro que no quedaría allí nada sino que todo quedaría repartido entre ellos”. O sea, que, si hiciéramos la tómbola, nos desharíamos de un montón de arretrancos, sí. Pero seguro que sucumbiríamos a otros.
¿Y qué hago yo entonces si en la rifa me toca la fuente de chocolate y el aparato de hacer puntillitas a los huevos fritos?
Buenos días Isabel: hace unos años oí en la Radio una entrevista que le estaban haciendo a un señor de Madrid, que entonces era bastante conocido y del cual no recuerdo su nombre, y que decía que él había cambiado su estilo de vida al darse cuenta de la enorme cantidad de horas de trabajo invertidas para comprar objetos que prácticamente habían sido usados. Vajillas, cristalería, cubiertos, juegos de sábanas, manteles, herramientas, (según él era incapaz de clavar un clavo).Recomendaba que mirásemos en las baldas altas de las alacenas. Yo lo hice y aún tengo remordimientos de conciencia.
ResponderEliminar"prácticamente nunca habían sido usados". Lo siento.
EliminarMi gran reto es el garaje. Pienso que una vez que lo desaloje de cosas inútiles y deje baldas (altas y bajas) libres, podré ordenar el resto de la casa y llevar al garaje otro montón de cosas inútiles que tengo en las habitaciones. Mmmmm, ahora que lo veo escrito no suena tan bien.
EliminarUn beso, Rosa María, creo que no tenemos remedio :-D
Se entendió perfectamente, Rosa María.
EliminarJajajajajaja ¡Buenísimo.! ¡Un trastero es el cuarto más importante de la casa! ¿ Y si no? Jajajajaja
ResponderEliminarMi trastero es la parte de atrás del garaje. Tiene baldas a todo lo ancho y una tronja que no sé ni qué esconde. Importante y secreto, sí. No quiero ni tocarlo no sea que haya vampiros o algo así.
EliminarYo he aprendido de ustedes, cuando Chari recogió la casa de la madre y yo no podía ayudarla viendo recoger cosas y cosas. Cuando mi amiga Conchi heredó una casa preciosa, con hasta un piano, no sabía dónde poner todo. Tenemos el síndrome de Diógenes. Yo tengo una chica en casa que me dice: "Doña Nieves, esto lleva 4 años que no lo ha usado ¡Zúmbelo!" Y es que es verdad, Isa, tenemos que desprendernos de más cosas, hasta bolsas tengo yo de cachivaches que no sirven para nada. Lo mandas todo a un sitio, que alguien lo quiera coger (un Punto Limpio), y lo demás yo no le dejo a mis hijas esa herencia.Que nada, que tengo una amiga agobiadísima porque el marido tiene millones de libros y a ver qué hace con ellos.
ResponderEliminarAsí que ánimo, a limpiar y a zumbar que es una liberación ¿Vale?
Un besito, cariño.
Me encanta lo de "A zumbar". Suena a grito de guerra y, como dices, de liberación. Desde este momento queda inaugurada la "Operación Zumbido" con el noble propósito de liberarnos a nosotros y a la descendencia de basura disfrazada de cosas necesarias. ¡A las trincheras! ¡A zumbar!
EliminarAy, Jane, qué risa he pasado. Tengo un grupo de amigos con el que de vez en cuando hacemos esa clase de tómbolas. Yo me deshago de las porquerías que no quiero, pero claro, me llegan a cambio otras que tengo que tirar en cuanto llego a casa, jajaja. Aunque de vez en cuando toca algo útil. De vez en cuando.
ResponderEliminarUn abrazo sin puntillas, que rascan.
Mi hermana en la comida de navidad siempre hace un mercadillo (gratis, claro) de collares, pendientes, pulseras, broches... Siempre me digo que no cogeré ninguna cosa, que ya tengo suficiente oropel. Pues no hay manera, siempre me traigo algo. ¡Ay, señor!
EliminarOtro abrazo para ti.
Me recuerdas cuando pasaba por las puertas de algunos escolares y tenían una manta frente a su garaje ofreciendo sus juguetes y otras piezas en desuso. Los adultos ponen muebles y otros enseres el día que les indican y, antes que lleguen los recogedores oficiales ves llegar a "los turcos" que se llevan todo lo útil para revender. Los americanos de casas extra radio usan mucho eso de ponerlo en la puerta para venderlo.
ResponderEliminarYa lo he visto en las películas, pero nosotros parece que no tenemos esa sana costumbre. Me encantaría, sobre todo en el tema de muebles, tan grandes y tan pesados.
EliminarAquí me gusta lo de las casetitas de libros. He visto una en Bajamar y otra en La Laguna. También en hospitales suele haber puntos de libros para que se lleven.
Lo del trueque era un gran invento, oye.
Hola, Isa! Lo de “la tómbola mundial” en tu blog está acertado. Me identifico con la esencia, acumular cosas durante tantos años, que resultaron útiles en un principio, pero ya en desuso. A muchas cosas, libros entre ellas, les he dado salida, pero reconozco que cada vez siento que me sobran más. Algunas que mantengo entran en el típico “por sí acaso”.
ResponderEliminarCon la edad he notado que cada vez necesito menos y selecciono más.
Avisa cuando organicen una tómbola, pero no para comprar rifas 😂
Un fuerte abrazo
Los libros me llevan a mal traer. Tengo un montón y hace poco decidí quitar los que sé que ya no leeré otra vez. Pero como soy de mucho releer también, por ahora solo tengo 2 cajitas apartadas (y de paso, mientras ordenaba, releía). Un desastre. Y el "por si acaso" es el enemigo de la liberación y de una casa despejada.
EliminarUn abrazo grande.
Es verdad..yo he empezado por ropa que te da pena quitar, una amiga sabe quien la necesita y asi ha ido saliendo..pero sigo con cosas de mis manualidades que son mas dificiles..asi que haremos una tombola...ja ja gracias isa..
ResponderEliminarEl caso es encontrar quién las recoja. Yo, ropa y zapatos van a los contenedores correspondientes. Pero todo lo demás de una casa que ya no hace falta ¿quo vadis?
EliminarUn beso, Carmita.
Me encanta ver que no soy la única que guarda algún trasto..
ResponderEliminarUna tómbola o un trueque no sería mala idea. Yo llevaría 2 sillones inflables que sólo vieron la piscina una vez, una freidora estupenda que fué olvidada cuando llegó la de aire a nuestras vidas, una colección de porrones, cerámica y alfarería de Granada que ya no pegaban cuando modernicé la cocina, una sombrilla de Capitán Morgan y hasta una nevera de camping que hoy será una reliquia.
Me gustaría que fuera como en Estados Unidos que salen al barrio con los cachivaches y van poniendo precio sobre la marcha.
Pero no hagamos como nuestro amigo Jose, que va a llevar libros a un sitio en Sta.Cruz y entrega siete y viene con diez, ja ja
Yo llevaría un sofá cama que no se ha usado en 20 años (pero pesa una tonelada y no me veo con fuerzas de moverlo. Ahí llegó y ahí se queda), las 3 bicicletas, una mesa camilla, los miles de libros, machanguitos y boberías que están repartidos por toda la casa, lo que haya en la tronja del garaje sea lo que sea... ¡Mira que uno compra y reúne sin ninguna necesidad! Lo malo es que muchos somos como tu amigo Jose.
EliminarQue alguien venga por mi casa y que se lleve lo que quiera sin que yo lo vea ¡¡¡ por favor!!! Seguro que no echaré nada de menos. Porque cuando yo me pongo a ello al final lo que hago es cambiar las cosas de sitio, y por el camino solo me desprendo de dos o tres minucias
ResponderEliminarMe apunto a la tómbola, pero sin nada a cambio.
Así que espero noticias jajaja
Gracias. Jane.
Me gustó eso de "sin que yo lo vea". ¡Me siento tan, tan identificada contigo! Bien nos cuesta tirar... A ver si hay algún alma caritativa que ayude de manera altruista al orden mundial y vaya recogiendo por las casas lo que no queremos.
EliminarUn abrazo, Arista, y, como decía Nievitas más arriba, ¡a zumbar!
¿Quién no tiene un cuarto en el que reina el caos? Incluso a veces un caos perfectamente ordenado. :-D
ResponderEliminarEste post, Jane, no puede ser más cierto y verdadero, aunque yo tengo una teoría que suele cumplirse: cuanto más grande es una casa o un piso, más cosas se guardan... y me temo que en tu caso, se cumple.
ResponderEliminarYo, cada vez más, me voy desprendiendo de todo aquello que ya no necesito y por lo mismo, procuro no comprar nada que no tenga utilidad, para mí. Creo que esa es la clave para no terminar como el Diógenes del mito.
Ah, y si la tómbola se pone en marcha, cuenta conmigo, que todavía tengo algunas cosas para rifar y regalar...
Tienes razón. A veces se hace casi sin darnos cuenta porque hay sitio suficiente. Y otras porque no te pones a quitar, limpiar, regalar... Pura pereza. Porque tampoco yo soy nada de comprar cosas... En fin, habrá que hacer un estudio a fondo de causas y consecuencias. ¿Pero dónde lo guardo después?
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